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17 de abril de 2015

TEATRO | "Al Mundo" dirigida por Natalia Casielles | Los de la mesa familiar (y un soldado que vuelve de la guerra)


Por Gonzalo Marina


Esta reseña de Al mundo de Joël Pommerat podría comenzar haciendo referencia al conflicto que atraviesa a una familia, la música (grabada y en vivo), los videos, la oscuridad, la decisión de un personaje, una chica que sólo habla francés, el amplio rango de las actuaciones o una mesa. Es que la obra del dramaturgo francés dirigida por Natalia Casielles es todo lo anterior pero también, sus partes por separado.  

¿Hay alguna trama o moraleja en Al mundo? Sobre el final, el personaje del padre mira al público y dice que tal vez nada de la obra tenga sentido. Pero no le creemos. Hay un argumento, un mensaje. El padre anuncia que uno de los hijos está por volver de la guerra. Crece la expectativa hasta el punto en que dudamos si el regreso va a suceder. Finalmente llega el esperado uniformado para encarar una nueva misión: debe decidir si acepta o no, hacerse cargo de los negocios familiares, una decisión que afectará a miles de personas alrededor del mundo. Y todo en torno a una mesa.

Por sobre esta breve historia encontramos algo sumamente valioso, las actuaciones y la puesta escénica. Ambos elementos se imponen, buscan generar un fuerte impacto en el espectador. Vemos escenas conmovedoras, hasta divertidas, pero que luego se tornan sombrías o crueles. Al ritmo de la cumbia bailan, cantan acompañados por una guitarra, y golpean objetos entre gritos. 

Es notorio el trabajo de las (maliciosas) hermanas, Valeria Giorcelli, Gabriela Irueta y la ¿media hermana? Sol Tester. La gran alternancia en los tonos de la obra depende de ellas. Facundo Livio Mejías transmite una enorme potencia, ni hablar de Camila Peralta, quien parece ordenar todo el texto. Mientras que Juan Gabriel Miño (en reemplazo de Brian Sichel) y Alfredo Staffolani lucen ajenos a ese extraño carrusel porque su andar es melancólico al borde del más sutil humor.

Podríamos relacionar Al mundo con otra pieza francesa, Sallinger, de Bernard-Marie Koltès, por el gran despliegue escénico. Pero luego vemos en otras obras de Pommerat líneas argumentales muy tradicionales, como Le Petit Chaperon rouge (Caperucita Roja). Un contraste más que interesante.

Las propuestas escénicas de Pommerat se caracterizan por la frialdad y la solemnidad. Habiendo formado parte del Festival Internacional de Dramaturgia, la visión de Casielles conserva cierta distancia pero alivia el tono con una gran variedad de colores, videos y música. Es difícil contradecir a un personaje, pero estamos convencidos de que la obra tiene un sentido y uno bastante rico más allá de la palabra.

"Al mundo" de Joël Pommerat. Dirección: Natalia Carmen Casielles. Traducción: Jorge Dubatti, Marta Taborda. Con Valeria Giorcelli, Gabriela Irueta, Facundo Livio Mejías, Camila Peralta, Brian Sichel, Alfredo Staffolani, Sol Tester. Diseño de escenografía: Cecilia Zuvialde. Diseño de luces: Magalí Acha. Diseño sonoro: Franco Calluso. Visuales: Ailin Formia, Valentin Piñeyro. Asistencia de dirección: Silvina Bernabé, Milena Montaner. Producción ejecutiva: Silvina Bernabé. Coreografía: Ailin Formia. Viernes 22.45 hs. La Carpintería, Jean Jaurés 858. Entrada: $100, $80. Hasta el 29 de mayo.

28 de agosto de 2014

TEATRO | "Cinefilia" de Aníbal Gulluni | Míralos haber mirado



Por Eugenia Guevara
Fotos: Muchachina

En uno de sus libros sobre cine Jacques Aumont define a la "cinefilia" o más bien al "discurso cinefílico" como aquel que surge de una actitud basada en la efusión amorosa hacia el objeto, es decir, el cine. El teórico distingue entre la cinefilia fetichista, cuyo placer reside en "la acumulación repetitiva y obsesiva", y la analítica, que es la base de la crítica de films. Una cinefilia mayor existe en Cinefilia, obra escrita y dirigida por Aníbal Gulluni, que engulle a esas cinefilias, las exagera, las subvierte y las cuestiona. Y si bien habla de cine, también plantea algunas ideas en relación a cómo la mirada nos construye. Somos las imágenes que hemos visto, lo que no es consciente. No podemos separarnos del objeto amado, lo hemos incorporado.   

