16 de agosto de 2013

TEATRO | "Todo lo demás no importa" de Andy Chacón Álvarez | Una delicia sonora


Por Cecilia Perna


En una charla informal, Andrea Chacón Álvarez me comentaba: “los textos de Sara Gallardo son muy difíciles de decir”. Y es la belleza en el decir -el trabajo precioso de las actrices para lograr esa belleza-  lo que con más intensidad se prendió en mí de la obra Todo lo demás no importa, que Andrea dirige y que puede verse los domingos en Oeste Estudio Teatral, basada en textos de la escritora.


Sara Gallardo, una narradora argentina extraordinaria, bastante olvidada por la crítica y el mercado editorial, tiene, en este pequeño escenario escondido de Primera Junta, la oportunidad mágica de revivir. Y de revivir en palabras dichas en voz alta, palabras que, para ser narradas, pasan por el cuerpo: que en su fusión devienen un texto nuevo y se reinventan poéticamente. Se hacen ritmo, en un ajuste perfecto de luces, de canto y de la belleza íntima que emana de todo cuerpo. El cuerpo es ahí caja de resonancia vocal: cajita de música que reproduce el lenguaje escrito como una partitura y le da a los cuentos la oportunidad de activar otra vez aquella naturaleza antigua de la narrativa, que la larga y añeja práctica de escritura ha puesto a dormir en su centro: la oralidad. Casi como una regresión a lo más básico e infantil, a lo más arcaico y remoto, a lo más físico y material: la voz que narra, que nos narra, que nos regala palabras hiladas por la  sorpresa maravillosa de estar vivos. La sorpresa de respirar y hablar, que es la misma cosa. Voz musical que, finalmente, es compañía porque el que sabe contar, nunca está solo.
  
“Todo lo demás no importa” sobre textos de Sara Gallardo. Dramaturgia y dirección: Andrea Chacón Álvarez. Actúan: Noelia Antelo, Magalí Fugini. Vestuario: Gabriela Delmastro. Escenografía: Pasto Rebelde, Maria Laura Monedero. Diseño de luces: Verónica Alcoba, Fernando Chacoma. Fotografía: Andrea Chacón Alvarez, María Cristina Pereyra. Producción: Pasto Rebelde, Fabián Paterno. Domingos, 19 hs. Oeste Estudio Teatral, Del Barco Centenera 143 “A”. Entrada: $60, $40.

14 de agosto de 2013

TEATRO | "Saturnalia" de Gael Policano Rossi | Magia entre el futuro y el devenir


Por Natalia Maya
Fotos: Rafael Wollman

Futuro y devenir son una disyunción, decía Derrida. El futuro: lo pensable, previsible, lo moldeable, programable; el porvenir: lo incierto, indomable, imprevisible, lo que me permite devenir otro desconocido para mí. En este espacio entre futuro y devenir se juegan las artes mágicas de Saturnalia. El rito: una ceremonia al dinero; el deseo: moldear el futuro y hacer de él un seguro presente.

Nos reciben resabios de una mansión en decadencia, un lujo amarillento y gastado ocupado por un dandi que aguarda la llegada del núcleo familiar mágico: hermanos y madre  "Imperato", convocados, luego de un distanciamiento, a la orden de una visión. La música de un piano en vivo crea el clima de los oídos.

Esta familia de magos, capaces de leer el futuro y por eso mismo, de manipular el presente, trabajan en un subsuelo donde la palabra es capaz de tejer el destino de los que arriba reproducen el dinero: el objetivo que los reúne es la elaboración de un calendario bursátil que Magdalena, la madre, ha visualizado en un sueño. Hablo por mi don, enuncia y comienza la red que devela el más acá del espacio astral. La acción de la historia se desarrolla en este ritual de predicción mensual, allí el dinero pone en evidencia su enfermedad. Los hermanos se encuentran atravesados por el deseo de tener y el temor de perder; Cardigán regresa del Perú luego de haber robado tesoro familiar, Ringo sediento de acrecentar su capital lo administra en escena con voracidad y Mississippi, la hermana mujer, la más endeudada, necesita cobrar con otra retribución: el reconocimiento materno.

La obra nos habla de la magia, del futuro, del porvenir, del dinero y su verdad efímera e ilusoria. Una verdad que se vuelve inútil justamente cuando se presenta en su condición. Aquellos que devienen portadores de verdad, a través de elixir o auténtico don, pierden función en la farsa que necesita teatralizar la codicia y volver el futuro un remanso de seguridad, un campo de especulación y así, reafirmarlo en su condición de absurdo.  Los clientes que asisten a esta casa vienen a comprar futuro y en ese mecanismo venden presente.

Magia: elemento de una economía de intercambio, vínculos que circulan como moneda, dinero que adquiere su valor como ilusión. La bestia hambrienta, la máquina que mueve el mundo, el valor de todas las cosas y su enfermedad, la medida del tiempo, la locura de muchos, el despertar de nadie; con ustedes el dinero: motor y magia de la genial Saturnalia

En el marco de la escena, se destacan en la obra el trabajo de iluminación y música que logran una atmósfera delicada y tenebrosa para acompañar cada clímax. Gael Policano Rossi escribe una historia lúcida, divertida y dramática, una sociedad del capital sostenida por actuaciones que conmueven, como la interpretación que realiza Julián López, "Imperato" del azar.

