Por Alba Ermida
Con El don, una vez más Griselda Gambaro le confía al director Silvio Lang una obra inédita. A través de un cuentito simple, que pasa casi desapercibido entre la grandeza del texto y la ampulosidad de la puesta, la autora nos llama la atención de forma impactantemente inusual. Una anciana adivinadora predice el futuro de las masas: la bondad triunfará para cambiar el mundo presente. Nadie le cree. ¿Perdimos acaso la confianza en la humanidad, en la bondad? ¿Estamos ya tan contaminados de violencia, desgracias, tragedias, que nos volvimos impermeables a los actos y personas buenas? ¿Por qué nos parece un sinsentido confiar en las cualidades del ser humano para generar el cambio que se desea? ¿O es que asociamos bondad con falta de empuje, con ingenuidad, con cobardía? ¿Nos conquistó el cinismo? “Sos muy buena, pero no tenés fuerza. Bondad desaprovechada”, le dice el marido a su mujer.
Esta anciana vaticinadora es el hazmerreír de su yerno, que la desprecia por loca y por traer mala suerte. Es también la carga que soporta su hija, anulada por su marido y despreciada por sus hermanos. Sin embargo, en esa relación de inevitabilidad entre madre e hija, en ese cambio de roles en que la hija se convierte en cuidadora de su madre, reside la esperanza. En los pequeños gestos, en una canción de cuna, en una caricia consoladora, en una vecina solidaria que tras la tempestad que arrasa el pueblo -o la humanidad, o la familia protagonista- ayuda a esas dos mujeres buenas que a orillas del mar -¿purificador o castigador?- refuerzan su lazo originario.
El texto es provocador como la puesta con su artificialidad descarnada. Mientras el público se acomoda observa: “no entiendo esos objetos: mantas y cuerdas, bidones y sillas tiradas. ¿Una chimenea?”.
Silvio Lang concibe el teatro a la manera en que Wagner concebía la ópera: como una obra de arte total que integra música, teatro, artes visuales y ahora incorpora también la danza. Así lo hizo en Querido Ibsen, Soy Nora y así lo reafirma en El Don. Su propuesta estética que combina la interpretación vocal y gestual con movimientos coreográficos es interesante pero por momentos dificulta el seguimiento del texto, ya de por sí atrapante por sus imágenes, metáforas y alusiones al extra escena.
La música, en directo y original de Pablo Cécere, traslada toda la acción a un mundo irreal, a una utopía lejana, artificial en un mundo futuro y desconocido, al igual que el vestuario de Renata Schussheim, que remite a la pobreza deshilachada y atemporal que habita en cualquier momento histórico.
"El don" de Griselda Gambaro. Dirección: Silvio Lang. Con Cristina Banegas, Belén Blanco, Claudia Cantero, Marcelo Subiotto. Producción TNC: Yamila Rabinovich. Vestuario: Renata Schussheim. Iluminación y escenografía: Gonzalo Córdova. Asistencia de vestuario: Laura Copertino. Asistencia de dirección: Marcelo Mendez. Coreografía y colaboración artística: Diana Szeinblum. Música original y en vivo: Pablo Cécere. Jueves a sábados 21 hs. Domingos 20.30 hs. Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815. Entrada: $60, $75. Hasta el 29 de agosto de 2015.