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8 de enero de 2013

LIBROS | "Tres cuentos" de Martín Rejtman | La realidad es idiota


Por Andrés Taurian

1.


En estos Tres cuentos, como en todos los de Martín Rejtman, parece importar más la narración -la acción de narrar- que la historia, la caracterización de los personajes o el alardeo sobre la forma, siempre señalada sutilmente. El lugar común diría cuentos que avanzan y en los que nada pasa. Pero la verosimilitud de los relatos (lograda por la naturalidad del tono sin edad y el reiterado y burlón uso de lugares comunes) y la precisión con que se desarrollan esconden un entramado de numerosas reflexiones sociológicas (siempre contadas, nunca dichas), en especial sobre clases sociales, y lo hacen a pesar de que “la superabundancia pareciera traducirse en ausencia, haciendo que las situaciones que se desencadenan con un ritmo vertiginoso sean a menudo leídas como constantes disgregaciones dentro de una trama inexistente”, como dijo Sol Etcheverría con motivo de Rapado (1992), primer libro del autor.

2.

Con protagonistas paradójicamente solitarios y despersonalizados (solitarios a pesar de la multiplicidad de interacciones, despersonalizados a pesar de la acción permanente) para quienes los viajes y las mudanzas parecen ser una forma de autoreseteo, los tres cuentos -de unas cien páginas cada uno- se desarrollan en un contexto de clase media acomodada y tienen como factor común numerosas observaciones sobre arquitectura y referencias a Internet  el mundo de la música y los Estados Unidos.

Este-oeste narra por un lado el viaje Argentina-Chile de un grupo de amigos que acaban de terminar el secundario y por otro, el recorrido de costa a costa estadounidense que hace un joven artista porteño. Sobre la inconformidad con la propia vida y la imposibilidad de vivir otras.

Eliana Goldstein cuenta una relación amorosa mediada por la marihuana en la que las personas son poco más que objetos intercambiables. Consideraciones sobre el teletrabajo y la influencia de las drogas en la decodificación del arte.

El diablo retrata el recuentro y la posterior vida en común de dos adolescentes que fueron mejores amigas durante la infancia. Sobre las diferencias entre la vida en el campo y la ciudad.


3.

Como ocurre con la escritura de Sergio Bizzio o Samanta Schweblin, los textos de Rejtman parecen más determinados por la semiótica que por la lingüística y la teoría literaria, lo que probablemente se debe a su formación y trabajo como realizador cinematográfico.

Con un registro hiperrisible (“Me parece que funciona una productora de publicidad, porque entran y salen jóvenes con anteojos de marcos rectangulares de colores y ropa que parece de feria americana pero que es obviamente nueva y de marca”) coloreado de guiños autoreferenciales (“Yo había llegado a la presentación del libro de pura casualidad, no tenía ningún interés en ese tipo de eventos, me gustaba leer, pero el mundo literario me resultaba tan ajeno como los programas de chismes de la televisión”), Tres cuentos reafirma -como dijo Graciela Speranza con motivo de Velcro y yo (1996), segundo libro de Rejtman- la sospecha de que también la realidad es idiota.

"Tres cuentos", Mondadori, 2012.

2 de diciembre de 2012

LIBROS | "Borgestein" de Sergio Bizzio | Realismo semiótico


Por Andrés Taurian

Sergio Bizzio procede en Borgestein a través de una fuga creativa hacia delante. En su trabajo hay corrección del estilo pero no de la historia, que avanza a través de la improvisación y resulta en un relato hiperbólico. Sin embargo, consigue sostener un discurso verosímil trabajando, por ejemplo, sobre los efectos de realidad: "Me aparté y caminé un rato seguido a corta distancia por una señora que llevaba un balde de plástico en la mano. Hicimos casualmente el mismo recorrido, en zigzag, hasta que la señora llegó a un chalet con un gnomo de orejas puntiagudas en el jardincito delantero. Las copas de los árboles habían sido cortadas en forma de cubo. Un hombre semidesnudo lavaba el auto en la vereda".

Un psiquiatra decide alejarse de su mujer (una actriz famosa a quien nunca ve despierta) y de la ciudad después de haber sido atacado por Borgestein, uno de sus pacientes, poeta, por lo que se muda a una casa en la montaña, cerca de un pueblo, donde no tiene "más proyecto que leer, fumar, beber y dormir", aunque terminará trabajando para silenciar una cascada ("una puerta-ventana de cuatro hojas la encuadraba a conciencia, como si la construcción de la casa hubiera comenzado por allí") y relacionándose con los personajes que surgen: un loro adicto a las descargas eléctricas del enchufe, otros poetas, algunos habitantes del pueblo y varios curiosos.

