Mostrando entradas con la etiqueta javier daulte. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta javier daulte. Mostrar todas las entradas

19 de agosto de 2014

TEATRO | "Faros de color" dirigida por María Luisa Estiz | Lo que se dice es verdad


Por Natalia Maya
Foto: Mariela Richmond

Faros de color nos trae la oscuridad de la palabra, el enigma, la ambigüedad que define los hechos sucedidos en un plano inexistente. Un escenario totalmente vacío, sin decorado, sin utilería, el salón cualquiera de la casa de algún lugar abre las puertas que reciben a tres personajes en forma de cuatro, protagonistas de la presunta historia. Una pareja, Jeremías y Rafaela, un tercero Carlos, doble especular de Jeremías, ¿hermano, hijo, gemelo? y una cuarta mujer, amante articulada: Margaret.

El regreso de una fiesta despliega el armado de un relato en la pareja; con sus múltiples versiones distorsionadas comienzan a tejer los entramados de un crimen pasado, ¿real, simbólico?, cada espectador lo decidirá. El afuera tensa con sonidos y presencias tortuosas que recuerdan, hay otro universo que está profundamente dentro de ellos: los sonidos, las luces son también los paisajes que llevan dentro.

La guerra y la paz: la palabra es la gran protagonista de la obra. Los cuerpos son regiones, historias, tiempos, batallas. Jeremías, Rafaela y Margaret, con intensidad e impecables actuaciones, vienen a anunciarnos que todo lo que se dice en una historia es verdad y por eso mismo: invención /mentira. Son las pasiones las que hablan, callan, destruyen y reconstruyen los espacios habitados por cuerpos y por memorias. El vacío del escenario se carga rápidamente por las proyecciones narradas, entonces podemos ver mucho, demasiado.

Faros de color hace un juego interesante entre la realidad del lenguaje y el lenguaje de la realidad,  ópera prima de Javier Daulte, dirigida por María Luisa Estiz invita a repensar los códigos de la representación: los espacios cargados de lo invisible, las verdades que llevamos dentro cuando queremos inventar nuestras múltiples historias: nuestra única posibilidad.

"Faros de color" de Javier Daulte, Dirección: María Luisa Estiz. Con Flavio Abraldes, Paula Badariotti, Constanza Raffaeta. Vestuario: Marité Molina. Iluminación: Valeria Junquera. Música: Ramiro Córdoba. Asistencia de dirección: Lautaro Heger.  Sábados, 21 hs. La Casona Iluminada, Av. Corrientes 1979. Entrada: $80. Hasta el 27/9. 

8 de agosto de 2014

TEATRO | "Novecento" dirigida por Javier Daulte | La leyenda del espacio


Por Luis Ángel Gonzo

Desde que no hay territorio sin ruta, calle, camino, ni olas ni nubes sin perímetros gentilicios (“el cielo de Calcuta”, “el mar argentino”),  la realidad -si la hay- es que las cosas, los fenómenos, las vidas, su etcétera sin fondo de palabras, remiten siempre a un espacio (posesión, pertenencia imaginaria). Documentos, pasaportes, partidas, certificados, datos, registros, declaraciones, fotos, huellas; etiquetas de ciudadano, inmigrante, extranjero, descendiente, todas sus cartas-de-invitación-pase-libre a la administración de las pulsaciones demarcan esos límites, esas fronteras. Qué, cuándo, cómo, dónde. En esos pronombres, ¿será lo mismo nombrar una vida que decirla? ¿Decirla que narrarla? ¿Habrá orden de prioridad para eso? No parece.

¿Y si alguien no tiene documentos, ni certificado de nacimiento, ni más datos ni registros que los de la oralidad del entorno? Habrá marcas. ¿Y si no hay padres? Habrá padrastros, criadores, tutores. ¿Y si no? Habrá un lugar, unas personas. 

¿Y si ese lugar no pertenece a ninguna parte? 

El agua (océano mar).

El aire (cielo).

Cierto: hasta las olas y las nubes -hoy- respetan las jurisdicciones nacionales, el Estado-nación estará en crisis ideológica pero sus carnets, barreras e injerencias se multiplican, y hasta esas porciones de planeta de cruce (consulados, fronteras) y esos rincones llamados “internacionales” (Antártida, océanos) son lo que son a partir de acuerdos entre naciones. 

Cierto, también: hoy es difícil escapar al registro. ¿Nacimiento en avión o barco? Habrá médicos a bordo, al llegar a destino comenzarán los trámites: no se puede andar por ahí sin la ley tatuada. Hasta los cambios de nombre y aspecto tienen su expediente, su carpeta, su foto autografiada.

Por supuesto, no siempre fue así. El presente aséptico camina sobre siglos de cuerpos sin nombre. Hace cien años (menos también), todas las preguntas precedentes hubiesen admitido un sí por respuesta. ¿Ejemplos? Apellidos cambiados, identidades truncas, fugas sin desenlace, cortes y recomienzos, uno diría: se hablaba menos. ¿Historias? Hay una que da vuelta reversible a los conceptos territoriales que cobijan nuestra intemperie: Novecento. La leyenda del pianista en el océano, escrita por Alessandro Baricco y dirigida por Javier Daulte

Novecento, novecientos, 1900, hace cien años. Leyenda, en off del registro histórico. Pianista, música, cifrado lenguaje transparente. Océano, no-lugar, movilidad profunda. Entonces, la pregunta: sin tierra, ¿hay espacio? ¿De qué tipo? ¿Y pertenencia? ¿Habrá? 

