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1 de diciembre de 2015

TEATRO | "Teatro Bombón" 2015 | Vivamente el domingo

 
Por Eugenia Guevara

Este año también nos dimos una vuelta como en 2014 por Teatro Bombón, Festival permanente de creaciones escénicas de pequeño formato en La Casona Iluminada, hermosa casa estilo art nouveau con seis salas en la Avenida Corrientes.

La estética y la temática del ciclo coordinado por Monina Bonelli y Cristian Scotton es variada e incluye obras de teatro, danza, música, performance y producciones multidisciplinarias. La propuesta es que el espectador arme, como cuando va a un festival, un itinenario posible de obras cortas para disfrutar de la tarde del domingo. Cada obra hace dos funciones por día, lo que hace posible ver al menos tres o cuatro, de la decena en cartel. Y tanto el año pasado como en este 2015 nos encontramos con propuestas novedosas e interesantes llevadas adelante por artistas que en muchos casos son referentes del teatro off. También completa la oferta del Teatro Bombón un bar con cosas ricas (lo que no es un dato menor).
 
Nuestro recorrido comenzó con Padre e hijo de Gael Policano Rossi, definida como una "sesión de jam visual a partir de la pieza Padre e hijo contemplando la sombra de un día de Luis Cano". Y efectivamente, la palabra jam no podría ser más adecuada para ella. La puesta propone una organización espacial que acerca a espectadores e intérpretes. Es interesante lo que sucede aquí con los roles. Hay un autor sí, que es Luis Cano, y un actor/director que es Gael Policano Rossi. Hay dos intérpretes señalados como "intérpretes" en la ficha técnica, Joaquín Ostrovsky y Anderson Feliciano. Hay un diseñador de objetos lumínicos (o como hay confianza, un iluminador), Nicolás Álvarez y hay un cámara, Francisco Saldarriaga. Pero en realidad todos son intérpretes. El relato se cuenta a partir de la narración verbal del director sentado un un rincón de la sala, y las proyecciones que crean cámara e iluminador a partir de las situaciones/escenas que digitan los intérpretes con objetos y juguetes (sobre todo autitos y muñequitos) sobre una mesa baja frente al relator. En esa mesa un círculo de ¿arena? crea una mini pista circense, dando límites posibles a un mundo de fantasía que se construye sobre la marcha. Los cinco crean el espectáculo, que en esto del ritmo y lo improvisado tiene mucho de música. Se dejan llevar. Nos dejamos llevar. Las imágenes son muy poderosas. A veces logran sincronizar con la palabra, otras te capturan totalmente hasta arrebatarte de la historia y las demás, te vuelven a arrojar al cuento del encuentro de padre e hijo, un encuentro que ha ocurrido una que otra vez, que nos ha ocurrido a todos. Con todo, la obra permite diferentes recepciones: según donde te ubiques, donde te lleve tu atención visual o auditiva, donde te lleven los colores y las luces, o donde te lleve la "historia". Por lo que el objetivo planteado del espectáculo  entre el teatro, la performance y la instalación- de constelar y amigarse con el padre-, nos alcanza y nos incluye a todos los de sala, mientras un trance hipnótico de imágenes y colores de otro mundo nos encanta.

La segunda obra que vimos fue Mini bar de Pablo D'Elia que narra una cita en un bar luego de varios días de chat, de un joven tímido y una mujer resuelta. En el medio o con ellos, la moza cordobesa. Entre los tres personajes, muy bien construidos, se desarrollará una especie de comedia de enredos, con un muy buen manejo de puertas (entradas y salidas), diálogos filosos y excelentes actuaciones (lo único que decir, como cordobesa que vio la obra con otra cordobesa, es que la tonada no estaba bien lograda, lo que nos llevó a preguntamos, ¿por qué no era porteña?). Lo mejor sin dudas, más allá del efecto cómico que existe, son las cuestiones entre filosóficas y políticas que la obra plantea, de una manera sutil. Temas hiperactuales que tienen que ver sí con las relaciones personales mediadas por la tecnología, como aparece en una primera lectura, y otros aún más profundos como los que atañen a la identidad, se abordan en esta obra que resulta un hallazgo, ya que logra ese efecto en pocos minutos y recurriendo a recursos propios de género.

El broche de oro de nuestro Teatro Bombón 2015 fue Como una gota de agua de Moro Anghileri, con Anghileri y Javier Drolas. Una historia anacrónica que se mueve con soltura - como los cuerpos de los actores- entre el misterio, el policial y el drama psicológico. En ella, el Dr Real contrata los servicios del afamado detective Franklin para resolver una intriga (¿o un trauma?) que lo tortura desde hace 7 años. Una iluminación tenue, en un living aristocrático, pocos objetos, y el trabajo de la memoria, o sobre la memoria que debe hacer el doctor para llegar al meollo de su rollo, con la ayuda de Franklin. La obra logra crear diferentes climas que atrapan al espectador y lo introducen en un mundo a media luz, muy inglés, o muy ruso, donde todo parece ondular. Ya hemos escrito sobre Drolas. Verlo actuar en teatro es una alegría. El momento para el Oscar es cuando discute con su reflejo. Y Anghileri, a quien no habíamos visto actuar en teatro, es una compañera de escena en total armonía: un rostro muy hermoso, pero sobre todo una voz con mil matices y un cuerpo elástico que se adueña del tiempo y el espacio

"Teatro Bombón. Festival Permanente de Obras cortas: VII edición". Domingo, 17 hs. y 18 hs. "Padre e hijo" de Luis Cano. Dirección: Gael Policano Rossi. Con Anderson Feliciano, Joaquín Ostrovsky. Diseño De Objetos Lumínicos: Nicolás Álvarez López. Cámara: Francisco Saldarriaga. 17.30 hs. y 18.30 hs. "Mini bar" de Pablo D' Elia. Con Victoria Cipriota, Tamara Garzón Zanca, Jorgelina Vera. 20 hs. y 21 hs. "Como una gota de agua" de Moro Anghileri. Dirección: Moro Anghileri, Juan Manuel Branca Dauría. Con M. Anghileri y Javier Drolas. La Casona Iluminada, Av. Corrientes 1979. Entrada: $90. Hasta el 6/12. 

28 de noviembre de 2015

TEATRO | "Amorfo (Golem)" de Hernesto Mussano | El miedo


 Por Alba Ermida

“¿Cuál es la forma de tu miedo?” Esa pregunta, inquietante, terrorífica por su poder pronosticador, es el disparador de Amorfo (Golem), una creación que propone un teatro no de trama -como es habitual en Buenos Aires- sino de sensación.

Tres actores, tres cuerpos que mutan, que se deforman, la carne que se vuelve angustia, el miedo al dolor físico que pre-ocupa al cuerpo, el miedo a la soledad que persigue a la mente. La ausencia de palabra, la falta de estructura, de forma que desconcierta y desampara y asfixia al público. Y al protagonista: la psiquis le crea mundo imaginarios laberínticos y terroríficos.

Todos los elementos escénicos contribuyen a esta sensación inquietante. El vestuario, con tintes decimonónicos -contemporáneo al autor en cuya obra está basada la obra-, propone una estética visceral: el traje masculino que deja ver el torso, la vestimenta femenina que sólo muestra la enagua. Sin embargo, los rostros se muestran cubiertos, incluso el del protagonista, que se ve deformado por una media que lo desfigura. Actores que parecen objetos, que se mimetizan con ellos, que se convierten sus extensiones.

Potenciado por un colchón sonoro de acordes disonantes, de notas graves sostenidas tanto tiempo que el oído pide, por favor, la resolución, aunque ello implique el salto en el asiento.

La originalidad de la dirección, que apuesta por lo descarnado del escenario: una caja negra sin nada, sólo las luces, que cuelgan, como faroles. Sin embargo, a medida que el miedo avanza en la mente del protagonista, los objetos se apoderan de la atención. Aparecen multitud de ellos, sin conexión ni contexto, como si fuese un limbo donde aparecen y se van, un vacío que el miedo se encarga de llenar con formas, texturas y tamaños que encarcelan al personaje. La mano de Valeria Dalmon en la creación de los objetos tiene su cúlmen en el títere informe de colores varios y textura indefinible que se mueve a los tumbos y que finalmente se yergue para preguntar “¿cuál es la forma de tu miedo?”.

El diseño de la iluminación es el pilar básico de la construcción de estas sensaciones que aumentan hacia la desesperación por la imposibilidad de encontrar escapatoria. Los actores manejan desde de la escena los tachos, integrados en la puesta como faroles, y con ellos pintan y recortan y hacen montaje del plano al que el público tiene que prestar atención. Y cuando no pueden tomar con sus manos la luz, un sistema de poleas muy sofisticado consigue iluminar desde el ángulo indicado cada imagen. 

Y al final la palabra viene a dar sentido a todo, o casi: el protagonista -¿será el propio Meyrink?- se había confundido de sombrero y vivió en su piel -¿o en su mente?- los temores de su dueño. 

"Amorfo (Golem)" de Le Fou, Gustav Meyrink. Dirección: Hernesto Mussano. Intérpretes: Pablo Maidana, Guillermo Tassara, Joaquín Tato. Vestuario y objetos: Valeria Dalmon. Sonido y Musicalización: Matías De Stéfano Barbero, Florencia Viceconte. Video: Stella Maris Santiago. Técnica y luces: María Clara Chardín, Pablo Maidana. Domingo 21 hs. Espacio Cultural Pata de Ganso, Zelaya 3122. Entrada: $100. Última función: 29 de noviembre de 2015.

26 de noviembre de 2015

TEATRO | "Myrian Cardozo y las Golondrinas del Monte" de las Ramponi | Un típico festival folklórico acá nomás


Por Florencia Fangi Boggia
Foto: Luisina Jacinto, Roz Yungel 

Al lado de la sala principal del Camarín de las Musas nos recibió la Evángelin, una coyita de mandíbula caída y ojos perdidos, que nos invitó a servirnos un vino barato de un pingüinito para esperar el chou que recién llegaba desde Jujuy a la gran ciudá: Myrian Cardozo y las Golondrinas del Monte. Un trío musical que viene a cantarnos sus historias de amor y desamor, del día a día en el pueblo, de personajes que sin aparecer quedarán en la memoria. 

El espectáculo imita a un festival folklórico de provincia y está compuesto de temas originales interpretados por Las Ramponi, quienes dan vida a estos hermosos personajes. El salón es enorme, largo, con una acústica bastante fiera. Todo reverbera, es un poco encerrado para hacer un espectáculo musical, pero le da ese toque artesanal de las peñas. Hay unas guirnaldas en el techo y una mesa donde debería comerse todo asado: de tablón con olor a madera blanda por la humedá. Sumado a esto, el vestuario mezcla de cholas con coyas, con vestidos, polleras y zapatos colorinches, gorros puneños y bigotes pintados. 

Me sale la entrerrianada cuando hablo de ellas pero Las Ramponi lograron transportarme a esa tranquilidad de pueblo y de personalidades sencillas. Encantan. Su humor es negro, burlón, de adolescentes, con amor y respeto a la diversidad, riéndose en clave de clown de las desventuras y tragedias que se viven día a día. Muestran un despliegue de talento tanto actoral como musical, que invita a un magnífico mundo berreta del cual es difícil irse porque no existen preocupaciones, ya que esquivan las situaciones graves con humor, ríen de sus tristezas y lloran sus alegrías. 

Myrian Cardozo y las Golondrinas del Monte es una obra para ver más de una vez, para reírse a carcajadas o morirse de ternura, o todo eso junto. Contagia buena onda, buen humor y ganas de ser parte. La salida después del teatro es directo a comprar fernet capri con Manaos y un vino patero de 45$ la damajuana, para ir a Puerto Madero a comer asado al resplandor de la brasa.

De Las Ramponi. Con Fiorella Cominetti, Carolina Ferrer, Julieta Filipini, Clara Maydana. Vestuario: Las Ramponi, Paula Molina. Diseño de escenografía: Las Ramponi, Julia Camejo. Diseño de luces: Las Ramponi. Realización escenográfica: Las Ramponi, Pitu Entenza. Video: Luisina Jacinto, Roz Yungel. Música original: Las Ramponi. Producción Audiovisual: Mintografías. Colaboración artística: Lucía Panno. Jueves, 21.30 hs. Camarín de las musas, Mario Bravo 960. Entrada: $100, $150. Última función: 26 de noviembre.

25 de noviembre de 2015

TEATRO | “Vulva” de Carla Llopis | Lo que no se nombra


Por Alba Ermida
Fotos:Guido Bovina

Vulva es un espectáculo de teatro danza, donde estas artes escénicas se alían en el escenario para develar lo oculto durante siglos de historia. Pues Vulva es sobre todo eso: visibilizar lo que se esconde, nombrar lo que no se nombra, mostrar que existe lo que se trata de obviar: la vulva.

Con el acento puesto en esta parte del cuerpo femenino, no sólo reproductora si no también -y por eso más silenciada aún- órgano de placer, el grupo El pliegue con Carla Llopis a la cabeza, hace un recorrido por deidades y personajes de la historia y de distintas religiones y mitologías polémicas por su libertad sexual, controvertidas por su actitud no sometida, y por tanto rechazadas, ocultadas y estigmatizadas por sus sociedades patriarcales.

Combinando solos, dúos y tríos, las tres bailarinas les ponen cuerpo a Lilith, a Baubo, a Bathory, a Eva, entre otras. Mientras, un coro de ocho mujeres de todas las edades hilan capítulo con capítulo transitando el espacio, tiñendo de rojo -con todos sus simbolismos- el escenario vacío, declamando textos que presentan los personajes que las bailarinas encarnan.

Los elementos escénicos se combinan para crear una obra estética: la luz que resalta los cuerpos desnudos, que moldea el espacio y da volumen a las coreografías. Un vestuario hermoso, en tres colores: beige, rojo y negro, que potencia los movimientos de las bailarinas y vela sus cuerpos en texturas translúcidas. Y unas coreografías que recrean la esencia del personaje retratado en cada capítulo: violenta la de Lilith, sugerente en su sobriedad la de Bathoty, robótica la de la buena esposa Eva... Todas acunadas por unos temas musicales de creación de Juan Pablo Martini.

Haciendo un repaso por la historia, el espectáculo termina confluyendo con la actualidad en un capítulo que lleva por título Vulva cyborg donde las once mujeres sobre el escenario se burlan de la divinidad femenina coetánea: la mujer intervenida con cirugía estética.

De Carla Llopis. Con Ayelén Aranea, Gisela Arrosio, Mirta Calza Citin, Marcela Collins, María Rosa Frabasile, Elizabeth Ibánez, Antonella Ipekchian, Alicia Labraga, Carla Llopis, Lucrecia Sacchelli, Romina Venegas., Ileana Zabala. Vestuario: Olga Farías. Diseño de luces: José Binetti. Música original: Juan Pablo Martini. Asistencia de dirección: Manuel Reyes Montes. Producción general: Carla Llopis, Lucrecia Sacchelli. Domingo 21 hs. Actors Studio Teatro, Díaz Vélez 3842. Última función: 29 de noviembre de 2015. Entrada: $100, $80.

10 de noviembre de 2015

TEATRO | “Canterville. Gabinete de curiosidades” de Pablo Gershanik | Un fantasma en un mundo de títeres y objetos

 
 
Por Alba Ermida

Un descubrimiento acertado del teatro contemporáneo es la adaptación de textos no dramáticos, bien llevándolos a una interpretación actual, bien revisándolos desde la perspectiva del lenguaje y la estética.  Es un acto de generosidad por parte de un director traer al presente un clásico: una forma nueva y atractiva de asomarnos a la literatura más descollante. 

