Mostrando entradas con la etiqueta alejandro dramis. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta alejandro dramis. Mostrar todas las entradas

18 de diciembre de 2015

RANKING ANUAL | Las 10 más leídas de 2015




1. CINE| "Birdman" (I) de Alejandro González Iñárritu | ¿De qué hablábamos cuando hablábamos de amor?
 Por Eugenia Guevara

Los Óscar no me interesan. En general si es una de "los Oscar" prefiero no verla. Desde Danza con lobos (1990) me parecía que Óscar era igual a aburrimiento y pesada bajada de línea moral o ideológica. En el último intento, vi 40 minutos de Vivir al límite (2009), en los que fui tremendamente infeliz y lamenté muchísimo que la misma Kathryn Bigelow que había hecho algunas buenas películas en los 80 hubiera dirigido semejante basura. Era mala, aborrecible por su "mensaje", aburrida, fea y sin ningún brillo. La política internacional de Estados Unidos había devorado el talento, el glamour, las estrellas y la idea de felicidad a la que Hollywood nos había acostumbrado en sus mejores años. Seguir leyendo

 
2. MODA | OSCAR | Duros, apretados y aburridos
Por Florencia Mangini  

Juntarte a ver los Oscar con amigos puede ser un buen plan o un embole total, lo cual depende de la ceremonia en sí, no de la reunión. La nuestra fue graciosa, incluyó comida, bebida, postre y posteos on line siguiendo los premios. La estatuita no es sinónimo de calidad pero sí de éxito, se la critica mucho pero cuando hay una peli argentina nominada, obvio queremos que gane. Esta vez no, a muchos Relatos Salvajes no nos despertó tal sentimiento. A mí sí me impresionó ver a Armandito Bo recibiendo un premio, con una carrera más silenciosa que la de Damián Szifrón. Ahí estaba, en el lugar que muchos querrían estar. Tendría más para decir de Bo, positivo y negativo, pero no es el objetivo de esta nota. La ceremonia de entrega cuenta con varios atractivos como la famosa alfombra camino a la fama, el conductor, los presentadores y los números musicales de turno. La noche del 22, todas las razones para ver el Oscar no alcanzaron. Seguir leyendo

Por Natalia Maya

¿Cómo vivir juntos?

Los combates se producen en la intimidad de un encierro: en el Congreso de la Nación, en un departamento cualquiera de la calle Riobamba, pero ¿cuál es la dialéctica de la palabra cuando el sentido ha emprendido la fuga?

En El combate de los pozos estamos frente a un futuro en distopía ocupado por multiversos paralelos de la reunión, de un lado un grupo de políticos, una diputada, asesores, hijos de… y legisladores; del otro, un grupo de lectura que se reúne en torno a la publicación de su revista número uno de filosofía política, luego de algunos fallidos en la salida del número cero. Seguir leyendo

 
Por Alba Ermida

Un descubrimiento acertado del teatro contemporáneo es la adaptación de textos no dramáticos, bien llevándolos a una interpretación actual, bien revisándolos desde la perspectiva del lenguaje y la estética.  Es un acto de generosidad por parte de un director traer al presente un clásico: una forma nueva y atractiva de asomarnos a la literatura más descollante. Seguir leyendo

 

La catarsis puede ocurrir incluso al cantar, a todo pulmón, simplonas tonadas románticas, aquellos éxitos que tres o cuatro décadas atrás inundaban las radios en español –Massiel, Paloma San Basilio, Umberto Tozzi, Miriam Hernández– y que ahora conforman la programación de la nostalgia. Con sus tonadas pegajosas y ritmos machacones, resultan el vehículo perfecto para que Gloria exprese su vida de mujer madura, casi sesentona pero todavía atractiva, cuya sonrisa arrebatadora, casi luminosa, oculta detrás de unos amplios anteojos, esos mismos que las estrellas televisivas y fílmicas usaban en las modas setenteras y ochenteras. Seguir leyendo

6. TEATRO | "Siembran" dirigida por Eugenia Hadandoniou | Todas las paredes son el teatro
Por Candelaria Díaz Gavier
 
Sólo tres de las cuatro paredes que forman los espacios en nuestro imaginario están presentes en un escenario. La cuarta pared del teatro -justamente esa que no se ve y por eso, la única imaginaria-, es lo que le hace al teatro ser teatro. Pero la obra Siembran, dirigida por Eugenia Hadandoniou y escrita y actuada por Daniela Valdéz, Delfina Díaz Gavier y Gustavo Kreiman, no se monta en un teatro sino en un departamento en la ciudad de Córdoba. Con esa intimidad y cercanía, el espectador que está sentado puede mirar con la sutileza de una cámara y serle indiferente a esas imágenes, pero también puede oler y escuchar como si estuviera efectivamente presente dentro de la imagen. Siembran es una obra que descansa sobre la realidad de la cuarta pared, que es también su no realidad. Seguir leyendo

 
7. BAFICI | "Theory of Obscurity: a film about The Residents" de Don Hardy | Anatomía de un anonimato
Por Alejandro Dramis

