Por Alba Ermida
Daniela Calbi, autora y actriz de esta obra, se lanzó a retratar un momento histórico de otro país que también vivió una dictadura, larga, hermética y muy silenciosamente represiva, la española de Franco. Sin embargo, no redunda en aspectos y temáticas ya conocidos, muy bien tratados por el cine y el teatro. Calbi riza el rizo y apuesta por la denuncia del trato de las silenciadas, de las que nadie registra en momentos de guerra, de las que no aparecen en los libros de Historia: las mujeres, las mujeres de a pie, todas las mujeres.
Daniela Calbi, autora y actriz de esta obra, se lanzó a retratar un momento histórico de otro país que también vivió una dictadura, larga, hermética y muy silenciosamente represiva, la española de Franco. Sin embargo, no redunda en aspectos y temáticas ya conocidos, muy bien tratados por el cine y el teatro. Calbi riza el rizo y apuesta por la denuncia del trato de las silenciadas, de las que nadie registra en momentos de guerra, de las que no aparecen en los libros de Historia: las mujeres, las mujeres de a pie, todas las mujeres.
Empleando citas reales de la Revista de la Sección femenina de la Falange española y de la materia que se impartía en los colegios para mujeres, de donde obtiene el nombre el espectáculo, Calbi arma un unipersonal crítico hasta lo corrosivo, tan inverosímil para nuestra época que resulta absurdo, ridículo y grotesco, sin que el público pueda contener la carcajada.
La autora interpreta a la hermana del dictador fundador de la Falange, Pilar Primo de Rivera, la creadora de este manual de la buena esposa. Una mujer abnegada en su servilismo hacia el marido, una mujer que limpia el suelo con una sonrisa porque se sabe esculpiendo su figura con el ejercicio que la limpieza requiere, una mujer que se arregla antes de oír la puerta abrirse para entrar su marido. Pero el marido no es tal, no es ni persona.
Cuando suena la puerta y la mujer sumisa hace mutis para recibir al esposo, que le da apellido y razón de existir (“Dios creó a la mujer como complemento del hombre, para su compañía”), entra de nuevo a escena empujando una silla con ruedas donde está sentado un gran cabrón (macho de la cabra que en España se usa sobre todo como insulto) con un traje del color del uniforme militar en tiempos de la dictadura. En este momento la obra toma vuelo, prende al público, tanto por lo humorístico y grotesco como por la curiosidad voyerista de los espectadores que están espectantes a la intimidad en ese matrimonio zoofílico.
Y pasa de todo, hasta lo que no pasa en en escena entre un matrimonio de humanos. Una escena bestial, una violación de un cabrón a una mujer, tan angustiante como impactante, es el momento más descollante de toda la obra. Y el final, más que por la puesta, por la dramaturgia, también deja con buen sabor de boca al público.
Son notables el gran títere que armó Valeria Dalmon, que con sus cuernos bien puede remitir a la personificación del Diablo, y cuya cabeza gigante manipula con total soltura y dominio de la disociación Daniela Calbi, que además interpreta a una ama de casa tan orgullosa de su buen hacer como consciente del avasallamiento que sufre en su dignidad, la esencia humana.
"Economía doméstica" de, con y producido por Daniela Calbi. Dirección: Román Lamas. Vestuario: Valentina Bari. Escenografía: Juan Manuel Benbassat Diseño de luces: Román Lamas. Diseño sonoro y música: Mirko Mescia. Diseño Audiovisual: Leonardo Volpedo. Realización de vestuario: Carmen Montecalvo. Operación de luces: Luciana Spadafora. Artista plástico: Valeria Dalmon. Viernes, 20 hs. Espacio La Nave, Lavalle 3636. Entrada: $100. Última función: 30 de octubre.
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