La novela está atravesada por frecuentes superposiciones autor-narrador, carece de referencias espaciotemporales concretas y tiene un registro coloquial, oral, repleto de reflexiones psicológicas, existenciales y metalingüísticas, incluso al interior de la historia: uno de los poetas que visita la casa encuentra el manuscrito de lo que el protagonista lleva narrado de Borgestein y pone en abismo la narración. No obstante, por cosas como la agudeza de sus imágenes sensitivas (la mayoría visuales: "aunque por diferentes razones, las dos tenían anteojos negros, así que debí reflejarme de espaldas en los anteojos de Clara y de frente en los anteojos de Julia" o "alcé un brazo hacia el mozo y dibujé en el aire un pequeño electrocardiograma pidiendo la cuenta"), la escritura de Bizzio no parece tanto lingüística como semiótica.

En fin, Borgestein es una muy buena novela y revalida a su autor -aun cuando tiene mejores obras- como uno de los mejores novelistas argentinos vivos.

"Borgestein" de Sergio Bizzio. Editorial Mondadori, Buenos Aires, 2012. 192 páginas.

7 de noviembre de 2012

LIBROS | "No alimenten al troll" de Nicolás Mavrakis | Seis cuentos metaliterarios


Por Andrés Taurian

1.
Según la contratapa es un libro sobre "las redes sociales y las subjetividades modernas" (aunque no es sobre "las redes sociales", sean lo que sean "las subjetividades modernas"). Sin embargo, el factor común a los cuentos de No alimenten al troll (salvo "Kasos", que parece la pieza de otro rompecabezas), de Nicolás Mavrakis, es el repliegue sobre la narración.  Incapaces de destruir el universo que crea la historia, solo pueden escapar señalando el relato que construyen: metaliteratura (literatura sobre literatura, o sea, literatura que, de algún modo u otro habla sobre literatura).  De esta manera, el tema del libro es el procedimiento narrativo. Y no es, por lo tanto, al menos en este sentido,  original.

2.
Son seis cuentos. En el circular "Fireman" se cosifica lo humano y se humaniza la cosa: una persona obsesionada por el control en Internet es el "hombre del firewall"; sobre la incapacidad de las empresas de medios para entender lo virtual. "Kasos", cuerpo extraño, es el único que no se sugiere como manifiesto; un acercamiento paródico a la literatura del yo con final insuficientemente anunciado. "Trazadoras", relato de una reunión por los diez años de egresados del secundario, es el mejor del libro, que se completa con el fragmentario y sin conflicto "No alimenten al troll"; "Hay que matar a Tinelli", político, de estructura circular que intenta ir un paso más allá y el muy desopilante "Yo también soy un pájaro enfermo". 

3.
El constante llamado de atención metalingüístico interpela la inteligencia de los lectores, aunque también, a su vez, por lo grosero de la señalización del procedimiento, la subestima. 

Mavrakis construye sus verosímiles ayudándose de ciertos leitmotivs descriptivos que atraviesan todo el libro: armas, ubicaciones en tiempo y espacio, nombres propios, etcétera, precisiones excesivas —deliberadas— que contradicen la reivindicación de lo global (que no es tanto el todo como la nada, lo global se define más por el vacío que por el exceso) que intenta.

Sin la lucidez de algunos pasajes del ensayo #Findelperiodismo, No alimenten al troll es un libro muy planificado y trabajado, que interpela, agresivo e hilarante desde lo discursivo, excedido en guiños teóricos. No trascendental, pero importante en la configuración del mapa de lo nuevo en la literatura argentina.

"No alimenten al troll" de Nicolás Mavrakis. Editorial Tamarisco. Buenos Aires, 2012. 150 páginas.

15 de octubre de 2012

LIBROS | "Intemec" de Selva Almada | Una Metrópolis en el litoral


Por Andrés Taurian

Algo raro: la editorial los-proyectos, a cargo de Cecilia Espósito, regala libros. Libros digitales, ebooks. Hasta ahora publicó tres. Pueden bajarse gratis en formato ePub y, si se quiere, pagar.

Uno de los textos es el cuento largo Intemec, de Selva Almada, que relata la vida de una familia de algún pueblo de Entre Ríos, donde la empresa Intemec (que hace tendidos eléctricos, donde trabaja la mayor parte de la población y que los personajes llaman “la Compañía”) aparece, omnipotente, como lo único con nombre propio más allá de los protagonistas. La historia ocurre en un tiempo y un lugar donde las empresas son, más que nunca, actores políticos, y donde los empleados aparecen como “herramientas de la Compañía, más baratas que cualquiera de las modernas máquinas amarillas con sus brazos-grúa y sus palas dentadas”.

Lucio trabaja en Intemec y está casado con Verónica, depresiva y celosa de la hija preadolescente (Inés) del matrimonio. También hay un hijo, sin nombre, siempre ubicado en la periferia del escenario que monta la narración. Tras la muerte de un empleado en un accidente laboral la empresa encarga a Lucio un trabajo poco grato que lo obliga a separarse de su familia por unos días, y el cuento sigue la historia de los personajes durante ese tiempo.