Con cuarenta años de carrera y más de sesenta discos en la calle, The Residents se convirtió en una banda de experimentación musical y audiovisual famosa por el enorme desconocimiento y la poquísima información que ha circulado sobre sus miembros durante todo este tiempo. Varias razones acompañan esas circunstancias, pero fundamentalmente dos: la primera es que siempre, desde el primer momento de su existencia, los miembros de la banda subieron al escenario disfrazados y con sus rostros cubiertos con máscaras, y cuando no, tocando detrás de telones que impedían ver sus caras. Además, jamás dieron una entrevista a la prensa ni se fotografiaron sin caretas, razón por la cual todavía, después de cuatro décadas, nadie sabe realmente quiénes son estos extraños residentes. La segunda razón viene con el título del film puesto en práctica: la Teoría de la Oscuridad, o la creencia de que solo un artista puede ser verdaderamente libre y auténtico en sus creaciones si se mantiene en el anonimato, evadiendo la prensa, el culto a la idolatría y la necesidad de pertenencia a la industria del star-system. Es por eso también que los Residents, a su edad temprana han creado su propia discográfica, Ralph Records, y su propia productora, The Cryptic Corporation. Seguir leyendo


Por Cecilia Perna

Tengo este problema histórico con las películas, con todas las películas: me las olvido. Pero nunca para siempre. Al tiempo reaparecen transformadas, metidas en mi memoria como parte de mi cuerpo. Igual que los sueños, que vuelven fragmentados durante el día. Un rostro, un color, un movimiento. Pensar en un director, para mí, es pensar un gesto fílmico.  Nombremos dos: en mi memoria, Godard es un plano secuencia girando en el espacio y Fellini, la melancolía abarrocada del set en el set, perfectamente encuadrada. (¿Quién mira? ¿Quién escucha?) Nombremos estos dos, retengámoslos. Como en un sueño.  Seguir leyendo
 


Por Leonardo Maldonado

El martes pasado en el marco del BAFICI, el realizador Andrés Di Tella moderó en el Salón Dorado del Teatro Colón una conversación entre la actriz francesa Isabelle Huppert, invitada de honor del Festival y el artista plástico argentino Guillermo Kuitca. El tono del encuentro, que duró exactamente una hora, fue intelectual y sensible. Intercambiaron ideas y concepciones sobre el arte, sus propias obras y el trabajo del otro. Apenas ingresó al recinto, Huppert pareció intimidarse, incluso asustarse, con los efusivos aplausos del auditorio. Todas las miradas estaban concentradas en su figura.  Seguir leyendo

10.  ENTREVISTA | Esteban Llamosas | El Mal de la corrupción social
Por Sylvia Nadalin

Esteban F. Llamosas es un joven escritor cordobés que ya lleva publicadas cinco novelas estructuradas como saga de Los casos del detective Lespada (la serie se inició en 1998 con El rastro de Van Espen), un personaje solitario y cínico que vive con su gato Raimundo y trabaja, en su oficina en el 1º B de la calle Colón, con su ayudante Cherkavsky, guiños referenciales a lo mejor de la novela negra moderna. Seguir leyendo

14 de mayo de 2015

TEATRO | "Pessoa, escrito en su nombre" de Alfredo Martín | La larga noche del adiós





Es tal vez el último día de mi vida.
He saludado al sol levantando la mano derecha,
mas no lo he saludado diciendo adiós.
Hice la seña de que me gustaba verlo antes: nada más.

Fernando Pessoa







Por Alejandro Dramis
Foto: Sol Atta

La escena está desnuda y sólo las luces la visten de un ropaje tenue y sombrío. Poco después Fernando ingresa solo, aunque siempre acompañado de sus variados y múltiples sí mismos. Pessoa ya en su despojada habitación y de pronto Isabel, precisa e inteligente, enfermera cómplice de sus cuidados, de sus descuidos y de su admiración por la persona y el personaje, por sus heterónimos y la(s) obra(s) concebidas como esa vida que se transita encarnada e inseparable de la escritura. Pessoa solo y acompañado, siempre en dos o más escenas de existencia múltiple, mientras respira el aire de las últimas horas de su vida y visita los últimos espacios de su recorrido terrenal. Y entre las visitas y los terrenos comienza a unirse inseparablemente ese nombre con su apellido, en un puñado de personalidades y alter egos que conforman esa humanidad tan compleja e indescriptible, tan única como la esquizofrenia literaria que fue, es y será Fernando Pessoa.

Como al final de un laberinto — y la escenografía y su disposición espacial sin duda colaboran con esta lectura— el poeta espera y recibe, uno a uno, la llegada de sus otredades, de sus ser-él-mismo en los otros que nunca fueron reales y que, a su vez, lo fueron en el escritor enorme que supo ser. Así ingresan a escena Álvaro de Campos, ingeniero y eterno extranjero en toda tierra visitada; Alberto Caeiro, poeta-filósofo y maestro de todos ellos, y el clasicista, bucólico y enigmático Ricardo Reis, sumándose al desfile masculino el platónico amor de la devota belleza de Ofelia Queiróz, revisitando una y por última vez al escritor y a su conciencia, para dialogar con él sobre el pesar de la existencia y sus excesos, sobre la literatura y la fundamental ridiculez de su importancia, la relevancia del amor profundo y sus secretos silencios, y naturalmente, sobre la inminente muerte que pisa y alcanza los talones del protagonista de esta historia. Esta última noche —o esta última cena pero sin banquete colectivo ni menús extravagantes— es una invitación a descubrir los infinitos pasillos del laberinto que supo construir en su mente Fernando Pessoa; la intimidad imposible de su conciencia, la exterioridad retorcida y desbordada de sus letras ancladas en el exquisito abismo de sus papeles.

