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12 de mayo de 2015

TEATRO | "Svaboda" de Bernardo Cappa | Libertad para tres



Por Alba Ermida

Me contó Bernardo Cappa, el autor y director, que usó hechos reales para tramar Svaboda: sus abuelos, ucranianos, tenían un terreno en la Argentina profunda y un día una vaca, buscando la libertad, se encontró de bruces con un camión. El abuelo no quería líos y estaba dispuesto a pagar los daños al transportista, pero a la abuela, más ruda y testaruda, no le parecía justo pagar por unos daños que ellos no habían cometido.

Esta es, a grandes rasgos, la historia que acontece cuando nos sentamos en la sala pequeña del Teatro del Pueblo. Un detalle importante añadió Cappa a este detonante que recordaba de su infancia: el idioma. Los personajes de la obra son rusos y hablan ruso. Es más, el hombre entiende y habla castellano, pero la mujer sólo sabe repetir algunas palabras. Ahí entra la libertad (“svaboda” es “libertad” en ruso), la libertad para entenderse, para expresarse. La libertad para poder exponer sus razones en igualdad de condiciones ante el abogado del camionero accidentado. El idioma es la herramienta de comunicación más precisa y rápida, es lo más necesario en un proceso de justicia donde dos partes buscan lo opuesto. Y si el entendimiento en el mismo idioma ya es complicado, ni que decir si una parte habla ruso y la otra castellano. 

Y Cappa, buen jugador de las reglas dramáticas, sigue añadiendo complicaciones: el abogado del camionero está perdidamente enganchado con la rusa, ruda y testaruda, a la que le tiene que sacar dinero. Y además, la parte masculina del matrimonio de emigrantes, no para de poner al apocado del abogado en situaciones incómodas que evidencian cuánto desea a su mujer con las que se burla de él sin mucho disimulo.

Los tres actores resaltan por igual en su increíble trabajo interpretativo. Pablo Chao consigue un personaje ridículo y cómico que hace sufrir al público por empatía y condescendencia. Aníbal Gulluni maneja con una soltura despampanante su personaje de doble filo: sometido (a la rudeza de su mujer) y sometedor (del abogado). Laura Nevole construye un personaje desde el cuerpo, la mirada y el tono, pues el poco texto que tiene lo dice en ruso. 

Momentos desternillantes se mezclan con otros angustiantes en una obra que nos muestra que no se necesita entender palabra por palabra de un idioma para entender el sentido, pues el lenguaje no verbal cuenta mucho más. Sobre todo cuando se habla de conceptos universales como la “svaboda”.

“Svaboda” de Bernardo Cappa, en colaboración con Pablo Chao, Aníbal Gulluni, Gabriel Guz y Laura Nevole. Dirección: Bernardo Cappa. Con Pablo Chao, Aníbal Gulluni y Laura Nevole. Vestuario: Paola Delgado. Escenografía: Pia Drugueri. Iluminación: Claudio Del Bianco. Director Asistente: Gabriel Guz. Producción: Neqktarea Producciones, Martín Savi, Oscar Scioscia. Domingos, 18 hs. Teatro Del Pueblo, Diag. Roque Sáenz Peña 943. Entradas: $ 130, $ 80.

28 de octubre de 2014

TEATRO | "Terrenal" de Mauricio Kartun | Un domingo bíblico



Por Florencia Fangi Boggia
Foto: Malena Figo

Hace 20 años que Tatita se fue con la promesa de volver pronto. Dejó trajeados y con sombreros a sus dos hijos varones en un extenso pedazo de tierra baldía donde podrían vivir, trabajar y alimentarse. Terrenal, un misterio ácrata narra un día en la vida de los primeros hermanos de la tierra según La Biblia.

