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23 de agosto de 2015

TEATRO | "El don" dirigida por Silvio Lang | Buenas muchachas


Por Alba Ermida

Con El don, una vez más Griselda Gambaro le confía al director Silvio Lang una obra inédita. A través de un cuentito simple, que pasa casi desapercibido entre la grandeza del texto y la ampulosidad de la puesta, la autora nos llama la atención de forma impactantemente inusual. Una anciana adivinadora predice el futuro de las masas: la bondad triunfará para cambiar el mundo presente. Nadie le cree. ¿Perdimos acaso la confianza en la humanidad, en la bondad? ¿Estamos ya tan contaminados de violencia, desgracias, tragedias, que nos volvimos impermeables a los actos y personas buenas? ¿Por qué nos parece un sinsentido confiar en las cualidades del ser humano para generar el cambio que se desea? ¿O es que asociamos bondad con falta de empuje, con ingenuidad, con cobardía? ¿Nos conquistó el cinismo? “Sos muy buena, pero no tenés fuerza. Bondad desaprovechada”, le dice el marido a su mujer.
 
Esta anciana vaticinadora es el hazmerreír de su yerno, que la desprecia por loca y por traer mala suerte. Es también la carga que soporta su hija, anulada por su marido y despreciada por sus hermanos. Sin embargo, en esa relación de inevitabilidad entre madre e hija, en ese cambio de roles en que la hija se convierte en cuidadora de su madre, reside la esperanza. En los pequeños gestos, en una canción de cuna, en una caricia consoladora, en una vecina solidaria que tras la tempestad que arrasa el pueblo -o la humanidad, o la familia protagonista- ayuda a esas dos mujeres buenas que a orillas del mar -¿purificador o castigador?- refuerzan su lazo originario.
 
El texto es provocador como la puesta con su artificialidad descarnada. Mientras el público se acomoda observa: “no entiendo esos objetos: mantas y cuerdas, bidones y sillas tiradas. ¿Una chimenea?”.
 
Silvio Lang concibe el teatro a la manera en que Wagner concebía la ópera: como una obra de arte total que integra música, teatro, artes visuales y ahora incorpora también la danza. Así lo hizo en Querido Ibsen, Soy Nora y así lo reafirma en El Don. Su propuesta estética  que combina la interpretación vocal y gestual con movimientos coreográficos es interesante pero por momentos dificulta el seguimiento del texto, ya de por sí atrapante por sus imágenes, metáforas y alusiones al extra escena.
 
La música, en directo y original de Pablo Cécere, traslada toda la acción a un mundo irreal, a una utopía lejana, artificial en un mundo futuro y desconocido, al igual que el vestuario de Renata Schussheim, que remite a la pobreza deshilachada y atemporal que habita en cualquier momento histórico.
 
"El don" de Griselda Gambaro. Dirección: Silvio Lang. Con Cristina Banegas, Belén Blanco, Claudia Cantero, Marcelo Subiotto. Producción TNC: Yamila Rabinovich. Vestuario: Renata Schussheim. Iluminación y escenografía: Gonzalo Córdova. Asistencia de vestuario: Laura Copertino. Asistencia de dirección: Marcelo Mendez. Coreografía y colaboración artística: Diana Szeinblum. Música original y en vivo: Pablo Cécere. Jueves a sábados 21 hs. Domingos 20.30 hs. Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815. Entrada: $60, $75. Hasta el 29 de agosto de 2015.

4 de noviembre de 2013

TEATRO | "Querido Ibsen: Soy Nora" dirigida por Silvio Lang | Tan Nora


Por Eugenia Guevara
Foto: Carlos Flynn

Querido Ibsen: Soy Nora de Griselda Gambaro, con dirección de Silvio Lang, marcará un antes y un después en la experiencia como espectadores del mundo ibseniano de los que somos fans de Henrik Ibsen y especialmente de Casa de muñecas. Además, impondrá nuevos parámetros para pensar al texto en sí y a sus formas de ser tratado en escena. 

Hay trabajo, talento y trangresión en esta obra que es una de las mejores propuestas de la cartelera porteña. Gambaro escribió un texto dramático perfecto que dialoga con Casa de muñecas, que conoce muy bien Casa de muñecas; una pieza divertida e inteligente que interpela a ese genio inmenso que fue Ibsen, a quien corporiza en escena para que "ayude" a Nora en esas vísperas de Navidad que la tienen tan nerviosa.

La puesta se desenvuelve en un espacio enorme, casi vacío, a excepción de un sillón de cuero negro, un cenicero de pie y un piano en el que un músico ejecuta en escena diferentes leit motivs para cada personaje y desarrolla texturas sonoras para cada acto, cada situación. A ello debiéramos sumar las columnas y la pared del fondo de la sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín, así como las paredes de los costados, donde se ubican percheros, imprescindibles para las recurrentes salidas y entradas de los personajes en la casa de los Hellmer. En ese espacio lustroso - donde un sugerente trabajo de iluminación convierte a las sombras de los cuerpos y los objetos en una especie de otro espectáculo dentro del espectáculo -  los actores "bailan" su drama así como "cantan" sus conflictos. Sobre todo Nora quien siendo lo niña y lo animal que debe ser, trepa los objetos, recorre los espacios, se aferra a las columnas. Corre, repta, camina, permanece. Belén Blanco interpreta a Nora y su ductilidad, su destreza, su entrega y su presencia fascinan. No olvidaremos nunca a esta flexible Nora. 

El final de la obra es muy emocionante. La obra en conjunto resulta muy emocionante. Primero porque manifiesta un diálogo muy interesante y original con Casa de muñecas, un drama que se reitera, que está vivo. Y porque Querido Ibsen: Soy Nora como totalidad es un espectáculo de tal complejidad y delicadeza que no sólo invita a ser visto más de una vez como para terminar de aprehender algo de todo ese trabajo expandido. Además, y sobre todo, nos toca porque de alguna manera muestra que a pesar de todo, la mayoría de nosotras seguimos siendo tan Nora - y esto, con todo lo que eso implica - como la que se hizo escribir por Ibsen en 1879.

"Querido Ibsen, soy Nora" de Griselda Gambaro. Dirección: Silvio Lang. Actúan: Belén Blanco, Pablo Cecere, Ezequiel Díaz, Pochi Ducasse, Agustín Rittano, Victoria Roland, Leonardo Saggese, Alberto Suárez. Vestuario: Renata Schussheim. Escenografía: Gonzalo Córdova. Iluminación: Gonzalo Córdova. Música: Pablo Cecere. Entrenamiento corporal: Alina Folini. Asistencia artística: Jimena Kroucco. Coreografía: Alina Folini. Dirección de arte: Renata Schussheim. Funciones: miércoles, jueves, viernes y sábado a las 21 hs. Domingo 20 hs. Teatro San Martín, Av. Corrientes 1530. Entrada: $70. Miércoles: $40.