Este mundo/conciencia/escena no es sino la proyección de la ilimitada imaginación de un poeta infinito y melancólico, con pocas ganas de morir pero con muchas de eternizarse en un final laberíntico que solo se desvanece a la hora de apagar la luz, recostarse y cerrar los ojos para no volver a abrirlos, dejando en vida lo que en vida siempre fue su interés prioritario: un puñado de libros que trascienden la materialidad de sí mismo o la de cualquiera de sus autores, sus voces múltiples, su inocencia partida, su belleza absurda de tan bella, derramada sobre los lectores, sus devotos, alter egos también de sus extrañados mundos. Esta obra escrita y dirigida por Alfredo Martín abre las puertas de su escenario junto a las del interior de un Pessoa clásico, proponiendo un tránsito por esos pasadizos que invitan a conocer, recordar, comprender y actualizar su obra poética, la del personaje y los personajes, aumentando de inmediato el entusiasmo y la curiosidad de los espectadores ávidos de más lecturas pessonianas, y ávidos también de robarle su nombre y sus escritos para hacerlos propios uno a uno, reapropiárselos como un heterónomo más de la lista; espectadores afanosos de continuar junto a los libros del poeta portugués esa experiencia tan íntima vivida puertas adentro, del teatro y de la conciencia inabarcable de un personaje de múltiples nombres y extrañas, simbólicas y masónicas letras, palabras y existencias.

“Pessoa, escrito en su nombre” de Alfredo Martín. Con Daniel Begino, Marcelo Bucossi, Leonel Dolara, Dolores Perez Demaria, Mariano Scovenna, Lorena Szekely. Vestuario: Jessica Menéndez. Escenografía e Iluminación: Gonzalo Córdova. Asistencia de dirección: Cinthia Demarco. Producción: Graciela Gallo. Funciones: Viernes 22.30 hs. Andamio 90, Paraná 660. Entrada: $ 100, $ 60.  Hasta el 26/06/2015. 

10 de noviembre de 2014

TEATRO | "Uno más" dirigida por Uki Cappellari | Tan lejos tan cerca


Por Alejandro Dramis

Resulta irónico, al menos, que en la así llamada "era de las comunicaciones" los seres humanos estemos más incomunicados que nunca. Esta parece ser la idea principal para el punto de partida y de llegada de la reflexión poética que subyace en la trama y el desarrollo de Uno más, la pieza escrita por Mariana Elisa Dias y dirigida por Uki Cappellari. Televisores, radios, micrófonos, relojes, teléfonos y todo tipo de dispositivos conforman un relato gráfico y bidimensional que construye una realidad ante nuestros ojos, de la cual a veces nos quedamos afuera. Un mundo de cosificaciones y estereotipos en el que se encajan las relaciones sociales, amorosas y sexuales: algo así como el sueño apocalíptico de la ciencia ficción de los setenta, ahora hecho realidad en la mímesis del ser humano con la electrónica y, sobre todo, con su frialdad apabullante.

Celulares, códigos, passwords, redes, las comunicaciones en su estadio hipercomunicativo, acelerado, totalitario y profundamente sordo y mudo. Hashtags, tuits, avatares, posts, una tilde/llegó, dos tildes/leyó, autofoto, selfie, trending topic, actualización de estado, amor online, realidades en 140 caracteres y "me gusta" o "no me gusta" pero sin poder decirlo, a falta de un botón que lo plasme en la virtualidad por medio de un clic con el dedo machucado; y entonces todo nos gusta en nuestras pantallas cubiertas por la grasa de nuestros dedos que apenas nos devuelven un tenue reflejo de nuestros rostros. Viejos slogans se resignifican: "el tiempo es oro", y aquí el oro no es otra cosa que el uso enfermizo de una temporalidad frenética y evasiva, que todo lo clasifica y todo lo homogeniza para normalizarlo: pantalla o muerte.

Uno más investiga ese mundo, este mundo, nuestro mundo actual; el de las telecomunicaciones y la inhumanidad, el de la robotización de este hábitat saturado de mensajes y del intercambio de sentimientos por caracteres, con la intención de dar luz a la ficción de lo que somos, para reflexionar sobre aquello en lo que nos convertimos a través de los dispositivos electrónicos y de su pretendida sociabilidad en las redes "sociales" no-relacionales. La abolición del cuerpo, la ausencia de los ojos que enfocan o evitan, del aliento que expresa, de la piel que textura o de los labios que humedecen la timidez que se rompe en la presencia del abrazo o del beso. Uno más se pone al hombro la compleja tarea de intentar parar un minuto con todo, pisar el freno para bajarse del mundo por un ratito y mirar. Y ahí, ver(nos), al menos por un instante, y sentir(nos) en el contacto corporal, como para variar.

"Uno más" de Mariana Elisa Dias. Dirección: Uki Cappellari. Con María Paola Cappellari, Matías Castilla, Luis Dartiguelongue, Mariana E. lisa Dias, Magdalena Echavarría, Agustín Scipione, Valentina Wojciechowski. Vestuario: Judith Schmulewitz. Iluminación: Natalia Fernández. Diseño de escenografía: Patricio Curti. Música original: Nicolás Diab. Asistencia Coreográfica: Soledad Alloni. Asistencia de dirección: Dolores Pérez Demaría. Domingos 21 hs. Del Borde Espacio Teatral, Chile 630. Entrada: $100. Hasta el 30/11/2014. 

