Por Alba Ermida
Pan y Arte es una casa vieja convertida en teatro que aún conserva la distribución y los elementos de una vivienda: ventanas al espacio interior, cortinas, puertas de madera... Elementos todos que facilitan la inmersión en el mundo que nos propone Ionesco en esta obra, El cuadro, cuya dificultad para corporeizarla no sólo radica en lo absurdo del género -no es, sin embargo, de las más incomprensibles del dramaturgo rumano- si no sobre todo en la ausencia de acotaciones. Es por tanto, el trabajo de Gastón Zambón, arduo y dedicado, inventivo, original y muy efectivo a la hora de ayudarle al público y a los propios actores, a llevar, entender y disfrutar del texto.
Un burgués acomodado -y literalmente acomodado en su sofá-, apasionado del arte, compra cuadros para admirar en ellos la belleza que en su hermana, una anciana que tiene a su cuidado, no encuentra. Entronado en su butacón manda despóticamente sobre todos: el violinista que tiene enjaulado y alimentado con un trozo de pan, su propia hermana y el pintor que viene a ofrecerle su arte y él cruelmente subestima.
Se realiza una larga disertación a varias voces sobre el arte, la belleza, los afectos, la hipocresía y las relaciones humanas orquestada mediante una excelente combinación entre movimientos coreográficos, gestos no librados al azar, magistrales cambios de ritmo de la voz -descollante la interpretación y construcción del personaje desde lo no verbal de Pablo Kusnetzoff-, pinceladas de luz que resaltan frases y construyen comicidad, la música en vivo perfectamente ejecutada por el violinista enjaulado, la sobriedad en la utilería y la escenografía.
Y sobre todo, destacan dos aciertos de la dirección: los osados tiempos que se toma la obra y el despojo de pretensión no narrativa. Es una obra carente de intelectualismo, comprensible, que arranca con facilidad sonrisas y carcajadas, y guía al espectador por las sendas de un género marcado con el estigma de la incomprensión y la intelectualidad, tomándolo de la mano y sugiriéndole reflexiones sin empujarlo a la univocidad.
De Eugene Ionesco. Dirección: Gastón Zambón. Con Pablo Kusnetzoff, Nicolás Verdier, Yili Di Lauro y Patricio Muñoz. Diseño de luces: David Seldes. Asistencia de iluminación: Facundo David. Diseño de movimientos: Omar Saravia. Miércoles de octubre a las 21 hs. Pan y Arte, Boedo 880. Entrada: $100, $80.