El dinero, el primer drama del mundo, símbolo de todo, propiedad de nadie, Dios y demonio de nuestro tiempo, gasto y deuda, hacedor de futuro: creador de nada. Saturnalia es la velada perfecta para jugárselo todo sin resto.

“Saturnalia” de Gael Policano Rossi. Con Paula Baró, Julián López, Bárbara Massó, Andrés Passeri, Cristian Scotton, Martín Wollmann. Música: Gonzalo Pastrana. Vestuario: Federico Castellón Arrieta. Escenografía: Grupo Capicúa. Iluminación: Maruja Bustamante. Realización de dispositivos lumínicos: Mariano Arrigoni. Fotografía: Rodrigo Tubio. Asistencia de dirección: Luciana Cantisani. Productor asociado: María Solari. Viernes, 20.30 horas. La Casona Iluminada, Av. Corrientes 1979. Entrada: $50. Hasta el 31 de agosto.

8 de agosto de 2013

LIBROS | "Los pies en el camino" de Starosta y Oliver | La historia de El Muererío

Por Guillermina Gandola

Los pies en el camino es un devenir- libro, donde la historia se reinventa una y otra vez. Incluye a un conjunto de pies camino del teatro. Es un objeto - libro que condensa los 15 años de experiencia de la compañía El Muererío Teatro fundada en el año 1996 por Diego Starosta a partir de la necesidad de “construir una historia propia del universo de las artes escénicas luego de haber trabajado como alumno y como actor con personas que fueron relevantes en la primera etapa de mi formación y labor profesional” . 

No es un texto de lecciones teatrales sino un compilado de memorias y experiencias de carácter testimonial y procesual de la creación de una compañía y de las obras que crearon estableciendo una conexión entre el pasado, el presente y el futuro en materia teatral. Se dirige a teatristas en formación, investigadores de teatro, críticos, apasionados o curiosos de este universo inabarcable y emocionante que es el teatro. 

Luego de los agradecimientos, las palabras del crítico e investigador teatral Carlos Fos sobre la importancia de celebrar la memoria y las reflexiones de la dramaturga e investigadora Araceli Arreche y de Diego Starosta sobre este proyecto editorial comienza el relato de la historia de la compañía y de sus producciones, entre las que se encuentran: Do. El viento que agita la cebada (1996), Informe para una academia (1998), Los valientes de los tres ríos (1999); El giratorio de Juan Moreira (2001); La mujer de antes (2005); Un cuartito (un ambiente nacional) (2006); Prometeo. Hasta el cuello (2008); Manipulaciones II: Tu cuna fue un conventillo (2011) y Manipulaciones III: El banquete (2012), entre otras.

Lo interesante del libro es que captura vivencias y las plasma en imagen y texto dinámicos donde el lector puede elegir por dónde comenzar la lectura. Encontrará además de información sobre cada obra (ficha técnica, sinopsis, puesta en escena, dramaturgia sonora, imágenes, etc.), interesantes reflexiones sobre la técnica en el trabajo del actor, el teatro antropológico y el entrenamiento teatral.  

En una era donde lo digital avanza, este libro gana una batalla gracias a su propia naturaleza: olor, tamaño, forma, textura, armonía visual y un lenguaje dinámico y pedagógico hacen de su lectura un placer para los entendidos en teatro y los que aún no lo son. Puede ser el comienzo de una nueva pasión. 

“Los pies en el camino. 15 años de El Muererío Teatro” de Diego Starosta y Mauro Oliver. El Muererío teatro ediciones.

5 de agosto de 2013

TEATRO | "Todo disfraz repugna a quien lo lleva" dirigida por Alfredo Martín | Siete mujeres desnudas

Por Florencia Fangi Boggia

Se apagan las luces y nos transportamos al sótano de una Buenos Aires antigua.  A cargo de Alfredo Martín y el grupo Hipocampo, comienza a tejerse allí Todo disfraz repugna a quien lo lleva

Basadas en cuentos de Silvina Ocampo, siete historias se amalgaman sin perder profundidad. Siete mujeres de distintas edades, orígenes, estratos sociales e intereses convergen en una trama que las engloba. Esa noche, cuando la casa está a punto de demolerse, es la indicada para ellas: es el momento perfecto para hablar porque todas tienen algo que contar y mucho por ocultar. Una joven casada con un hombre por quien siente asco. Una hermosa mujer que sufre por un marido infiel. Una inocente niña que guarda el secreto de un asesinato. Una madama que convive con ratones. Una adolescente a punto de casarse. Una peluquera que colecciona los cabellos de sus clientas. Una solterona que vive del chisme y las apariencias.

