Karl Marx ha regresado a la Tierra por un lapso de una hora únicamente, con la particularidad de que en lugar de reaparecer en el Soho londinense como él mismo lo hubiese esperado, dado que ese fue el lugar en el cual pasó muchos años de su vida escribiendo sus más conocidos textos, ahora su corta estadía se desarrolla en el Soho neoyorquino a raíz de un error burocrático del sector de Administración del Cielo o, como se dice en la obra, de los "de arriba".
El inesperado cambio de locación barrial parece no influir demasiado en la versión local del texto de Howard Zinn, Marx en el Soho, en el cual Marx, interpelando directamente al público en un estilo fiel al clásico unipersonal, se despacha sin reparos acerca de las erróneas interpretaciones de sus más famosas teorías por parte de sus seguidores y detractores. Se toma un tiempo también para homenajear a su amigo Friedrich Engels, discurrir sobre las dificultades y las miserias de la subsistencia en la hedionda Londres de su época, sus discusiones y peleas con Mijaíl Bakunin y, especialmente, dedicando la mayor parte de su acotado tiempo a rememorar los inolvidables momentos vividos en la más estricta miseria económica junto a sus hijos y junto a Jenny von Westphalen: su esposa, mujer, amante, amiga e incondicional compañera.
La escenografía que acompaña al texto apenas se vislumbra: unos pocos tachos lumínicos que inundan de una claridad variable al escenario habitado por una silla, un perchero, una mesa con una lámpara y unos cuantos libros de economía y filosofía que Marx va recorriendo con su memoria y su lectura, y que le permiten armar el campo teórico que fundamenta su principal posición filosófica y política, ahora que ha vuelto a manifestarse por última vez en la Tierra: Marx no es marxista. Y esto no es un chiste. Durante poco más de una hora la excelente actuación de Carlos Weber y la sólida dirección de Manuel Callau se permiten desarrollar los argumentos combinados con recuerdos que habilitan la comprensión del porqué de esa llamativa afirmación, quedando bien clara la justificación argumentativa con el remate final con el que el texto cierra la obra y las luces oscuras marcan su conclusión.
Marx en el Soho no sólo es una obra interesante, inteligente y profunda, sino que —y quizá sea esto es lo más sorprendente, debido a su alto contenido teórico-filosófico e histórico— es un espectáculo muy divertido y dinámico. Una gran fórmula teatral de pequeño formato y alto rendimiento.
“Marx en el Soho” de Howard Zinn. Director: Manuel Callau. Con Carlos Weber. Viernes y sábados, 21 horas. Teatro SHA, Sarmiento 2255. Entrada: $130.