Los espectadores ingresan a la sala mientras los “Contempladores” miran una de sus películas imposibles proyectada sobre una enorme tela que hace de pantalla; una ucraniana en blanco y negro que se llama Dolor ajeno - según informan - en la que se puede ver a una niña corriendo por zonas rurales áridas seguida por un movimiento sin fin. Los jóvenes vestidos según un tipo cinefílico (más plausible de ser asociado a cinematografías europeas que a Hollywood) están entrenando su capacidad de ver películas con el objetivo de participar en Holanda del Campeonato Mundial de Contemplación Fílmica. Como centro de operaciones alquilaron un viejo galpón en el conurbano y allí transcurre esta historia en la que se entrelazan películas apócrifas de posible existencia con la alusión a marcas de editoras de video conocidas, mientras acontecen - como en toda película que tenga lo que debe tener- el amor y el éxito. O la lucha por conseguir el amor y el éxito.

Al comienzo cuesta entrar en clima. Los competidores nos ponen al día (quiénes son, qué buscan, qué quieren), y un músico en vivo, a la manera de las proyecciones del cine mudo, toca y moldea de manera expresiva y efectiva las situaciones y las acciones. Cuando la sombra del Culebra aparece desde el fondo y se escucha su voz, la cosa cambia. Se desata el conflicto. Él es el dueño del galpón, va a cobrar el alquiler, pero se encandila con una de las chicas: la morocha. Las dos solteras, lindas, obviamente la rubia y la morocha, se sienten intrigadas por él, por el juego de la seducción, por la posibilidad del romance. Por eso, descuidan la concentración en un momento crítico, ya que están a punto de confirmar la acefalía de los "Contempladores". Su líder Joaquín terminó en un hospital psiquiátrico luego de intentar ver completa una película maldita. La que quizá intenten ver otra vez mientras insisten por correo electrónico para ser aceptados en el certamen de los exigentes holandeses. 

Como si la trama no fuera suficiente hasta ahí, vuelve Joaquín del psiquiátrico y aparece Fabius, un amigo de la banda de rock que el Culebra tuvo en los 90, que es primo de una del grupo, que se enamora - o ya viene enamorado de chatear por Facebook - de otra: la rubia. Y así de la misma manera que el detalle configura el estereotipo, las situaciones - dramáticas, cómicas, románticas, terroríficas - se tejen a partir de la multiplicidad de clichés que hemos visto en películas de distintos géneros. Lo interesante es que si bien al hablar de cine, hablamos de industria y hablamos de repetición y de fórmula, Cinefilia logra traducir eso, exponerlo en el entretejido narrativo e interpretativo (la interpretación dentro de la interpretación es una constante), al mismo tiempo que muestra algo "autóctono", más cerca del rock del Oeste, o del Sur, y de las costumbres o los consumos culturales, como mirar películas o escuchar bandas en vivo. O hablar de películas, ser cinéfilos.

La obra además de ser divertida propone muchas ideas para pensar, desde lo escénico, lo narrativo, o lo dramático, al cine. Por ejemplo, si tenemos en cuenta que el cine es luz, como la fotografía, lo que se crea a partir de la iluminación en esta obra es muy bueno. Lo mismo pasa con la música: una linterna encendida cuando nadie la espera cobijada por un acorde desarmónico puede lograr imágenes sonoras muy poderosas. Otra cuestión que se plantea es la de la memoria, en cómo cada personaje recuerda lo que ha visto y en qué ha visto: nunca podemos realmente estar seguros de qué recordamos de lo que hemos visto tal como lo hemos visto. Sin embargo todo está por ahí. Como estas, surgen otras reflexiones a partir de Cinefilia. Lo más increíble, y lo mejor, es que dentro de una temática en la que es tremendamente fácil caer en el lugar común, la puesta sale por demás airosa: está en otra parte y eso es genial. 

"Cinefilia" de Aníbal Gulluni. Con Rubén Sabadini,Pablo Chao, Amelia Repetto, Guillermo Zeballos, Francesca Giordano, Luis Alejandro Escaño Manzano, Luna Jankowski.  Música en vivo: Franco Calluso. Iluminación: Claudio Del Bianco. Escenografía: Pía Drugueri. Vestuario: Paola Delgado. Asistencia: Camila Cruz, Damián D´espósito, María Isabel Romanin. Asistencia Dramatúrgica: Franco Calluso. Viernes 22.30 hs. La Carpintería, Jean Jaurés 858. Entrada: $100, $70. 