Es el caso de esta versión de El Fantasma de Canterville que, quizás más conocido por su título que por la narración en sí, nos acerca el mundo de Oscar Wilde. Si bien es cierto que esta adaptación teatral no pretende la fidelidad al texto original, sí conserva trazos del estilo del autor irlandés, siendo el humor corrosivo el más destacado. Una crítica que evidencia, como herida abierta, la aristocracia snob inglesa y el escepticismo vanaglorioso y pragmático estadounidense. No se libran ni el materialismo que todo lo compra de la familia Otis ni el abolengo arcaizante de los Canterville.

Y para una historia tan fantástica como esta, en la que un fantasma ve su capacidad de asustar minada por el raciocinio inalterable de la familia Otis, nada mejor que el teatro de títeres y objetos. Esta obra es un claro ejemplo de la utilidad dramática de los objetos que trascienden su historia sobre las tablas como mera utilería y se convierten en personajes, en actantes de una acción que sobre cuerpos humanos perdería la magia del texto original sin ganar verosimilitud ni metáfora.  
 
 
El cruce de lenguajes –teatro físico, de títeres, de objetos, máscaras, danza, teatro negro- es un acierto para contar esta historia en todos los niveles: de contenido, de estética, de tensión y atención. No decae nunca el estado de expectación del público, atento a la diversidad minuciosa de cosas que pasan en escena, mechadas con guiños clownescos, con trucos de magia, con chistes sacados literalmente del relato de Wilde.
 
El diseño de luces realza mucho el trabajo de los actores en los momentos en que prestan los cuerpos a los personajes y en el momento en que manipulan objetos y títeres. También la escenografía consigue una profundidad en el escenario extraordinaria y lo secciona en distintas zonas que permiten las meticulosas y milimétricas coreografías que realizan seis actrices y tres actores en la oscuridad para llegar a la siguiente escena en su correspondiente personaje. 

Tres momentos son sobresalientes en este continuum de acción trepidante: el inicio del relato sobre una tarima de madera donde los cuerpos dan forma a distintos elementos -humo, caballos, carruajes, tren- con una ejecución brillante. El breve pero efectivo momento en que un esqueleto fosforescente y bailarín se resignifica sobre un fondo negro –una cadera con sus fémures y sus tibias que parece un danzante flamenco- y la escena de la búsqueda policial en que teteras, tazas y coladores de té hacen las veces de inspectores. Lenguajes que, por su ausencia en las salas porteñas, hacen quedar al público con la boca abierta.

"Canterville, Gabinete de curiosidades" de Pablo Gershanik. Títeres: Aníbal Flamini, Julia Sigliano, Dina Spivak. Actúan: Amalia Casares, Telma Crisanti, Ezequiel Garcia Faura, Pablo Kusnetzoff, María Luz Morcillo, Dolores Naón, Maïa Pedroncini, Antonela Placenti, Laura Soifer. Vestuario: Fiorella Placenti. Escenografía: Ricardo Reich. Iluminación: David Seldes. Diseño sonoro y música original: Julián Teubal. Realización de máscaras: Alfredo  Iriarte. Trabajo rítmico: Federico Estévez. Asesoramiento coreográfico: Lucila Alves. Asistencia técnica: Lautaro Simione. Asistencia de dirección: Maïa Pedroncini. Producción: Pierpaolo Olcese. Domingos 18 hs. Galpón de Guevara, Guevara 326. Entrada: $130. Última función: 29 de noviembre de 2015.

27 de octubre de 2015

TEATRO | "Economía doméstica" de Daniela Calbi | Cómo ser una buena mujer en la España de Franco


 Por Alba Ermida

Daniela Calbi, autora y actriz de esta obra, se lanzó a retratar un momento histórico de otro país que también vivió una dictadura, larga, hermética y muy silenciosamente represiva, la española de Franco. Sin embargo, no redunda en aspectos y temáticas ya conocidos, muy bien tratados por el cine y el teatro. Calbi riza el rizo y apuesta por la denuncia del trato de las silenciadas, de las que nadie registra en momentos de guerra, de las que no aparecen en los libros de Historia: las mujeres, las mujeres de a pie, todas las mujeres. 

Empleando citas reales de la Revista de la Sección femenina de la Falange española y de la materia que se impartía en los colegios para mujeres, de donde obtiene el nombre el espectáculo, Calbi arma un unipersonal crítico hasta lo corrosivo, tan inverosímil para nuestra época que resulta absurdo, ridículo y grotesco, sin que el público pueda contener la carcajada. 

La autora interpreta a la hermana del dictador fundador de la Falange, Pilar Primo de Rivera, la creadora de este manual de la buena esposa. Una mujer abnegada en su servilismo hacia el marido, una mujer que limpia el suelo con una sonrisa porque se sabe esculpiendo su figura con el ejercicio que la limpieza requiere, una mujer que se arregla antes de oír la puerta abrirse para entrar su marido. Pero el marido no es tal, no es ni persona. 

Cuando suena la puerta y la mujer sumisa hace mutis para recibir al esposo, que le da apellido y razón de existir (“Dios creó a la mujer como complemento del hombre, para su compañía”), entra de nuevo a escena empujando una silla con ruedas donde está sentado un gran cabrón (macho de la cabra que en España se usa sobre todo como insulto) con un traje del color del uniforme militar en tiempos de la dictadura. En este momento la obra toma vuelo, prende al público, tanto por lo humorístico y grotesco como por la curiosidad voyerista de los espectadores que están espectantes a la intimidad en ese matrimonio zoofílico. 

Y pasa de todo, hasta lo que no pasa en en escena entre un matrimonio de humanos. Una escena bestial, una violación de un cabrón a una mujer, tan angustiante como impactante, es el momento más descollante de toda la obra. Y el final, más que por la puesta, por la dramaturgia, también deja con buen sabor de boca al público.

Son notables el gran títere que armó Valeria Dalmon, que con sus cuernos bien puede remitir a la personificación del Diablo, y cuya cabeza gigante manipula con total soltura y dominio de la disociación Daniela Calbi, que además interpreta a una ama de casa tan orgullosa de su buen hacer como consciente del avasallamiento que sufre en su dignidad, la esencia humana.

"Economía doméstica" de, con y producido por Daniela Calbi. Dirección: Román Lamas. Vestuario:  Valentina Bari. Escenografía: Juan Manuel Benbassat Diseño de luces: Román Lamas. Diseño sonoro y música: Mirko Mescia. Diseño Audiovisual: Leonardo Volpedo. Realización de vestuario: Carmen Montecalvo. Operación de luces: Luciana Spadafora. Artista plástico: Valeria Dalmon. Viernes, 20 hs. Espacio La Nave, Lavalle 3636. Entrada: $100. Última función: 30 de octubre.

26 de septiembre de 2015

TEATRO | "El cuadro" dirigida por Gastón Zambón | Ionesco para todos



Por Alba Ermida

Pan y Arte es una casa vieja convertida en teatro que aún conserva la distribución y los elementos de una vivienda: ventanas al espacio interior, cortinas, puertas de madera... Elementos todos que facilitan la inmersión en el mundo que nos propone Ionesco en esta obra, El cuadro, cuya dificultad para corporeizarla no sólo radica en lo absurdo del género -no es, sin embargo, de las más incomprensibles del dramaturgo rumano- si no sobre todo en la ausencia de acotaciones. Es por tanto, el trabajo de Gastón Zambón, arduo y dedicado, inventivo, original y muy efectivo a la hora de ayudarle al público y a los propios actores, a llevar, entender y disfrutar del texto.

Un burgués acomodado -y literalmente acomodado en su sofá-, apasionado del arte, compra cuadros para admirar en ellos la belleza que en su hermana, una anciana que tiene a su cuidado, no encuentra. Entronado en su butacón manda despóticamente sobre todos: el violinista que tiene enjaulado y alimentado con un trozo de pan, su propia hermana y el pintor que viene a ofrecerle su arte y él cruelmente subestima.
 
Se realiza una larga disertación a varias voces sobre el arte, la belleza, los afectos, la hipocresía y las relaciones humanas orquestada mediante una excelente combinación entre movimientos  coreográficos, gestos no librados al azar, magistrales cambios de ritmo de la voz -descollante la interpretación y construcción del personaje desde lo no verbal de Pablo Kusnetzoff-, pinceladas de luz que resaltan frases y construyen comicidad, la música en vivo perfectamente ejecutada por el violinista enjaulado, la sobriedad en la utilería y la escenografía.
 
Y sobre todo, destacan dos aciertos de la dirección: los osados tiempos que se toma la obra y el despojo de pretensión no narrativa. Es una obra carente de intelectualismo, comprensible, que arranca con facilidad sonrisas y carcajadas, y guía al espectador por las sendas de un género marcado con el estigma de la incomprensión y la intelectualidad, tomándolo de la mano y sugiriéndole reflexiones sin empujarlo a la univocidad.  

De Eugene Ionesco. Dirección: Gastón Zambón. Con Pablo Kusnetzoff, Nicolás Verdier, Yili Di Lauro y Patricio Muñoz. Diseño de luces: David Seldes. Asistencia de iluminación: Facundo David. Diseño de movimientos: Omar Saravia. Miércoles de octubre a las 21 hs. Pan y Arte, Boedo 880. Entrada: $100, $80. 

22 de septiembre de 2015

TEATRO | "Las mutaciones" dirigida por Lorena Ballestrero | El desamor sin grandes tragedias


 
Por Lía Noguera
Foto: Antú Martín

En Fragmentos de un discurso amoroso, Roland Barthes describió la jornada amorosa a partir de tres actos sucesivos y complementarios: “está en primer lugar, instantánea, la captura (soy raptado por una imagen); viene entonces una serie de encuentros (…) en el curso de los cuales exploro con embriaguez la perfección del ser amado, es decir, la adecuación inesperada de un objeto a mi deseo: es la dulzura del comienzo, el tiempo propio del idilio. Ese tiempo feliz toma su identidad (su clausura) de que se opone (al menos en el recuerdo) a la secuela: 'la secuela' es el largo reguero de sufrimientos, heridas, angustias, desamparos, resentimientos, desesperaciones, penurias y trampas de que soy preso, viviendo entonces sin cesar bajo la amenaza de una ruina que asolaría a la vez al otro, a mí mismo y al encuentro prestigioso que en un comienzo nos ha descubierto el uno al otro.” La cita sirve como excusa para ubicarnos en el relato de la obra de Valeria Correa, Las mutaciones, que dirige Lorena Ballestrero. Pero a contrapelo de ese tercer acto barthesiano sobre el amor, o el desamor, la pieza propone un discurso que se articula no a partir de la tragicidad de ese momento de agotamiento del amor, sino que muestra ese sentimiento (¿o des-sentimiento?) desde su costado más cotidiano, sin melodramas ni tragedias, como un hecho que sucede. Porque así como un día esta verdad amorosa se inscribió en dos seres catapultándolos al punto cumbre de la felicidad, otro día desapareció y se fue, como quien dice: sin pena ni gloria. De esta manera, y sin problematizar en esas causas, sin buscar las respuestas al interrogante: ¿cómo nos pasó?, la obra de Correa propone una pregunta: ¿cómo salir de un universo sin amor?