Novecento es un personaje que, antes de ser Novecento, es un niño nacido, según lo que se cree, en tercera clase, pero aparecido en primera, a principios del siglo XX, a bordo del Virginia, un transatlántico que va de Europa a América y de América a Europa llevando inmigrantes, mercaderías.... Quien lo encuentra (un marinero) le da su nombre y el del siglo. La historia de este singular ser humano que nunca en su vida pisó la tierra -porque nunca en su vida bajó del barco- nos la cuenta su único y mejor amigo, un trompetista que coincide con él a bordo del Virginia, comparte algunos años y los transmite en su monólogo superpoblado. ¿Cómo? Es que hay transatlántico, océano, pianista, trompetista, tripulación, clases altas, clases bajas, cuentos, anécdotas, debates... ¿Y el elenco? Un actor, Darío Grandinetti, cuya versatilidad y, justamente, manejo del espacio -del escenario y sus mundos posibles- es magistral; toda una lección de brío y técnica expresiva que va de menos a más (los primeros minutos corren -creo- como sin brújulas, el protagonista parece evocar recuerdos y revivirlos con un tono que vacila entre el de la época del relato y su narrador y otro tono algo aporteñado, cristalizado, que por fortuna se desvanece en un par de chistes -en el libro en italiano, y en su traducción al español, efectivamente se habla en una especie de argot que, tal vez, en la traducción al porteño genera el efecto de desorientación: un personaje trompetista de Nueva Orleans que habla como un porteño de cafetín.., esa lengua muerta de lugares hoy comunes, hasta que el tono baja y se encausa, como las aguas, y entonces uno entra en la historia, en sus vaivenes y episodios). Escenario, elementos: una cubierta de madera, una soga, un saco, las luces. Eso -eso- alcanza para llevarnos a una tormenta en el medio del océano, a duelos musicales a salón repleto, a conversaciones con perlas destiladas en salitre y alcohol, a recuerdos e invenciones de un siglo marcado por la inmigración y las guerras, la búsqueda de los límites del arte y la vida, que signarán el destino del personaje por más fuera de ese mundo que parezca al vivir en un barco acunado por el agua... Un mundo igual y diferente al de los terrestres, porque el lugar de Novecento es el océano y la expresión “tierra firme” -pasen y vean- es eso: solamente una expresión.  

"Novecento. La leyenda del pianista en el océano" de Alessandro Baricco. Versión y dirección: Javier Daulte. Con Darío Grandinetti. Producción ejecutiva: Damián Zaga. Producción general: Pablo Kompel. Dirección de Producción: Ariel Stolier. Vestuario: Ana MarkarIan. Iluminación: Matías Sendón. Diseño de escenografía: Alberto Negrín. Stage Manager: Gabriel Gómez Nayar.  Asistencia de iluminación: Sebastián Francia. Asistencia de vestuario: María Jimena Acevedo. Supervisión de sonido: Pablo Abal. Dirección técnica: Jorge H Pérez Mascali.  Viernes y sábado a las 20 hs., Domingo 19 hs. y 21 hs. Teatro Metropolitan Citi, Av. Corrientes 1343. Entradas: $200, $250.

30 de julio de 2012

TEATRO | "4 D Óptico" de Javier Daulte | Agujeros destapados

Por Eugenia Guevara
Una cartografía móvil, sorprendente, fluida, es la que forman los actores en escena, una escena que al mismo tiempo es laboratorio y mansión, presente y pasado; de la misma forma que los actores son científicos en la actualidad y piezas fundamentales para llevar a cabo el asesinato de una supuesta estrella del pop en la década del 70.

4 D Óptico de Javier Daulte es una obra que cuenta con un elenco integrado por algunos de los mejores actores de Buenos Aires, como es el caso de Héctor Díaz (más cómodo o más asimilable en su rol de responsable de seguridad del pasado que en su papel de Andi, el empleado del laboratorio con discapacidad del presente), Andrea Garrote, Laura Paredes o Moro Anghileri. Su autor y director es, al mismo tiempo, una de las figuras más emblemáticas dentro del off, desde que a mediados de los 90, diera a luz piezas clave como Criminal y Martha Stutz y creara a comienzos del siglo XXI, junto a Spregelburd y Tantanian, La Escala Humana. Desde el comienzo, el teatro de Daulte se caracterizó por la mixtura, especialmente de géneros que exceden lo propiamente teatral. En 4 D Óptico esto sucede nuevamente: lo televisivo y lo cinematográfico enmarcan a esos cuerpos teatrales apropiándose del espacio, creando una maravillosa sintonía con los otros cuerpos en escena. La ciencia ficción, la telenovela, el policial, el misterio y algunos escasos toques de comedia – considerando que el teatro de Daulte suele ser bastante cómico – confluyen en esta propuesta.

Sin embargo, a pesar de las figuras, las mixturas, las frases y momentos hilarantes (en el primer caso, cuando Andrea Garrote en su rol de científica visitante de renombre afirma que los locales dudan de su capacidad a causa de su glamour y en el segundo, cuando presente y pasado conviven a través de esos cuerpos que comparten el espacio, separados por escasos milímetros), 4 D Óptico no termina de cerrar todas las puertas  (o agujeros) que parece abrir, ni resulta una experiencia teatral imborrable como si lo fueron otras propuestas del director como ¿Estás ahí? - incluso con la poca versatilidad de Gloria Carrá en escena - o Automáticos.


"4D Óptico" de Javier Daulte. Con Paula Acuña, Moro Anghileri, Gerardo Chendo, Héctor Díaz, Andrea Garrote, Federico Olivera, