Por Guillermina Gandola
Esta es la historia de dos mujeres unidas por una tragedia: la esclavitud. En un mundo donde las apariencias engañan y la indiferencia mata (literalmente) allá por 1930 y ahora en pleno siglo XXI, en tiempos de “democratización” de los medios de comunicación donde todos deberíamos poder alzar la voz y ser escuchados.
Tabita y Margot se encuentran en un desván para poder espiar a Gardel que ha venido a Francia a cantar y a acostarse con francesas. Ellas pagan a Madame para curiosear sin ser vistas la noche de pasión ajena y entonces, en esa noche que parecía ser un juego aparece el dolor, las confesiones, los deseos, la denuncia silenciosa.
Mientras “El Morocho” peina el pelo de Ivonne, su prostituta, elegida por ser (supuestamente) de Toulouse, Tabita y Margot se cuentan historias de clientes exóticos: un viudo que guarda en un alhajero los pezones de su difunta esposa, un alemán que pidió ser enterrado con su fino maniquí de muñeca y debaten sobre si Ivonne es realmente francesa, porque en ese desván, en esa vida, nadie es quien dice ser. Ambas recuerdan cómo fueron engañadas y lloran su presente tanto como su pasado. Sin identidad, sin amor, enfermas, solas en un desván con sus mentiras y sus sueños.
Entrando al Corrientes Azul leí un artículo que decía que tanto en el teatro como en el cine siempre se denuncia el horror y justamente ese es el fin principal de esta obra escrita por la dramaturga Patricia Suárez y dirigida por Julián Povea Díaz. El desván denuncia el horror de la trata de personas de una forma desgarradora. Tan solo una cama hostigada por el crujir de los resortes y el desamor y dos mujeres de 21 y 24 años que fueron raptadas de sus hogares con una mentirosa promesa de éxito.
Las jóvenes actrices se desenvuelven en el escenario sabiendo que esta historia es real, lloran realmente a cada víctima y cantan sus penas en la penumbra de la soledad. Solo una luz tenue las ilumina, solo una cama sucia las acobija y un fino collar de perlas las ahorca.
Tabita y Margot quieren volver a sus raíces, pero ya no volverán a ser las que fueron alguna vez, quizás vuelvan con la frente marchita luego de hondas horas de dolor o quizás vivan el resto de sus vidas con el alma aferrada a un dulce recuerdo que llorarán una y otra vez hasta que alguien las libere de la esclavitud. Sus vidas se han convertido en el tango más triste.
“El Desván” de Patricia Suárez. Dirección: Julián Povea Díaz.Con Florencia Fangi Boggia, Juliana Giménez. Vestuario: Sabrina Herbás. Asistencia de dirección: Denise Labbate. Funciones: Viernes 22.45 hs. Corrientes Azul, Av. Corrientes 5965. Buenos Aires. Entrada: $ 70, $40. Hasta el 24/05/2013.