4 de marzo de 2014

TEATRO | "Esquinas en el cielo" de Mariana Mazover | La libertad es real






"Del otro lado de la reja está la realidad, de / este lado de la reja también está / la realidad; la única irreal / es la reja; la libertad es real aunque no se sabe bien / si pertenece al mundo de los vivos, al / mundo de los muertos, al mundo de las / fantasías o al mundo de la vigilia, al de la explotación o de la producción." (Esquinas de Paco Urondo)


Por Eugenia Guevara
Foto: Luiza Lunardelli

En un espacio minúsculo que es la habitación de Lucrecia, la niña, ocurre la obra Esquinas en el cielo de Mariana Mazover. Una puerta que sólo será abierta por el padre, personaje que detenta el poder, con un hueco - otra puerta digamos- en la parte inferior, por el que un guante blanco "negocia" con Lucrecia a veces, seguida de unos escalones, inicia el descenso al dormitorio que está en el sótano, aunque ella no lo sepa.  Allí no hay muchas cosas, o sí: un baúl, que suma un nuevo espacio minúsculo que será el único al que podrá huir o en el que podrá esconderse Lucrecia cuando se enoje; una muñeca, una cama, un banco de escuela, libros. Y una ventanita pintada en la pared, que le miente un eterno día soleado. 

Como esta preciosa y precisa escenografía que crea un mundo claustrofóbico y angustiante, al igual que el vestuario que acentúa con puntillas, enaguas, encajes, volados, el efecto de encierro, el texto dramático desnuda a la par de una obra compleja y rica, un cuadro donde la delicadeza y el gusto por detalle están puestos al servicio de una reflexión sobre la realidad y la ficción. Sobre la construcción de la realidad como invención o como escapatoria de la realidad misma, al tiempo que aparece la cuestión de la infancia como un estado de sometimiento y al mismo tiempo como una posibilidad de revuelta frente a la verdad dominante de los adultos. En este caso, se trata de una mentira, la paterna, concretada primero a partir del lenguaje y apoyada en la creación de un otro mundo fantástico que, a pesar de lo estrecho y cerrado, por momentos logra la felicidad de la niña. 

Escrito a partir de un trabajo de investigación realizado por la directora y los actores a partir de diversos materiales literarios, entre los que se reconoce la presencia de los mundos infantiles relatados por Silvina Ocampo y resuenan las palabras de la poesía de Urondo publicada en la página de la obra, que encabezan esta reseña, el texto alcanza su máxima potencia y belleza con la interpretación de los excelentes actores.

Lo fantástico se funde con lo policial en esta pieza que además tiene bastante de comedia proveniente de distintos elementos: un poco de la personalidad de Lucrecia, lo que incluye a su amiga imaginaria; otro del efecto que logran los estilizados y largos cuerpos de los adultos, del padre digitador y de Adela, la institutriz que acaba de llegar a la casa para enseñarle francés a Lucrecia, dentro de ese espacio pequeño, por nombrar algunos.  

Así, en Esquinas en el cielo, aunque Lucrecia después de haberse encariñado con Adela se haya acercado un poco más a la "verdad" y a su real posición en el mundo y sepa que ya está condenada, reafirmará que finalmente la invención, su único camino posible, es también un camino directo a la libertad.

"Esquinas en el cielo" de Mariana Mazover. Con Daniel Begino, Alejandra Carpineti y Lala Mendía. Producción Ejecutiva: Natalia Slovediansky. Asistencia de dirección: Camila Peralta. Asistencia dramatúrgica: Ornella Dalla Tea. Diseño de Vestuario: Pía Drugeri. Diseño de escenografía e iluminación: Félix Padrón. Asistente de Escenografía: Mauro Petrillo. Diseño de Maquillaje: Ana Pepe. Música Original: Mariano Pirato. Domingos, 19 horas. La Carpintería, Jean Jaurés 858. Entrada: $60, $80. 

