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14 de mayo de 2015

TEATRO | "Pessoa, escrito en su nombre" de Alfredo Martín | La larga noche del adiós





Es tal vez el último día de mi vida.
He saludado al sol levantando la mano derecha,
mas no lo he saludado diciendo adiós.
Hice la seña de que me gustaba verlo antes: nada más.

Fernando Pessoa







Por Alejandro Dramis
Foto: Sol Atta

La escena está desnuda y sólo las luces la visten de un ropaje tenue y sombrío. Poco después Fernando ingresa solo, aunque siempre acompañado de sus variados y múltiples sí mismos. Pessoa ya en su despojada habitación y de pronto Isabel, precisa e inteligente, enfermera cómplice de sus cuidados, de sus descuidos y de su admiración por la persona y el personaje, por sus heterónimos y la(s) obra(s) concebidas como esa vida que se transita encarnada e inseparable de la escritura. Pessoa solo y acompañado, siempre en dos o más escenas de existencia múltiple, mientras respira el aire de las últimas horas de su vida y visita los últimos espacios de su recorrido terrenal. Y entre las visitas y los terrenos comienza a unirse inseparablemente ese nombre con su apellido, en un puñado de personalidades y alter egos que conforman esa humanidad tan compleja e indescriptible, tan única como la esquizofrenia literaria que fue, es y será Fernando Pessoa.

Como al final de un laberinto — y la escenografía y su disposición espacial sin duda colaboran con esta lectura— el poeta espera y recibe, uno a uno, la llegada de sus otredades, de sus ser-él-mismo en los otros que nunca fueron reales y que, a su vez, lo fueron en el escritor enorme que supo ser. Así ingresan a escena Álvaro de Campos, ingeniero y eterno extranjero en toda tierra visitada; Alberto Caeiro, poeta-filósofo y maestro de todos ellos, y el clasicista, bucólico y enigmático Ricardo Reis, sumándose al desfile masculino el platónico amor de la devota belleza de Ofelia Queiróz, revisitando una y por última vez al escritor y a su conciencia, para dialogar con él sobre el pesar de la existencia y sus excesos, sobre la literatura y la fundamental ridiculez de su importancia, la relevancia del amor profundo y sus secretos silencios, y naturalmente, sobre la inminente muerte que pisa y alcanza los talones del protagonista de esta historia. Esta última noche —o esta última cena pero sin banquete colectivo ni menús extravagantes— es una invitación a descubrir los infinitos pasillos del laberinto que supo construir en su mente Fernando Pessoa; la intimidad imposible de su conciencia, la exterioridad retorcida y desbordada de sus letras ancladas en el exquisito abismo de sus papeles.

Este mundo/conciencia/escena no es sino la proyección de la ilimitada imaginación de un poeta infinito y melancólico, con pocas ganas de morir pero con muchas de eternizarse en un final laberíntico que solo se desvanece a la hora de apagar la luz, recostarse y cerrar los ojos para no volver a abrirlos, dejando en vida lo que en vida siempre fue su interés prioritario: un puñado de libros que trascienden la materialidad de sí mismo o la de cualquiera de sus autores, sus voces múltiples, su inocencia partida, su belleza absurda de tan bella, derramada sobre los lectores, sus devotos, alter egos también de sus extrañados mundos. Esta obra escrita y dirigida por Alfredo Martín abre las puertas de su escenario junto a las del interior de un Pessoa clásico, proponiendo un tránsito por esos pasadizos que invitan a conocer, recordar, comprender y actualizar su obra poética, la del personaje y los personajes, aumentando de inmediato el entusiasmo y la curiosidad de los espectadores ávidos de más lecturas pessonianas, y ávidos también de robarle su nombre y sus escritos para hacerlos propios uno a uno, reapropiárselos como un heterónomo más de la lista; espectadores afanosos de continuar junto a los libros del poeta portugués esa experiencia tan íntima vivida puertas adentro, del teatro y de la conciencia inabarcable de un personaje de múltiples nombres y extrañas, simbólicas y masónicas letras, palabras y existencias.

“Pessoa, escrito en su nombre” de Alfredo Martín. Con Daniel Begino, Marcelo Bucossi, Leonel Dolara, Dolores Perez Demaria, Mariano Scovenna, Lorena Szekely. Vestuario: Jessica Menéndez. Escenografía e Iluminación: Gonzalo Córdova. Asistencia de dirección: Cinthia Demarco. Producción: Graciela Gallo. Funciones: Viernes 22.30 hs. Andamio 90, Paraná 660. Entrada: $ 100, $ 60.  Hasta el 26/06/2015. 