En algún lugar olvidado del conurbano bonaerense, Caín y Abel – que aún están vestidos con aquellas ropas con las que fueron abandonados-, se hicieron hombres y forjaron sus opuestas personalidades. Caín aprendió a medir, a cuantificar, a levantar paredes, a amurallar ciudades; consagra su vida al negocio de la producción del morrón, es respetuoso de todas las leyes y hasta inventa reglas para que el mundo tenga un orden. Abel es el hermano menor y sus ideas son mucho más flexibles, su vida se entrega al disfrute y a la contemplación del paso del tiempo, usando la naturaleza a su favor pero sin explotarla o intervenir en su cauce; se dedica a la cría del escarabajo Torito y vive de la venta de sus larvas a los pescadores que la usan como carnada. El agua y el aceite, la derecha y la torcida, agricultura y ganadería, el temor de Dios y la blasfemia obligados a convivir a los golpes y discusiones. Hasta que un domingo que parece ser como cualquier otro, Tata vuelve. El regreso del padre pródigo genera nuevos conflictos y rivalidades en sus hijos, especialmente en el mayor, quien había seguido a rajatabla los mandatos paternos. Cómo sigue la historia, todo el mundo lo sabe, nadie llama “Caín” a su hijo.

El Teatro del Pueblo tiene un escenario hondo. En su profundidad, la puesta deja ver la silueta de un músico en vivo que avisa ingenuamente sobre un chiste o arma la tormenta apocalíptica y de a ratos se ausenta, como quien se da cuenta de que no tiene que estar ahí, que nada tiene que hacer y que hay cosas que padre e hijo deben resolver solos. Mauricio Kartun, director y dramaturgo, maestro, plantea una textualidad que combina dichos populares con frases complejas, que exhibe un gran sentido humor. 

Terrenal invita a reflexionar sobre temas tales como la propiedad, el machismo, el amor. Siempre fiel a su estilo, cada palabra de Kartun es política y él sabe muy bien cómo mezclar la poesía con el habla cotidiana. Y las actuaciones de los tres Claudios (Da Passano, Martínez Bel y Rissi), quienes componen desde el propio estilo tanto en cuerpo como en voz, son un sustento maravilloso. 

"Terrenal. Un misterio ácrata" de Mauricio Kartun. Con Claudio Da Passano, Claudio Martinez Bel, Claudio Rissi. Vestuario y Escenografía: Gabriela A. Fernández. Iluminación: Leandra Rodríguez. Diseño sonoro: Eliana Liuni. Asistencia de escenografía: María Laura Voskian. Asistencia de dirección: Alan Darling. Viernes a las 21 hs. Sábados 21.30 hs. Domingo 20 hs. Entrada: $100. Hasta el 14/12/ 2014.

16 de julio de 2014

TEATRO | "Amarillo" dirigida por Andrés Bazzalo | El poder del vacui


Por Alba Ermida
Foto: Queli Berthold

Será que realmente la historia es cíclica o que el autor de Amarillo, Carlos Somigliana, era un visionario, pero el texto dramático, escrito en 1959, no se queda en absoluto fuera de la actualidad política, y no sólo argentina. Haciendo una trasposición a un pasado que por remoto no es tan diferente, Somigliana escribe el ascenso al poder de Cayo Graco por votación popular y las intrigas y conspiraciones intrínsecas a un gobierno que beneficia a los pobres.

De la puesta en escena de Andrés Bazzalo, lo más destacable por sorprendente y medular es el vacío que reina durante la obra. Ni un sólo objeto, ni un sólo decorado. Sólo cuerpos transitando el espacio, ocupándolo y modelándolo. Y de ello sólo se extraen ventajas: por un lado, facilita la comprensión del texto, de por sí denso y difícil, pues ayuda a la concentración en la palabra, y por otro, magnifica la actuación de los actores, la resalta y la luce. También el vestuario es llamativo y remite a los trazos de actualidad que desprende la obra: todos visten ropa contemporánea blanca, pero en el corte de las prendas de cada personaje se representa perfectamente el estamento romano al que pertenece.

Aunque el final es quizás vaticinable porque la tragedia le confiere poder narrativo a la historia, no se pierde el interés pues lo que tiene valor dramático es el proceso. Una trama complicada, entretejida a base de miserias, debilidades y pasiones humanas, que crece en tensión y en intensidad dramática. Unos personajes que de esbozos van deviniendo en pinturas detalladas de tipos humanos que actúan en base al egoísmo propio del instinto de supervivencia. Y un final que se repite a lo largo de la Historia: los pobres seguirán siendo pobres porque de su pobreza depende la riqueza de los ricos.

