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26 de junio de 2013

TEATRO | "Tus deseos en fragmentos" dirigida por Marcelo Velázquez | El coleccionista de recuerdos


Por Lía Noguera

“Estoy sumergido en mi propio museo... hoy tienen suerte, la exposición está abierta, pueden recorrer los salones donde los cuadros ya están colgados, las esculturas hechas, las inscripciones en los muros. El álbum en movimiento de mi cerebro. Hay salas prohibidas, otras ya demolidas... unas que no deseamos visitar”. Así dice uno de los personajes de la obra del teatrista chileno Ramón Griffero, Tus deseos en fragmentos, estrenada en Chile en 2003 y que diez años después se presenta en Buenos Aires bajo la dirección de Marcelo Velázquez. Una obra fragmentaria, como su título lo anuncia, que nos invita a recorrer los restos de una vida que ha amado, ha deseado, ha sufrido, ha sentido, en definitiva ha vivido todo el amor y todo el dolor para volverse hoy-desde el discurso de un presente en crisis- una Muestra desgarrada. 

La idea de museo y deshecho recorre toda esta puesta, que desde una perspectiva benjaminiana, propone una rearticulación del pasado y la experiencia proponiendo una actitud activa frente a la Historia, pero también frente a las historias. Porque los microrelatos que transita Tus deseos en fragmentos no son más que piezas seleccionadas de un cerebro que decide contarla, presentarla y representarla. Así, y des-cosificando la imagen eterna y estática que sugiere la idea de museo, y a pesar de que los relatos de los cinco personajes se enuncien desde ese mismo espacio, la obra de Griffero juega a buscar la verdad en el montón de basura, en los harapos, en los escombros. En esta propuesta, la cristalización de la historia se desvanece, y nos encontramos ante sujetos activos que actualizan su pasado. En esa acción, el museo deviene en colección, en una selección individual que permite acercar al espectador a lo cotidiano y devuelve el carácter vital de los objetos y de las historias que se narran. En este sentido, más que museificar la historia individual, se pretende proponerla como una colección de imágenes efímeras, sólo sujetables en el tiempo del discurso ficcional.

Asimismo, es interesante cómo esta idea conductora entre lo fragmentario y lo coleccionable, se sostiene en la dirección de Velázquez. La selección del espacio escenográfico casi despojado que se articula con un dispositivo fílmico que proyecta las imágenes de un pasado y de un presente, permite la intensificación de las múltiples voces que sostienen el discurso teatral. Apelando al entrecruzamiento entre espacio mostrado y cuerpos presentes, la puesta alcanza un dinamismo que es central para los contenidos de las historias que se cuentan. Así, relato y acción producen un cruce ideal que es sostenido por el interesante trabajo del elenco binacional (argentino-chileno) que interpretan la obra. 

Ya desde el texto, ya desde la dirección, desde el vestuario precisamente pensado y que sostiene la idea de fragmentariedad, como también el trabajo lumínico, Tus deseos en fragmentos apela a la descentralización de voces, cuerpos y discursos. Eso sí, armonizando los componentes que integran los retazos de las diversas pulsiones que se ponen en escena. Un muy interesante trabajo que no sólo nos permite acercarnos a la dramaturgia chilena, sino también resignificar nuestro lugar en la propia historia…

"Tus deseos en fragmentos" de Ramón Griffero. Dirección: Marcelo Velázquez. Con Marité Molina, Constanza Raffaeta, Manuel Reyes Montes, César Riveros, Leandro Rosenbaum. Vestuario: Lara Sol Gaudini. Escenografía: Gabriela Quintana. Iluminación: Miguel Solowej. Maquillaje: María Julia Prut. Diseño de arte: Gabriela Quintana. Audiovisuales: Juan Solmonese. Música original: Javier Barría. Asistencia de escenografía: Carina Gavalda. Asistencia de dirección: Christian Di Desidero. Viernes 21 hs. Del Borde Espacio Teatral, Chile 630. Entrada: $ 70, $ 50. 

15 de febrero de 2012

TEATRO | "Señorita Julia" dirigida por Marcelo Velázquez | Julia renovada



Por Lía Noguera


Una vez más, Señorita Julia de August Strindberg sube a escena, y en esta ocasión lo hace en la versión realizada por Enrique Papatino, con las actuaciones de Josefina Vitón (Julia), Paula Colombo (Cristina) y Gustavo Pardi (Juan) y bajo la dirección de Marcelo Velázquez. 

Este director que ya ha sabido degustar el placer de transitar por los clásicos universales, así como también ofrecernos un recorrido por algunos dramaturgos contemporáneos, logra nuevamente valerse del universo discursivo de las teatralidades canónicas y en esa apropiación realiza su propio gesto poético. Porque, ¿qué sentido tendría desnudar el pasado y el presente nefasto de Julia si no es para proponerlo como un imaginario identificador de realidades, que si bien presentes hacia fines del siglo XIX –momentos en los cuales fue escrita la obra- aún continúa significando en la contemporaneidad? Si bien la lucha entre clases sociales, la opresión de la mujer en un espacio regido por la mirada patriarcal, la imposibilidad de ascenso económico, entre otras, son las temáticas que saltan a la vista cuando leemos o vemos este clásico sueco, lo interesante es profundizar en los costados quizá más opacados del texto y que en nuestra actualidad son aquellos que calan en lo más hondo. 

