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22 de abril de 2015

BAFICI | Isabelle Huppert: "Actuar es actuar con otro"



Por Leonardo Maldonado
Fotos: Alexis Maldonado y BAFICI

El martes pasado en el marco del BAFICI, el realizador Andrés Di Tella moderó en el Salón Dorado del Teatro Colón una conversación entre la actriz francesa Isabelle Huppert, invitada de honor del Festival y el artista plástico argentino Guillermo Kuitca. El tono del encuentro, que duró exactamente una hora, fue intelectual y sensible. Intercambiaron ideas y concepciones sobre el arte, sus propias obras y el trabajo del otro. Apenas ingresó al recinto, Huppert pareció intimidarse, incluso asustarse, con los efusivos aplausos del auditorio. Todas las miradas estaban concentradas en su figura. 

Para dar comienzo a la charla, Di Tella propuso hablar sobre la relación entre teatro y pintura. Huppert se refirió de inmediato al director norteamericano Bob Wilson, con quien trabajó en 1994 en obra Orlando, de Virginia Woolf, porque encontraba que su obra era muy pictórica:

I.H.: La pintura, en la medida en que concierne a la mirada, el movimiento, es un espectáculo. Entonces se puede tender un hilo entre la pintura y el teatro. El cine es distinto: convoca muchas expresiones. La pintura de Guillermo brinda un espectáculo. Pese a su abstracción, puede ser vista como un espectáculo. Bob Wilson decía que yo tenía la capacidad de trabajar de modo abstracto.
A. D.: ¿Cómo es una actuación abstracta? ¿Es pensar?
I.H.: Sí, es pensarla. Hay un universo casi matemático en la estética de Bob Wilson.

Pero enseguida la conversación viró hacia el cine: 

G. K.: Isabelle compone personajes de enorme densidad, de sufrimiento. 
I.H.: Es el espectador el que sufre al ver el sufrimiento del actor, no éste. Se piensa que los actores sufrimos en lugar de los personajes. Es un gran desconocimiento de lo que ocurre con el actor. Imagino que pasa lo mismo con un pintor. 
A. D.: Isabelle ganó el Premio Stanislavksi por profundizar las enseñanzas del maestro.
I.H.: Fui a buscar el premio a Rusia (se ríe por primera vez). Es un premio muy simbólico. Luego de lo poco que leí de él, me dije: hacía Stanislavksi sin saberlo (se ríe por segunda vez, ahora de manera más efusiva).

Huppert contó que el día anterior fue al atelier de Kuitca y que le fascinó ver al artista mirar sus propias pinturas y se preguntó cómo hacía para mirar su propia obra. Fue uno de los momentos más intensos de la charla, probablemente porque reflexionaron sobre la intimidad: 

I.H.: Él está solo ante su tela, yo estoy dentro de un sistema que es colectivo. No creo que se dialogue con el director en el sentido común del término. Hay reacciones inconscientes, hay intuiciones. El pintor está solo ante su tela y dialoga con sí mismo. Pero en un film también hay diálogo con uno mismo.
G.K.: En todo caso se trata de un momento privado. En la pintura no hay modo de consenso. Quiero pensar la privacidad como una unidad pictórica.
I.H.: Me gusta mirar los cuadros sola.
A.D.: En algunos de tus films, a uno le da vergüenza asistir a momentos tan privados.

Di Tella le preguntó a la actriz cómo fue su experiencia de trabajo con la fotógrafa norteamericana Roni Horn. “El trabajo final cuestiona los límites entre el movimiento y la fijeza. Ella tenía dos cámaras de fotos y una luz blanca muy fuerte. Conocía muy bien mi trayectoria. Voy a poner los nombres de tus películas en un sombrero, dijo. Vas a elegir al azar uno de ellos. Durante dos o tres horas vas a tener que encontrar el sentimiento que te movió para hacer ese film. Al principio fue muy abstracto. Roni logró más de cien expresiones mías”, dijo. Conversaron luego sobre la autoría de sus obras:

I.H.: Nuestros casos son completamente diferentes. No es la misma responsabilidad. Hice películas muy distintas. Pero no son mis películas, no tengo sentimiento de apropiación. Él tiene sus obras en museos. Me gusta que mis películas se vean. Me emociona que se hagan retrospectivas de mis películas pero no me importa mucho (se ríe por tercera vez).
G.K.: Entiendo que tus films no son tuyos. Son fundamentalmente de los directores. Pero en muchos casos, el foco está puesto en tu trabajo.

Huppert reflexiona acerca del proceso de terminación de una obra y sentencia: “No quisiera ser directora porque me costaría terminar una película. Siempre pido tomas suplementarias”. Y le  pregunta a Kuitca cuándo decide terminar una pintura. “La obra termina cuando desaparece de mi vista, cuando no la veo más”, contesta él con una sonrisa.  Di Tella le pregunta a la actriz si sabe o intuye, cuando rueda, cuál será la toma definitiva, puntapié que le permité a ella definir al cine y arribar a otro gran momento de la charla:

I.H.: No, siempre está el temor. El cine es el arte de lo aleatorio. Y luego está la etapa del montaje, donde surge la significación. La etapa de la filmación es muy limitada con respecto a la fase de montaje. Sabiendo eso, me angustio. Espero que elijan mi mejor momento.
A.D.: ¿Te sorprendes luego al verte en un personaje?
I.H.: No, lo que me sorprende es que hay tres películas. Está la película oficial, la del guión, el film que todo el mundo cree estar haciendo. Pero también están la película del director y la película del actor. Al verse, uno puede pensar: no era eso lo que yo hice (se ríe por cuarta y última vez). Siempre ocurre así. Hay que hacer un duelo, pero no es grave.
G. K.: Sí hay sorpresa, accidente. El proceso pictórico está lleno de accidentes. El accidente es un gran aliado. Hice esto, pero obtuve esto otro.
I.H.: Adoro lo que acaba de decir Guillermo. El teatro es más previsible, en el cine hay más accidente. Adoro el accidente. Como decía Bob Wilson, el juego es improvisación. Un segundo después no sé lo que estoy haciendo. Pero más allá de la improvisación está el accidente. No es lo usual, pero hay directores que cortan el accidente.

Finalmente, Kuitca expresa su admiración por el trabajo de la actriz y Huppert, para sorpresa de muchos de los asistentes, que la contemplamos tan segura y fuerte en sus films, confiesa la fragilidad que la atraviesa cuando compone un personaje:

G.K.: Viendo un fragmento de Heaven's Gate, cuando entras a un cuarto con Christopher Walken, él te mira como diciendo: ¿de dónde salió esta actriz? Queda paralizado.
I.H.: Es mi escena favorita de esa película. Es muy bella. Actuar es actuar con otro. No todos los actores saben hacerlo. Uno actúa con el otro pero dentro de un medio que es un arte de la fragmentación. El teatro es un arte unificador. Pero a veces es difícil lograrlo por más que sea un arte unificador. El teatro es un arte muy misterioso. También está el público. Acontece cada noche de manera distinta. Actuar es una expresión muy frágil, muy volátil.

BAFICI | Dos argentinas: Amores perros y Perdidos en Miramar



Por Alba Ermida

Dentro de las películas argentinas que participan de la Competencia Internacional, una propuesta bien radical es La mujer de los perros, codirección de Laura Citarella y Verónica Llinás. Once personajes: una mujer con diez perros. Y una infinidad de preguntas que surgen en la mente del espectador, así se conforma esta obra con idea original de la actriz porteña que también la protagoniza.

La mujer, que ni nombre tiene, vive en una cabañita construida por ella en algún bosque de la llanura bonaerense acompañada de sus fieles amigos cuadrúpedos. Recolecta botellas de vidrio y plástico, se alimenta de frutas y aves que ella misma caza y vive con lo mínimo. Lo más impactante de la película es el silencio, un silencio que al espectador le resulta aterrador y que en contraste, la protagonista disfruta. Un silencio que poco a poco va dejando de ser incómodo para convertirse en agradable y deseado. Un deseo que se consigue por oposición: después de 40 minutos inmersos en esa naturaleza sonora que en algún punto nos es propia, conocida, ingresa el ruido de lo artificial, del mundo al que la mujer no pertenece pero que sigue existiendo más allá de los límites de su pequeño bosque.  

La película plantea interrogantes que no resuelve nunca. En cuatro estaciones se divide este seguimiento no sólo contemplativo - ya que en varias escenas la protagonista se enfrenta con el mundo al que no pertenece -  comenzando por el verano y terminando en la primavera.  La duda principal que queda en el público es si la mujer de los perros quiere esa vida. Y como la ausencia de respuestas en el filme abre todas las interpretaciones posibles, al salir de la sala se oyen voces que sentencian “esa mujer necesita tratamiento si no quedarse ingresada” y hay quienes prefieren pensar que es una descarnada crítica al sistema que cada vez impide más la comunicación. Es destacable la calidad de la fotografía que sabe aprovechar la luz natural para pintar de colores y texturas las cuatro estaciones que se retratan. Y la calidad de la actriz que, sin decir una sola palabra, construye un completo, difícil e insondable personaje.

Miramar, de Fernando Sarquís, por su parte, compite en la sección Oficial Argentina. Esta miniproducción (en cuanto a lo económico) que contó con el apoyo de comercios y empresas de los alrededores de Miramar, en la provincia de Córdoba, demuestra que con poco dinero se puede hacer buen cine. 

Una adolescente que ayuda a su madre en la hostería del pueblo de Miramar. Un joven que llega a un lugar que le es desconocido para pensar. Ella juega de local así que es la primera en mover ficha: lo invita a él, cliente taciturno, casi hosco, a conocer lugares hermosos en las orillas del lago del pueblo. La relación que al principio es forzada, (casi) por compromiso por parte del foráneo, comienza a pulirse y a nutrirse mutuamente. Ella necesita alguien con quien hablar, por quien sentirse atraída e ilusionada, en quien volcar sus miedos, y él no quiere hablar porque aunque sí tiene algo que contar, prefiere callárselo. 

La diferencia de edad entre los dos supone un hallazgo del guion: aunque están en dos momentos de la vida bien diferenciados, hay puntos de encuentro, hay metáforas que le sirven a él sobre lo que ella está viviendo. Y la dosificación de la información, en progresión la de ella y casi ausente la de él, también crea una tensión a base de misterio, intriga y sospecha. Ella está preocupada por su futuro: irse del pueblo para vivir en otra ciudad en su período universitario con lo que ello conlleva, dejar a su madre sola en la hostería, a su padre enfermo sin sus periódicas visitas, ese sentimiento de desarraigo previo a la partida, de responsabilidad por los que se quedan, que realmente ocultan el miedo aterrador a lo desconocido, aunque la promesa diga “mejor”. Él, sin embargo, huye de algo pasado, de un dolor que aún tiene en el cuerpo, en la mente. Sin apenas pistas sobre lo que le ocurrió, el actor interpreta una pena profunda.  

La realización dibuja paralela la curva de la historia, acompaña y expresa los actos y palabras de los personajes. Cantidad de primeros y primerísimos primeros planos que reflejan la angustia, el encierro, las dudas y miedos en la mente de los personajes, con poca profundidad de campo, lo que implica un desenfoque inmediato si el actor se mueve mínimamente: el miedo al vacío, a lo desconocido, al otro, a lo que está fuera, más allá. En oposición, los planos generales, normalmente en exteriores, sí tienen profundidad de campo pero encuadran localizaciones casi fantásticas, paisajes lunares, que expresan la interioridad de los personajes que los transitan: una llanura en ruinas, llena de escombros, una orilla del lago llena de árboles blancos, secos, sin hojas, simples tronquitos que crean ritmos y recuerdan a esqueletos. Las referencias al agua como símbolo de libertad y la imposibilidad de disfrutar de ella. En palabras de Sofía, “un puerto significa 'libre' si tienes en qué salir de él”. 

BAFICI | "Theory of Obscurity: a film about The Residents" de Don Hardy | Anatomía de un anonimato


Por Ángel Rofrano

Con cuarenta años de carrera y más de sesenta discos en la calle, The Residents se convirtió en una banda de experimentación musical y audiovisual famosa por el enorme desconocimiento y la poquísima información que ha circulado sobre sus miembros durante todo este tiempo. Varias razones acompañan esas circunstancias, pero fundamentalmente dos: la primera es que siempre, desde el primer momento de su existencia, los miembros de la banda subieron al escenario disfrazados y con sus rostros cubiertos con máscaras, y cuando no, tocando detrás de telones que impedían ver sus caras. Además, jamás dieron una entrevista a la prensa ni se fotografiaron sin caretas, razón por la cual todavía, después de cuatro décadas, nadie sabe realmente quiénes son estos extraños residentes. La segunda razón viene con el título del film puesto en práctica: la Teoría de la Oscuridad, o la creencia de que solo un artista puede ser verdaderamente libre y auténtico en sus creaciones si se mantiene en el anonimato, evadiendo la prensa, el culto a la idolatría y la necesidad de pertenencia a la industria del star-system. Es por eso también que los Residents, a su edad temprana han creado su propia discográfica, Ralph Records, y su propia productora, The Cryptic Corporation.  

Entonces, ¿qué se puede decir en un documental acerca de una banda de la que poco y nada se sabe? Algunos datos interesantes: se formaron en San Francisco en los tempranos '70, obtuvieron su bautismo al recibir por carta una respuesta fallida de una discográfica que, al no encontrar un nombre artístico que se hiciera cargo de la música que les había llegado por correo (acorde a la lógica del anonimato más radical de sus autores), dirigió su respuesta a "los residentes", de donde luego el grupo tomó su nombre. También filmaron películas muy extrañas que pocas veces vieron la luz, inventaron el videoclip mucho antes de que tuviera ese nombre, y son probablemente los artistas más influyentes y originales de los siglos XX y XXI. El film recoge parte del inabarcable material de la banda y los testimonios de músicos como Les Claypool (Primus), Jerry Harrison (Talking Heads) o Jerry Casale (Devo) y de personalidades asociadas a ellos de una u otra manera, como Penn Jillette, presentador oficial del grupo, o Matt Groening, fanático confeso y de quien se ha dicho (junto a George Harrison, David Byrne o Frank Zappa, por nombrar solo algunos) que ha sido uno de los hombres detrás de las máscaras. También están las infaltables palabras y anécdotas de los miembros de las corporaciones crípticas residentes ya mencionadas, únicos personajes autorizados para hablar en nombre de los miembros de la banda, como lo son los míticos Homer Flynn y Hardy Fox.

Pioneros indiscutidos en la experimentación del videoclip, el cd-rom y el laser disc, vanguardistas en todos los aspectos posibles, reyes de la ironía y de la música experimental, The Residents son, sobre todo, un concepto de banda: inclasificables, irreconocibles e iconoclastas. Sus seguidores alrededor del mundo se convierten de inmediato en sus devotos, fetichistas y fanáticos incondicionales; y, por el contrario, sus detractores los detestan, no los pueden ver o escuchar sin irritarse y querer escapar de inmediato a sus sonidos deformes y aterrorizantes. Theory of Obscurity es un documento genial, sublime. Permite introducir a los ajenos adentro de ese viaje sin retorno junto a esas voces raras de San Francisco; pero, por otro lado, para sus fundamentalistas fanáticos es probable que el film no funcione mucho más que como un repaso de los desconocimientos y misterios ya sabidos y conocidos de antemano. Sea cual fuere la ubicación de cada uno, amante o detractor, discípulo o radical enemigo, este film es una cita imperdible para conocer todo lo poco que se puede saber sobre una de las bandas más misteriosas e interesantes del universo.

BAFICI | Documentales sobre cómo filma, piensa y mira Jarmusch



Por Ángel Rofrano

Gracias a una entrevista que le realizó hace unos años a Jim Jarmusch durante el festival de Cannes, la periodista y joven cineasta francesa Léa Rinaldi pudo convencer al tímido realizador norteamericano para que le permitiera participar con su cámara del rodaje de sus dos últimas películas: The Limits of Control y Only Lovers Left Alive. Obtener el sí del viejo poeta del punk le llevó unos 9 meses de espera desde la mencionada entrevista, y resultado final son estos dos íntimos e interesantes documentales en los cuales se puede ver a un Jarmusch siempre sereno, bromista, perdido dentro de sí mismo y, sobre todo, cuestionando su propio trabajo como guionista y director, agregando constantemente una cuota de dinamismo, frescura y originalidad a sus películas y cambiando a último momento el punto de vista ya elegido y estudiado para las cámaras, los escenarios acordados o reescribiendo las escenas que se están filmando y que, sin completarse aún, ya han quedado viejas para la rápida y ambiciosa mirada del canoso Jim. Algo así como un permanente boicot sobre sí mismo como método creativo, pero en contra de cualquier método creativo posible; y todo muy en clave Jarmusch.

La primera de las películas Behind Jim Jarmusch transcurre en Sevilla, durante las filmaciones de The Limits of Control en el castillo de Alcázar y en las callecitas y recovecos de esa bella ciudad. Entre el caos sonoro de la urbe y la multitudinaria presencia de lugareños, técnicos, actores y asistentes, se puede ver al tranquilo Jarmusch siempre intentando incorporar esos elementos del azar de sus locaciones a las historias que captura con sus cámaras y su mente. Aquí, durante los rodajes y los traslados, él habla con Léa y nos regala unas cuantas declaraciones interesantes sobre música, cine o poesía, pero nunca una opinión sobre su trabajo en particular, cosa que sabemos detesta hacer. La segunda película, Travelling at Night with Jim Jarmusch, captura las vampíricas tomas nocturnas de la filmación de Only Lovers Left Alive, su música, su sangre, los colmillos y, especialmente, el clima metafísico y mágico que le da Jarmusch a sus sets; el infinito respeto y el tiempo eterno que se toma para hablar con cada uno de los miembros de su equipo, desde los actores más famosos hasta los asistentes y ayudantes más ignotos, y la devoción cuasi religiosa de todos ellos por ese trabajo en conjunto. Pocas veces se puede ver un ambiente de filmación en el cual la horizontalidad y la idea de que el cine es, efectivamente, una creación colectiva se vuelven tan palpables y reales como en este documental. Y todo se debe, al menos, a dos factores: la enormidad de Jarmusch como realizador, persona y poeta 24/7, su claridad conceptual en su perpetua búsqueda, y el nivel de intimidad y ternura de la cámara de la directora de ambos films, que permite un acercamiento inusitado a un personaje que es bien conocido por ser extremadamente reservado, tímido y privativo.

Los títulos de las películas de Rinaldi rinden un culto fiel a su resultado final: estar durante 50 minutos montados en las espaldas de Jarmusch y poder ver, casi con sus propios ojos, ese mundo etéreo y ralentizado de su poética fílmica; y viajar hacia el fin de la noche —y si llegara a hacerse de día, siempre con los anteojos negros puestos— junto a la actitud y la cabeza de ese punky intelectualoide al que queremos tanto, desde hace tanto y por tanto.

BAFICI | Un niño y un viejo, la poesía, la justicia y la libertad



Por Alba Ermida

The Kindergarten Teacher era una de las cintas que compiten en la Competencia Oficial Internacional alrededor de la cual había mayor expectativa: la cola salía del hall de los cines, llegaba hasta la calle y giraba en noventa grados cubriendo una buena parte de la acera. Y es que el director, Nadav Lapid, se erigió ganador de tres grandes premios con su largometraje Policeman en 2012, entre ellos Mejor película y Mejor director en el BAFICI.

La sala llena, las luces apagadas y la proyección se inicia sin créditos ni título. La primera imagen de la película: un hombre de espaldas en un sofá viendo un programa de humor de dudosa calidad en la televisión israelí. Él se ríe y llama a su mujer para compartir la risa. Entra ella, a la que por el tiro bajo bajo de la cámara fija no le vemos la cabeza, y sin atender al programa, le pide a su marido que le dedique tiempo para comentarle algo sobre un alumno suyo que recientemente llamó su atención. El plano inicial de una película, si el guión se presta, debe contener su esencia, ya sea por anticipación o por condensación. Juzguen ustedes si en este caso se cumple o no este principio narrativo.

La maestra que da título a la película descubre que uno de sus alumnos de cinco años, Yoav, tiene un don para la poesía comparable al genio de Mozart. Ella, amante de la poesía pero no muy dotada para este arte, va convirtiéndose poco a poco en protectora e instigadora de la producción del chico. Lo que comienza como admiración termina siendo desquiciada obsesión, celo enfermizo: habla con el tío del infantil poeta y con el padre, consigue que echen a su niñera para quedarse ella temporalmente con el puesto, lo lleva a una lectura de poesía a que recite sus obras. Todo mezclado con imágenes que juegan con ambigüedad con la pedofilia mezclada con el deseo o la admiración desmesurada hacia el niño-ídolo: momentos en la ducha en que la profesora baña al niño sin mucho fundamento, caricias durante la siesta que le dan a Yoav un trato preferente...

Cuando el padre del niño genio se entera de lo mal parado que salió su hijo del recital de poesía, decide sin previo aviso cambiarlo de guardería. Pero la profesora no se rinde: espía a la familia y los sigue hasta descubrir la nueva escuela de Yoav. Deja que el padre se vaya al trabajo y secuestra al niño, se lo lleva a una ciudad costera de Israel. Yoav, que al ver a su antigua profesora después de varios días yendo al nuevo colegio, le dice que la había echado de menos y acaba dándose cuenta que su situación no es normal: encierra a la profesora en el baño del hotel y llama a la policía, que lo viene a salvar... Y cuando más interesante se pone la acción, la película se termina. 

Aunque lento y por momentos carente de contenido que haga avanzar la trama, el film es original e interesante sobre todo en su propuesta de realización. Planos desenfocados, encuadres bruscos y recortados, muchos primeros planos de la profesora y el alumno, que empatan con el ambiente de la película, agobiante, desquiciado, incomprensible y confuso. 

La parte explicativa el director se la deja al público: qué le pasa a esta profesora. Algunas escenas muestran sus comportamientos extraños, claras pistas sobre su estado psicológico: la señora no está bien. Sin embargo no se dice en ningún momento, nadie en su casa se da cuenta, ni en la escuela. Sólo el público sabe exactamente sus comportamientos extraños y es el público el que le podrá poner continuidad al caso de esta esta mujer. 

La película india Court también en Competencia Internacional aborda un tema universal llevado a lo local: la injusticia del sistema judicial. Varias veces premiada, esta ópera prima del director Chaitanya Tamhane construye un retrato de lo anacrónico, lento y por lo tanto injusto del sistema judicial hindú a partir de un caso en particular en Mumbai. 

Un anciano profesor y cantante de folklore activista es detenido en plena actuación acusado de incitar con la letra de una canción suya al suicidio de un trabajador de las alcantarillas, acontecido justo dos días antes. 

La película se estructura en base a cuadros que se suceden, haciendo avanzar lentamente el juicio, intercalados con momentos en la vida de los actantes del proceso judicial de este viejo. Aprovecha así el director para introducir pinceladas con las que dibuja la sociedad actual de la India al tiempo que la crítica. Las diferencias sociales abismales entre pobres y ricos: el abogado defensor vive con todos los lujos mientras que la viuda del presunto suicida vive en la más absoluta miseria. La sociedad absolutamente protagonizada y regida por hombres donde las mujeres se van abriendo camino poco a poco en ámbitos profesionales como el de la justicia pero sin igualdad de condiciones: la fiscal no sólo trabaja en el juzgado, también recoge al hijo a la escuela, compra comida, hace la cena y mientras su marido y sus hijos descansan viendo la tele, ella trabaja en su habitación en el caso del día siguiente. La ausencia de libertad de expresión: al viejo, una vez en libertad bajo fianza, no le permiten publicar sus experiencias “humillantes”, es inmediatamente detenido otra vez. Las castas se perpetúan: los jueces, conservadores y apalancados, viven con grandes lujos a los que por supuesto no están dispuestos a renunciar ni compartir reforzando así la atrofia no sólo del sistema judicial (testigos comprados, pruebas falsas, fianzas desmedidas a gente pobre), también de la propia sociedad.

19 de abril de 2015

BAFICI | "Amor eterno" de Marçal Forés | Amor sin fronteras


Por Ángel Rofrano


En un mix entre el documental y la ficción, al menos en su comienzo, el segundo largo del catalán Marçal Forés, Amor eterno que participa de la Competencia Vanguardia y Género en el BAFICI, abre el juego y el debate con una serie de testimonios acerca de la existencia y la posibilidad de lo que comúnmente  llamamos "amor eterno", del amor a primera vista, o más sencillamente, acerca de ese amor del que tanto se habla a diario en todo el mundo, que se busca desesperadamente y con el cual también tanto se angustia la humanidad. Así, afinando el ángulo y concentrándose en la ficción de su relato, el film atestigua la relación entre Toni, joven alumno de un colegio de idiomas, y su profesor de chino, Carlos. Una tarde cualquiera ambos se encuentran de casualidad en el Montjuic, bosque catalán muy conocido por la vía libre que ofrece al sexo casual entre sus esporádicos participantes, y por esas cosas del amor, o mejor, de su ideal enfermizo e inalcanzable, Toni y Carlos comienzan una relación que transita desde la atracción y el rechazo hasta la obsesión insufrible, inevitable y profundamente peligrosa para su bienestar y sus vidas.

Trabajando las oscuras vueltas de la psiquis de sus personajes, Amor eterno se construye como un sólido thriller negro, en el que la enfermiza idea de la posesión del otro le gana terreno a la existencia de sus protagonistas hasta arriesgarlo y devorarlo todo. Con elementos propios del cine de suspenso, de terror, algo del gore, un poco del noir y del ya mencionado thriller psicológico, salvando las distancias, los fetiches y las botas, se vuelve casi inevitable la referencia a aquella histórica y polémica Cruising, dirigida por William Friedkin en 1980 y protagonizada por Al Pacino, en la cual, a causa de un asesino en serie cuyo target eran los homosexuales del ambiente leather, el levante gay entre extraños se tornaba un espacio de riesgo que ponía en juego la propia vida de sus participantes. Sin asesinos en serie y boliches leather como en la de Friedkin, el cruising de los personajes de Forés los conduce también por un camino que no conoce fronteras de ninguna clase.  Amor eterno es una de las tantas pruebas de que con poco se puede hacer mucho, y demuestra que después de su ópera prima Animals  y de este nuevo trabajo, el director catalán viene pisando fuerte en el cruising del cine independiente de habla hispana.

BAFICI | "Bird People" de Pascale Ferran | Tiró la película por la ventana



Por Ángel Rofrano

Dos personas antagónicas, dos historias paralelas se cruzan en el mismo escenario: el lujoso Hotel Hilton ubicado al pie del aeropuerto Charles de Gaulle en París. Él, norteamericano, empresario, gurú informático, una suerte de Bill Gates con algo de onda (lo cual no cuesta mucho esfuerzo), siempre cansado, estresado, aburrido de la normalidad laboral y social. Ella, francesa, empleada de servicio del hotel, estudiante desganada, malhumorada y solitaria. Gary y Audrey, respectivamente, no tienen nada en común, o quizás solo las ganas de soltarse de sus propias vidas, de salirse de sus trabajos, de la rutina y de la infelicidad que el combo costumbrista occidental genera en sus existencias, tal como en las de tantos otros. 

Hasta el momento queda bastante claro que en la historia de Bird People no aparecen muchas novedades y, además, se suman algunas desilusiones en relación a las expectativas que uno lleva a la proyección de un film de Pascale Ferran que es objeto de una retrospectiva en el BAFICI, sobre todo porque lo de "gente pájaro" que viene de suyo con el título, en principio, parece rápidamente plantarse como una metáfora obvia de las necesarias "ansias de volar" de sus propios personajes...pero no. Por suerte —y mucha, y en algo de esto reside la grandeza de su directora— ese preocupante, triste y trillado lugar común que por un momento parece instalarse en la película se rompe en mil pedazos junto al cuidadoso realismo y ese supuesto retrato del costumbrismo que el film parece reflejar desde un principio. 

Con un giro inesperado, absurdo y sobre todo muy gracioso,la película se reinventa y se reescribe como una metáfora surrealista, metafísica y delirante acerca de la libertad, de las miserias personales y de esos pequeños pero contundentes momentos de irracionalidad que le dan pleno sentido a la racionalidad aplastante de la calculadora y fría mentalidad occidental a la que tanto sucumbimos, no solo en la vida diaria sino también en el cine. Un gran aplauso para el último largo de Ferran, preciso, denso, payaso y claustrofóbico, animado a tirarlo todo por la ventana —incluyendo a una de sus protagonistas— para mantener viva la experimentación narrativa, aún después de tantos años de carrera y del largo camino en un bello y raro zigzag que viene transitando como guionista y directora.

17 de abril de 2015

BAFICI | "Theeb" de Naji Abu Nowar | Maduración urgente



Por Alba Ermida

Co-producción con la bandera jordana del director Naji Abu Nowar a la cabeza, Theeb viene a confirmar el aumento de proyecciones y visionados de la cinematografía de Medio Oriente con excelente calidad. Es la herencia de Kiarostami que multiplicándose voces y se hace oír mejor.

En esta película que forma parte de la Selección Internacional, Theeb es un niño de apenas 10 años, tercer hijo del jefe de una tribu nómada recién fallecido. De su educación se ocupa Hussein, su hermano del medio, ya que el mayor debe encargarse de suceder al padre en las funciones de liderazgo. Una noche llega al campamento un soldado inglés en una misión: debe llegar hasta un pozo en el medio del desierto, a tres días de camino en camello, para reunirse con sus compañeros. Hussein es el encargado de guiarlo, pero a Theeb no le convence quedarse sin su mentor y compañero de juegos, su curiosidad le puede a la obediencia y en un acto de inconciencia sigue, montado en su burrito, al hermano que guía al soldado y su traductor. El viaje resulta nefasto, pues al llegar a su destino, los asaltadores les tienden una emboscada y todos menos Theeb resultan muertos. Comienza entonces el viaje del personaje, uno obligado, a base de dolor y sufrimiento, que le tiende la vida para que crezca, pues se encuentra solo, a tres días de su casa, sin comida ni agua y con la presencia amenazante de un asaltador herido.

De una belleza que anonada por su rotunda sequía, por la enormidad de sus rocas y la vastedad de las llanuras arenosas, los paisajes son enmarcados en encuadres no sólo hermosos, también expresivos. La soledad, la rudeza de esa vida nómada, las distancias que humanizan al ser humano y que el propio ser humano reta achicándolas con el “burro de hierro”, lo insondable, lo peligroso, lo inabarcable. Todos son exteriores, de día y de noche, con la presencia permanente, simbólica y premonitoria de las molestas y carroñeras moscas.

También árida es la trama que no necesita de subtramas ni reveses ni siquiera de muchos personajes para contar la urgente necesidad de maduración de este niño, que crece y aprende por pura supervivencia en un mundo donde “los fuertes comen a los débiles”. Sin embargo, sí hay una brillante ambientación que sitúa la acción en la Gran Guerra con un par de planos y otro par de referencias. Y al ser sucinta la historia las analogías son tantas como lectores y los temas que trata con breves pinceladas (una frase, una toma, un gesto) la enriquecen exponencialmente. Una crítica a los avances técnicos que estropean más de los beneficios que reportan, una alusión a la codicia, un retrato de la venganza y la traición, unas palabras a los muertos y unas referencias a la tradición. Theeb habla de mucho con poco pero bello y todo regado con puntuales temas musicales que huyen de la función melodramática y se limitan a completar preceptivamente lo que el sentido de la vista aprehende.

14 de abril de 2014

BAFICI | Un final con fútbol rumano y música electrónica argentina

Por Guillermina Gandola

Para cerrar nuestra cobertura del 16º Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente, cuya premiación puede consultarse aquí, cubrimos la función de clausura The second game del rumano Corneliu Porumboiu, una película sobre fútbol, y el domingo vimos Conexión sur, de Dolores Lagrange, un documental sobre la música electrónica argentina.

En el primer caso el director Corneliu Porumboiu reutiliza la filmación del clásico arbitrado por su padre y jugado el 3 de diciembre de 1988 en Bucarest por los equipos más importantes del país (Dinamo y el Steaua), en plena guerra fría y un año antes de la revolución que ejecutó al dictador y político comunista Nicolae Ceausescu.

Durante los 90 minutos que dura el partido (y la película) el cineasta y su padre realizan comentarios sobre el juego realizado bajo la helada, penetrante y gruesa nieve y el contexto histórico de ese entonces. Un cuarto de siglo después el árbitro repiensa las jugadas y razona sobre las decisiones tomadas en relación a las sanciones, el tiempo indomable, las posiciones de ventaja y la nieve blanca inmaculada manchada por los botines. 

¿Qué hubiera ocurrido si el árbitro hubiese sacado la tarjeta amarilla a uno de los jugadores por tirar la pelota contra el piso como expresión de queja?, ¿valía la pena hacerlo?, ¿fue falta o no?, ¿tendría que haber cobrado penal? Rápidas y complejas decisiones, advertencias, ética y pasión son los componentes que se ponen en juego durante este partido. 

Los partidos de fútbol son parte de la historia de un hombre, de una familia, de una nación; se fusionan con los hechos y son el reflejo de una situación histórica política, económica y social. Así como lo fue el controvertido Mundial 78 en Argentina, la mítica mano de Dios contra los Ingleses en 1986 o el caso del equipo ucraniano Dinamo de Kiev quien desafió al equipo nazi de Kordik a pesar de que significó la muerte de muchos de sus  jugadores. La historia se puede leer a través de distintas lentes, la moda, la arquitectura, la comida, la música y, en este caso en The second game.  

Los documentales son una plataforma útil para acercarnos conocimientos, información y, por qué no, despertarnos una nueva pasión (o desempolvar las viejas). En este caso la directora Dolores Lagrange presenta un pentagrama donde se “escriben” las historias de los protagonistas que conformaron la escena de la música electrónica en la Argentina desde la década del 70 hasta finales de los 90. 

La idea surge de la conexión entre Lagrange y Luis Marte, hasta que finalmente entre Dolores, Luis y Pablo Reche materializaron en forma de documental la importancia de comunicar la historia que explicara de dónde surge la música electrónica acá.

Internacionalmente, nace en la década del 70 el electro pop, un género musical que ya se había configurado en los sesentas y tuvo su auge en los 80 y que tiene al sintetizador como su elemento fundamental. Los pioneros de este nuevo género que busca reconfigurar la idea de sonido como espacio fueron, entre otros, el grupo japonés Yellow Magic Orchestra, la banda británica Ultravox y los alemanes Kraftwerk.

En busca de una sonoridad revolucionaria los protagonistas de esta nueva cultura musical comenzaron a explorar y experimentar con el sintetizador, el delay digital, la guitarra procesada y la utilización de técnicas electroacústicas para crear un sonido ambiente y progresivo. 

En la Argentina los precursores de este género fueron Qumm, Jorge Haro, Sami Abadi, Gustavo Lamas, Daniel Melero, Mario Siperman, Leo y Gastón Satragno, Hernán Baldi, Diego Vainer, Bruno DeVicentis, Ramiro Larrain, Pablo Reche y Luis Marte en otros que no sólo se animaron a romper con los patrones musicales de una época de rock, a pesar de sufrir las consecuencias (tomates y cebollas en el escenario), sino que también hicieron todo lo necesario para su difusión a través de revistas, espacios culturales, jams, etc.

Si bien el tiempo de duración del documental (dos horas) podría haber sido menor o se podrían haber agregado más ejemplos musicales para representar no sólo desde el lenguaje hablado lo que significa esta era musical sino también a través de un lenguaje sonoro y sensitivo, Conexión Sur retoma y valoriza un momento histórico en la escena de la música argentina que para cualquier fanático de la música es digno de ver. 

12 de abril de 2014

BAFICI | "Historia del miedo" de Benjamín Naishtat | Ensayo sobre la violencia

Por Guillermina Gandola

Luego de haberse presentado en la Competencia Oficial del último Festival Internacional de Cine de Berlín, Historia del Miedo del joven argentino Benjamín Naishtat participa en la 16° edición del Festival de Cine Independiente compitiendo en la sección Argentina.

Muchos son los componentes a analizar que se ponen en juego en este drama que examina en detalle los prejuicios de clase, en un contexto de caos social donde el orden parece derretirse durante un verano ardiente  asediado por los cortes de luz, desde donde surge una emoción primitiva: el miedo. 

En la oscuridad provocada por los cortes se ilumina nuestra esencia y ante ella somos todos iguales. Ante ella sólo somos un par de ojos asustados que buscan la luz para poder verse, reconocerse y reconocer a ese “otro”. Y es quizás es a ese otro y no a la oscuridad al cual le tenemos miedo. 

El primer largometraje realizado por Naishtat (en coproducción con Alemania, Francia, Uruguay y Qatar) podría bien compararse con la obra Ensayo sobre la ceguera de Saramago en el cual la población toda comienza a quedarse ciega. En el caso de este film, varios integrantes de distintas clases sociales comienzan a desarrollar silenciosamente una sensación de paranoia dentro de un clima agudo y una sonoridad grave, que va in crescendo hasta estallar en gritos de desesperación. Gran parte de este efecto es gracias al diseño de sonido realizado por Fernando Rivero.

Pero, ¿Qué es lo que viene a reflejar el miedo?

Es en este punto que debemos retomar la idea de la oscuridad y del “otro”. Nuestro ser se reconoce por diferenciación a ese otro que no soy yo y así surgen, inevitablemente las categorías, los prejuicios, lo diferente, lo desconocido. Y, generalmente, quienes temen más a lo desconocido son los que tienen más para perder. 

Una de las particularidades del film es la forma de retratar los componentes de los diferentes estratos sociales yuxtapuestos en una misma historia atravesada por el miedo.  Y es gracias a esta horizontalidad en la forma de narrar y describir a cada cada integrante de la historia lo que permite el contrapunto necesario para sentir y vislumbrar la idea principal que es la denuncia a la falta de conciencia social. 

A través de silencios, de una cámara que encuadra primeros planos sobre el rostro de los personajes, sonidos que van tornándose más fuertes, miradas profundas, planos generales de una ciudad atormentada por el caos, se genera un clima de violencia implícita que, por momentos da ganas de levantarse de la butaca del cine para “putear” a alguno de los personajes. Y este resultado es uno de los motivos por los cuales aplaudo a esta película. Lejos de generar un clima de pasividad y comodidad en el espectador, Historia del Miedo provoca, invocando las emociones y sacudiendo las ideas. 

11 de abril de 2014

BAFICI | "El Futuro" de Luis López Carrasco | Una película que hace feliz


Por Eugenia Guevara


Michelangelo Antonioni, que revolucionó al cine, le dijo a Godard en 1964: "quiero contar historias diferentes con medios diferentes". En esa frase pensé todo el tiempo mientras veía El futuro, la película española que para nosotros es candidata a ganar el BAFICI, y se me hizo mucho más presente cuando al final recordé el final de El eclipse, quizás la más bella y perfecta película de Antonioni. Ambas terminan sin los personajes, con una sucesión de planos fragmentarios de la ciudad. Al menos en El eclipse algunos de los escenarios se correspondían con los que Vittoria y Piero habían transitado. Además, sabíamos que ellos eran Vittoria y Piero, conocíamos la oficina de él, la mamá y el ex novio de ella, mientras que casi nada sabemos de los personajes de El futuro: no tienen nombre, son cuerpos y rostros hermosos, adornados y vestidos de manera fascinante; son energías, conductas y a lo mejor, si alcanzamos a escuchar algo de lo que dicen también son ideas, anécdotas, discusiones, banalidad, canción. Son jóvenes de fiesta en un departamento, en 1982, cuando el Partido Socialista y Felipe González habían ganado las elecciones en España.

Antonioni y un premio en BAFICI porque El futuro hace lo que todo cine independiente y moderno debería hacer. Poner en cuestión la forma, la fórmula, el cómo se ha de contar una historia que, además, aún no ha sido contada. Una historia a la que llamamos "historia" porque la convención nos obliga - como también los llamamos "personajes"- porque en realidad aquí no hay historia. O sí, está toda la historia, y eso de alguna manera se explicita en la secuencia final y en la que desfilan varias fotos de familiares en el pasado. Y qué excitante hablar de Antonioni, y de una película que se llama El futuro, y que también se trata de gente que no hace nada, porque las películas del maestro italiano, se dice, son las del después, de lo que queda cuando ya lo importante ha tenido lugar. Y acá viene entonces El futuro (que podría incluso integrar un grupo de films antonionianos del período revolucionario, el de La Aventura, La noche El eclipse), una película sobre el antes, porque lo importante no era la horrible dictadura franquista y el pasado, sino el futuro, ese que parecía prometedor mientras la música tecno, los chupitos, los porros, el tabaco, la cocaína, los besos y las charlas se desparramaban. Aunque los agujeros negros del montaje final anticipan algo más de ese futuro, al mismo tiempo que remarcan, junto con las imágenes de la ciudad que van volviéndose contemporáneas, esa "mirada desde el hoy" de la que habló al presentar la película en el festival, su director, Luis López Carrasco. 

Filmada en 16 milímetros, lo que le da una tonalidad y una textura dorada ideal, alterna primerísimos primeros planos de los jóvenes, como si estuviera espiándolos, con algunos planos generales compuestos magistralmente como vemos en la foto de apertura de esta crítica. Renoir, Antonioni, Fassbinder, todos aparecen en esos encuadres maravillosos donde las capas de invitados a la fiesta actúan simultáneamente. En realidad más que espía, la cámara es una más esa noche que parece no tener final al igual que el espectador, a quien solo le falta oler y beber, fumar, aspirar. Todo lo demás se le presenta tan nítido, tan cercano, tan familiar y tan atractivo que lo absorbe y lo integra.  

El futuro rompe las convenciones narrativas y de estilo, como solían hacerlo los modernos. Precisamente Godard tapó los diálogos de sus personajes con música. Aquí, los diálogos, gritados a causa del volumen de la música -  verdadera protagonista y verdadera historia de esta película, un soundtrack que nos encantaría tener; la canción clave es Nuclear sí de Aviador Dro - van de la astrología a la política, pasando por las drogas, el sexo, el "rollo personal" y la cuestión de la ETA. Esos diálogos, de todas formas, no importan, están destinados a ser otra cosa, entremezclándose con la música: un campo de sonidos donde el espectador debe tomar decisiones y hacer esfuerzos como con las imágenes. 

En un panorama general de producción cinematográfica donde la convención reina incluso en el denominado cine de arte, películas como esta, y como las de Tsai Ming Liang, cuyo Stray dogs hizo felices a nuestros amigos en el BAFICI y no logramos ver, nos devuelven la confianza y el amor por el cine, nos hacen pensar al mismo tiempo que nos hacen reír, y con todo eso, nos hacen tremendamente felices. 

10 de abril de 2014

BAFICI | Dos bodrios y Nick Cave (sí, otra vez)

Por Eugenia Guevara


De lo que va del BAFICI, está decidido que nuestra película de la competencia internacional preferida es la española El Futuro, sobre la que vamos a escribir aparte, y la que le sigue, es 20.000 days on earth, sobre Nick Cave, de la que ya escribimos pero vamos a seguir escribiendo.

Cuando suena el despertador, a las 7, Nick ya está despierto. Con su mirada siempre lejos, en su mundo de fantasía que lo acompaña todo el tiempo. A su lado duerme Suzie, su esposa hace más de diez años y la madre de sus mellizos, la mujer de la que se enamoró a primera vista en un museo y que le condensó en un segundo todo aquello que le había resultado deseable en el mundo real y en el imaginario (como Anita Ekberg, en La dolce vita, por ejemplo). Suzie no quiere salir en la película sobre Nick que están filmando Forsyth y Pollard, pero la vemos con el pelo sobre la cara en ese despertar y más tarde, su reflejo muestra cómo mira a Nick que nuevamente sale de su casa desde una ventana desde el piso superior. Sin embargo, ella aparece hermosa, enorme, en blanco y negro, en el retrato suyo que más le gusta a Nick, cuando él va al archivo donde trabajan sobre los papeles, objetos, fotos y documentos que ha acumulado toda su vida y que van a reconstruirla ahora.