También la música y efectos sonoros son impactantes. Acordes a los momentos en que se hacen notar, los cajones suenan a música y suenan a guerra, a batalla, a violencia, a veces quizás por encima de la declamación. Una declamación de la que, si hay que criticar algo, sigue un ritmo estrepitoso que llega a atropellarse dentro de la mente del espectador, ya que el texto es complejo, los parlamentos largos y la trama enrevesada. Y la iluminación, que en ausencia de utilería y decorado se transforma en un elemento narrativo de gran potencia de significado, subrayándolo a veces, cuestionándolo otras, también ejerce su poder simbólico. Una iluminación de tonos cálidos que pinta el vestuario blanco de un amarillo pálido que remite permanentemente al título de la obra.

Y es que el amarillo, como color del oro, de la ambición y la avaricia, de la traición y la envidia lo tilda todo.

"Amarillo" de Carlos Somigliana. Versión y dirección: Andrés Bazzalo. Con Guillermo Berthold, Joaquín Berthold, Rafael Bruza, Luis Campos, Daniel Dibiase, Adriana Dicaprio, Heidi Fauth, Sergio Pereyra Lobo, Hernán Pérez, Sergio Surraco, Miguel Terni, Daniel Zaballa. Vestuario y escenografía: Carlos Di Pasquo. Diseño de luces: Fabián Molina. Diseño sonoro: Malena Graciosi. Asistencia de vestuario: Romina Cariola. Asistencia de dirección: Florencia Salto.  Producción ejecutiva: Rosalía Celentano. Jueves, viernes y sábado, 20 hs. Domingo, 18 hs. Teatro del Pueblo, Av. Roque Sáenz Peña 943. Entrada: $100, Jueves $50. Hasta el 3 de agosto.

1 de julio de 2014

TEATRO | "Malditos (todos mis ex)" dirigida por Mariela Asensio | Ya no estás más a mi lado, corazón…


Por Lía Noguera

Seguramente muchos tienen un ex. Un ex amor que dolió y marcó. Una o un ex por quien se desgarraron, se enloquecieron, se lamentaron; por quien lloraron hasta no tener más lágrimas y por quien se padecieron eternas horas de insomnio. Tal vez, también transitaron esa patética experiencia de luchar por cosas - unos discos, unos libros, una mesa vieja, un bolso lleno de ropa del otro que siempre se detestó- que el único valor que poseen, y no por eso menos importante, es la reminiscencia de  un pasado compartido del cual aún no se pueden desprender. Porque, en esas circunstancias, los objetos se vuelven sinécdoque de un sentimiento de felicidad que ya no está y por eso adquieren una condición de botín de guerra que se desea ganar; puesto que un/a ex condensa todo un pasado que hoy es solo eso, recuerdo. 

Tal vez, muchos atravesaron esas extrañas sensaciones que el fin de un amor hace estallar y, para quienes aún no lo tienen, sépanlo: parece que no hay un antídoto inmediato para los ex, es cuestión de tiempo. Por estos temas, por estas escenas vividas por aquellos que algunos vez se separaron, transita la obra de Mariela Asensio y Reynaldo Sietecase, Malditos todos mi ex, que apelando a una identificación patética, irónicamente sentimentalista, y sobre todo, paródicamente condescendiente con el espectador, presenta la tragicomedia cotidiana de un sujeto en crisis que no cesa de buscar su identidad amorosa… 

