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17 de septiembre de 2014

TEATRO | "Rodolfo, Beatriz y Fantasma Unicornio" de Eugenia Pérez Tomas | No toda la gente errante está perdida


Por Gonzalo Marina
Foto: Luisina Jacinto

Cuesta encontrarnos, hacer nuestro camino o saber si una pareja es la indicada. A veces puede volverse más complejo si nos cruzamos con un Fantasma Unicornio. En Rodolfo, Beatriz y Fantasma Unicornio, Eugenia Pérez Tomas nos presenta una obra fantástica sobre el descubrimiento y la verdad detrás de las apariencias porque, como escribió Tolkien, no toda la gente errante anda perdida.

De blanco, Fantasma Unicornio nos cuenta de manera pausada la historia de los peces alados, los hombres antiguos y su unión. Una transformación se avecina, Beatriz y Rodolfo viajan en tren. Él come, ordena en silencio mientras ella habla. Y habla. El tren se detiene y deciden bajar. Él prefiere no alejarse; ella quiere ver la luna. Caminan solos por el bosque sin señal de celular. Beatriz es aventurera, desestructurada, pero se siente desprotegida. En sus sueños se le caen los dientes o intenta subirse a un toro para mecerse entre las ramas. Pero algo pasa y no logra trepar. Rodolfo tiene un plan aunque no sabe cómo mantener interesada a Beatriz, se queja de que ella le escribe mails estando al lado. Cuando pierden el tren, Fantasma Unicornio los interpela, ellos apenas lo ven. Pronto uno de los dos será un fantasma. ¿O ambos?

La autora de Las casas íntimas concibe un texto profundo y rico en imágenes. Por momentos los diálogos parecen encerrados en laberintos hasta que asoma una entrañable metáfora, como los personajes que dicen tener el uniforme de la angustia. Es que sobrevuela la melancolía de un problema humano: el estar detenidos en la vida. Así también se preguntan qué se hace con todo lo que no se puede hacer.

Además de unas mochilas, en el escenario se destaca un tren de juguete. La música original, entre misteriosa y movida, de Carminha Villaverde acompaña las coreografías de los personajes. Pero da la impresión de que se busca hacer hincapié en la palabra y los actores.

Rocío Stellato y Cristian Jensen logran un trabajo directo, diferenciando y acercando al público sus conflictos. Natalia Carmen Casielles, ya desde la caracterización, consigue esquivar cualquier referencia terrenal mediante una postura, los gestos y la inflexión de la voz bien conseguidos.

En el mismo poema Tolkien aclara que la escarcha no llega a las raíces profundas. Las soluciones quizá lleven su tiempo y trabajo, pero están, se encuentran. Rodolfo, Beatriz y Fantasma Unicornio no pretende mostrar una respuesta ni un camino. Le alcanza al espectador todos los recursos para que se conmueva. Especialmente unos seres para identificarnos y a un fantasma para que nos guíe. 

“Rodolfo, Beatriz y Fantasma Unicornio” de Eugenia Pérez Thomas. Actúan: Cristián Jensen, Rocio Stellato, Natalia Carmen Casielles. Música original: Carminha Villaverde/ Trompet session: Alfredo Gayid. Vestuario y caracterización: Julia Kovadloff. Realización de objetos: Eva Ritcher. Luces: Rocío Caliri. Asesoramiento coreográfico: Katie Trigg. Asistencia de dirección: Bela Carabajal. Viernes 21 hs. Abasto Social Club, Yatay 666. Entrada: $100.

24 de junio de 2014

TEATRO | "Lo sé todo" de Ezequiel Matzkin | Educar como actuar



Por Eugenia Guevara
Foto: Mariano Martín

Lo sé todo de Ezequiel Matzkin comienza antes de ingresar a la sala y tiene una posdata una vez que la obra ha terminado. En la previa, los integrantes del público que esperan pueden sacarse una foto representativa de todo lo que saben y al salir, reciben una copia del contrato de maestras del Consejo Nacional de Educación que X señorita firmará. De alguna forma ese continuado pre y post acentúa la cualidad temporal que tiene la educación: existe en el presente, a causa de un pasado que la modela y la condiciona, pero su razón de ser está en el futuro, en el porvenir. Porque en realidad, Lo sé todo empieza mucho antes, muchísimo, en los últimos estertores del siglo XIX, con la implantación de una política de Estado que se encargó de la educación de los niños

