1 de agosto de 2013

CINE | "Upstream color" de Shane Carruth | Frente a un nuevo "sensorium"


1. "No es el hecho lo que importa, el dato empírico, sino la impresión o el efecto que ejerce ese hecho sobre la mente". 
2. "La mayor parte de los lujos, o las llamadas comodidades de la vida, no son solamente innecesarios, sino también impedimentos para la elevación de la humanidad".
3. "Somos conscientes de que hay un animal en nosotros cuyo despertar está en razón directa con el letargo de lo superior de nuestra naturaleza".

                                                                                               Walden, Henry David Thoreau.

Por Ignacio Braña Gabiassi

Representar la comunicación entre seres a más de 15.000 vibraciones por segundo. Eso. Como en el maravilloso cuento de Roald Dahl, “La máquina del sonido”, en el cual un invento permite oírlo todo, así “el grito” de una flor al ser cortada o “el lamento” de un árbol al recibir un hachazo, y cómo esta nueva percepción altera la relación del científico protagonista con todo lo que lo rodea. El director Carruth nos regala esta película-artefacto, capaz de brindarnos la posibilidad de descubrir un "nuevo sensorium", al decir de Benjamin, en relación al modo de ver y de hacer cine, pero, sobre todo, a las formas de desplegar, de manera ingeniosa e inquietante, una historia.

La película sacude la idea polvorienta de representar el amor, o las relaciones de pareja, alejándose a la velocidad de la luz de propuestas como Antes de la medianoche, por citar un film contemporáneo, que padece de locuacidad extrema (“locuela", diría Barthes), con personajes “locos de lenguaje”, que no pueden anclar su discurso y solo generan loops infinitos, para generar uno, complejo pero ágil, sobre “la unión total”.  

En los primeros 30 minutos una idea arrasadora del amor como fachada capitalista (o sea, dentro de la “economía libidinal”, como mercancía de intercambio), vía el robo (1), que es una de las formas de la economía, e implica, a su manera, objetos heterogéneos y un tiempo desfasado: a modo del mito antiguo, hay un sujeto “raptado”, capturado y, a la vez, encantado. Así, el episodio hipnótico vacía a la protagonista, le produce “la herida necesaria” y la deja desfasada en medio de una autopista (otro “bucle” del capitalismo) en el comienzo de un nuevo comienzo (2). Gusanos y cerdos (3). Eso. Y es aquí, donde el film toma distancia, inventa atajos impresionantes, evita el loop y se eleva, utilizando como energía la ciencia ficción. Sí, la chica conoce a un chico pero solo hablan a través de la boca de una herida. No hay adjetivación entre los protagonistas. Al no clasificarse, al escaparse de las habladurías del mundo, del lenguaje, se acercan a la inmortalidad: se confunden los recuerdos, no hay sostén histórico, se funden. No buscan la mitad faltante sino el órgano faltante. Y a esa búsqueda cíclica y dolorosa, solo puede ponerle fin el nirvana. Pero el guion elude el Zen, también el “suicidio amoroso” y pone la solución en el parricidio: matar a ese dios-padre que todo lo oye, todo lo ve, todo lo sabe.

La película tensa los pliegues, escarba en las heridas y muestra la “resonancia simultánea” de la pareja protagonista: “aquello que resuena en mí es lo que aprendo con mi cuerpo. Mi cuerpo interior se pone a vibrar, se amplifican las vibraciones y todo es devastado”. Así, el lento aprendizaje, que deja una de las escenas más hermosas e impactantes, hacia el crimen liberador. Eso. Una película liberadora, hipnótica, precisa en los detalles y el manejo del tiempo, capaz de sostener un imaginario novedoso y a la vez hacer resonar preguntas ontológicas esenciales. Gusanos, cerdos y seres humanos.

“No hay diálogo, no hay comunión entre seres intactos, solo hay comunicación entre seres desgarrados”. Eduardo Del Estal.

