Por Guillermina Gandola
Es conmovedor percibir el traspaso de un espacio lleno de murmullos de distintos grosores y tenores a un repentino silencio profundo y solemne, tan solemne como la inmensa negrura del apagón que lo llama. De pronto un sonido seco proveniente de las alturas rompe el mutismo y tiñe de un polvo blancuzco y volátil toda la oscuridad del espacio.
Y con la luz llega Una (la protagonista) o mejor dicho, estalla contra el suelo luego de lo que podría pensarse como una catástrofe de avión. La muchacha se encuentra incrustada en el piso llena de polvo y ropajes de diferentes texturas y colores. Parece confundida, aturdida, inquieta. Luego de una forzada y dolorida incorporación al plano vertical la accidentada recorre cada rincón del espacio tomando una bebida fuerte y, de vez en cuando refunfuñando, ¿contra Dios?
En medio de su malestar por la fuerte caída, Una descubre que no es el único ser humano en el incógnito lugar e intenta comunicarse con los habitantes (su público) pero se encuentra con otro problema: no habla el mismo idioma. A pesar de las contrariedades, esta simpática mujer logra hacerse entender y al mismo tiempo comprende que su suerte de sobreviviente la ha dejado en un teatro de la Argentina.
Este poder de comunicación con su público es uno de los aciertos más sorprendentes de la versátil y premiada clown Lila Monti. Hija de Ricardo Monti, uno de los más grandes dramaturgos argentinos, la actriz de larga experiencia, también como productora y directora, logra con éxito hacernos comprender durante más de una hora la historia de una mujer perseguida por las catástrofes naturales, sin país (hundido en las profundidades del mar a causa de un tsunami) y sin camaradas, porque todos han perecido en la calamidad.
Este espectáculo unipersonal dirigido por Cristina Martí y Guillermo Angelelli asienta la idea de que es posible comunicarse a través de un idioma insólito, desconocido por toda la audiencia gracias a un perfecto manejo de lo corporal y exactitud a la hora de dirigir los acentos, modulaciones de las palabras, los silencios y gritos.
Finalmente Una acepta el espacio donde ha caído, hace del teatro su nuevo lugar y enfrenta al desarraigo con risas transformando así, carcajada por medio, a la muerte en vida. Monti logra gracias a su profesionalismo crear un nuevo país, un idioma virgen y los instaura en el corazón de cada espectador que, sin duda, se queda con irresistibles ganas de conocer la misteriosa y adorable nación de Povnia.
"Povnia". Payasa: Lila Monti. Dirección: Cristina Martí y Guillermo Angelelli. Asistencia de dirección: Silvia Aguado. Vestuario: Marisa Geigner. Zapatos: Javier Moyano. Utilería y accesorios: Valeria Álvarez. Música: Guillermo Rey y Agustín Flores Muñoz. Diseño de luces: Ricardo Sica. Diseño Gráfico y asistencia: Andrés Kyle. Producción general: Lila Monti. Esta obra ya no está en cartel.