A través de un espacio escenográfico que se propone como un perfecto cuadrilátero construido a partir de una gran caja de madera, con puertas que se abren y se cierran, la pareja “amorosa” de Las mutaciones se desliza y, en cada desplazamiento, va encontrando más su distancia que su cercanía. Los discursos que se enuncian en ese espacio paradójicamente “contenedor” parecen caer en un vacío, el mismo vacío que experimenta el amor de estos sujetos amantes que ya no tienen más para decirse. La única acción posible, el poner en palabras el fin de esta historia de amor, se encuentra en constante latencia pero de forma armoniosa y es ese gesto el que no sólo realza al texto sino también a las actuaciones. Con una Lorena Vega que en nada recupera el desborde, la voracidad y el atropellamiento pasional de los personajes que encarnó en Salomé de Chacra o Amar, en los cuales tanto el tono de su voz y su corporalidad apelaban al registro del desafío y la colocaban en el rol de femme fatale; en esta puesta nos encontramos –y en eso su efectividad - ante el silenciamiento del desborde, el aquietamiento de su pasión que se traduce en ademanes parsimoniosos y en un registro vocal que relega el estallido. Así, Vega representa a una mujer en quien la intensidad del amor es la muestra de un pasado que ya no se quiere y no se intenta recuperar; una afección en la cual su compañero de fórmula, Leonardo Murúa, responde con el mismo registro. Juntos sostienen una propuesta dramática sin quiebres, lo que destaca la dirección de Lorena Ballestrero. 

Pero si la jornada amorosa de Barthes presenta tres actos y Las mutaciones propone su relato desde ese final, desde la secuela, esto ni implica que la obra se estructure a partir de la negatividad. Ubicarnos en esa secuela abre la posibilidad de que otra historia se inicie y que quizá el acontecimiento amoroso sea repetible. Porque los fragmentos de un discurso amoroso, los barthesianos pero también los propios, nos muestran que siempre -con tragedia o sin ella- se puede volver al “primer acto”. 

"Las mutaciones de Valeria Correa. Dirección: Lorena Ballestrero. Con Lorena Vega y Leonardo Murúa. Diseño de vestuario y escenografía: Rodrigo González Garillo. Diseño de luces: Ricardo Sica. Realización de escenografía: Gustavo Di Sarro. Jueves, 21 hs. Teatro del Abasto, Humahuaca 3549. Entrada: $ 110. En el marco del FIBA se realizan funciones el miércoles 30/9 a las 18 hs. Y el jueves 1º/10 a las 21 hs. Entrada: $50. 

15 de septiembre de 2015

TEATRO | "Cuando vuelva a casa voy a ser otro" de Mariano Pensotti | Deconstrucción de una identidad


Por Natalia Maya
Foto: Nicolás Boer


Los objetos son relatos de la intimidad que se vuelven entramado de la historia cuando contienen en sí el peso de un resguardo, el tesoro de un secreto. Un ex revolucionario de los 70 se enfrenta en el presente al hallazgo de objetos comprometedores que había enterrado en la casa de un amigo. Ese descubrimiento abre un mapa de redes que tejen la trama de Cuando vuelva a casa voy a ser otro y que lejos están de anclarse a un contexto de época.

Si el encuentro con el objeto material del pasado es el despliegue, la deconstrucción de la identidad será el tema que recorra toda la obra con múltiples vidas, tiempos, espacios y ficciones. Asistimos al ensayo de vidas posibles, a copias más fieles que la realidad misma: un director y una obra plagiada, la pareja y su revés, el doble, el teatro del amor, la circularidad de los discursos, la frustración, el éxito del pasado y la posibilidad siempre redentora de la ficción, aquella que nos permite crear la identidad que más se parece a lo que añoramos, aquella que nos permite ser otros y olvidar por un tiempo lo real o elevarlo a su condición de ilusión.



La puesta en escena de una crisis, el derrumbe de la identidad y la ficción como el mecanismo de reinvención: la posibilidad de encontrar el goce en la copia del modelo. Estas son las líneas que dibujan un esquema de movimientos, figuras, personajes y sonidos. Como un rompecabezas, se irá armando a través de los dispositivos escénicos, que contribuyen acertadamente al universo que se está narrando y transmiten sensación de inmediatez efímera, como la proyección de una cinta cinematográfica que puede jugar con la alteración del tiempo y movernos de Buenos Aires a la noche de Paraguay.