“Upstream color”, escrita, dirigida y con Shane Carruth, Estados Unidos, 2013. 


29 de julio de 2013

TEATRO | "El país del espejo" de Inés Armas | La importancia del nombre



Por Guillermina Gandola

A través de un espejo uno puede observarse, reconocerse, identificarse. El espejo funciona como un ratificador de la realidad y de lo que se ve. Asimismo, ¿qué es lo que se oculta en su interior? ¿Existe un mundo paralelo con reglas diferentes, donde la gravedad no existe y los cuerpos vuelan? ¿Hacia dónde nos llevan los espejos?

El país del espejo nos cuenta la historia de Juana, una niña de 10 años amante del baile, curiosa e inquieta que se encuentra jugando en su habitación y decide adentrarse en un universo oculto y desconocido detrás del espejo. 

En ese viaje se tropieza con la Reina Roja de Ajedrez una mujer con nariz roja, medias de colores y corona torcida que la acompaña en su recorrido guiándola y dándole consejos. Juana también quiere ser una reina y a pesar de las dudas y los refunfuños, la Reina ésta le indica los pasos que deberá atravesar por el tablero de ajedrez para lograr ser una reina más. 

Durante el camino Juana se encontrará con animales extraños, flores buenas y malas, aprenderá a volar, y se perderá; y en ese momento su nombre será lo único que la salve. También se dará cuenta de que caminando no siempre se avanza y que los casilleros no son entidades cuadradas cerradas, sino que cada uno constituye un hogar en el cual se puede aprender cosas muy valiosas.  

Esta obra retoma elementos del libro A través del espejo de Lewis Carroll y surge de los interrogantes y análisis que se dispararon de su lectura. Dentro de estos interrogantes está el tema de la identidad, del yo, los cuerpos y el “límite” entre la realidad y lo imaginario. A partir de estos ejes se construye un universo interdisciplinario que fusiona música contemporánea, ancestral, danza aérea, teatro de títeres, clown y arte visual generando un mundo maravilloso donde los niños podrán disfrutar aprendiendo tópicos valiosos como la importancia del nombre como  afirmadores de la identidad. 

El reconocido Club de trapecistas Estrella del Centenario se transforma en el mágico cuarto de una niña y en el País del Espejo, con cuadros encantados pintados por el artista argentino Marcelo Pombo, títeres amigables y cuerpos voladores creando una atmósfera ideal para compartir con los niños y para que estos comiencen a interiorizarse sobre disciplinas como la danza aérea y terrestre, el clown y la acrobacia. 

“El País del Espejo” de Inés Armas. Intérpretes: Ana Armas y Daniela Fiorentino. Escenografía: Hernán Bermúdez. Realización de títeres: Hernán Bermúdez y Silvia Facal. Vestuario: Melina Cymlich y Pamela Taverna. Diseño de video: Mario Armas. Diseño de iluminación: Adrián Cintioli. Asistente de escenario: Julia Ballester. Coreografia: Ana Armas, Daniela Fiorentino e Inés Armas.  Cuadro: Marcelo Pombo. Edición Musical y Diseño Gráfico: Fagner Pavan. Técnico en Seguridad de Vuelos: Sergio Costa Centeno. Asistencia de dirección y de vuelos: Silvia Facal.  Funciones: domingos, 18.30 horas. Club de Trapecistas, Ferrari 252. Entrada: $40, $60. Hasta el 18 de agosto. 

26 de julio de 2013

TEATRO | "Marx en el Soho" dirigida por Manuel Callau | De Londres a Nueva York

Por Alejandro Dramis

Karl Marx ha regresado a la Tierra por un lapso de una hora únicamente, con la particularidad de que en lugar de reaparecer en el Soho londinense como él mismo lo hubiese esperado, dado que ese fue el lugar en el cual pasó muchos años de su vida escribiendo sus más conocidos textos, ahora su corta estadía se desarrolla en el Soho neoyorquino a raíz de un error burocrático del sector de Administración del Cielo o, como se dice en la obra, de los "de arriba".