Y eso es lo que hace esta nueva Señorita Julia, puesto que privilegia y acentúa el universo ficcional, los juegos y los sueños que sustentan la vida de los tres personajes protagonistas, un sustento que será primordial a la hora de permanecer, de soportar la opresión en la que viven. Julia, la hija del conde quien la ha dejado junto a sus criados durante la fiesta de San Juan, bebe y baila con su criado, y durante esas escenas exhibe sus intentos de dominación. Pero en el discurrir de estos momentos lúdicos, ella quedará prisionera y la relación dominado-dominador se invertirá y solo una salida será posible: terminar con los sueños de libertad. Sueños y realidad se contraponen, así como se oponen los representantes del pueblo a la unión de clases y todo esto es narrado desde un mínimo espacio escenográfico que, acertadamente realizado por Gastón Nanni, logra acentuar y destacar la articulación entre escena y extra escena. 

Ahora bien, si la efectividad de esta puesta está dada por las lecturas del texto que tanto Papatino y Velázquez realizaron y lograron plasmar en la escena, en el plano actoral el componente semántico de la obra logra sustentarse. Si bien existe una disparidad entre las actuaciones femeninas y la masculina, esto seguramente está dado por la fuerte presencia de Gustavo Pardi en el escenario, que logra variar los tonos como así también articular los diferentes matices que su personaje requiere. Un excelente trabajo por parte de este actor, que con todo lo antedicho, hacen de esta nueva Señorita Julia una novedosa revisión del  clásico universal. 

"Señorita Julia" de August Strindberg. Versión: Enrique Papatino. Dirección: Marcelo Velázquez. Con Josefina Vitón, Gustavo Pardi y Paula Colombo. Escenografía y  Vestuario: Nicolás Nanni. Realización de Escenografía: Gastón Nanni. Realización de Vestuario: Celia Cohan. Iluminación: Alejandro Le Roux. Música Original: Pedro Rossi. Diseño Gráfico: Verónica Duh. Soporte Audiovisual: Sebastián D’Angelo y Virginia Mañe. Asistencia de Dirección: David Robles. Viernes a las 21 hs. hasta el 23 de marzo inclusive. A partir del 1° de abril, domingos a las 19 hs. El extranjero, Valentín Gómez 3378. Informes: 4862-7400. Entrada $60.

30 de octubre de 2011

TEATRO | "El incidente Nora" dirigida por Marcelo Velázquez | Caretas de Belgrano

Por Eugenia Guevara

El incidente Nora, que se presenta como una “comedia de suspenso en 1942”, sorprende. Se trata de la primera obra escrita por el actor Eduardo Narvay, quien interpreta a uno de los personajes principales – quizá el personaje clave aunque este título sea compartido con algunos de los demás personajes o incluso, con todos-. Sorprende porque es un texto dramático sólido, preciso, experimentado, que fluye al contar no solo el incidente que involucra a Nora, la empleada doméstica, sino a toda una serie de sentimientos anquilosados, recelos, hipocresías y traiciones, que se despliegan magistralmente en una gran mansión del Buenos Aires de la década infame, entre tres amigas de la infancia y dos políticos encumbrados.

Además, la obra, donde no faltan el crimen y el humor, dirigida por Marcelo Velázquez, tiene el poder, más allá de las referencias contextuales, de transportarnos 70 años atrás, con una escenografía construida a partir de mínimos detalles (u objetos) y un vestuario exquisito. Los ambientes (living o sala de estar, recibidor o hall de ingreso y baño) se disponen en un espacio rectangular alargado, que permite, al mismo tiempo, la movilidad de los personajes y el desarrollo de momentos más o menos íntimos en cada rincón del “escenario”, mientras provoca la actividad constante de los sentidos del espectador que debe seguir los desplazamientos de los actores (por cierto, todos con una excelente performance). 

Finalmente, es destacable que esta historia que gira alrededor –como el título lo señala- de la silenciosa mucama, Nora, testigo de todo lo que sucede en esa casona de Belgrano, tanto aquello relacionado con el “amor” como con la “política”, es decir, con el engaño, y será de alguna manera, el chivo expiatorio, al tiempo que revela lo mejor del teatro moderno ibseniano, en forma y contenido, también nos recuerda todo el tiempo "cosas" que son muy nuestras y están completamente vigentes.



De Eduardo Narvay. Dirección: Marcelo Velázquez. Elenco: Valeria de Luque, Romina Fernandes, Carolina Tisera, Emma Rivera, Eduardo Narvay, Julieta Selem, Sebastián Ienco y Sergio Ferreiro. Producción Artística: Eduardo Narvay. Asist. de dirección: Augusto Martínez. Escenografía: Ariel Vaccaro. Iluminación: Alejandro Le Roux. Vestuario: Carla Desiderio. Asist. Vestuario: Paula Lusarreta y Tamara Rodil. Música original/fx sonoros: Diego Centurión. Fotografía: Dotta Bros. Sábados, 20.30 hs. En DelBorde Espacio Teatral, Chile 630. Localidades $40 (descuentos estudiantes y jubilados $30) Reservas: 4300-6201.