Cuando vuelva a casa voy a ser otro
es la última obra de Mariano Pensotti, estrenada en el festival de Avignon (Francia) se presenta en el Centro Cultural San Martin. Continuadora del universo que Pensotti viene proponiendo con El pasado es un animal grotesco y Cineastas, esta historia trae un tejido de personajes encantadores en sus ilusiones derrotadas y en sus derrotas ilusionadas. Se encarnan en un destacado elenco que hace de los parlamentos un discurso de verdades en pugna sobre los modos de ser en este mundo. La expresión “volver a casa” es la metáfora del encuentro, del resguardo; pero “volver siendo otro”, es quizás el gran interrogante al que nos empuja la obra. ¿Qué son nuestras identidades sino las versiones posibles que nos inventamos con fragmentos de lo que no somos? 


“Cuando vuelva a casa voy a ser otro” de Mariano Pensotti. Con Agustín Rittano, Mauricio Minetti, Santiago Gobernori, Julieta Vallina, Andrea Nussembaum. Escenografía y Vestuario: Mariana Tirantte. Música: Diego Vainer. Luces: Alejandro Le Roux. Producción: Florencia Wasser / Grupo Marea. Asistente de escenario: Manuel Guirao, Carlos Etchevers. Viernes, 21 hs. Sábados y domingos, 20.30 hs. Hasta el 6 de diciembre del 9 al 11/10 no hay función). Entrada: $90. Viernes: $70. Duración: 80'. Sala AB. El Cultural San Martín, Sarmiento 1551.

10 de septiembre de 2015

TEATRO | "Microgalaxy" de Daniela Echarte | El revuelo del amor


Por Cecilia Perna
Foto: María Inés Ghiglione

La microgalaxia de un estudio de radio, que es siempre un buen lugar para dirimir pasiones cotidianas: esa es la escena que Daniela Echarte elige para su obra, en la que debuta como dramaturga y codirige junto a Montserrat Godia. Las pasiones cotidianas son las verdaderas protagonistas en el escenario: una mujer que, en mitad del trance diario del trabajo, hace estallar el micromundo de sus emociones indecibles, esas que no encuentran un lugar en la apretada  estructura de la vorágine diaria y, sin embargo, son las que demuestran que estas máquinas de respirar y trabajar, nuestros cuerpos, configuran también un nodo afectivo: tienen un alma. Y el estallido de un alma arrastra otras cuatro almas, como en un remolino, desde cimbronazo inesperado a una nueva estabilidad.

Y quizá, lo más interesante de la obra es que todo este movimiento decisivo y sutil sucede en un tono de comedia que le da la ligereza del viento, que lleva y trae a los cinco actores por el escenario, permitiéndoles desplegar su energía física y vocal con tanta gracia, que nos hacen amar a los personajes, en una historia que no trata sino de eso: del revuelo del  amor.  

Con una estructura clásica, Microgalaxy aborda los más actuales conflictos que atraviesan nuestras vidas, explotando la agilidad de los cuerpos que actúan y los juegos infinitos del lenguaje de cada día en breves monólogos geniales y diálogos de ajustado humor. Otro pequeño universo escondido en una sala porteña que hay que ir a ver y recomendar.  
 
"Micorgalaxy" de Daniela Echarte. Dirección y producción: Daniela Echarte, Montserrat Godia. Actúan: Natalia Freijo, Montserrat Godia, Ignacio Linares, Ana Manterola, Damián Travaglia. Voz en Off: Roger Gómez. Escenografía: Cecilia Fontnine, Micaela Masera Lew. Iluminación: Matias Beola. Música original: Gastón Abulafia. Viernes, 22 hs. Templum, Ayacucho 318.Entrada: $100. Hasta el 25/9. 

31 de agosto de 2015

TEATRO | "Para mí sos hermosa" de Paula Ransenberg | El mago (y las mujeres) en cuestión


Por Alba Ermida
Foto: Alejandro Ojeda

Paula Ransenberg escribió e interpreta Para mí sos hermosa, un multipremiado unipersonal con tres temporadas en cartel que habla del mundo de las apariencias y de lo que queda oculto tras esos coloridos adornos que el mundo del espectáculo usa para tapar la verdad.

Los personajes nacieron como “un impulso actoral” ya que la artista se considera primero actriz y luego escritora. Luego, vino la necesidad de contar una historia y que la obra no fuera solo una galería de personajes. Entonces desentrañaron con el director Marcelo Nacci la historia de estas mujeres: “Así nació el último personaje, la nieta del mago – cuenta a Ruleta China, Ransenberg. Soy nieta de judíos alemanes escapados del nazismo (el baúl que uso en escena era el que trajo mi abuelo de Alemania) y nos dimos cuenta que Harry era mi abuelo en cierta forma. Así cerró la obra”.

Harry es el dueño de un circo ambulante de los años cuarenta. Durante uno de sus números de escapismo en un baúl con agua el mago desaparece, dejando a todas sus compañeras de escenario y de vida en un impás en que se debaten si el espectáculo debe continuar, o es mejor esperar que él  aparezca.

Un catálogo de variados personajes circenses son la excusa para un despliegue interpretativo de esta polifacética artista. Un personaje habla francés, otro italiano, números de magia, llantos y risas construyen una lista de mujeres en estado de ausencia. Una mujer “Magneto” que baila, canta y seduce, una viuda desesperada por la ausencia que no se acaba de aclarar si quería o no a su esfumado marido, una mujer liviana, una nieta que llega para zanjar la muerte de Harry y liquidarlo todo sin saber que su abuelo sigue en el aire, en forma de magia atrapante y cautivadora. 