El inesperado cambio de locación barrial parece no influir demasiado en la versión local del texto de Howard Zinn, Marx en el Soho, en el cual Marx, interpelando directamente al público en un estilo fiel al clásico unipersonal, se despacha sin reparos acerca de las erróneas interpretaciones de sus más famosas teorías por parte de sus seguidores y detractores. Se toma un tiempo también para homenajear a su amigo Friedrich Engels, discurrir sobre las dificultades y las miserias de la subsistencia en la hedionda Londres de su época, sus discusiones y peleas con Mijaíl Bakunin y, especialmente, dedicando la mayor parte de su acotado tiempo a rememorar los inolvidables momentos vividos en la más estricta miseria económica junto a sus hijos y junto a Jenny von Westphalen: su esposa, mujer, amante, amiga e incondicional compañera.


La escenografía que acompaña al texto apenas se vislumbra: unos pocos tachos lumínicos que inundan de una claridad variable al escenario habitado por una silla, un perchero, una mesa con una lámpara y unos cuantos libros de economía y filosofía que Marx va recorriendo con su memoria y su lectura, y que le permiten armar el campo teórico que fundamenta su principal posición filosófica y política, ahora que ha vuelto a manifestarse por última vez en la Tierra: Marx no es marxista. Y esto no es un chiste. Durante poco más de una hora la excelente actuación de Carlos Weber y la sólida dirección de Manuel Callau se permiten desarrollar los argumentos combinados con recuerdos que habilitan la comprensión del porqué de esa llamativa afirmación, quedando bien clara la justificación argumentativa con el remate final con el que el texto cierra la obra y las luces oscuras marcan su conclusión.

Marx en el Soho no sólo es una obra interesante, inteligente y profunda, sino que —y quizá sea esto es lo más sorprendente, debido a su alto contenido teórico-filosófico e histórico— es un espectáculo muy divertido y dinámico. Una gran fórmula teatral de pequeño formato y alto rendimiento.


“Marx en el Soho” de Howard Zinn. Director: Manuel Callau. Con Carlos Weber. Viernes y sábados, 21 horas. Teatro SHA, Sarmiento 2255.  Entrada: $130. 

25 de julio de 2013

VINTAGE | LIBROS | "La muerte de Bunny Munro" (2009) de Nick Cave

 Vaginas y enciclopedias

Por Eugenia Guevara

Nick Cave, también, escribe novelas.

Ante la maravillosa y sobrenatural aparición frente a mí de la novela de Nick Cave, La muerte de Bunny Munro, con el famoso cuadro de Courbet en la tapa, no pensé. 

Después sí. Nick Cave… ¿cómo sería Nick Cave escribiendo “novelas”? Estaba intrigada. Pero mi prejuicio – “si como músico es genial, como escritor tiene que ser malo”- así como mi limitada paciencia lectora de pocos párrafos no iban a impedirme saciar la curiosidad.

No sé cómo, atravesé los dos primeros capítulos del libro. Con desconfianza. Hasta que llegué a lo que anunciaba la contratapa, pero que yo había olvidado mientras leía, y era la muerte de la esposa de Bunny Munro. Más bien, su suicidio. Más bien, el momento en el que Bunny Munro se encuentra frente al hecho consumado. Más bien, el choque de ese ser, incapacitado para vivir, Bunny Munro, con la muerte. Y con su hijo de 9 años, Bunny Junior, que acaba de quedar huérfano de madre.

A partir de ahí, ya no era asunto de paciencia lectora. Lo que pasaba por la cabeza de Bunny Munro era tan enfermo, tan patético, tan deprimente y tan triste; mientras que lo que pasaba por la cabeza de Bunny Junior era tan tierno, tan sensible, tan infantil y tan triste, que no podía soportar leer más de uno o dos de los breves capítulos por vez.

Dejaba al libro. Y pensaba: qué denso era también escribiendo novelas el amado Nick Cave.