Así, si bien es claro que el tema de la obra es la educación pública, un tema que otras puestas de la cartelera porteña han abordado recientemente aunque más no sea de manera lateral, la creación de Matzkin hace mucho más que poner esta problemática en el centro de la crítica; a partir de cómo entrelaza procedimientos, códigos e ideas se lee que la crítica en realidad es aún más profunda y rebalsa a la educación pública - aunque ella sea uno de sus pilares - para alcanzar a una determinada sociedad. La parodia es el núcleo de esta sátira, no solamente la parodia al discurso de la educación (tanto al discurso sobre la educación encarnado desde el poder estatal, como a aquellos microdiscursos que toman cuerpo en el día a día, aún hoy, en maestros, directores, inspectores, aunque todo lo dicho suene tan lejano que parezca provenir de comienzos de siglo XX cuando el positivismo y el enciclopedismo calaron hondo en la educación nacional); también los roles, las actitudes, los modos, las posturas, la ropa, las conductas y hasta los tipos humanos que fácilmente reconocemos como parte del mundo escolar histórico son objeto de la burla. 

Los cinco actores se mueven en bloque y forman un conjunto simétrico. Vestidos de manera idéntica con un cuasi guardapolvos preguntan, responden, repiten, dan sermones o discursos, actúan. En el recitado escolar aparece repetidas veces Zorrilla y aunque no tengamos muy claras las razones, es un apellido que sin dudas relacionamos con el ámbito educativo. La repetición -tan cara al modo de aquella educación sarmientina- utilizada como estrategia cómica es habitual y efectiva en la obra. Y es a partir de Zorrilla -otra vez- y un asunto extracurricular que todo se desmorona. Lo sé todo se convierte entonces en otra obra, pero aunque pareciera hablar de otra cosa, sigue hablando de lo mismo. Porque si lo pensamos educar se parece bastante a actuar y en definitiva ambas acciones tienen que ver con falsear. 

"Lo sé todo" de Ezequiel Matzkin. Con Alejandro Abelenda, Marina Castillo Blanco, Denisse Chaffraix, Leo Espíndola, Daniel Frissolo Forni, Florencia Llamas. Vestuario: Hilda Pallero. Iluminación: Miguel Angel Madrid. Entrenamiento corporal: Ignacio Monna. Meritorio: Angie Zamblera. Asistencia general: Denisse Chaffraix. Viernes 21 hs. Abasto Social Club, Yatay 666. Entrada: $80, $60. Última función: 27 de junio de 2014. 

2 de diciembre de 2013

TEATRO | "Tilt y los vidrios al suelo" de Ezequiel Tronconi | La mejor juventud


"Tu amistad a menudo me ha herido el corazón. Sé mi enemigo por amor de la amistad."
William Blake
                                                                                                                      
Por Natalia Maya

Los objetos, los hobbies, los juegos, la música, las colecciones, los colores, la ropa, las palabras, las imágenes nos contienen y en ellas somos contenidos. Una nave nos trae un pasado tremendamente presente y nos deja en el escenario fabuloso de Tilt.

Botellas de vidrio, chapitas, calcomanías, maquina de video juegos, el flipper, la cascada, el Súper Mario Bross, los ThunderCats, muñequitos: la fiesta de las cosas, el cumpleaños del tiempo y la celebración de Federico, integrante de un grupo de amigos de la adolescencia, que siguiendo una tradición, celebra sus 33 años en el local de un ex video juegos. Esta fiesta es la excusa para hacer circular en escena a los personajes y sus historias que se tejen como una logia que solo la amistad puede construir y destruir al mismo tiempo y que se ve amenazada ante la figura del intruso, aquel que no comparte el código, el que queda fuera de juego. En esta historia será la novia de uno de ellos quien entra en acción precisamente para contemplar la risa ajena, para leerlos fuera de la mejor juventud y por eso mismo, desarmarlos.

Tilt es una comedia, es el relato de las cosas que hablan hoy porque hablaron antes de lo que éramos, es un escenario de la risa justo cuando nos enfrentamos a ese momento en que no queremos abandonar los juegos frente a la mirada ajena que marca la cronología de la adultez. 

La geografía de Tilt es un mapa de objetos, luces y sonidos muy bien combinados: es una noche, es un día, es una década: los 90. Los personajes son atractivos y curiosos en cada rol de este juego: los gestos, el lenguaje, el modo en que nos traen relatos íntimos y sociales de la amistad, lo que los vuelve genuina y divertidamente interesantes.

Ezequiel Tronconi se luce como actor y director de una historia que nos escenifica momentos de relaciones amorosas, amigos y amantes, que nos expone al Tilt, palabra que funciona acertadamente como metáfora de la obra: el momento en que la pelota del pintball toma un rumbo propio, ya no podemos controlarla y nos convertimos en espectadores impotentes de una potencial derrota. Así mismo funcionan los vínculos en la obra: lo incierto los gobierna y desestabiliza justo en el momento en que creen haber tomado el control.

