Mostrando entradas con la etiqueta danza. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta danza. Mostrar todas las entradas

25 de noviembre de 2015

TEATRO | “Vulva” de Carla Llopis | Lo que no se nombra


Por Alba Ermida
Fotos:Guido Bovina

Vulva es un espectáculo de teatro danza, donde estas artes escénicas se alían en el escenario para develar lo oculto durante siglos de historia. Pues Vulva es sobre todo eso: visibilizar lo que se esconde, nombrar lo que no se nombra, mostrar que existe lo que se trata de obviar: la vulva.

Con el acento puesto en esta parte del cuerpo femenino, no sólo reproductora si no también -y por eso más silenciada aún- órgano de placer, el grupo El pliegue con Carla Llopis a la cabeza, hace un recorrido por deidades y personajes de la historia y de distintas religiones y mitologías polémicas por su libertad sexual, controvertidas por su actitud no sometida, y por tanto rechazadas, ocultadas y estigmatizadas por sus sociedades patriarcales.

Combinando solos, dúos y tríos, las tres bailarinas les ponen cuerpo a Lilith, a Baubo, a Bathory, a Eva, entre otras. Mientras, un coro de ocho mujeres de todas las edades hilan capítulo con capítulo transitando el espacio, tiñendo de rojo -con todos sus simbolismos- el escenario vacío, declamando textos que presentan los personajes que las bailarinas encarnan.

Los elementos escénicos se combinan para crear una obra estética: la luz que resalta los cuerpos desnudos, que moldea el espacio y da volumen a las coreografías. Un vestuario hermoso, en tres colores: beige, rojo y negro, que potencia los movimientos de las bailarinas y vela sus cuerpos en texturas translúcidas. Y unas coreografías que recrean la esencia del personaje retratado en cada capítulo: violenta la de Lilith, sugerente en su sobriedad la de Bathoty, robótica la de la buena esposa Eva... Todas acunadas por unos temas musicales de creación de Juan Pablo Martini.

Haciendo un repaso por la historia, el espectáculo termina confluyendo con la actualidad en un capítulo que lleva por título Vulva cyborg donde las once mujeres sobre el escenario se burlan de la divinidad femenina coetánea: la mujer intervenida con cirugía estética.

De Carla Llopis. Con Ayelén Aranea, Gisela Arrosio, Mirta Calza Citin, Marcela Collins, María Rosa Frabasile, Elizabeth Ibánez, Antonella Ipekchian, Alicia Labraga, Carla Llopis, Lucrecia Sacchelli, Romina Venegas., Ileana Zabala. Vestuario: Olga Farías. Diseño de luces: José Binetti. Música original: Juan Pablo Martini. Asistencia de dirección: Manuel Reyes Montes. Producción general: Carla Llopis, Lucrecia Sacchelli. Domingo 21 hs. Actors Studio Teatro, Díaz Vélez 3842. Última función: 29 de noviembre de 2015. Entrada: $100, $80.

31 de marzo de 2015

ENTREVISTA | Marina Sarmiento | "Lejos", y "la respiración como hecho performático crudo, feroz"



Por Eugenia Guevara

Lejos es una obra en la que la danza, el teatro, la performance; el movimiento, la voz, el sonido y la respiración se conjugan en el cuerpo de una actriz, la genial Florencia Bergallo, quien trabajó algunos años con la directora, Marina Sarmiento, en este proyecto. La actriz condensa/acoge en su cuerpo, como si estuviera poseída, todo aquello que lo ha transitado debido a su condición de actriz, pero también todo aquello que el cuerpo ha portado generacionalmente, proveniente del pasado remoto y el pasado cercano. Lejos no es una obra fácil. El espectador es interpelado. La incomodidad, la tensión, el despliegue de lo extremo y la entrega de la actriz (personalmente desde el esfuerzo físico de los adultos en El Adolescente de Federico León, no había presenciado un fenómeno así), harán que cada uno viva la experiencia de la obra de manera diferente.
Sobre su génesis, sus procedimientos, sus posibles sentidos y sus claves, habló la directora y también sobre algún tópico, la protagonista.   

¿Cómo fue el proceso de creación con la actriz Florencia Bergallo y la fotógrafa Mariana Roveda?  

Comencé este proceso con Florencia en 2012. Yo venía desarrollando la idea desde  años antes. Mi interés era trabajar con una actriz, por el entrenamiento emocional al que arriban más fácilmente los actores. Pensé que sería más acertado potenciar esa capacidad y yo entrenarla físicamente. Fuimos a Brasil un mes a hacer una especie de auto-retiro para sentar las bases del proyecto. Leímos, ensayamos y nos encontramos con el trabajo de Vera Mantero, una coreógrafa de Portugal muy interesante. Entrenamos con ella y a partir de este tiempo compartido se desarrolló la investigación en 2013 y parte de 2014. El proceso tenía tres motivaciones como ejes de búsqueda: cuerpo, memoria y representación. Es por ello que a partir del texto (del inicio) como puro pasado, quise realizar un trabajo visual - fotográfico sobre las “ficciones” de Florencia y convoqué a Mariana Roveda. 

Por el hecho de que las tres sean contemporáneas, ¿Lejos puede pensarse como el resultado de un sentir/vivir/manifestar generacional?

Considero que sí, lo pienso como un momento generacional. Según el tiempo, ese sentir-manifestar se irá actualizando y se producen diálogos posibles y diferentes según el cambio de discursos, de perspectiva - percepción. Pienso en mi generación nacida a fines de los 70, y claro, tenemos otra carga, una historia con momentos más o menos difusos que los nacidos 10 años después.

Está clara la relación de Lejos con la danza y el teatro, ¿consideras que también tiene una relación con la performance?

Sí, ese límite entre los tres me interesa personalmente como creadora. El hecho de poner el foco en respirar en este caso es lo más performático de la obra, pues no sé sabe qué sonido, qué respiración traerá cada función… si bien hay un procedimiento entrenado, hay algo azaroso que solo sucede a través del tiempo y la acción. Eso creo que es lo que más incomodidad genera y es un hecho performático crudo, feroz pues la respiración es un pulso vivo que no tiene fin mientras estamos acá y esa conciencia es clave para Lejos

¿Cómo funciona la respiración como lenguaje? ¿Qué posibilidades permite ? 

Desde el primer ensayo el material que quise trabajar fue la respiración. 
Quizá la respiración como dispositivo escénico quiere expresar otra cosa y no sólo personificar ficciones o convocar memorias físicas, es un acto vivo que transforma el cuerpo partiendo de un pasado y una memoria construida para hacer presente un estado que va más allá. 
"Creyó no tener rostro a costa de demasiada ficción, creyó ser una hoja en blanco" es lo que convoca a ella (la respiración) como acto de conciencia y a partir de ahí armar o desarmar pedazos en un cuerpo emocional y al límite...

¿Por qué en Lejos, la memoria o el pasado, no tienen lugar lo pacífico o lo bello? 

Marina: La asociación pasado con lo pacífico o bello o perturbador es una mirada posible sobre el trabajo. Yo lo único que podría aportar en ese sentido es que hablar de lo bello puede llevarnos horas y no ponernos de acuerdo. En cuanto a lo pacífico no está asociado a ello, pues la obra es densa, lo sé, y quizá el pasado que se recrea no es el más feliz, yo lo asocio con algo emocional, con la construcción de las imágenes que provienen del dolor, o mejor dicho del dolor callado.
En este sentido, la obra no tiene una línea de sentido, sino una posibilidad de lectura que depende del espectador que acompaña cada función. Lo digo también porque las devoluciones que he tenido de la obra han sido diversas, hay lecturas más simples y otras más complejas. Todas me interesan.

Florencia: Lejos no habla de la memoria en general porque sería muy ambicioso. Habla de una búsqueda, de traer memorias físicas lejanas a través de la respiración como vehículo. La conexión tan primaria con la respiración trae cuerpos, algunos signos ligados a lo "feo" y "malo" otros asociados a lo "estilizado" y aparentemente "bueno" pero no es en definitiva eso lo más interesante sino, en cómo meterse en lo primario de la respiración, habilita cuerpos que no son ni una cosa ni otra, son gritos, bocanadas, llantos, es la materia que se agita, puede ser lo bello de un parto y puede ser lo bello de una muerte como también puede convertirse en lo "terrible" en un signo reconocible de lo terrible.  
De algún modo nuestra intención es encontrar lo "bello", en este caso la respiración neta, a través de un despojo de cuerpos y subjetividades que generacionalmente cargan con una herencia. ¿Como sería hablar de la identidad sin pensar en el dolor? ¿Cómo sería trascender cierta cultura del dolor? En Lejos la idea es trascenderla o al menos dejar una clave al respecto.

Lejos forma parte de la “trilogía de solos”, ¿de qué se trata?

Lejos es la segunda obra de la trilogía con un motivo o pregunta en común: la relación presente-pasado. Cuando estrenaba Eir, la primera, en 2013, comenzaba a ensayar Lejos. Eir se inspira en Iris Scaccheri, bailarina y coreógrafa de los 60, 70. Y cuando estaba por estrenar Lejos, surgió Sarmiento, próxima obra que protagonizaré y estimo estrenar en un par de años. Por un lado es una continuidad del trabajo anterior y por otro, se presenta el doble desafío de pasar a estar en escena y de sintetizar una búsqueda personal, una especie de bio-ficción. En Sarmiento trabajaré con un icono popular y a su vez, con mi procedencia familiar. 

"Lejos" de Marina Sarmiento y Florencia Bergallo. Dirección: Marina Sarmiento. Fotos: Mariana Roveda. Asesoramiento dramatúrgico: Ezequiel Steinman. Diseño y realización de vestuario: Belén Parra. Luz: Brenda Bianco. Diseño y realización de dispositivos: Lucio Maselli y Ezequiel Colombo. Diseño sonoro y música: Ezequiel Abregú. Caracterizador en fotos: Néstor Burgos. Colaboración artística: Julieta Potenze. Producción: Cooperativa Lejos. Asistencia general: Micaela Moreno y Victoria Alcala. Asistencia de dirección: Micaela Moreno. Jueves, 21.30 hs. Teatro Beckett, Guardia Vieja 3556. Entrada: $100, $80. Hasta el 30/4/2015. 

2 de junio de 2014

TEATRO | "Por el dinero" de Acuña y Moguillansky | El arte como ¿valor?


"La primera función del oro consiste en proporcionar al mundo de las mercancías el material para la expresión de su valor, o bien en representar los valores mercantiles como magnitudes de igual denominación, cualitativamente iguales y cuantitativamente comparables. Funciona así como medida general de los valores, y sólo en virtud de esta función el oro, la mercancía equivalente específica, deviene en primer lugar dinero". Karl Marx

Por Natalia Maya
Foto: Sebastián Arpesella

Facturas, boletas, tickets, recibos: gastos. La vida puede dibujarse como un mapa económico de obligaciones y placeres. Así se abre la escena de la obra: dos personas comparan sus gastos mensuales y un tercero lleva las cuentas que desordenan la clase según los esquemas estadísticos que un economista nos presenta al comienzo.  ¿Qué somos cuando nuestro dinero está por debajo de lo que gastamos?: Gasto.

Por el dinero es danza, ficción, documental y teatro del camino que nos vuelve sujetos del dinero. En esta historia son cuatro artistas los que vivirán la lucha trágica entre arte, trabajo y valor: un bailarín francés, un músico, una coreógrafa y un cineasta independiente. Todos deben atravesar y luchar en el mundo del arte, con  sus mecanismos de financiación y farsas de legitimación. Las historias son actos performativos, biodramas del hecho privado en el tejido social: cada personaje se narra en un doble plano de representación, el acto de lo real se vuelve espectáculo.

¿De qué vive un artista? El drama irreconciliable del amor y el dinero hace danzar en escena los capitales que cada uno tiene, bailan, hacen música, filman, actúan: producen valor, mientras se proyecta de fondo la película seudodocumental El loro y el cisne que Alejo Moguillansky dirigió sobre el proceso creativo del grupo Krapp y donde también resuena la pregunta por el precio que tiene el valor del arte y su condición: “¿Ustedes realmente creen que deberían recibir dinero por esto que hacen?", dice uno de los personajes a los integrantes del grupo Krapp. El arte no tiene una lógica económica independiente, es tan real y material como simbólico, es este mundo, sus placeres, miserias y obligaciones: es consumo.

Lejos de un tono trágico, la obra se dibuja como una comedia ácida, fresca y divertida, como un espejo que nos mira desde la escena también como consumidores y parece decirnos que el arte puede ser muchas cosas: evasión, compromiso, placer, experiencia, narración, vida, muerte y también Pan.


De Luciana Acuña y Alejo Moguillansky. Con Luciana Acuña, Alejo Moguillansky, Matthieu Perpoint, Gabriel Chwojnik. Escenografía y vestuario: Mariana Tirantte. Música (composición y en vivo): Gabriel Chwojnik. Iluminación: Matías Sendón. Coreografía: Luciana Acuña, Alejo Moguillansky, Matthieu Perpoint. Asistencia, colaboración artística y dramatúrgica: Fernanda Alarcón. Colaboración artística: Agustina Muñoz. Asesoría en economía: Ingrid Bleynat y Paul Segal. Funciones: Miércoles y jueves 21 hs. Centro Cultural San Martín, Sarmiento 1551. Entrada: $80, miércoles día popular $60. Hasta el 26 de junio.

