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26 de diciembre de 2012

RANKING ANUAL | Las 15 reseñas más leídas de 2012


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24 de marzo de 2012

TEATRO | "La Virgencita del mal paso" de Rodrigo Cuesta | Parte de la religión

Por Fernanda Vivanco

En Córdoba, en la sala de El Cuenco Teatro ocurrió un pequeño milagro (o algo así). La Virgencita del Mal paso, tercera obra seleccionada del Programa Teatres de la Municipalidad de Córdoba, cuenta una historia que reescribe el mito que en el catolicismo se define como aparición mariana o de la Virgen María, contando en tono de humor la aparición de una Virgen que anuncia acontecimientos desgraciados y fatales venideros a una jovencita llamada Fátima, que vive en un pueblo perdido en el mapa llamado Mal Paso. 

No es la primera vez que Rodrigo Cuesta se mete con la religión, uno de los temas considerados tabúes para nuestra sociedad. Ya asumió el riesgo en ocasión de dirigir al elenco de la Universidad Nacional de Córdoba con Kidushín, el tercer socio, una historia de enredos protagonizada por dos amigos judíos que fundan una mini empresa llamada el Imperio “Rodados Shalom”, y que a posteriori deciden casar a sus hijos, desatando una trama llena de guiños cómicos para con la comunidad, las costumbres y la historia judía.

El director ha logrado una vez más dejar su impronta en esta ocasión, al igual que en las últimas producciones que ha dirigido. Se puede reconocer en sus guiones una estructura dramatúrgica aceitada y enriquecida por la dramaturgia de los actores, y un código humorístico que aloja un dialecto propio de signos lingüísticos- gestuales al que responden con organicidad tanto los actores del elenco del Cuenco como los invitados, en este caso la histriónica Cokó Albarracín quien encarna a Fátima.

La joven Fátima tiene premoniciones de muerte a su alrededor. Inmediatamente después de cada premonición, la Virgen emerge ante sus ojos en un estallido de música y luz celestial que parodia la escena de Cenicienta y la aparición de su hada madrina de Disney. En su última visión, la joven presiente su propia muerte y la Virgen todavía no ha aparecido. Mientras tanto, en un taller de costura, Caridad (desopilante actuación de Ana Ruiz) y su equipo de costureros -compuesto por personajes almodovarianos: un jóven que está embarazado y el tonto del pueblo- más la supuesta abuela de Fátima, todos oriundos de Mal Paso, cosen vestiditos y peluquitas a una virgen que todavía no conocen, mientras envidian en secreto las visiones de Fátima. Ella llega a ese taller esperando encontrar respuestas. O tal vez reconstruir su última visión, la de su propia muerte. 

Como una postal barroca y bellamente kistch a la vez, se abre esta tragicomedia mística con una puesta que linda entre santuario-santería y taller de costura, donde cada recoveco aloja un adorno: vírgenes, velas, estampitas, rosarios de todos los colores colgados como cortinita junto a lucecitas navideñas, máquinas de coser, telas y tijeras, frasquitos con botones y también armas de fuego.

Los espectadores se convierten en testigos mudos de los procedimientos amorales y perversos a los que recurren las costureras para salir bien paradas económicamente ante el gran acontecimiento que se rumorea se avecina en el pueblo.

"La Virgencita del Mal paso". Dramaturgia y Dirección: Rodrigo Cuesta. Con Cokó Albarracín, Eva Bianco, Facundo Domínguez, Naty Díaz, Lucía Pihen, Ana Eloísa Ruiz, Ignacio Tamagno y Aimé Zárate.

26 de noviembre de 2011

TEATRO | "Kassandra" dirigida por Cipriano Argüello Pitt | La lucidez en la ambigüedad

Por Fernanda Vivanco

El monólogo escrito por el dramaturgo Sergio Blanco de gran exigencia actoral está basado en la mítica historia de Casandra, la princesa troyana hija de los reyes Príamo y Hécuba, con el don de la adivinación y condenada al descreimiento, despreciada por ello y tomada por loca.

Sueña las pesadillas que harán realidad los hombres que no pueden ni quieren ver la fatalidad que entrañan sus actos, lo cual invariablemente sólo puede terminar en tragedia.

El texto camina sensualmente sobre el borde del abismo que separa la antigua Grecia de cualquier urbe actual, desgastada y corrompida, demostrando que ese material esencial del que estamos hechos los hombres y las mujeres no muda de piel aunque cambie el plano espacio-temporal que lo circunscriba.

A priori no podemos distinguir de qué origen geográfico, racial, época o de qué género es el protagonista. Su marca identitaria puede contener todos los géneros, todas las razas, todos las lenguas, todas las nacionalidades. Una princesa, un taxi boy, un extranjero, un marginal, un ser incestuoso, un paria, un libertino, un ser sufriente, un ser amoroso. Esta pieza refresca, retuerce y frickea la mítica Casandra de las tragedias griegas.

Kassandra nos habla en un inglés básico que no es su lengua materna, chapurreado, estructurado en una sintaxis más familiarizada con el español que con la lengua sajona. Se expresa desinhibida y explícitamente por momentos logrando degradar, vulgarizar, corporizar, materializar y acercar lo elevado y abstracto que puede haber en este antiguo mito.

Quien no tiene conocimiento alguno de esta lengua, podrá quedar igualmente prendado de otras textualidades, como el juego preciso de tensiones digitado por su director, Argüello Pitt. El clima de ritual antiguo e íntimo que genera Martín Suárez al dar la bienvenida, servir la mesa, atender amablemente a sus invitados, amenizar el encuentro. Y la presencia fluida, amalgamada y constante de Pablo Cécere en contrabajo y voz, quien teje la red sonora que envuelve a espectadores-actores, en ese cualquier lugar, activando las cuerdas internas de los convidados.

Curiosamente nos habla una Kassandra con K, pero al margen de la connotación que podría caberle en nuestro país, el alcance político de esta producción va mucho más allá, derrumbando fronteras, poniendo bajo la lupa las flaquezas de ciertos paradigmas culturales que se aceptan como verdades taxativas y cuestionando la legitimidad del binomio moral.

La pista que puede acercarnos al macrosentido de esta performance está a la vista en el programa de mano, donde se cita al dramaturgo y activista político británico Harold Pinter quien sentencia: “Todo puede ser falso y verdadero al mismo tiempo”.




"Kassandra" de Sergio Blanco. Dirección: Cipriano Argüello Pitt. Actuación: Martín Suarez. Música en escena: Pablo Cécere. Asistente de Dirección: Viviana Grandinetti. Traducción al Griego de Las Troyanas: Marcos Cáceres. Diseño y realización del mapa: Guadalupe Suárez Jofré. Diseño gráfico: Lucas Chami. Producción: Gisele Chaui. Prensa: Victoria Conci. Es una Producción de Documenta Escénicas. Última función: 26/11/2011. Documenta Escénicas, Lima 364, Córdoba, Argentina. Reservas: 0351 - 4290280.