8 de julio de 2014

TEATRO | "Enciclopedia Práctica Universal" dirigida por Bracciale y Mujico | En busca de la definición perdida


Por Alejandro Dramis
Foto: Fernando Castellanos

Bailando sola, extasiada como una chica Morrison pera más acá en tiempo y espacio, algo más bucólica que en el desierto y menos (o nada) viajada de sustancias alucinógenas, irrumpe imponente y tímida, como única dueña de la escena, Catalina Malbrán. Emocionada como y desde el abandono de una casa dinástica junto a su renombre familiar de apellido de apellidos, ella y su vestido al viento recorren una narrativa dramática cargada de imágenes y símbolos misteriosos, deudores quizá de una memoria emotiva que, sin madalenas de merienda pero con una enciclopedia de consulta, invita a participar del recuerdo de aquél muchacho francés que buscaba el tiempo perdido en alguna campiña del viejo continente a principios del siglo pasado. 

La racionalidad irracional en el atesoramiento de la Enciclopedia Práctica Universal constituye un cúmulo de definiciones teóricas y prácticas que, como huellas huecas en el barro húmedo, se irán llenando de pies que cabrán en sus hormas y reconocerán las esencias de los momentos que conducen las búsquedas de sentido del presente entre sus páginas llenas de palabras, de vidas y de mundos anteriores; como los caminos que se lucen en el vestido de ella y sus múltiples surcos que lo vivifican. Y ella otra vez, —ella siempre— niña adulta radiante y apagada, que con su elegante porte agreste retrata un paisaje de lo que fue y de lo que sigue siendo a través de una historia más o menos real, o más o menos ficticia que evidencia la pérdida de todo pero se resignifica a través de los pliegos de la ropa en la que se destacan sus montañas de tela y sus sueños perdidos, iluminados por la tenue luz de la sala que rebota en sus muslos al descubierto.

Enciclopedia Práctica universal transcurre en una época otra; en un tiempo raro, lejano y cercano a la vez; atemporal. Es una pieza teatral concentrada en una habitación real de una casa escondida en algún lugar de la ciudad que no parece muy real y que alguna vez también fue puro campo a cielo abierto. Su historia comparte con su fantasía la temporalidad de las décadas anteriores, la edad dorada de las grandes enciclopedias reposando en los macizos estantes de las grandes bibliotecas de familias de nombres rimbombantes; un adalid del conocimiento doméstico para el tránsito cotidiano de la vida ordinaria.

Ella, Catalina, brilla, baila, canta y llora. Catalina toda y nada a la vez, extremos que transitan sus paisajes, sus vestidos múltiples conviviendo en uno solo; un devenir constante de palabras y cuadros, de mansiones en desuso y de definiciones útiles para la vida vintage en un presente nostálgico de un pasado ornamentado de felicidades rotas.

Enciclopedia Práctica universal es una pequeña pieza práctica y enciclopédica, que rememora lo universal del sentimiento humano en la pérdida y el sentimiento de la recuperación de un momento pasado como gloria extinguida y sanadora; como el olor a viejo de una historia que, por ser contada en el presente inmediato del teatro, se ventila en la realidad de su encarnarse en un cuerpo, en un mar narrado a viva voz, que hace a toda la obra y que es siempre ella en su transcurrir: Catalina Malbrán.

“Enciclopedia práctica universal” de Betina Bracciale. Dirección: Betina Bracciale, Rodrigo Mujico. Con Merlina Molina Castaño. Música y operación de sonido: Yair Alvitres. Diseño de vestuario: Merlina Molina Castaño. Diseño de luces: David Seiras.  Viernes 11 de julio, 23 hs. A partir del sábado 26 de julio, 18 hs. Espacio Irreal, Buenos Aires. Entrada: $ 70, $ 50. Última  Reservas: enciclopediapracticauniversal@gmail.com

16 de junio de 2014

TEATRO | "Niñas cálidas" de Isabel Sala | Museo de la historia de una infancia


Por Alejandro Dramis

Dos amigas juegan a jugar que viven dos vidas que no son más que las suyas propias en Niñas cálidas. Ficciones de Inés y Sofía inocentes y no tanto, que comparten sucesos y saltean las diferencias que las unen irremediablemente en una historia común que conforma sus experiencias en una crónica permanente: en el pasado, la obsesión del despertar sexual por un tal Juan, un muchacho apuesto y trabajador de la isla del Tigre y del cual se enamoraron hasta alcanzar altos niveles de competitividad y voyeurismo mutuo. En el presente caído, como un tiempo muerto y recauchutado con utilería de lo viejo que ya nadie quiere ni reclama, las chicas ponen todo su empeño al servicio de la reconstrucción de aquel pasado común y de los hechos ocurridos entonces: los trajes de baño en las playitas imaginadas, la memoria emotiva de los recuerdos de la infancia, a veces inventados, a veces algo certeros, junto a la nota fundamental que caracteriza el momento actual de los sucesos anteriores: Sofía sigue viva después de 15 años; pero Inés, no.

Así, desde un presente ficcional-real que recupera y recrea un museo de la novela eterna de la historia personal de ambas hacia la reconstrucción de los hechos que condujeron a Inés a perder la vida, las chicas teatralizan cada vez más el espacio dramático para intentar comprender, contar, rememorar y revivir junto al público testigo ese momento antiguo de la tragedia, hoy melancolía de lo que debió ser y no fue: la salvación de una vida y su muerte concreta; la niñez olvidada en vía oral de recuperación en el más acá desde el más allá.

Como una improvisación exacta de la historia que se inventa y que, por eso mismo, no es más que la verdadera y la única historia posible, el espacio vacío de la sala del Vera Vera se reconfigura en los poquitos y pequeños objetos presentes que, de tan mínimos, se convierten en más que suficientes para recrear un mundo escenográfico ya inexistente y olvidado, pero vuelto real  por el ejercicio de su evocación recurrente en el relato y la actividad de la imaginación; la propia y la ajena, personajes y personas, actrices y espectadores.

La calidez de las niñas emana por vez primera hacia el comienzo de los sucesos y logra escapar rápidamente de sus propios cuerpos. Y entonces no es complicado darse cuenta de que esa esencia del calor humano, que no se conserva en ellas y que no persiste en su niñez de sonrisas rotas, tampoco se traslada hasta el público: la calidez fluye hasta que se posa en el espacio deshabitado que coexiste entre el espectador y las actrices; una fina línea que nadie ocupa y alrededor de la cual todo y nada se extienden. Lo verdaderamente cálido de esta sencilla (y por eso preciosa) obra es el variable aspecto del vacío compartido por todos y habitado por nadie, justo en ese lugar en el cual presente y pasado se continúan, y que se erige por fuera de las historias y los relatos, tal como un nido preparado para gestar la ilusión de un final feliz en una evocación pretérita que lo vuelve imposible. Una laguna en el escenario acompaña, reposando de calma y como útero madre de las expectativas y riesgos que asume ese juego de niñas, a veces macabro y a veces pueril, la tristeza lúdica que rodea este salto al pasado para recorrer el presente. La obra espera el futuro así, despacito, con la ternura rara que se percibe en lo cercano de los cuerpos propios, ajenos y lejanos, húmedos de vivencias y de Bomberos Locos, embarrados de inocencia y cubiertos de mantitas playeras que la protegen; oscura, como las aguas que rodean las islas del Tigre, que tanto saben de todo pero que mucho suelen callar cuando se las interpela.


“Niñas cálidas” de Isabel Sala, Melina Forlano, Ana Rodríguez. Dirección: Isabel Sala. Con Melina Forlano y Constanza Viceconte. Diseño sonoro y música: María Laura Cestona.  Asistencia técnica: Gonzalo de Otaola. Asistencia de dirección: Lautaro Mackinze. Jueves 20.30 horas. Vera Vera, Vera 108. Buenos Aires. Entrada: $70, $60. 

4 de diciembre de 2013

TEATRO | "Trópico del Plata" de Rubén Sabadini | La voz humana


Por Alejandro Dramis

Una voz doble. Doblegada. Un rostro, aún femenino, se dirige de frente a un público que no es el público. Es un otro, una excusa para el diálogo y las confesiones sordas. O una otredad cualquiera, no importa, que permita al menos romper con la soledad de ese espacio físico y mental en el que la felicidad —guarra, en uno de sus tantos y tontos disfraces— se hace presente por un ratito, a veces; un instantáneo recuerdo que dura lo que una lágrima en tocar el suelo cuando se desprende del ojo morado, y al descender por una pierna gotea contra el piso desde la rodilla dislocada. Un puñado de minutos en la semana, momento en el cual la soledad se desvanece por un breve lapso y la visita de Guzmán, el "Ruliento", se confirma en el sótano junto a ella, junto a Aimé. Y así empieza, recomienza, continúa o se retoma una vez más el relato de esos encuentros.

Una visita esperada, algunas inesperadas que son siempre esperables aunque nunca deseables. Y en el o los relatos, el cuerpo otra vez al frente, despatarrado y roto, ya roto y más roto y no dando más de sí, y con las exigencias de cumplir las expectativas y concretar las experiencias olvidables pero necesarias para un recuerdo, que mantenga el diálogo permanente en la negación del silencio culposo; en las experiencias relatadas a ese y por ese Ruliento omnipresente, y de los también sádicos Rulientos nosotros, el público, el voyeur de la cita, en la escucha cómplice de cada nueva atrocidad vivida por ella, por Aimé. Un temor al silencio, quizá; ese que figura entre las palabras escritas sobre el papel, pero que se suprime en la oralidad cuando se convierte en una vía de comunicación de la desesperación.

Pocas son las veces en que tenemos la suerte de encontrarnos de cara a un teatro que nos muerde por completo y sin pedir permiso. Teatro, que absorbe, absorta, o nos fagocita de un bocado y nos perdona (o nos condena) la vida escupiéndonos nuevamente al mundo. Poquísimas son las situaciones en las cuales presenciamos en una sala de Buenos Aires un cachetazo tan celebrado a la costumbre y al siempre-lo-mismo, con una puesta tan brillante que por minimalista ("menos es más", decía nosequién) se adueña del teatro entero, de las butacas, de los espectadores y de las sonrisitas boludas que afloran una y otra vez para evitar hacernos cargo de los disfraces de Aimé, de los de Ruliento, de los que usan las visitas y de los propios. 

El teatro merecedor de tal nombre es aquel que lo devora todo y sin avisar, y yo, y todos los que estaban conmigo en esa función de Trópico del Plata, nos vimos unos a otros en la puerta de la sala cubiertos de saliva hasta el cuello y las orejas, con la satisfacción temeraria y el corazón acelerado ante tanto teatro del bueno; ante tanta genuina expresión del no-sé-qué-ni-cómo-llamarlo pero que te conmueve hasta la médula y abarca también todas las otras partes del cuerpo que no recuerdo y ni me importa recordar cómo se llaman.

"Trópico del Plata" de Rubén Sabadini.  Con Laura Nevole. Iluminación: Alejandro Le Roux. Diseño de vestuario: Jam Monti. Diseño sonoro: Nicolas Bari, Matias Niebur. Realización de escenografia: Mariela Iuliano Oper, Julián Villanueva.  Entrenamiento corporal: Valeria Tollo. Entrenamiento vocal: Valeria Tollo. Asesoramiento escenográfico: Gabriela A. Fernández. Asistencia de escenario: Juan Lapargo. Asistencia de dirección: Valeria Tollo. Producción: Vera Vera Teatro, Lorena Astudillo. Esta obra ya no está en cartel.

29 de noviembre de 2013

TEATRO | "Antílopes" dirigida por Dufau y Urquijo | Piel negra, máscaras blancas

Por Alejandro Dramis

Una pareja se encuentra finalizando su estadía de 11 años ininterrumpidos en el continente africano, producto de un viaje de negocios que pretendía mejorar la vida de los nativos y, además, legar una importante suma de dinero a los líderes y participantes del proyecto en cuestión: un programa de perforación de pozos para la extracción de agua potable. 

Mientras ambos, Marido y Mujer, esperan la llegada de su reemplazo —un ingeniero proveniente de Alemania— para partir definitivamente rumbo a su hogar, comienzan a revelarse entre ellos las miserias personales experimentadas y guardadas en lo profundo de sus conciencias durante todos esos años: crisis de pareja, infidelidades, temores, racismo, maltrato hacia los nativos, violencia física y simbólica, colonialismo, y toda una serie de eventos que empobrecieron sus vidas y que durante 11 años no fueron planteados. Sin embargo, por obra de la ansiedad latente producida por el regreso al hogar, estallan todos juntos en una hora y media de intensos diálogos sobre la situación africana y el papel colonizador propio del hombre blanco que, en su "ayuda humanitaria", en definitiva sólo busca la satisfacción personal y el enriquecimiento económico muy por encima de la supuesta "solidaridad, siempre utilizada como mera excusa para la expropiación de los recursos ajenos. 

La soberbia de los hombres blancos por sobre los nativos es tal, que estos últimos, en la obra, se encuentran directamente invisibilizados, literal y metafóricamente: la presencia de los africanos es completamente desapercibida por los espectadores, y el diálogo de los actores con ellos —es decir, con el espacio escénico vacío pero supuesto de personajes—representa una permanente y absurda victimización de los hombres blancos, verdaderos victimarios y beneficiarios de la ruina ajena producida por la usurpación de una cultura debilitada por la constante conquista europea sobre sus tierras. 

Antílopes es una obra cuyo tema central es la denuncia de la explotación y la corrupción de las culturas colonizadoras pasadas y presentes, acompañada también de momentos absurdos, junto a buenas actuaciones del elenco y un espacio abierto a la reflexión acerca del colonialismo contemporáneo, sus máscaras, y sus disfraces de "ayuda humanitaria" como modelo de penetración cultural y explotación económica, política y social de los países más pobres del planeta.

“Antílopes” de Henning Mankell. Dirección: Graciela Dufau, Hugo Urquijo. Con Diego de Paula, Mario Pasik e Ingrid Pelicori. Viernes 22.30 hs. Sábado 20 hs. Centro Cultural de la Cooperación, Av. Corrientes  1543. Entrada: $130. Última función: 30 de noviembre.

18 de septiembre de 2013

TEATRO | "El hombre elefante" dirigida por Suárez Marzal | Un clásico 'freak'

Por Alejandro Dramis

El hombre elefante es real y ficticio.  A pesar de que la evidente contradicción de esta frase pretenda anular su sentido, la obra efectivamente transita por esa controversia. 

Podría decirse que el hombre elefante es lo que se ha dado conocer cruelmente como un freak; un ser-espectáculo que habita un circo ambulante de fenómenos y rarezas, tal como aquellos personajes reales que protagonizaron la película Freaks (1932) del director Tod Browning, pieza cinematográfica que trajo consigo más de una discusión acerca de la manipulación llevada a cabo por el director sobre las personas con deformidades y características atípicas en ella. El hombre elefante parte desde un lugar similar e instala una discusión en esa misma dirección, aunque a diferencia de aquella extraña y legendaria obra de Browning, lo hace desde un plano enteramente ficcional. 

Y así afloran dilemas varios: ¿hasta dónde existe una solidaridad genuina en el trato desinteresado con una persona que sufre con la pena de cargar con serios problemas que determinan el curso de su vida emocional, física y social; y hasta dónde ese mismo trato, en principio "desinteresado", puede ser utilizado para beneficio propio, fama personal, reputación, etc.? ¿Hasta dónde la conmoción forma parte de un sentimiento genuino, y hasta qué punto no es más que una herramienta de la que nos podemos servir para sentirnos mejores personas, inflar nuestros egos y expiar nuestras culpas sin importarnos el bienestar del otro, del que realmente sufre en silencio? Frente a estas y otras preguntas, la obra ofrece varias alternativas para una reflexión compleja, no libre de ambigüedades y por demás enriquecedora.

Con reconocibles referencias y reminiscencias al magistral y primer largometraje dirigido por David Lynch del cual se sirve en variadas oportunidades, la pieza dirigida por Daniel Suárez Marzal utiliza una escenografía austera, de época, cuyo predominio de los tonos grises permiten recomponer aquel triste —y, justamente por eso— bellísimo y melancólico blanco y negro de la versión bidimensional de Lynch. Con un elenco destacable, en el que sobresale la presencia de Alejandro Paker y su impecable manejo y manipulación del cuerpo y la voz, junto al multifacético Raúl Rizzo y la solidez actoral y escénica de Marcelo Xicarts, la obra se destaca también por la calidad de su producción en un registro deudor de la escena del Broadway norteamericano o del West End londinense; formato que acostumbran presentar los espectáculos masivos de alta producción de la calle Corrientes y los cuales, en algunas oportunidades como esta, permiten disfrutar de otros registros actorales y escénicos que complementan y enriquecen la visión del espectro global que ofrecen las tablas que conforman la red de los teatros porteños.