La puesta no subestima capacidades ni escatima en risas. Tanto el texto como las actuaciones demandan atención constante. Las actrices jamás dejan que el espectador abandone la obra. Ellas no miran “al público”, miran al receptor de su historia, al único que esa noche puede escucharlas. Relatan sus memorias, y a su vez no las relatan, pero piden con desesperación ser escuchadas sin ser juzgadas. De a poco, se van quitando las máscaras sociales, aquellas que sus maridos, sus madres o simplemente, los mandatos de la época, les obligaron a ponerse.

“Todo disfraz repugna a quien lo lleva”, sobre textos de Silvina Ocampo. Idea de Grupo Hipocampo y Mercedes Fraile. Dirección: Alfredo Martín. Actúan: Yanina Florenzano, Lucía Gómez Uriz, Mariana Grigioni, Paula Hartwig, María Florencia Horak, Victoria Rodríguez Montes, Dolores Pérez Demaria. Vestuario, escenografía y fotografía: María Camila Fernández Polo. Asistencia de dirección: María Julieta Prieto.  Domingo, 20 horas. Del Borde Espacio Teatral, Chile 630. Entrada:  $70, $50. Hasta el 29 de septiembre. 

1 de agosto de 2013

CINE | "Upstream color" de Shane Carruth | Frente a un nuevo "sensorium"


1. "No es el hecho lo que importa, el dato empírico, sino la impresión o el efecto que ejerce ese hecho sobre la mente". 
2. "La mayor parte de los lujos, o las llamadas comodidades de la vida, no son solamente innecesarios, sino también impedimentos para la elevación de la humanidad".
3. "Somos conscientes de que hay un animal en nosotros cuyo despertar está en razón directa con el letargo de lo superior de nuestra naturaleza".

                                                                                               Walden, Henry David Thoreau.

Por Ignacio Braña Gabiassi

Representar la comunicación entre seres a más de 15.000 vibraciones por segundo. Eso. Como en el maravilloso cuento de Roald Dahl, “La máquina del sonido”, en el cual un invento permite oírlo todo, así “el grito” de una flor al ser cortada o “el lamento” de un árbol al recibir un hachazo, y cómo esta nueva percepción altera la relación del científico protagonista con todo lo que lo rodea. El director Carruth nos regala esta película-artefacto, capaz de brindarnos la posibilidad de descubrir un "nuevo sensorium", al decir de Benjamin, en relación al modo de ver y de hacer cine, pero, sobre todo, a las formas de desplegar, de manera ingeniosa e inquietante, una historia.

La película sacude la idea polvorienta de representar el amor, o las relaciones de pareja, alejándose a la velocidad de la luz de propuestas como Antes de la medianoche, por citar un film contemporáneo, que padece de locuacidad extrema (“locuela", diría Barthes), con personajes “locos de lenguaje”, que no pueden anclar su discurso y solo generan loops infinitos, para generar uno, complejo pero ágil, sobre “la unión total”.  

En los primeros 30 minutos una idea arrasadora del amor como fachada capitalista (o sea, dentro de la “economía libidinal”, como mercancía de intercambio), vía el robo (1), que es una de las formas de la economía, e implica, a su manera, objetos heterogéneos y un tiempo desfasado: a modo del mito antiguo, hay un sujeto “raptado”, capturado y, a la vez, encantado. Así, el episodio hipnótico vacía a la protagonista, le produce “la herida necesaria” y la deja desfasada en medio de una autopista (otro “bucle” del capitalismo) en el comienzo de un nuevo comienzo (2). Gusanos y cerdos (3). Eso. Y es aquí, donde el film toma distancia, inventa atajos impresionantes, evita el loop y se eleva, utilizando como energía la ciencia ficción. Sí, la chica conoce a un chico pero solo hablan a través de la boca de una herida. No hay adjetivación entre los protagonistas. Al no clasificarse, al escaparse de las habladurías del mundo, del lenguaje, se acercan a la inmortalidad: se confunden los recuerdos, no hay sostén histórico, se funden. No buscan la mitad faltante sino el órgano faltante. Y a esa búsqueda cíclica y dolorosa, solo puede ponerle fin el nirvana. Pero el guion elude el Zen, también el “suicidio amoroso” y pone la solución en el parricidio: matar a ese dios-padre que todo lo oye, todo lo ve, todo lo sabe.

La película tensa los pliegues, escarba en las heridas y muestra la “resonancia simultánea” de la pareja protagonista: “aquello que resuena en mí es lo que aprendo con mi cuerpo. Mi cuerpo interior se pone a vibrar, se amplifican las vibraciones y todo es devastado”. Así, el lento aprendizaje, que deja una de las escenas más hermosas e impactantes, hacia el crimen liberador. Eso. Una película liberadora, hipnótica, precisa en los detalles y el manejo del tiempo, capaz de sostener un imaginario novedoso y a la vez hacer resonar preguntas ontológicas esenciales. Gusanos, cerdos y seres humanos.

“No hay diálogo, no hay comunión entre seres intactos, solo hay comunicación entre seres desgarrados”. Eduardo Del Estal.

“Upstream color”, escrita, dirigida y con Shane Carruth, Estados Unidos, 2013.