En Intemec es notorio el trabajo sobre el lenguaje, aunque no por alguna reflexión explícita que el narrador haga sobre la escritura o sobre su propio discurso, sino por la precisión y la velocidad de un relato que prescinde al máximo de la adjetivación y en el que prevalece la sugerencia a través de acciones, así como la recurrencia intencionada en ciertos lugares comunes lingüísticos.

Lejos de las estridencias retóricas, Almada y los-proyectos ofrecen en Intemec una lección de literatura realista tan clásica como contemporánea.

“Intemec” de Selva Almada, editorial los proyectos, 2012.

27 de septiembre de 2012

LIBROS | "Panorama Interzona: Narrativas emergentes de la Argentina" | Para no ahogarse en la marea creciente


Por Andrés Taurian

Panorama Interzona: Narrativas emergentes de la Argentina es una antología de cuentos, obras de teatro, poesías y críticas literarias compilada por Elsa Drucaroff.  Reúne textos de veintisiete escritores nacidos entre fines de los 60 y mediados de los 80. Hasta acá parece una entrada de Wikipedia. Es un libro heterogéneo y desparejo. Sobresalen:

El casting, obra de teatro de Sebastián Kirszner (Buenos Aires, 1985), comedia metalingüística sobre el mundillo de los actores y los medios de comunicación.

Mi Kenobi, cuento de Juan Guinot (Mercedes, Buenos Aires, 1969) sobre la ciencia ficción como posibilidad verosímil.

Autólisis, cuento de Enzo Maqueira (Buenos Aires, 1977) sobre la conciencia después de la muerte como purgatorio y confesionario.

Trazadoras, cuento de Nicolás Mavrakis (Buenos Aires, 1982), manifiesto impiadoso que relata una reunión de egresados. Como en El casting, de Kirszner, hay una enfática señalización del procedimiento narrativo.

El guacho Martín Fierro, de Oscar Fariña (Asunción, 1980), traducción al tumbero de un fragmento de la obra de José Hernández.

Para que esté listo antes que ella vuelva, cuento de Ariadna Castellarnau (Barcelona, 1979) sobre la familia como una habitación que no deberíamos pintar de rosa.

Sin embargo, Panorama Interzona no es tanto de ellos y de los demás autores que lo integran como de Drucaroff. Ella firma el libro y legitima el trabajo de los antologados, a quienes considera escritores de “posdictadura” y parte de “lo que se viene”. 

El libro está organizado según “manchas temáticas” (violencia y medios masivos, relación entre hijos y padres, entre sexo y poder, etcétera) y se presenta como continuación de Los prisioneros de la torre, donde Drucaroff analiza escritores publicados antes de 2007.

A pesar de lo irregular de su contenido y más allá de sus puntos altos, Panorama Interzona aparece como un trabajo interesante y necesario para no ahogarse en la creciente marea de la literatura argentina contemporánea.


"Panorama Interzona: Narrativas emergentes de la Argentina", Elsa Drucaroff (compiladora). 312 páginas. Interzona Editora. 2012

4 de septiembre de 2012

LIBROS | "Cielos de Córdoba" de Federico Falco | Un libro sobre crecer


Por Andrés Taurian

Cielos de Córdoba, primera novela de Federico Falco, es una historia de iniciación protagonizada por Tino, preadolescente en algún pueblo de la provincia de Córdoba a fines de los 80 o principios de los 90.

Tino vive con su padre, un ufólogo que tiene un museo sobre OVNIs en el predio de la casa familiar, al costado de la ruta, en las afueras del pueblo. La relación entre ellos está tergiversada: Tino es el que cocina y cuida a su padre, no al revés.

Después de la escuela -donde se relaciona con Omar- Tino visita a su madre, internada en el hospital. En sus frecuentes paseos por el lugar conoce a dos pacientes: Alcira, una anciana ciega obsesionada con el locutor de radio Alfredo Dilena, y Mónica, una chica catatónica.

Cielos de Córdoba narra -de manera cronológica, sobria, clásica- el despertar sexual de su protagonista, pero lo hace con absoluta naturalidad, sin la sorpresa o el juicio que podría esperarse ante episodios de homosexualidad y morbo púber.

Luciano Lamberti dice en el prólogo que se trata de “un libro sobre la infancia, el lugar donde conviven la belleza y el espanto. Un libro sobre cómo crecemos, o sobre cómo empezamos a sospechar que algo anda irremediablemente mal con el mundo. Es decir: cómo pasamos de la inocencia a la experiencia, o del bien al mal”.

Con el mismo estilo objetivado y minimalista que caracteriza a sus cuentos, Falco construye en Cielos de Córdoba una novela tan bella como breve.

"Cielos de Córdoba" de Federico Falco. Editorial Nudista, 2011, 104 páginas.