Lo que más sorprende de este documental, o más conmueve, es que tiene todas las características de un memorial. Entre los papeles que los archiveros le muestran a Nick (también le proyectan unas fotos de un concierto de The Birthday Party en Alemania, donde uno del público sube al escenario a orinar y es golpeado por el bajista de la banda, entre muchas otras cosas), hay algo que le cuesta reconocer. A los treintaypico había escrito una especie de testamento donde decía que si llegaba a morir, todo su dinero - que entonces, él dice, no era mucho- se utilizaría para construir el Museo a la memoria de Nick Cave. Nick se ríe, se llama a sí mismo estúpido, pero lo más loco es que la película donde lo vemos reirse de su narcisismo del pasado, es precisamente un museo a la memoria de Nick Cave.

Nick no teme ni a la muerte, ni a la soledad. Su miedo es perder la memoria. Será por eso que ha guardado todo lo que ha podido como lo hacían los grandes hombres que sabían que su historia iba a ser reconstruida porque formaban parte de la Historia (como San Martín, Sarmiento o el General Paz, para poner ejemplos de acá) o remarca que no recuerda nada que haya sucedido en la década del 80. Paradójicamente, porque Nick es paradójico, tiene una memoria impresionante, incluso cuando se refiere a episodios de esa década del 80 que vilipendia tanto.

Nick, dueño del estilo y el buen gusto, siempre impecable y con onda, está en ese "día", que son muchos, grabando el nuevo disco con los Bad Seeds. Pero también tiene charlas reparadoras, resarcidoras, con varios de sus amigos, lo que incluye a Blixa Bargeld y a Kylie Minogue. Con Kylie, siempre hermosa, sentada no a su lado como los demás si no atrás, observada por Nick a través del espejo retrovisor recuerdan a Michael Hutchence, líder de INXS, quien era novio de Kylie cuando Nick la llamó para cantar Where the wild roses grow. Y de lo que hablan es de la comunión del cantante con su público. Kylie cuenta que Michael, quien tenía un gran manejo de la masa, no podía verla, porque era miope. El día que compró lentes de contacto y los usó, fue el primero y el último. Nick en cambio dice que él no puede pensar/considerar/comulgar con un púbico masivo, solo puede vivir el psicodrama con quienes están en la primera fila. Y eso se ve en la película. 

En resumen, el memorial de Nick Cave es Nick Cave y amamos a Nick Cave porque es imposible no amarlo: lo vemos en su sesión de psicoanálisis, yendo, como vamos todos, hasta nuestros padres, en su caso, hasta la muerte de su padre (hecho que lo marcó porque a sus 19 años, murió en un accidente automovilístico); repasando su diario del tiempo (que es el clima que, recién llegado a Inglaterra, desesperó a este australiano marcado por el sol, pero también es el tiempo porque su vida cotidiana y sus obsesiones se van mezclando con los reportes de la temperatura, la niebla, la humedad) y comiendo pizza con sus mellizos mientras miran una violenta película. 

Nick le cuenta al psicoanalista que su padre lo vio en vivo, antes de morir, y le dijo que era como "un ángel". Él se ríe, el psicoanalista se ríe, los espectadores nos reímos. Pero después de todo, uno piensa que sí, Nick es un ángel, un ángel negro, inteligente y tranquilo, que es capaz de revisar su vida con una conciencia y una autocrítica que hacen que lo amemos aún más.

Uno de los bodrios que nos tocó vivir en el 16º BAFICI fue O som da terra a tremer, de 1990, que integra la retrospectiva de la portuguesa Rita Azevedo Gomes, una especie de cajas chinas con un leve aire a Céline et Julie vont en bateau, de Rivette, pero que nunca cierra. Una mujer se levantó y salió de la sala espantada diciendo que si no podían hacer actuar a los actores, no había película. Los actores, marionetas pero no como las de Fassbinder o las de Bresson, son figuras incapaces de conectar o transmitir algo, dentro y fuera de la escena. Por ejemplo, nunca supimos si Isabel era ciega, o sólo distante. 

El otro bodrio fue Kumiko, the treasure hunter de la selección oficial pero fuera de competencia. De esas películas que se construyen o construyen su graciosidad desde la estupidez del protagonista. En este caso, Kumiko, quien impulsada por la visión de Fargo de los hermanos Coen viaja a Estados Unidos, en busca del tesoro que se esconde allí entre la nieve. Una auténtica tortura, una de esas comedias no cómicas que exasperan y aburren mucho más que un drama de enfermos terminales.

6 de abril de 2014

BAFICI | Un Hitler en Etiopía, Finnegans Wake y Nick Cave


Por Guillermina Gandola

Si te preguntaran cuántos días has vivido en el planeta tierra, ¿podrías contestar rápidamente?

Detrás de esta simple pregunta se esconde un mar de vida, de partituras, de recuerdos y emociones que Nick Cave ha escrito en su diario personal y que es utilizado por los directores Iain Forsyth y Jane Pollard para el documental 20.000 days on earth que forma parte de la Competencia Internacional y que relata los 20 mil días vividos por Cave en este mundo (aunque él parezca provenir de otro), mientras se graba Push The Sky Away, el nuevo disco de Nick Cave and the Bad Seeds.

Forsyth y Pollard ya habían trabajado con Cave en el video Dig Dig Lazarus, y también en la recreación de la última actuación de Bowie como Ziggy Stardust en el concierto que The Cramps dio en 1978 en el Instituto Mental Napa. 

La pantalla de cine está negra, el artista no ha nacido aún, de pronto se escuchan llantos de niño y el cero se transforma en uno, el uno en dos y así (con mezcla de imágenes que reflejan los acontecimientos del mundo como guerras, avances científicos, eventos culturales y los acontecimientos de la vida pública de Nick Cave) hasta llegar a 20 mil días. 

Muchas son las circunstancias que hacen a un artista especial y la vida de Nick es, sin duda, un psicodrama en trajes negros y zapatos de charol. El desafío de Forsyth y Pollard fue contar la historia cotidiana de un personaje sin que se perdiera su mitología y esencia. Uno de los puntos interesantes del documental es la desdramatización/ iluminación de una figura oscura de la música, con sus orígenes en el rock gótico con The Birthday Party, influido por el free jazz y el post punk, con letras tremebundas y una voz cavernosa. Esa operación incorpora ciertos giros cómicos que incluyen, como los espectadores podrían esperarlo, la alusión a la relación de Cave con la famosa Kylie Minogue, con quien grabó una exitosa canción.

También en el marco del 16º BAFICI en la sección Vanguardia y Género compite el original corto Chigger Ale en el cual su enigmática directora Fantana Ananas se atreve a jugar con bizarras situaciones en Fendika, un bar emblemático de Adís Abeba, una de las ciudades más pobladas de Etiopía con un Hitler negro, petiso y flacucho como protagonista.

No es casual que este nuevo Hitler, que viene del espacio exterior, aterrice en Adís, donde conviven más de 80 nacionalidades de cristianos, musulmanes y judíos. Los contrapuntos son una constante en este film. Aunque de entrada suene provocador revivir a Hitler en la carne de un hombre de nacionalidad etíope, hay varios condimentos interesantes como por ejemplo el fanatismo de este clon del dictador por Cristiano Ronaldo y su sumisión ante la figura de la cantante pop Beyoncé.  