14 de marzo de 2013

TEATRO | "Un Vania" de Marcelo Savignone | Vorágine de sentimientos



"Además, la vida de por sí es aburrida, tonta, sucia... Eso también influye mucho. A tu alrededor no ves más que gentes absurdas, y cuando llevas viviendo con ellas dos o tres años, tú mismo, poco a poco y sin darte cuenta, te vas volviendo también absurdo... En un destino inevitable. (…) Tonto todavía no me he vuelto. ¡Dios es misericordioso! Mis sesos están en su sitio; pero tengo, en cierto modo, atrofiado el sentimiento. No deseo nada, no necesito de nadie y no quiero a nadie." 
(Tío Vania, Anton Chéjov)

Por Guillermina Gandola

El actor y director Marcelo Savignone revive el drama Tío Vania escrito a fines del siglo XIX por el escritor y dramaturgo ruso Anton Chéjov. Lo interesante de la adaptación de Savignone es que la antigua casa de campo de una familia aristócrata rusa bien puede ser reemplazada por cualquier casa (y cualquier familia) porque la miseria humana es indiferente a todo tipo de clasificación social, económica y cultural. Ya no estamos hablando de un infeliz hombre de campo ruso (el Tío Vania) sino de Un Vania

Alexander Vladimirovich Serebriakov, renombrado profesor retirado y enfermo se aleja de la ciudad para vivir, junto con su joven esposa, en la propiedad mantenida hasta ese entonces a fuerza de arduo trabajo por Sonia (hija de su primera y difunta esposa) y su tío. Esa decisión perturbará el orden del hogar modificando desde las rutinas más banales hasta el sentimiento más profundo de sus habitantes. 

Una puerta central desgastada por el uso separa varios mundos de la antigua casona en donde los integrantes de esta familia (y sus allegados) se rencuentran, se desencuentran, se aman y se odian al mismo tiempo y se imparten culpas por sus desdichadas vidas. Sus cuerpos se estremecen frente al dolor del recuerdo inmóvil de una “vida mejor” y los presentes que podrían haber tenido se retuercen frente al veneno de la envidia y el pánico del desamor.

En el living, un aterciopelado sillón de tres cuerpos arropa las penas en las noches de insomnio. La robusta mesa familiar sostiene las cabezas desahuciadas, los debates filosóficos irrelevantes y las copas colmadas de secretos desbordados. Las puertas se transforman en portales de acceso a laberintos de gritos, pasión, llantos y borracheras en un universo donde los cuerpos resacosos se retuercen y enloquecen por el sentir. 

En la arriesgada, acertada y contemporánea relectura de Savignone se mantiene la estética de la obra original en cuanto a la escenografía y los vestuarios de época y le agrega un contenido fundamental: vorágine. Todo elemento se mueve en función de la palabra, mesas, sillas, puertas, lámparas. Los personajes están constantemente estimulados por los verbos agregándole a éstos un sentimiento inequívoco, sus movimientos son precisos, decisivos, imprescindibles para construir el verdadero sentido del mensaje.  

Respecto al texto dramático, ha respetado los diálogos fundamentales entre los protagonistas y ha resignificado otros, dándole más voz a algunos integrantes de la familia y enmudeciendo a otros, recurso que resalta la idea original. 

La naturaleza existencialista de esta obra sacude a los espectadores preguntándoles: ¿Estás satisfecho con tu vida? De no ser así, ¿a quién responsabilizarías? ¿Volverías a empezar? ¿Cómo? ¿Para qué? ¡Empezar una vida nueva!... ¡Sóplame! ¡Dime cómo empezar!... ¡Con qué empezar!

"Un Vania" de Marcelo Savignone, a partir de "Tío Vania" de Anton Chejov. Actúan: María Florencia Álvarez, Luciano Cohen, Merceditas Elordi, Pedro Risi, Marcelo Savignone, Paulina Torres y Maniquí. Concepción y dirección: Marcelo Savignone. Dirección de textos y colaboración artística: Eva Rodríguez. Asistencia y colaboración artística: Nela Fortunato y Andrea Guerrieri. Escenografía: Lina Boselli. Realización maniquí: Flavio Pagola. Vestuario: Merdeces Colombo. Iluminación: Ignacio Riveros. Técnico: Daniel Schabert. Gráfica y diseño: Ed Carosia. Fotografía: Cristian Holzmann. Video: Belén Robaina. Producción ejecutiva: Silvia Barona. Producciones Belisarias. Sábados 22.30. La Carpintería, Jean Jaures 858. Entrada: $70, $50.

14 de noviembre de 2012

TEATRO | "Mabel" dirigida por Carlos Casella | El amor o la voz



Por Guillermina Gandola

Hace poco tiempo una amiga actriz y acróbata me dijo que la voz es el estado del alma. Y después de ver Mabel supe también que el amor es el aire, el combustible para que esa voz (el alma) se pueda manifestar. Sin aire la voz es muda. Sin amor el alma está muerta. 

Oscuridad. De pronto una luz azulina débil comienza a iluminar el espacio dejando zonas oscuras, más profundas y recónditas como en el fondo del mar. Desde esa negrura, en un rincón del escenario aparece una silueta voluptuosa, acuática, que se mueve con fluidez cantando como una sirena. Se dirige a un sillón sesentoso custodiado por dos inmensas esculturas de bronce y nos canta extasiada una canción de amor. 

La multifacética y encantadora Maby Salerno encarna a Mabel, una antidiva que nos cuenta la historia de un amor que la atravesó, la desintegró hasta dejarla casi seca, sin identidad. Por el amor de un hombre casi renuncia a su propio amor, el más preciado, su voz. 

Mabel se define como un ser racional, no le encuentra sentido a la llanura eterna, sin límites. A ella le gustan los límites, pero detesta que se los impongan. En su mundo de canciones manifiesta su particular forma de sentir atravesando un espacio escénico recargado, y ella un poco torpe, aniñada, nos hace partícipes de sus cuestionamientos. Nos presenta en cartas de póker su posible destino: ¿se entrega al amor de un hombre o sigue siendo libre e inquieta como las olas del mar?

Luego de haber compartido varios proyectos, Carlos Casella y Maby Salerno, en esta oportunidad se encuentran por vez primera como actriz y director, y a partir del texto de Santiago Loza, enriquecen el teatro alternativo que, en general, ha transitado poco el musical.

Esta historia nos introduce mar adentro, en las oscuras y recónditas profundidades de la mente de Mabel, llena de recuerdos y sentimientos montados sobre una estructura melodramática que transita por el humor y el dolor que supone la renuncia. Con su voz poderosa y a la vez, tan frágil que por momentos parece quebrarse, Mabel canta que el amor tiene que ser libre, sin pretensiones, sino puede convertirse en un pulpo que con sus tentáculos nos deja secos. 

“Mabel” de Santiago Loza. Intérprete: Maby Salerno. Dirección y Puesta en escena: Carlos Casella. Asistente de Dirección: Marisol Martínez Martínez. Escenografía: Fasce Hnos. Asistente de Escenografía: Mora Malde. Realización escenográfica: Taller Paterlan con Fasce Hnos. Diseño y Realización de Vestuario: Carolina Urresti. Diseño de Iluminación: Ricardo Sica. Música original: Jape Ntaca. Mezcla y masterización: Mario Siperman. Coreografía: Maby Salerno y Carlos Casella. Imagen: Pablo Bordenabe. Fotografía:Juan Salvarredy. Asistente de Fotografía: Fabricio Veltri. Producción Ejecutiva: Larisa Rivarola y Ximena Hoffmann.  Sábados, 22.30 hs. Teatro La Carpintería, Jean Jaurés 858. Entradas: $60. Hasta el 24/11.


30 de octubre de 2012

TEATRO | "Qué me has hecho, vida mía" de Diego Lerman | Es la historia de un amor que le hizo comprender todo el bien, todo el mal





Por Lía Noguera

Nuevamente María Merlino sube a escena, luego de su gran éxito con la obra Nada del amor me produce envidia, que desde 2008 está en cartel y continúa, junto a Qué me has hecho, vida mía, en La Carpintería Teatro. En esta ocasión, Merlino deja su traje de costurera, y el traje que se disputan Eva Perón y Libertad Lamarque, para ponerse en la piel de la actriz argentina Fanny Navarro, una diva de teléfono blanco, amante de Juan Duarte y querida por el gobierno de Perón. Esta vez, la dupla Merlino- Lerman, integrantes de Flor de un día, convocaron a Marcelo Pitrola para conformar el texto de la puesta, texto que en muchos aspectos tiene contactos con Nada del amor… Así, la articulación entre Historia e historia personal se vuelve a poner en escena con el fin de transitar los días de amor y desamor de esta gran actriz argentina, como así también pretende atisbar los cruces que se establecen entre el arte y la política, no solo del momento histórico de la Argentina de la década del 40, sino, sobre todo, invita a pensarlos en la actualidad. En este sentido, la mitología del peronismo se convierte en materia narrable para significar el ascenso y la caída de un destino, el de Navarro, que estaba indisolublemente ligado a un amor.



