"Tu amistad a menudo me ha herido el corazón. Sé mi enemigo por amor de la amistad."
William Blake
Por Natalia Maya
Los objetos, los hobbies, los juegos, la música, las colecciones, los colores, la ropa, las palabras, las imágenes nos contienen y en ellas somos contenidos. Una nave nos trae un pasado tremendamente presente y nos deja en el escenario fabuloso de Tilt.
Botellas de vidrio, chapitas, calcomanías, maquina de video juegos, el flipper, la cascada, el Súper Mario Bross, los ThunderCats, muñequitos: la fiesta de las cosas, el cumpleaños del tiempo y la celebración de Federico, integrante de un grupo de amigos de la adolescencia, que siguiendo una tradición, celebra sus 33 años en el local de un ex video juegos. Esta fiesta es la excusa para hacer circular en escena a los personajes y sus historias que se tejen como una logia que solo la amistad puede construir y destruir al mismo tiempo y que se ve amenazada ante la figura del intruso, aquel que no comparte el código, el que queda fuera de juego. En esta historia será la novia de uno de ellos quien entra en acción precisamente para contemplar la risa ajena, para leerlos fuera de la mejor juventud y por eso mismo, desarmarlos.
Tilt es una comedia, es el relato de las cosas que hablan hoy porque hablaron antes de lo que éramos, es un escenario de la risa justo cuando nos enfrentamos a ese momento en que no queremos abandonar los juegos frente a la mirada ajena que marca la cronología de la adultez.
La geografía de Tilt es un mapa de objetos, luces y sonidos muy bien combinados: es una noche, es un día, es una década: los 90. Los personajes son atractivos y curiosos en cada rol de este juego: los gestos, el lenguaje, el modo en que nos traen relatos íntimos y sociales de la amistad, lo que los vuelve genuina y divertidamente interesantes.
Ezequiel Tronconi se luce como actor y director de una historia que nos escenifica momentos de relaciones amorosas, amigos y amantes, que nos expone al Tilt, palabra que funciona acertadamente como metáfora de la obra: el momento en que la pelota del pintball toma un rumbo propio, ya no podemos controlarla y nos convertimos en espectadores impotentes de una potencial derrota. Así mismo funcionan los vínculos en la obra: lo incierto los gobierna y desestabiliza justo en el momento en que creen haber tomado el control.
Los vidrios al suelo, el sonido del juego y su ruptura: el momento de volver la risa experiencia y la vida juventud.
“Tilt y los vidrios al suelo” de Ezequiel Tronconi. Con Romina Fernandes, Carolina Marcovsky, Sebastián Muñiz, Ezequiel Tronconi, Maximiliano Zago. Vestuario: Ludmila Fincic, Nicole Saal. Escenografía: Pablo Calmet. Diseño de luces: Pablo Calmet. Diseño sonoro: Jimmy Ce. Asistencia de dirección: Ludmila Fincic, Andrés García Dietze. Producción ejecutiva: Checha Amorosi, Agustín Oberto. Viernes a las 23 hs. Abasto Social Club, Yatay 666. Entradas: $60, $45. Última función: 6 de diciembre de 2013.
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