Ante un escenario despojado, y como fragmentos de historias desparramadas en el espacio, los actores nos esperan mientras los espectadores ingresamos en la sala del Teatro del Pueblo. Y entre tanto eso sucede, una mortal y pegadiza canción nos recibe: “Ritmo, ritmo de la noche… porque el ritmo de la noche te va a atrapar, se mete en tu cabeza y no te deja pensar…”. Esta canción, como los restantes cuadros paródicos de musicales que se suceden en la función, sintetiza y expone el desborde que una mujer treintañera, interpretada por Federica Presa, experimenta tras su divorcio. Pero el relato no sólo consistirá en la narración de esta separación, sino que a modo de disparador, ésta funciona como condensador de las microhistorias amorosas y pasadas de este sujeto. Así, la escena se puebla de los ex que transitaron la vida de esta mujer a los 18, a los 25 y a los 35 años, y que en mayor o en menor medida dejaron una huella, aún la huella del olvido (como es el caso de la historia del ex que no se recuerda). Ahora bien, el recorrido por este “muestrario de ex” implementa un dispositivo que permite desdoblar al sujeto de la narración en tres momentos diferentes de su vida a fin de completar y entender la esquizoide y patética situación de su presente. Para ello, todos los actores: Raquel Ameri, Hernán Herrera, Marina Lovece, Constanza Molfese, Ariel Pérez De María, Federico Schneider, como la propia protagonista: Federica Presa, se presentan como fuerzas en constante tensión y ebullición, que una acertada dirección logra hilvanar y armonizar. En este sentido, y transitando por las miserias humanas que constituye gran parte de la poética de Asensio, Malditos (todos mis ex) apunta a exorcizar los fantasmas del pasado con un fin único y efectivo: entender qué es y qué queda después del amor. Pero ese entendimiento redunda en más preguntas porque el pasado, ante los ojos de esta mujer, es la ficción de una realidad que aún no se puede asumir. Sin embargo, y lejos de un final trágico, una respuesta posible ante este interrogante, y con nuestra protagonista sola en la escena, ya abandonada por sus “otros yo” y sus “otros ex”, es que después del fin de un amor queda el cuerpo, quedan las ganas, y sobre todo: queda el desconocimiento y la intriga de aquello que vendrá…

“Malditos todos mis ex” de Mariela Asencio y Reynaldo Sietecase. Con Raquel Ameri, Hernán Herrera, Marina Lovece, Constanza Molfese, Ariel Perez De Maria, Federico Schneider y Federica Presa. Diseño de vestuario: Vessna Bebek. Diseño de luces: Ricardo Sica. Realización de vestuario: Noelia Moreyra Parissi. Fotografía: Juan Borraspardo. Asistencia de dirección: Paola Luttini. Producción ejecutiva: Antonella Schiavoni. Dirección: Mariela Asensio. Sábados 21.30, Teatro del Pueblo, Av. Roque Saenz Peña 943. Entrada: $100, $70. 

19 de agosto de 2013

TEATRO | "Cachafaz" dirigida por Tatiana Santana | Auténtico "teatro nacional"




Por Eugenia Guevara

Llevar a escena el maravilloso, delirante, violento y lúcido mundo de Copi no es una tarea fácil, como lo atestiguan las contadas ocasiones en que sus obras han integrado la variada y nutrida cartelera porteña. De alguna manera, el teatro argentino, aún no estaba listo para Copi y su teatro que, al igual que su literatura y su historieta, son vanguardia.  

La versión de Tatiana Santana de Cachafaz - pieza que Copi escribió en 1987, mismo año de su muerte logra captar la esencia copiesca, y la lleva al extremo transformando este fantástico engendro que conjuga gauchesca, sainete, tragedia, absurdo y milonga, en un musical, como los de Broadway. Apoyándose en los expresivos y dóciles cuerpos de los actores, en primer lugar, los principales, la pareja formada por Cachafaz y "Raulito", y luego, en esos otros cuerpos que aparecen por todas partes y copan la escena, así como la vida de esta pareja de guapos en el conventillo de Montevideo, los vecinos y las vecinas, testigos y cómplices, cantores y bailarines, coros y músicos, crea un mundo vital y apabullante que en su despliegue excita y perturba. 

Un policía irrumpe en la vida de Cachafaz y "Raulito", y encuentra la muerte, al igual que los policías que lo seguirán. Uno a uno irán cayendo hasta ese agujero donde los protagonistas se solazan en el amor y la pasión ante la envidia del barrio, para convertirse en fiambre, literalmente. La pareja los carneará y con ellos, alimentará a todos, y así liderará una revolución devoradora del poder policial. 

El texto no tiene desperdicio, cada verso es de una lucidez arrasadora y es, además, extremadamente cómico. La parodia reina. Al mismo tiempo, el público se sorprende y ríe nervioso, salta en su asiento, ante la profusión de palabras como "puto", "puta", "tetas", "pija" y "culo", y también frente a todas aquellas que juegan con el doble sentido y la metáfora. Como sugirió Alan Pauls, en un artículo en Página 12 en 2001 sobre la versión de Cachafaz que entonces dirigía Miguel Pittier, un ejemplo excelso de la lucidez y lo vanguardista en Copi es esa alusión a El Matadero en 1987"es la gloria del matrero / ser adorado de un puto". Pauls se pregunta si lo de Copi es mera parodia o está leyendo y diciendo "demasiado bien" el clásico, como no pudo decirlo Esteban Echeverría. La respuesta hoy es obvia. 