23 de agosto de 2013

DANZA | "SCHATZI, Morir con la mano en el corazón" de Matías Nan | La antigua batalla del deseo



Por Cecilia Perna

La muerte siempre acarrea consigo ese antiguo horror vacui. Esa idea de vacío que nos pone al filo de un abismo ante el cual no queremos caer. Llenar ese vacío parece ser el motor de todo deseo. Ese vacío que aspira, constantemente, todas las aspiraciones: un buen sueldo, zapatillas nuevas, un doctorado, un bebé, un viaje al Caribe, un príncipe azul en su caballo. Tratando de ocultar ese horror al vacío, siguiendo su camino hacia el abismo sin fondo, el deseo se aleja y se aleja de su fuente verdadera: el cuerpo. Lo va perdiendo, indefectiblemente, en una escena de tremenda violencia. Violencia contra sí mismo, alejamiento de las necesidades verdaderas: un abrazo, una palabra dulce, un beso en la boca. 

Esta es la doble batalla del deseo: o bien llenar lo imposible y conformarse, o bien conformar (co-formar) lo más elemental en la propia materia viva. Siguiendo un camino, el deseo, por llenar el vacío imposible, pierde de vista su cuerpo, y lo abandona a los criterios ajenos de violencia: lo entrega a sus múltiples verdugos y compensa, con un discurso desajustado que simplemente acepta los golpes (reales, simbólicos) del otro. Siguiendo otro camino, el deseo vuelve a su elemento material vivo, que no aspira a nada más que simplemente seguir respirando, hacer de las palabras un ritmo, que es ritmo físico, vaivén muscular y tránsito elemental por el movimiento. Y así, rítmicamente, nutrirse del amor que necesita para continuar. 

SCHATZI nos despliega esta batalla en el escenario. 

Una obra que surge del trabajo de experimentación del Laboratorio Escénico de Rítmica Viena, que desde el 2009 desarrolla sus actividades y propuestas en la Argentina, Uruguay y Brasil. La rítmica como disciplina es allí el motor creativo que, tras un trabajo profundo y consciente en la relación de cuerpo y palabra, nos presenta un material consistente y crudo, lleno de un humor denso, filoso e infinitamente efectivo. Una suerte de organizado aquelarre de lenguas, gestos, murmullos, impulsos y música que representan esa batalla del deseo, que es la batalla de la más íntima cotidianidad contemporánea. Y nos deja pensando, qué es eso que habita el fondo de cada cuerpo, cómo es morir con la mano puesta en el corazón.

"SCHATZI, Morir con la mano en el corazón" de Matías Nan. Actúan: Ignacio Del Vecchio Ramos, Daniela Echarte, Montserrat Godia, Ana Manterola, Darío Pian, Esteban Real, Candelaria Solmesky, Damián Travaglia. Vestuario: Adriana Flaiban. Iluminación: Marco Alvarez. Fotografía: Sebastián Videgaray. Entrenamiento corporal: Clara Malano, Alexander Riedmüller. Producción ejecutiva: Gabriela Fernández Gavilán. Puesta en escena: Marco Alvarez. Viernes, 00.15 horas. No Avestruz, Humboldt 1857. Entrada: $60, $40. Última función: 30 de agosto de 2013. 

23 de mayo de 2013

DANZA | "Futuro" de Mayra Bonard | Un porvenir incierto y gélido


Por Dulcinea Segura

La sala está en penumbras. Los espectadores entran entre murmullos. El suelo de la escena es marrón, como tierra. En el fondo, contra el telón, se adivinan unos troncos. En una esquina, casi completamente a oscuras, alguien de rojo gira lentamente entre las sombras. Se oyen sonidos, como si fuera una prueba de micrófonos. 

Empieza la función de Futuro.

Desde atrás, un personaje avanza mientras hace sonar un micro que roza o golpea contra su cuerpo. Estos sonidos repercuten en el espacio creando una atmósfera extraña. En medio de ese colchón sonoro comienza un texto, dicho con cierta afectación, tal vez hasta algo vacío de contenido emocional. Un texto que casi es escupido al espectador. 

