Por Natalia Maya
Foto: Nicolás Boer
Los objetos son relatos de la intimidad que se vuelven entramado de la historia cuando contienen en sí el peso de un resguardo, el tesoro de un secreto. Un ex revolucionario de los 70 se enfrenta en el presente al hallazgo de objetos comprometedores que había enterrado en la casa de un amigo. Ese descubrimiento abre un mapa de redes que tejen la trama de Cuando vuelva a casa voy a ser otro y que lejos están de anclarse a un contexto de época.
Foto: Nicolás Boer
Los objetos son relatos de la intimidad que se vuelven entramado de la historia cuando contienen en sí el peso de un resguardo, el tesoro de un secreto. Un ex revolucionario de los 70 se enfrenta en el presente al hallazgo de objetos comprometedores que había enterrado en la casa de un amigo. Ese descubrimiento abre un mapa de redes que tejen la trama de Cuando vuelva a casa voy a ser otro y que lejos están de anclarse a un contexto de época.
Si el encuentro con el objeto material del pasado es el despliegue, la deconstrucción de la identidad será el tema que recorra toda la obra con múltiples vidas, tiempos, espacios y ficciones. Asistimos al ensayo de vidas posibles, a copias más fieles que la realidad misma: un director y una obra plagiada, la pareja y su revés, el doble, el teatro del amor, la circularidad de los discursos, la frustración, el éxito del pasado y la posibilidad siempre redentora de la ficción, aquella que nos permite crear la identidad que más se parece a lo que añoramos, aquella que nos permite ser otros y olvidar por un tiempo lo real o elevarlo a su condición de ilusión.
La puesta en escena de una crisis, el derrumbe de la identidad y la ficción como el mecanismo de reinvención: la posibilidad de encontrar el goce en la copia del modelo. Estas son las líneas que dibujan un esquema de movimientos, figuras, personajes y sonidos. Como un rompecabezas, se irá armando a través de los dispositivos escénicos, que contribuyen acertadamente al universo que se está narrando y transmiten sensación de inmediatez efímera, como la proyección de una cinta cinematográfica que puede jugar con la alteración del tiempo y movernos de Buenos Aires a la noche de Paraguay.
Cuando vuelva a casa voy a ser otro es la última obra de Mariano Pensotti, estrenada en el festival de Avignon (Francia) se presenta en el Centro Cultural San Martin. Continuadora del universo que Pensotti viene proponiendo con El pasado es un animal grotesco y Cineastas, esta historia trae un tejido de personajes encantadores en sus ilusiones derrotadas y en sus derrotas ilusionadas. Se encarnan en un destacado elenco que hace de los parlamentos un discurso de verdades en pugna sobre los modos de ser en este mundo. La expresión “volver a casa” es la metáfora del encuentro, del resguardo; pero “volver siendo otro”, es quizás el gran interrogante al que nos empuja la obra. ¿Qué son nuestras identidades sino las versiones posibles que nos inventamos con fragmentos de lo que no somos?
“Cuando vuelva a casa voy a ser otro” de Mariano Pensotti. Con Agustín Rittano, Mauricio Minetti, Santiago Gobernori, Julieta Vallina, Andrea Nussembaum. Escenografía y Vestuario: Mariana Tirantte. Música: Diego Vainer. Luces: Alejandro Le Roux. Producción: Florencia Wasser / Grupo Marea. Asistente de escenario: Manuel Guirao, Carlos Etchevers. Viernes, 21 hs. Sábados y domingos, 20.30 hs. Hasta el 6 de diciembre del 9 al 11/10 no hay función). Entrada: $90. Viernes: $70. Duración: 80'. Sala AB. El Cultural San Martín, Sarmiento 1551.
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