Inevitable fue asociarlo con ciertos escritores norteamericanos, desde Henry Miller a Bukowski, o por qué no Borroughs, o cualquiera de los beats. Su Bunny Munro podría ser un personaje de Kerouac, 30 años después, absorbido por lo más barato del sistema capitalista, caliente como el Miller de Sexus pero patético como un ser de Houellebecq sin intelectualidad. Además, está el tema del viaje, habitual en las narrativas de los 60. Pero esta road novel escrita por Nick Cave, cincuenta años después de aquellas, no va a ninguna parte. Está estancada aunque se mueva. Avanza y vuelve. Los personajes no aprenden nada. Bunny Munro y Bunny Junior no tienen dónde ir. Aunque al niño le gustaría volver a la escuela.

Bunny Munro sólo puede pensar en vaginas, buscar vaginas, tocar vaginas. Pero es obvio, está huyendo. Tanto como lo está Bunny Junior leyendo su enciclopedia, memorizando su enciclopedia, cuidando su enciclopedia.

El libro tiene situaciones tremendamente graciosas.

Pero, lo más gracioso es unir los pensamientos de Bunny Munro sobre las vaginas de Avril Lavigne o Kylie Minogue –con quien Nick Cave grabó en Murder Ballads -, con el agradecimiento que Nick Cave les hace a Avril Lavinge y Kylie Minogue al final del libro.

Curiosidad satisfecha: Nick Cave también es genial escribiendo novelas.

23 de julio de 2013

CINE | "Sólo para payasos" de Lucas Martelli | En busca del acto perfecto



Por Guillermina Gandola

La historia de los payasos es una historia muy larga, comienza en las tribus, ellos eran los que sacaban el miedo a la población. En todas las culturas siempre han existido estos personajes y los hay de diferente naturaleza, con características que los distinguen. Por un lado está el Toy o payaso que es el transgresor, aquel que habla mal y que vive libre, el Clown o Cara Blanca que es el más inteligente de todos y el encargado de enseñar y transmitir los modales y luego el Maestro de pista que es la autoridad máxima de los payasos. Todas estas categorías comprenden un juego teatral que regala risas a la gente.

Sólo para payasos de Lucas Martelli es un documental donde los payasos vuelan y las cosas extraordinarias suceden, donde se presenta la búsqueda de una rutina perfecta que abarque a todos los payasos del mundo independientemente de las escuelas, las edades, las técnicas y las nacionalidades. 

Pero, más allá de la risa: ¿Es posible la realización del acto perfecto que una a todos los payasos?

En torno a este cuestionamiento se desenvuelve el film dirigido por Martelli, documentalista de payasos - y también acróbata - quien registra el encuentro más espectacular de todos los tiempos, el momento más esperado, el encuentro ancestral en el cual los payasos se unan para crear el acto perfecto. 



Pero no todo será fácil, payasos anarquistas querrán boicotear este evento por no creer en la posibilidad de un acto único realizado por varios payasos porque en definitiva el payaso es EL acto, él mismo es el acto ideal. 

A lo largo del documental hablarán personalidades destacadas del universo payasesco que expondrán sus puntos de vista sobre esta profesión de la risa. Los hay tradicionales de circo, los hay contemporáneos, anarquistas, mimos que odian a los clowns, clowns que odian a los mimos, pero, más allá de cualquier diferencia todos están atravesados por algo en común que es, en definitiva, la esencia de su existencia: ellos se ríen de la humanidad (y de ellos mismos) con el objetivo principal de romper con los manicomios que cada uno tiene en su cabeza y transformar la miseria en poesía.

El 25 de julio se estrena "Sólo para payasos" de Lucas Martelli en el Cine Gaumont. El día del estreno, a las 20. 30 habrá más de 200 payasos invitados todavía en busca del acto perfecto. Funciones: Cine Gaumont, Sala 3, a las 13.20 y 21.20.