Esta elección de ruptura de la cuarta pared aúna la representación construida desde ese lugar diferenciado que es la escena con la propia presentación del actor que se desdobla de su papel para hacer de sí mismo y de otro, del ‘como si’ teatral.

El personaje se dirige al público, entra en contacto con él y más allá de él, con algún vacío existencial que anida en ese futuro incierto. Lejano y ya presente. Así da inicio una propuesta que amalgama diversas expresiones en una puesta teatral que construye una poética gélida. 

¿Será esa la marca del futuro?

Un hombre, otro, luego una mujer. Son tres. Tres soledades que se muestran distantes entre sí, que intercambian palabras y cuerpos. “Ni del todo reales ni del todo humanos”, en palabras de Mayra Bonard, su directora.

La mujer que entra en acción lo hace desde un lugar bastante animal, gutural. Aparece una imagen femenina salvaje, arcaica, que se contonea y emite sonidos no identificables desde la lógica del lenguaje racional.

Se plantea una relación, entre ella y los hombres, un tanto ambigua, donde el dinero juega un papel de compra y venta. Consumo en que el cuerpo femenino es deseado y simultáneamente mercantilizado. 

Uno de los intérpretes parece ocupar el lugar de vendedor, como un gigoló. El otro es el deseante, el comprador, el que quiere pagar para conseguir ese cuerpo. La escena remite fácilmente a la prostitución. No está muy claro el tono de denuncia, pero sí incomoda el uso y abuso de género y el trato del cuerpo femenino y su sexualidad, como objetos mercantiles. Se ejerce un grado de violencia sobre la mujer que se vierte sobre el público de forma chocante pero con humor. 

¿Será ese el futuro hacia el cual nos dirigimos o al que estamos cayendo por no intervenir con decisión?

El texto suena delirante. El subtexto abre bifurcaciones que no pueden dejar al espectador inmóvil. Es una propuesta que intranquiliza.

Desde el vestuario, los colores que visten los personajes masculinos son unificadores: blanco para uno y rojo para otro. Colores significativos que se prestan a distintas interpretaciones. Rojo sangre, pasión, fuerza, fuego. Blanco vacío, pureza, luz. 

Colores que se oponen (o bien podrían completar) el gris de la mujer. Gris ambiguo, tono medio, ni blanco ni negro, ni lo uno ni lo otro. Gris que es transformado, abandonado, transmutado, en piel, en desnudez, en carnalidad descarnada. 

Los troncos del fondo son repartidos sobre la escena. Allí construyen un bosque talado, un cuadro desolado, la destrucción de la vida. Una imagen post nuclear.

Luego son apilados a modo de tótem. ¿Cuál es la ofrenda, el rezo, que se eleva a esa deidad, a esa imagen? 

Ante esta construcción, el tabú puede verse representado por el cuerpo desnudo de la mujer que camina con ayuda, casi flotando, sobre el resto que ha quedado del intérprete blanco. Este se coloca allí donde el pie de la bailarina va a posarse en un delicado movimiento donde la danza sobra y las palabras no son necesarias. Un cuadro de silencio y contemplación.

La creación deja mucha soledad en un conjunto de imágenes crudas y textos vaciados de contenido pero impregnados de sentido. Se construye así una poética frígida que pinta un mañana duro y frío, desolado, abismal, deshumanizado. 

Finalmente, frente a esta nada construida (o a este todo destruido), a este olvido del hombre, de lo que lo hace humano, del amor, de la esencia, se oye el mar de fondo.
Sobre ese horizonte marítimo, la última imagen: un tronco en el que se apoya un micrófono. 

Que hable la naturaleza. (Si algo queda de ella).

Dice la autora: “Hay en Futuro un universo extraño, relacionado con la incertidumbre y de ahí el título”

Una puesta en movimiento de preguntas que se disparan al futuro.

“Futuro” de Mayra Bonard. Intérpretes: Damián Malvacio, Rocío Mercado, Emanuel Zaldua. Vestuario: Cecilia Alassia. Espacio escénico: Luciano Stechina. Diseño de luces: Matías Sendón. Realización de arte: Maximiliano Sans. Música original: Sebastián Carreras. Asistencia de escenario: Santiago Defranco. Asistencia general: Luna Sarsale. Producción: Victoria Entel, Marlene Nordlinger. Colaboración artística: Diego Frenkel. Dramaturgista: Juan Pablo Gómez. Última función: 24 de mayo, 22 horas. El Kafka, Lambaré 866. Entrada: $70, $50.  