Los vidrios al suelo, el sonido del juego y su ruptura: el momento de volver la risa experiencia y la vida juventud.

“Tilt y los vidrios al suelo” de Ezequiel Tronconi. Con Romina Fernandes, Carolina Marcovsky, Sebastián Muñiz, Ezequiel Tronconi, Maximiliano Zago. Vestuario: Ludmila Fincic, Nicole Saal. Escenografía: Pablo Calmet. Diseño de luces: Pablo Calmet. Diseño sonoro: Jimmy Ce.  Asistencia de dirección: Ludmila Fincic, Andrés García Dietze.  Producción ejecutiva: Checha Amorosi, Agustín Oberto.  Viernes a las 23 hs. Abasto Social Club, Yatay 666. Entradas: $60, $45. Última función: 6 de diciembre de 2013. 

24 de junio de 2013

TEATRO | "Niña con cara de jirafa" de Natalia C. Casielles | El jardín de las Alicias

Y construí tu rostro.
Con adivinaciones del amor, construía tu rostro
en los lejanos patios de la infancia.

Juan Gelman

Por Gonzalo Marina

Pasamos demasiado tiempo siendo adultos. Otras vivencias, como las de la infancia, quedan eclipsadas por formalidades y rutinas. De vez en cuando echamos luz sobre esos momentos mediante fotos, anécdotas, juguetes polvorientos o la historia de Alicia en el país de las maravillas. Las vivencias de Lewis Carroll con diferentes niñas fueron el origen del relato e inspiración de la mágica Niña con cara de jirafa. La obra de Natalia Carmen Casielles demuestra que algunas fantasías pueden teñirse de dolor.

Mientras cruzamos por debajo de unos banderines de colores para llegar a nuestros asientos, escuchamos un reloj y varias campanas. Tras un largo apagón aparece sólo ella, la niña, con una cajita musical para relatarnos su historia con él. Un amigo de su padre, Charles, que le narra cuentos y saca fotos. Pero no sólo a ella, también a otras niñas de azúcar. Incluso su boca le dolía por dar muchos besos, especialmente a Alicia. La protagonista teme que él no la quiera cuando sea mayor; incluso duda de su identidad: si es una muñeca (aunque puede hablar), si juegan con ella o tal vez escucha los relatos de Alicia, que es real, pero ella tal vez no. Todo lo padece en una edad en la que se escucha sin saber entender.

Si bien la obra se estructura en un monólogo, sería más preciso decir que hay dos protagonistas en escena. Por un lado, gracias al magnífico trabajo de la actriz Sol Tester podemos vislumbrar a ese interlocutor ausente. Lo vemos tanto en su corporalidad como en el ejercicio de la voz. Pero sobre todo nos transmite emociones, cada alegría y cada rechazo es palpable. Por otro lado está el enorme baúl. Entre sus compartimentos hay escondites, escaleras, instrumentos musicales, luces de colores, latas-megáfonos, libros, etc. Tester maneja a la perfección un mueble lleno de sorpresas como el mismo Charles Lutwidge Dodgson, alias de Lewis Carroll.

La obra incluye varias de sus facetas. Un diácono caracterizado por la ambigüedad, rasgo opuesto a la estructura victoriana. A las hijas de sus colegas les sacaba fotos, paseaban en barco, las deslumbraba con tesoros, como las cajas de música, hasta que alcanzaban la adolescencia. ¿Se puede apreciar la pieza sin conocer estos datos biográficos? Por supuesto. El espectáculo es inmensamente rico en recursos y creatividad. Los objetos tienen un papel central. Los libros que la actriz se tira encima la llenan de hojas y brillantina. Baila con una muñeca de luz. En un pasaje increíble tira piedras que al caer suavemente parecen lágrimas, pero luego las estrella con rencor. Por momentos se proyectan sombras enormes o colores penetrantes.

El mundo del escritor inglés también fue recreado por Javier Daulte con una visión absurda en Martha Stutz. La película Descubriendo el país de nunca jamás aborda otro universo literario pero con lazos similares entre niños y adultos. El título Niña con cara de jirafa remarca lo difícil que es el vínculo entre esas dos etapas. La niña pone cara larga de jirafa, una tristeza escondida tras una bella imagen.

“Niña con cara de jirafa” de Natalia Carmen Casielles. Actúa: Sol Tester. Diseño de vestuario: Gustavo Alderete. Diseño de escenografía: Marilú Carbó. Diseño de luces: Javier Casielles. Diseño sonoro: Pedro Donnerstag.  Asistencia de escenografía: Rodrigo Pascual. Asistencia de dirección: Sol Pittau. Producción: El Color De Las Jirafas. Sábados, 21 hs. Abasto Social Club, Yatay 666. Entrada: $60, $45.