El día que cubrimos Cachafaz, llevamos a verla a una investigadora de teatro francesa, especialista en teatro argentino,  que había venido por el Congreso Internacional del GETEA. Riendo, saltando en su butaca, entusiasmándose ante cada verso, cada compás, y cada movimiento de todos esos cuerpos en escena, bajo la dirección de Santana, exclamó al terminar esta maravillosa pieza de amor, sangre y violencia, henchida de felicidad: "esto sí es auténtico teatro nacional". 

Lo nacional no es fácil de definir. Menos sería posible ponerse de acuerdo hoy o, a lo largo de la historia del teatro argentino, sobre qué es- o ha sido- el "teatro nacional". Lo que sí queda claro con esta puesta - como también, a juzgar por los elogiosos comentarios que han circulado de La sombra de Wenceslao que se presenta en el Teatro Cervantes con dirección de Villanueva Cosse - es que finalmente el teatro argentino (desde sus hacedores hasta su público)  está listo para Copi. 

"Cachafaz" de Copi. Dirección: Tatiana Santana. Con Emilio Bardi, Claudio Pazos. Músicos: Joel Maiante, Pablo Martínez, Eugenio Nicolás Sanchez. Coros: Rosario Albornoz, Andres Granier, Catalina Lescano, Marcelo Lirio, Natalia Olabe, Pilar Rodriguez Rey. Vestuario: Ana Nieves Ventura. Escenografía: Rocio Matosas Etchebarne. Música original: Rony Keselman. Entrenamiento vocal: Claudio Garófalo. Asistencia de escenario: Leandro Moro. Asistencia de dirección: Giselle Refrancore. Producción ejecutiva: Pili Ortiz. Coreografía: Mecha Fernández. Miércoles, 20.30 horas. Teatro del Pueblo, Av. Roque Sáenz Peña 943. Entrada: $80, $50.

21 de septiembre de 2012

TEATRO | "Salomé de chacra" de Mauricio Kartun | El poeta de los cuerpos




Por Cecilia Perna

Cuando algo me gusta tanto, me gusta repetir, y así fue esta vez con la obra de Mauricio Kartun, Salomé de Chacra -flamante ganadora del premio ACE a la Mejor Obra Argentina-. Volví a verla hace un par de viernes para escribir esta reseña. Volví, porque necesitaba dejarme encantar otra vez por ella. Porque la obra es, literalmente, un encanto. Toda hecha de cantos, que envuelven y seducen, música de palabras y el bailecillo de la escena que saca de sí, que hace perder la cabeza. 

Salomé de Chacra es la tercera obra de la serie que, según el mismo autor, conformaría, junto con El niño argentino y Ala de criados, una trilogía involuntaria, el “Tríptico Patronal”. Reversión de la historia bíblica de Salomé y el Bautista pero inmersa en un enrarecido universo gauchesco, en la obra se cruzan los idearios políticos y los afectos ideológicos de la pampa -del campo- de la historia -de la actualidad- argentina. En este suelo, se despliegan y entrepliegan las capas mil que la obra constantemente debate: la pertenencia de clase, los peones amotinados y las oligarquías aristocratizantes frente a los hijos naturales de la burguesía productora y el peón leal con la identidad extraviada; el cuerpo histerizado y panseductor de jovencita ilustrada que nada más desea poseer una cabeza, frente a la voz que es palabra que es cuerpo masculino escamoteado, fuera de escena, vociferante fanático de consignas libertarias remanidas; y la machina, -la de los chacinados, la de los discursos- que no deja de producir, sin registro del accionar de los cuerpos, pero a su costa. La obra debate la convención: la de los géneros teatrales, la del buen decir de una palabra: alto y bajo que se funde en esta trajuedia que, carnavalesca y abarrocada, se hunde y se relanza sobre una escena de barro y sangre, sobre unos cuerpos increíbles que dicen palabras cantadas, que bailan las palabras que cantan, sobre un santuario kitsch que abunda de flores de plástico y colores, de utensilios de trabajo y estatuitas de santos profanos. 