5 de agosto de 2013

TEATRO | "Todo disfraz repugna a quien lo lleva" dirigida por Alfredo Martín | Siete mujeres desnudas

Por Florencia Fangi Boggia

Se apagan las luces y nos transportamos al sótano de una Buenos Aires antigua.  A cargo de Alfredo Martín y el grupo Hipocampo, comienza a tejerse allí Todo disfraz repugna a quien lo lleva

Basadas en cuentos de Silvina Ocampo, siete historias se amalgaman sin perder profundidad. Siete mujeres de distintas edades, orígenes, estratos sociales e intereses convergen en una trama que las engloba. Esa noche, cuando la casa está a punto de demolerse, es la indicada para ellas: es el momento perfecto para hablar porque todas tienen algo que contar y mucho por ocultar. Una joven casada con un hombre por quien siente asco. Una hermosa mujer que sufre por un marido infiel. Una inocente niña que guarda el secreto de un asesinato. Una madama que convive con ratones. Una adolescente a punto de casarse. Una peluquera que colecciona los cabellos de sus clientas. Una solterona que vive del chisme y las apariencias.

La puesta no subestima capacidades ni escatima en risas. Tanto el texto como las actuaciones demandan atención constante. Las actrices jamás dejan que el espectador abandone la obra. Ellas no miran “al público”, miran al receptor de su historia, al único que esa noche puede escucharlas. Relatan sus memorias, y a su vez no las relatan, pero piden con desesperación ser escuchadas sin ser juzgadas. De a poco, se van quitando las máscaras sociales, aquellas que sus maridos, sus madres o simplemente, los mandatos de la época, les obligaron a ponerse.

“Todo disfraz repugna a quien lo lleva”, sobre textos de Silvina Ocampo. Idea de Grupo Hipocampo y Mercedes Fraile. Dirección: Alfredo Martín. Actúan: Yanina Florenzano, Lucía Gómez Uriz, Mariana Grigioni, Paula Hartwig, María Florencia Horak, Victoria Rodríguez Montes, Dolores Pérez Demaria. Vestuario, escenografía y fotografía: María Camila Fernández Polo. Asistencia de dirección: María Julieta Prieto.  Domingo, 20 horas. Del Borde Espacio Teatral, Chile 630. Entrada:  $70, $50. Hasta el 29 de septiembre. 

7 de julio de 2013

TEATRO | "Dirán que fue la noche" de Alfredo Martín | Insomnio de mujer


Por Lía Noguera

Tarde de domingo en San Telmo. Las calles colmadas de músicos callejeros, bailarines, tiendas de diseño, antigüedades, turistas y locales que recorren cada rincón y superpueblan el espacio con alegría y entusiasmo. Pero en un pequeño pasaje de ese mismo barrio, el Giuffra, la calma se condensa e ingresamos al teatro la  Scala  de San Telmo, una antigua casona en la cual el bullicio del entorno se hace ausente. Allí, una mujer en vela, interpretada por Malala González, nos espera y nos brinda, al modo de Las mil y una noches, un universo de poesías y canciones, que acompañadas por su pianista, Gustavo Twardy, retardan la llegada del día. Pero también, demoran el encuentro con lo que uno desea ser porque aún no se anima. Así, la última puesta de Alfredo Martín, Dirán que fue la noche,  propone un juego en el cual el universo femenino acude y se constituye no sólo a partir de una voz y un cuerpo (el de la cantante y actriz), sino sobre todo, por la presentación y representación de un cuerpo textual que liga la literatura femenina rioplatense del siglo XX: Ibarbourou, Gastaldi, Bordelois, Di Georgio, Storni, Thenon, Pizarnik, Ocampo, entre otras. 

Así, este juego de voces escritas y la voz que las enuncia se propone como un derrotero en el cual se muestran angustias, pasiones, amores no correspondidos y correspondidos, que se relatan en el tiempo que dura una noche de insomnio, cuando la operadora telefónica indique las 03:47 de la madrugada y luego, y a modo de cierre del relato, marque las 7.47 de la mañana.  

Durante esas horas, nos enfrentamos a un despliegue de belleza que se consolida por la ligazón entre actuación, canto y música. Los tonos de la actriz/ cantante, su gestualidad, el vestuario apropiado y el trabajo lumínico permiten generar un espacio en el cual la soledad se conjuga con la posibilidad de su superación, con la creencia de que mañana, esto, puede ser mejor. Y por eso, sosteniendo esta idea escuchamos hacia el final las palabras de Silvina Ocampo, en boca de González: "Qué ángel te librará de la tristeza y te despertará un precioso día/ sin memoria de lo que te afligía/ y te dirá al oído: 'Escucha y cesa tus llantos (…)'. Y llega el día, queda atrás la noche. Esa noche que nos dijo tantas cosas, que nos envolvió en un mundo de ensueño y belleza para revelarnos la posibilidad de esperanza en lo pequeños y simples actos cotidianos…

Dirán que fue la noche de Alfredo Martín. Con Malala González (actriz/cantante) y Gustavo Twardy (piano). Música original: Gustavo Twardy. Escenografía: Alejandro Alonso. Iluminación: Alejandro Alonso y Alfredo Martín. Operador de luces: Silvana Fernández. Vestuario: Ana Revello. La Scala de San Telmo, Pasaje Giuffra 371. Domingos, 18 hs. Entrada: $60/$40.