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22 de abril de 2015

BAFICI | Un niño y un viejo, la poesía, la justicia y la libertad



Por Alba Ermida

The Kindergarten Teacher era una de las cintas que compiten en la Competencia Oficial Internacional alrededor de la cual había mayor expectativa: la cola salía del hall de los cines, llegaba hasta la calle y giraba en noventa grados cubriendo una buena parte de la acera. Y es que el director, Nadav Lapid, se erigió ganador de tres grandes premios con su largometraje Policeman en 2012, entre ellos Mejor película y Mejor director en el BAFICI.

La sala llena, las luces apagadas y la proyección se inicia sin créditos ni título. La primera imagen de la película: un hombre de espaldas en un sofá viendo un programa de humor de dudosa calidad en la televisión israelí. Él se ríe y llama a su mujer para compartir la risa. Entra ella, a la que por el tiro bajo bajo de la cámara fija no le vemos la cabeza, y sin atender al programa, le pide a su marido que le dedique tiempo para comentarle algo sobre un alumno suyo que recientemente llamó su atención. El plano inicial de una película, si el guión se presta, debe contener su esencia, ya sea por anticipación o por condensación. Juzguen ustedes si en este caso se cumple o no este principio narrativo.

La maestra que da título a la película descubre que uno de sus alumnos de cinco años, Yoav, tiene un don para la poesía comparable al genio de Mozart. Ella, amante de la poesía pero no muy dotada para este arte, va convirtiéndose poco a poco en protectora e instigadora de la producción del chico. Lo que comienza como admiración termina siendo desquiciada obsesión, celo enfermizo: habla con el tío del infantil poeta y con el padre, consigue que echen a su niñera para quedarse ella temporalmente con el puesto, lo lleva a una lectura de poesía a que recite sus obras. Todo mezclado con imágenes que juegan con ambigüedad con la pedofilia mezclada con el deseo o la admiración desmesurada hacia el niño-ídolo: momentos en la ducha en que la profesora baña al niño sin mucho fundamento, caricias durante la siesta que le dan a Yoav un trato preferente...

Cuando el padre del niño genio se entera de lo mal parado que salió su hijo del recital de poesía, decide sin previo aviso cambiarlo de guardería. Pero la profesora no se rinde: espía a la familia y los sigue hasta descubrir la nueva escuela de Yoav. Deja que el padre se vaya al trabajo y secuestra al niño, se lo lleva a una ciudad costera de Israel. Yoav, que al ver a su antigua profesora después de varios días yendo al nuevo colegio, le dice que la había echado de menos y acaba dándose cuenta que su situación no es normal: encierra a la profesora en el baño del hotel y llama a la policía, que lo viene a salvar... Y cuando más interesante se pone la acción, la película se termina. 

Aunque lento y por momentos carente de contenido que haga avanzar la trama, el film es original e interesante sobre todo en su propuesta de realización. Planos desenfocados, encuadres bruscos y recortados, muchos primeros planos de la profesora y el alumno, que empatan con el ambiente de la película, agobiante, desquiciado, incomprensible y confuso. 

La parte explicativa el director se la deja al público: qué le pasa a esta profesora. Algunas escenas muestran sus comportamientos extraños, claras pistas sobre su estado psicológico: la señora no está bien. Sin embargo no se dice en ningún momento, nadie en su casa se da cuenta, ni en la escuela. Sólo el público sabe exactamente sus comportamientos extraños y es el público el que le podrá poner continuidad al caso de esta esta mujer. 

La película india Court también en Competencia Internacional aborda un tema universal llevado a lo local: la injusticia del sistema judicial. Varias veces premiada, esta ópera prima del director Chaitanya Tamhane construye un retrato de lo anacrónico, lento y por lo tanto injusto del sistema judicial hindú a partir de un caso en particular en Mumbai. 

Un anciano profesor y cantante de folklore activista es detenido en plena actuación acusado de incitar con la letra de una canción suya al suicidio de un trabajador de las alcantarillas, acontecido justo dos días antes. 

La película se estructura en base a cuadros que se suceden, haciendo avanzar lentamente el juicio, intercalados con momentos en la vida de los actantes del proceso judicial de este viejo. Aprovecha así el director para introducir pinceladas con las que dibuja la sociedad actual de la India al tiempo que la crítica. Las diferencias sociales abismales entre pobres y ricos: el abogado defensor vive con todos los lujos mientras que la viuda del presunto suicida vive en la más absoluta miseria. La sociedad absolutamente protagonizada y regida por hombres donde las mujeres se van abriendo camino poco a poco en ámbitos profesionales como el de la justicia pero sin igualdad de condiciones: la fiscal no sólo trabaja en el juzgado, también recoge al hijo a la escuela, compra comida, hace la cena y mientras su marido y sus hijos descansan viendo la tele, ella trabaja en su habitación en el caso del día siguiente. La ausencia de libertad de expresión: al viejo, una vez en libertad bajo fianza, no le permiten publicar sus experiencias “humillantes”, es inmediatamente detenido otra vez. Las castas se perpetúan: los jueces, conservadores y apalancados, viven con grandes lujos a los que por supuesto no están dispuestos a renunciar ni compartir reforzando así la atrofia no sólo del sistema judicial (testigos comprados, pruebas falsas, fianzas desmedidas a gente pobre), también de la propia sociedad.