¡Ah! Estaba todo junto ahí: el placer increíble de ese “neobarroco omnívoro” del que hablaba Sarduy, de ese “embarrocamiento neobarroso” que Perlongher imaginaba, chapoteando a la vera del Río de la Plata.

***



Cuando me enfrento, o mejor, me dejo envolver (es difícil pensar que ella está solo frente a mí) por una obra de Mauricio Kartun, se me hace imposible no imaginar su nombre (el de Mauricio, el de la obra) ya ubicado desde el principio en el canon del futuro. Y a la vez, cuando imagino ese canon-kartun, siempre deseo suspender por un momento su anudamiento a una genealogía teatral (que es el nudo obvio, el indiscutible, por otra parte) para atarlo al carro de los poetas. Su claro y declarado trabajo sobre la palabra, sobre la construcción musical en la palabra, ese despampanante despliegue textual de sus obras no me hace dudar ni un poquito sobre su pertenencia a la poesía. Pero en algún sentido esto que digo podría leerse como un retroceso. Alguien podría pensar que estoy queriendo regresarle al teatro ese lugar central del texto que, hace rato, y para el bien de todos, se descentró. No, no, todo lo contrario: lo que me inspira  de una obra de Kartun es sus palabras tejidas: su texto, es texto físico, de acción, texto de músculo de cuerda vocal y aire, y tímpano que vibra, el texto hace la música del más seductor bailecillo para cuerpos que hacen y rehacen siempre texto. Su texto, que es poesía porque es música, (una música de palabras apretujadas) arranca la poesía, como género literario, de la escritura y la saca así de la literatura, que la achata, para ubicarla donde realmente pertenece: lo profundo de los cuerpos. 

"Salomé de chacra" de Mauricio Kartun. Con Stella Galazzi, Osqui Guzmán, Lorena Vega, Manuel Vicente. Vestuario: Gabriela A. Fernández. Escenografía: Norberto Laino. Iluminación: Alejandro Le Roux. Diseño sonoro: Tian Brass. Asistencia artística: Lorena Ballestrero, Gabriela A. Fernández. Supervisión coreográfica: Luciana Acuña. Viernes 21 hs. Sábado y domingo, 20 hs. Teatro del Pueblo, Roque sáenz Peña 943. Entrada: $70 /$40.

19 de febrero de 2012

TEATRO | "El secuestro de Isabelita" de Daniel Dalmaroni | La militancia creadora



Por Sandra Ferreyra


Durante el gobierno de Isabel Perón, una agrupación, formada por militantes expulsados de Montoneros por “fierreros”, planea y ejecuta el secuestro de la presidenta. El problema es que parece haber acontecido una confusión: la mujer que tienen en su poder dice ser Isabel Pavón, una mucama de la quinta de Olivos muy parecida a la “señora”.  La frustración de este ambicioso acto revolucionario y la necesidad de resolver el problema desata una serie de desopilantes acciones y reflexiones en el marco de un discurso militante que muestra más su capacidad de construir ficciones que de cambiar la realidad. Es en esa exhibición de la ficción detrás de la historia en donde más se luce el trabajo del autor y director, Daniel Dalmaroni, y de los actores.  


La trama de El secuestro de Isabelita es un entretejido de fantasías. La fantasía de una mucama y su novio, jefe de maestranza de la quinta de Olivos, quienes se ponían la ropa del General y su mujer para hacer el amor en el despacho presidencial; la de los operativos, en los que los militantes “actúan” ataques de epilepsia y estrategias de seducción; la de los nombres de guerra de los militantes, identidades ficcionales que se arman y se desarman en el pasaje de una agrupación a otra; la de las asambleas y los juicios revolucionarios que son verdaderas puestas en escena. En el verosímil de la militancia todo esto es posible, y más. 

El absurdo en el que vive este grupo de jóvenes se cierra con una de dobles. Un jardinero cuenta la historia del brujo y el doble de Perón y abre otras posibilidades para el desarrollo de la izquierda peronista: otra ficción, en la que un hijo ilegitimo del General encabeza el movimiento revolucionario que impide el golpe de estado y devuelve el poder al pueblo. En un final, que abrupta y conmovedoramente cambia el clima, vemos como queda trunca esta nueva utopía.

Lejos de ser una burla, la parodia de la militancia que Dalmaroni compone ahonda en uno de los sus aspectos más interesantes: la capacidad de imaginar y creer lo imaginado, la incesante creación de mundos posibles y deseables. 