“El hombre elefante” de Bernard Pomerance. Dirección: Daniel Suárez Marzal. Con Alejandro Paker, Gustavo Garzón, Raúl Rizzo, Graciela Tenenbaum, Marcelo Xicarts Y Julieta Cayetina. Jueves y viernes a las 21 horas, sábados a las 21. 30 y domingos a las 20 horas. Teatro Astros, Av. Corrientes 746. Entradas: $130, $190. 

26 de julio de 2013

TEATRO | "Marx en el Soho" dirigida por Manuel Callau | De Londres a Nueva York

Por Alejandro Dramis

Karl Marx ha regresado a la Tierra por un lapso de una hora únicamente, con la particularidad de que en lugar de reaparecer en el Soho londinense como él mismo lo hubiese esperado, dado que ese fue el lugar en el cual pasó muchos años de su vida escribiendo sus más conocidos textos, ahora su corta estadía se desarrolla en el Soho neoyorquino a raíz de un error burocrático del sector de Administración del Cielo o, como se dice en la obra, de los "de arriba".

El inesperado cambio de locación barrial parece no influir demasiado en la versión local del texto de Howard Zinn, Marx en el Soho, en el cual Marx, interpelando directamente al público en un estilo fiel al clásico unipersonal, se despacha sin reparos acerca de las erróneas interpretaciones de sus más famosas teorías por parte de sus seguidores y detractores. Se toma un tiempo también para homenajear a su amigo Friedrich Engels, discurrir sobre las dificultades y las miserias de la subsistencia en la hedionda Londres de su época, sus discusiones y peleas con Mijaíl Bakunin y, especialmente, dedicando la mayor parte de su acotado tiempo a rememorar los inolvidables momentos vividos en la más estricta miseria económica junto a sus hijos y junto a Jenny von Westphalen: su esposa, mujer, amante, amiga e incondicional compañera.


La escenografía que acompaña al texto apenas se vislumbra: unos pocos tachos lumínicos que inundan de una claridad variable al escenario habitado por una silla, un perchero, una mesa con una lámpara y unos cuantos libros de economía y filosofía que Marx va recorriendo con su memoria y su lectura, y que le permiten armar el campo teórico que fundamenta su principal posición filosófica y política, ahora que ha vuelto a manifestarse por última vez en la Tierra: Marx no es marxista. Y esto no es un chiste. Durante poco más de una hora la excelente actuación de Carlos Weber y la sólida dirección de Manuel Callau se permiten desarrollar los argumentos combinados con recuerdos que habilitan la comprensión del porqué de esa llamativa afirmación, quedando bien clara la justificación argumentativa con el remate final con el que el texto cierra la obra y las luces oscuras marcan su conclusión.

Marx en el Soho no sólo es una obra interesante, inteligente y profunda, sino que —y quizá sea esto es lo más sorprendente, debido a su alto contenido teórico-filosófico e histórico— es un espectáculo muy divertido y dinámico. Una gran fórmula teatral de pequeño formato y alto rendimiento.


“Marx en el Soho” de Howard Zinn. Director: Manuel Callau. Con Carlos Weber. Viernes y sábados, 21 horas. Teatro SHA, Sarmiento 2255.  Entrada: $130. 

28 de junio de 2013

TEATRO | "Tierra del Fuego" dirigida por Daniel Marcove | Un grito sordo de paz


Por Alejandro Dramis

Tierra del fuego es un sueño de paz, y como tal, una añoranza remota y casi imposible de alcanzar. También es la otredad, lo inaprensible o el aire puro que quizá no permita que el olor a pólvora se instale definitivamente como fragancia de lo cotidiano. Es el silencio que invita a la reflexión y al pensamiento libre, alejándolo del sometimiento de las sirenas y las patrullas de frontera que merodean junto a los puestos de control y arresto. Tierra del Fuego es y será muchas cosas; como la cara oculta del espejo, que se contrapone y se diferencia radicalmente de ese lado del mundo, el de la violencia y el terror que experimentaron y experimentan aún hoy los protagonistas de Tierra del Fuego.

Inspirada en un hecho real que tuvo lugar en la ciudad de Londres en 1978, la obra se inicia veintidós años después de un atentado perpetrado en nombre de la liberación de Palestina y de la expulsión de las tropas israelíes de sus tierras. De tal infortunio, Yael Alón, ex-azafata israelí y ahora militante por la paz en el conflicto israelí-palestino, salió herida de bala en uno de sus brazos, y su mejor amiga resultó asesinada. Hoy, a pesar de una total falta de apoyo y comprensión por parte de su familia y allegados, Yael decide visitar en una cárcel londinense al sobreviviente ejecutor de aquel atentado, el palestino Hasan Elfawzi.

A través del diálogo y de la persistencia de la memoria, los dos protagonistas recorren los argumentos de los principales intereses y motivaciones que mantienen a sus pueblos en permanente guerra, las injusticias vividas a diario y la opresión como parte de un conflicto del cual resulta cada vez más difícil visualizar su pacificación. Movilizada por la sencilla aunque compleja pregunta del "¿Por qué?", Yael decide sacrificar su vida con el objetivo de intentar comprender las razones que mantienen en vigencia un conflicto que se agrava con el paso del tiempo y se profundiza con las heridas cada vez más abiertas de sus víctimas.