Otra de las producciones que forma parte de la selección de Vanguardia y Género es The Joycean Society de Dora García. En una sala lectura de Zúrich una sociedad de lectores se ha estado reuniendo durante años a leer, analizar y reescribir Finnegans Wake, una de las novelas más emblemáticas del escritor irlandés James Joyce. Cada lectura del libro les lleva once años desde su primer encuentro en 1988 y esta vez sus propias anotaciones cobran vida y se vuelven inexplicables para los autores.

Quizás consciente o inconscientemente este grupo de personas está haciéndole honor al propio autor que tardó 17 años en escribir un libro de difícil comprensión lleno de neologismos y puntos de fuga. 

La directora española, fascinada por las preguntas sin respuestas y la lectura como acción recrea, a través de una cámara omnisciente que filma cada detalle, un ambiente de estudio, de creación, de magia, producción, charlas, suposiciones, disparatadas conexiones y teorías relacionadas a la idea de inadecuación, de estar al margen. Y captura un clima de fantasía literaria (o realidad ficticia) en el cual se ven papelitos de colores que marcan páginas, subrayados hechos con lápiz y que explican una palabra surgida de la obra maestra de Joyce, recortes de periódico, todo es válido en este juego de encantos literarios. 

En esta película se observa la importancia y el encanto de un lector activo. Los libros tienen la capacidad de unir, en este caso por más de veinte años, y de alimentar la imaginación de quienes los leen, quienes viven en ellos. Un libro no es sólo un libro, es mucho más que eso, pero aún no hay una palabra que sea lo suficientemente valiente como para describir lo que son.

3 de abril de 2014

BAFICI | Los recomendados de Ruleta China para la edición 2014



Por Eugenia Guevara

En los siete años de actividad de Ruleta China nunca cubrimos exhaustivamente el BAFICI (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente) como vamos a hacerlo ahora. Un par de años porque no nos acreditaron; otros años, porque nos olvidamos de intentarlo o nos pareció inútil insistir para lograrlo. En esos años de incomunicación entre nosotros y el BAFICI, el núcleo duro del festival se mudó a Recoleta: un poco a los cines Village y otro poco al Centro Cultural y la verdad, es un entorno mucho más estimulante (por los árboles, el cementerio, los artesanos, los olores y los turistas) que su sede principal anterior, el Shopping del Abasto y zonas aledañas.

Se van a proyectar este año más de 400 películas. Por eso, proponemos una especie de mapeo en siete puntos para aportar alguna idea a la hora de armar una posible -o deseable- agenda del festival:

I) Si bien ya no quedan entradas para ver la película sobre un día en la vida de Nick Cave, 20,000 days on Earth, que participa de la competencia oficial internacional, hasta este momento aún quedan entradas para las tres funciones de Only lovers left alive de Jim Jarmusch. Ningún amante de Jarmusch, o de las películas de vampiros, debería perderse esta bucólica versión de vampiros que vagabundean por Detroit. La película es preciosa y de alguna manera retoma a El ansia de Tony Scott: la música se parece a Bauhaus, Tilda Swinton se parece a David Bowie, hay dos chicas y un chico, y las chicas llevan la delantera. Hay un problema nomás en esta película, un problema que Jarmusch tiene desde Ghost Dog, que también se estrenó en un BAFICI hace muchos años. Se pone en maestro ciruela. Ahora desempolva la teoría-mito de que Shakespeare no escribió nada y todo lo hizo Marlowe. Y eso resulta bastante aburrido. 


II) También participa de la competencia internacional El Futuro, de Luis López Carrasco. Linda película para ganar un BAFICI. Transcurre en España, en 1982. En ella un grupo de jóvenes festeja: baila, escucha música, bebe, toma drogas, conversa.  El Partido Socialista ha ganado las elecciones y pareciera que el futuro tendrá algo de la algarabía - y el descontrol- que reina en esa casa, en esa fiesta, entre esos jóvenes que son enfocados de tan cerca y tan sin quererlo. Con un registro en código documental, filmada en 16 mm.,  El futuro deja que los diálogos se diluyan y se fusionen con las canciones, auténticas protagonistas de esta fiesta enclavada en la movida madrileña.

III) Tsai Ming Liang y BAFICI, o la historia de un romance sin final. Ahora en digital, el maestro taiwanés presenta Stray Dogs, una película en la que Lee Kang Sheng encarna a un padre que debe trabajar como cartel publicitario humano. Un regreso al drama familiar de sus orígenes y un regreso de Lee Kang Sheng al mundo publicitario que lo vio debutar en El río. También se proyecta del director Journey to the west, filmada en solo 15 planos.

IV) En la sección Música, se proyecta The Punk Singer - A film about Kathleen Hanna, un documental sobre la vida de la fundadora de la banda punk Bikini kill, militante feminista, riot grrrl, líder de Le tigre, amigovia y musa de un temprano Kurt Cobain, esposa de un beastie boy, quien se retiró de la escena hace casi diez años por una curiosa enfermedad que durante cinco años nadie pudo diagnosticarle. Este documental tiene varios méritos, el primero rescatar y revalorizar a un icono del feminismo y la contracultura norteamericana de los 90 poniéndolo en relación con su entorno y el mayor, mostrar cómo ser mujer y ser feminista se encuentran muy alejados de los estereotipos que de una y otra condición se han construido. Porque esa misma Kathleen Hanna que se negaba a tocar si los hombres no se iban al fondo y dejaban a las chicas ocupar las primeras filas del público, es la que se expone ahora, en toda su vulnerabilidad y sensibilidad frente a cámara para hablar de todo aquello que muchos no creerán y muchísimos otros sí. 

V) En el ciclo Warp, destinado a las producciones de Warp Films, de Warp Records, se puede ver Submarine de Richard Ayoade, actor extremadamente gracioso y además, director de videoclips de Arctic Monkeys, Super Furry Animals y Yeah Yeah Yeahs entre otros. Quien haya visto la serie británica The It Crowd y haya conocido a su Maurice Moss, sabrá bien de quien se trata. Dentro de este ciclo se proyectan también los documentales The Stone Roses: Made of Stone y Arctic Monkeys live at the Apollo y las películas de Shane Meadows, Dead Man’s Shoes (2004) y This is England (2006). 

VI) Hay un ciclo que conmemora los 100 años de la “Gran Guerra”: Primera Guerra Mundial. Ahí se exhibirán dos de las mejores películas de la historia del cine en copias nuevas: La gran ilusión de Jean Renoir y Jules y Jim de François Truffaut.

VII) Por último, algunas películas que nos gustaría ver: How to disappear completely de Raya Martin, Ice Poison de Midi Z, el documental That's Sexploitation! y todas las que se puedan del maestro de la Clase B, Frank Henenlotter y el documental de 1983 sobre el escritor William Burroughs, Burroughs: The Movie


BAFICI, del 2 al 13 de abril de 2014. Sedes: Village Recoleta y dos salas del Complejo Village Caballito, además de sedes tradicionales como el Centro Cultural San Martín, Malba Cine, el Planetario, la Fundación Proa, el Arte Multiplex Belgrano y el Anfiteatro de Parque Centenario, donde se realizarán las funciones gratuitas de "BAFICI al aire libre". Entradas: $26, $20.