Dramaturgia y Dirección: Daniel Dalmaroni. Elenco: Mariano Bicain, Gabriel Kipen, Ivana Averta, Gastón Courtade, Daniela Nirenberg, Juan Mendoza Zélis, Daniela Zayas y Sonia Martínez. Escenografía e Iluminación: Marcelo Salvioli. Vestuario: Cecilia Carini. Asistente De Vestuario: Alma Salvioli. Asistente De Escenografía: Iván Salvioli. Diseño Sonoro: Malena Graciosi. Fotografía: Gustavo Rodrigues Goncalves. Asistente De Dirección: Ariel Nesterczuk. Producción Ejecutiva: Leticia Hernando. Sábados, 22.30 hs. Teatro del Pueblo, Av. Roque Sáenz Peña 943. Entrada $60, Jubilados y estudiantes $35.

9 de noviembre de 2011

TEATRO | "Ala de criados" de Mauricio Kartun | Feos, sucios y malos pero ricos

Por Ximena Zabala | @perradeagua

“El amor es un atentado ácrata” podría ser Lola Arias pero no, es la virgen fea de Ala de criados monologando en el subsuelo del Teatro del Pueblo en la aclamada y taquillera obra de Mauricio Kartun (tres temporadas, más de trescientas funciones, treinta y cuatro mil espectadores y un ACE de Oro). Y podría decirse que la obra transcurre durante la semana trágica, en enero de 1919, pero sí, pero no. Todo en la obra es desplazamiento. En el ala patricia se desarrolla siempre la acción, en una playa de Mar del Plata donde la virgen fea y sus dos primos idiotas se pasan las horas jugando al tiro deportivo a la paloma, a los pies de una roca enorme color hipopótamo. Habrá adivinado usted que tampoco matan muchas palomas. 




El texto es tan bueno y tan complejo, sea por reconstrucción del lenguaje de época, sea por invención de Kartun, poco importa, que le deja a usted doliendo el cuerpo a la salida. Como si con los ojos y los oídos debiera seguir a los actores para acompañar esa cadencia interminable de cada párrafo sucediéndose uno a otro sin pausa. Es una obra esmerada. Mayúsculamente perfecta pero le dejará una contractura de éxtasis teatral tremenda. No es para cualquiera. O va usted muy despierto o se me despabila bien en los primeros cinco minutos para que la locomotora no le pase por encima. Disfrutar de Ala de criados es un verdadero privilegio, sobre todo ahora que le quedan pocas funciones, en noviembre termina la tercera temporada. Cosa de pocos, aunque esos pocos ya sean más de treintamil. Cosa de clase media crítica e hiperescolarizada, esa comprará cada chiste con carcajadas. Nótese que estamos frente a una brillante comedia aburrida. 

Sugiero que intente olvidar que se ambienta en 1919, la distancia cronológica quizá funcione para tranquilizar los ánimos de los medios cipayos, siempre aplauden algo que les parece lejano. Pedro, el palomero, el comerciante, es el articulador de la trama. Pedro bien podría ahora ser taxista, escúchelo, déjelo crecer… busque el guiño más allá del guiño, no sea gilún, le pido. Luego váyase a casa rumiando su culpa de clase, cosa suya viejo, manéjela.



Autoría: Mauricio Kartun. Actúan: Alberto Ajaka, Esteban Bigliardi, Rodrigo González Garillo, Laura López Moyano. Vestuario: Gabriela A. Fernández. Escenografía: Graciela Galán. Iluminación: Alejandro Le Roux. Diseño sonoro: Guillermo Juhasz. Fotografía: Malena Figo, María Luz García. Asistencia de escenografía: Valeria Cook. Asistencia de vestuario: Julia Kovadloff. Asistencia técnica: Alan Darling. Asistencia de dirección: Gabriela A. Fernández. Diseño de movimientos: Luciana Acuña. Dirección: Mauricio Kartun. Duración: 110 minutos.  TEATRO DEL PUEBLO, Av Roque Sáenz Peña 943 Capital Federal - Buenos Aires - Argentina Reservas: 4326-3606.  Entrada: $ 60 y $ 30. Viernes 21 hs. Sábado y Domingo - 20:00 hs - Hasta el 27/11/2011