Y la estrella son las hermanas siamesas de caracteres rotundamente opuestos condenadas por la naturaleza a soportar a la otra. En un alucinante ejercicio de disociación, Paula Ransenberg las interpreta como si de una esquizofrénica se tratase: construídas desde el lenguaje, la voz, la gestualidad, no necesitan del vestuario diferenciador -que parte a la actriz en dos visualmente- para ser reconocidas en su personalidad. Hasta cuando tocan el acordeón, una pulsa las teclas de una forma bien distinta a como lo toca la otra.

El vestuario también es un regalo para el espectador: un desfile de trajes hermosos, coloridos, circenses que dibujan el personaje en la apariencia y que ayudan a la actriz a realizar los cambios de personaje tan rápida y radicalmente. 

En la puesta todo suma. La música termina de crear el mundo en que se ambienta esta elegía, pues, al fin y al cabo, son las vivas que se quedan llorando al mago que se fue, no sabremos nunca si al otro mundo o a seducir a otra viuda, a aprovecharse de otras siamesas o a conquistar a otra mujer "magneto". 
 
De y con Paula Ransenberg. Dirección: Marcelo Nacci. Producción: María Victoria Muñoz. Escenografía y vestuario: Alejandro Mateo. Diseño de luces: Fernanda Balcells. Diseño sonoro:   Emiliano Álvarez. Realización de escenografía: Manuel Escudero. Asesoramiento en magia: Daniel Garber. Asistencia de dirección: Pablo Guises. Funciones: Domingos 17 hs. hasta el 20 de septiembre. Domingo 27 de septiembre 19 hs. Timbre 4, México 3554. Entrada: $150.

23 de agosto de 2015

TEATRO | "El don" dirigida por Silvio Lang | Buenas muchachas


Por Alba Ermida

Con El don, una vez más Griselda Gambaro le confía al director Silvio Lang una obra inédita. A través de un cuentito simple, que pasa casi desapercibido entre la grandeza del texto y la ampulosidad de la puesta, la autora nos llama la atención de forma impactantemente inusual. Una anciana adivinadora predice el futuro de las masas: la bondad triunfará para cambiar el mundo presente. Nadie le cree. ¿Perdimos acaso la confianza en la humanidad, en la bondad? ¿Estamos ya tan contaminados de violencia, desgracias, tragedias, que nos volvimos impermeables a los actos y personas buenas? ¿Por qué nos parece un sinsentido confiar en las cualidades del ser humano para generar el cambio que se desea? ¿O es que asociamos bondad con falta de empuje, con ingenuidad, con cobardía? ¿Nos conquistó el cinismo? “Sos muy buena, pero no tenés fuerza. Bondad desaprovechada”, le dice el marido a su mujer.
 
Esta anciana vaticinadora es el hazmerreír de su yerno, que la desprecia por loca y por traer mala suerte. Es también la carga que soporta su hija, anulada por su marido y despreciada por sus hermanos. Sin embargo, en esa relación de inevitabilidad entre madre e hija, en ese cambio de roles en que la hija se convierte en cuidadora de su madre, reside la esperanza. En los pequeños gestos, en una canción de cuna, en una caricia consoladora, en una vecina solidaria que tras la tempestad que arrasa el pueblo -o la humanidad, o la familia protagonista- ayuda a esas dos mujeres buenas que a orillas del mar -¿purificador o castigador?- refuerzan su lazo originario.
 
El texto es provocador como la puesta con su artificialidad descarnada. Mientras el público se acomoda observa: “no entiendo esos objetos: mantas y cuerdas, bidones y sillas tiradas. ¿Una chimenea?”.
 
Silvio Lang concibe el teatro a la manera en que Wagner concebía la ópera: como una obra de arte total que integra música, teatro, artes visuales y ahora incorpora también la danza. Así lo hizo en Querido Ibsen, Soy Nora y así lo reafirma en El Don. Su propuesta estética  que combina la interpretación vocal y gestual con movimientos coreográficos es interesante pero por momentos dificulta el seguimiento del texto, ya de por sí atrapante por sus imágenes, metáforas y alusiones al extra escena.
 
La música, en directo y original de Pablo Cécere, traslada toda la acción a un mundo irreal, a una utopía lejana, artificial en un mundo futuro y desconocido, al igual que el vestuario de Renata Schussheim, que remite a la pobreza deshilachada y atemporal que habita en cualquier momento histórico.
 
"El don" de Griselda Gambaro. Dirección: Silvio Lang. Con Cristina Banegas, Belén Blanco, Claudia Cantero, Marcelo Subiotto. Producción TNC: Yamila Rabinovich. Vestuario: Renata Schussheim. Iluminación y escenografía: Gonzalo Córdova. Asistencia de vestuario: Laura Copertino. Asistencia de dirección: Marcelo Mendez. Coreografía y colaboración artística: Diana Szeinblum. Música original y en vivo: Pablo Cécere. Jueves a sábados 21 hs. Domingos 20.30 hs. Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815. Entrada: $60, $75. Hasta el 29 de agosto de 2015.