10 de septiembre de 2012

DANZA | “Raíces del Flamenco, del sefarad al cante jondo” | Pies ligeros


Por Cecilia Perna

Empujada por mi atracción por el baile y mi larga relación cuasi matrimonial con la poesía, y por la vida -que es casi toda mi vida- con guitarras sonando en el fondo, quise ir a ver el espectáculo Raíces del Flamenco, dirigido y bailadísimo por Marcela Suez, junto a la cantante sefaradí Cristina Pérsico. Me llevé conmigo una amiga flamenquita y en el café/teatro Mediterránea compartimos mesita con gente extraña, escuchamos agitar de tacos tras las bambalinas y disfrutamos desde el principio al fin. 

El flamenco es un arte hecho para la escena, para las tablas, pero no para cualquier tabla, sino para las tablas de tablao. Y a pesar de todo el profesionalismo que requiere la dificultad de su técnica, el pulso de lo popular le late bien adentro. Sin embargo, decir popular no alcanza como elogio, cuando, sabemos, lo popular tiene siempre en sí -¡ay!- ese doble filo: el del lado heterogéneo de la fusión cultural y el del lado homogéneo de la fijación a los nacionalismos y/o el estereotipo para el consumo. 

El arte flamenco, hijo del romanticismo de principios del siglo XIX, ya prefiguraba allí, entre el nacimiento del costumbrismo y las fervientes búsquedas de un origen de nación, nuestro actual imaginario turístico de pañuelo y abanico, de guitarra y castañuela y traqueteo de tacos que el franquismo apropiador y el consumismo superficial se encargaron, a lo largo del siglo XX, de fijar en nuestras cabezas (las cabezas del mundo, digo), atándolo a una idea (esa, “la” idea) de España. Por eso, ante los espectáculos de géneros populares (pasa con el flamenco, pasa con el tango, pasa con la salsa o el belly dance, que hasta tienen ya el nombre impostado) hay que estar siempre atento… ¿qué lado del cuchillo afilan, el abierto o el cerrado, el bullanguero o el estático? 

Raíces del Flamenco es un bello espectáculo que propone dar relieve a lo que el flamenco tiene de fusión, de cruce de culturas y nomadismo. ¿Qué es lo que hay antes, en el fondo, en el detrás de ese armado de tradición? ¿qué otras tradiciones trashumantes e indetenibles apresa en sí? ¿dónde lo popular pisa la tierra, zapatea el territorio que hace suyo, y dónde el Estado inventa un territorio propio y homogéneo, expulsando cuerpos a la melancolía pero absorbiéndoles las huellas? Es el repaso histórico por la heterogeneidad cultural de Andalucía, de su baile y su música, lo que en este espectáculo nos hace pensar y sentir una raíz cultural descentrada, desterritorializada, una raíz de aire, de palabras ritmadas que flotan entre cuerda y taconeo. 

Ensamblando armónica y emotivamente música, cante y baile con la poesía de León Felipe, Federico García Lorca y Juan Gelman, Raíces del Flamenco nos propone un viaje que nos devuelve al centro en movimiento de nosotros mismos: de nuestro cuerpo, de nuestra lengua y nuestra cultura, que no es la estaticidad (ni el Estado) de lo que llamamos España, sino un ritmo y un fluir que se desparrama en el mundo como semillas al aire, y crece y se alimenta de la fusión y del cruce, porque es ese origen tumultuoso, justamente, su origen.

Que así dice la cantaora que el poeta dice: 
Ser en la vida romero, romero..., sólo romero. / Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo / pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero / ligero, siempre ligero. (…) Sensibles a todo viento / y bajo todos los cielos / poetas, nunca cantemos / la vida de un mismo pueblo / ni la flor de un solo huerto. / Que sean todos los pueblos / y todos los huertos nuestros.

Cante sefaradí: Cristina Pérsico. Baile Flamenco: Marcela Suez, Diego Ferreira. Cante flamenco: Jeromo Amador, Manuel Santiago. Guitarra flamenca: Rodrigo González y Luciano de Paula. Violín: Lisandro Pejkovich. Percusión Oriental: Luciano de Paula. Percusión flamenca: Manuel Santiago. Puesta en escena: Rafael Fernández. Dirección General: Marcela Suez. Sábados 15 y 22 de septiembre y viernes de octubre, 21 hs. Mediterránea Café Teatro, Tucumán 3378. Entrada: $60.