Para ello, la puesta se vale no solo del cuerpo y la voz de Merlino, que de manera intachable despliega su delicada presencia y sus modos melodramáticos en escena, sino también hace uso de los procedimientos del radioteatro que son llevados a cabo por Joaquín Segade. En esta amalgama, en este melodrama radio teatral, la puesta cobra un alto dinamismo y efectividad, así como también destacan el excelente trabajo actoral de Merlino. La narración del pasado de un amor y el presente en crisis luego de ser abandonada por su amante, así como también por la protección del gobierno de Perón, hunden al espectador en un universo cargado de sensibilidad que, acompañados por diferentes tangos a capela cantados por la protagonista, llenan el espacio y producen belleza. Una belleza que es el resultado de la armonización entre el texto y los componentes presentes de la puesta (la escenografía despojada, el vestuario de época, la iluminación gradual y que semeja, por momentos a un cuarto de interrogatorio) precisamente hilvanados por Diego Lerman. Todo ello se escenifica para estar al servicio de “la historia de un amor”, la de Fanny, para quien “no habrá otra igual” y que seguramente, parafraseando al bolero de Carlos Eleta Almarán y popularizado por Eidie Gormé y el trío Los Panchos (entre muchos otros), le hizo comprender todo el bien y todo el mal, pero no solo del amor sino también de los artilugios de la política…

"Qué me has hecho, vida mía" dirigida por Diego Lerman. Dramaturgia: Marcelo Pitrola, Maria Merlino, Diego Lerman. Actuación: María Merlino, Joaquin Segade. Investigación: María Merlino, Marcelo Pitrola. Producción: María Sureda, Maria Merlino, Diego Lerman. Producción ejecutiva: Fernando Madedo. Iluminación: Fernanda Balcells. Realización de efectos sonoros: Joaquín Segade. Música y arreglos: Rafael Varela. Vestuario: Valentina Bari. Asistente de Vestuario: Cecilia Turnes. Voz en off: Osmar Nuñez. Coreografía: Leticia Mazur. Escenografía: Flor de un día. Prensa y Fotografía: Maria Sureda. Diseño Gráfico: Florencia Bauza. Domingo, 19.15 hs. Sábados, 20.15 hs. La Carpintería Teatro, Jean Jaures 858. Entrada: general $70. Funciones hasa el 16/12/2012.



6 de marzo de 2012

TEATRO | "Amor a tiros" dirigida por Bernardo Cappa | Policías ¿en acción?

Por Eugenia Guevara


En 2009 publicamos una nota en Ruleta China sobre las cuatro obras en cartel que entonces tenía en Buenos Aires, el dramaturgo y director Bernardo Cappa. Una de ellas, creación colectiva de varios autores, ha trascendido los años. Se trata de  Amor a tiros, una puesta que reúne en un escenario pequeño, en la historia un sótano con olor a humedad, a tres personajes y sus cotidianas - no por eso menores - miserias. 


Son policías. La sargento Fernanda Valentini dirige una misión turbia en la que la acompañan su ex pareja, el cabo Julio Ordoñez y la oficial Marcela Gallo, quien es la hija del comisario, en su primera vez en un operativo. Todo transcurre mientras se preparan para cumplir su supuesto objetivo en el depósito de una antigua casa de telas. En ese lapso de tiempo - que no es mucho - se manifiesta prácticamente todo lo que puede haber en la vida: el "amor", la traición, los bandos, la seducción - que puede no ser seductora -, la revelación de lo podrido, la vulnerabilidad, el rencor, y sobre todo, la tensión que en el caso de Amor a tiros involucra a los personajes tanto de a pares como en conjunto. Y como en la vida, también está el humor contra todo lo malo que pueda pasar o todo lo tenso que algo pueda ser.


Así, el espectador que huele la humedad incluso antes de que los personajes la nombren y puede ver muy cerca los cuerpos de los agentes - por cierto, interpretados por excelentes actores -  también puede escucharlos y comprenderlos, porque de alguna manera los conoce, y eso es gracias al sólido trabajo que hay en la obra en la construcción de los personajes y sus relaciones, sus formas de hablar, de vestirse y hasta de desvestirse. 



"Amor a tiros" de Bernardo Cappa, Celina Font, Sebastián Mogordoy, Laura Nevole y Lorena Vega. Dramaturgista: Laura Nevole. Diseño de luces: Claudio Del Bianco. Vestuario: Paola Delgado. Arte: Daniela Sorgoni Quintana. Escenografía: Norberto Laino. Fotografía: Pablo Sujoluvsky. Productor: Roberto Malkassian. Asistente de dirección: Maia Lancioni. Sábados 23 hs. La Carpintería, Jean Jaures 858. Precio de localidades: $50, con descuento $40.