Con brillantes actuaciones de todo el elenco, junto a un texto impecable y una excelente puesta en escena que hace convivir diferentes tiempos y escenarios en un mismo y muy dinámico espacio, la obra fluye libremente durante 80 minutos y navega sobre los interrogantes necesarios acerca de la conquista de la paz y su impedimento absurdo, la guerra. Además, ahonda en la locura permanente y la violencia cotidiana en tanto modos institucionalizados de relación y operación entre ambos países y, sobre todo, discurre de manera certera acerca del odio y el amor, no solo como un tópico recurrente en el propio conflicto de Gaza, sino también en un intento por arrojar un manto de reflexión y claridad en el empleo de tales sentimientos y emociones, que se presentan como herramientas de construcción y destrucción de nuestra cotidianeidad.

Tierra del Fuego es una utopía, un grito sordo de paz. Una luz de esperanza que quizá algún día atestigüe la mutación de lo utópico a una concreción de justicia, de la tragedia habitual a un lejano episodio histórico, y del negociado bélico imperialista a una vivencia de libertad irrestricta.

“Tierra del Fuego” de Mario Diament. Dirección: Daniel Marcove. Con Alejandra Darín, Miguel Jordán, Ricardo Merkin, Pepe Monje, Elena Petraglia, Juan Carlos Ricci. Vestuario: Daniela Taiana. Escenografía: Tito Egurza. Música original: Sergio Vainikoff.  Asistencia de Producción: Daniela Laprea, Henry Rosales. Asistencia de dirección: Iardena Stilman. Producción ejecutiva: Pablo Silva. Sábados y domingos, 20 hs. El Tinglado, Mario Bravo 948. Entrada: $120.

3 de junio de 2013

TEATRO | "Noches Romanas" dirigida por Oscar Barney Finn | Testigos de la reencarnación de un amor


Por Alejandro Dramis

El dramaturgo Tom "Tennessee" Williams se presenta tímidamente una noche en la casa de la gran actriz italiana Anna Magnani, enfundado en un prolijo traje negro y con una propuesta laboral acompañada de un ramo de rosas debajo del brazo. Allí, en el enorme balcón, cuya panorámica vista abarca lo más selecto de la ciudad de Roma, se da comienzo a una amistad signada por un enorme amor fraternal que mantuvo a ambos artistas unidos durante más de dos décadas plagadas de triunfos, fracasos, ocasos, adicciones, rehabilitaciones y frustraciones, aunque nunca de desamor. Roma, Nueva York, Key West y Broadway viajan sobre los tablones y, a través de ellos, la era dorada del cine europeo frente a la pasión y el odio que engendra el mercado hollywoodense en el trabajo del dramaturgo norteamericano, que junto a su inseparable compañera, debe lidiar con el miserable mundillo del espectáculo que se dedica a empañar su vida personal en detrimento de su trabajo y de su amor por el arte teatral. 

A lo largo y a lo ancho de una escenografía austera y de una iluminación responsable de la convención del paso del tiempo durante el desarrollo de la obra, Virginia "Anna" Innocenti y Osmar "Tennessee" Núñez despliegan al máximo la majestuosidad de sus interpretaciones actorales, convirtiéndose de un momento a otro y con una facilidad sorprendente en madres y padres mutuos, hermanos, amantes intelectuales y espirituales y, al mismo tiempo, seres mortales erosionados por la turbulencia sobre la cual viajaron sus vidas.

Una vez comenzada la obra, aquello que el escenario y la platea atestiguan en Noches romanas parece no ser ya una interpretación actoral propiamente dicha, sino una suerte de reencarnación del amor entre ambos personajes históricos vueltos a la vida en un sorprendente aquí y ahora; no ya un trabajo dramático desarrollado en una sala iluminada, sino la reconstrucción consciente de un mundo anterior ahora transformado en presente, revitalizado en una historia verdadera y a su vez ficticia, pero real; muy real. 

En un momento de la pieza teatral (confieso no saber exactamente cuándo), Innocenti y Núñez parecen dejar de trabajar. Ya no actúan ni representan personajes, y a partir de entonces se dedican a ser. Y son, sin más. Innocenti y Núñez son Anna Magnani y Tennessee Williams, encarnados con una maestría y un grado de emoción tal que no pareciera posible considerarse semejante trabajo como una labor actoral similar a cualquier otra. Desde las butacas, los espectadores fuimos testigos de la historia actualizada, y allí el juego supo abrirse a los fantasmas que inmediatamente invadieron la escena y existieron tanto como los actores,que junto a ellos, convivieron brillando durante una hora y media. 

Puede resultarme difícil explicar la sensación causada una vez finalizada la obra, y en un punto me permito preguntarme cuál sería el punto de tal explicación, siendo que la mejor manera de aprovechar estas palabras es incitando a todo el mundo a presenciar de manera urgente Noches romanas, y que, así, cada espectador se convierta en un testigo particular de esta historia devuelta a la vida gracias al magistral trabajo de estos dos exquisitos espectros.

“Noches Romanas” de Franco D' Alessandro. Versión: Oscar Barney Finn. Director: Oscar Barney Finn. Con Virginia Innocenti y Osmar Núñez. Funciones:viernes, sábado y domingo a las 20 horas, hasta el 30 de junio de 2013. Centro Cultural de la Cooperación, Corrientes 1543. Entrada: $130.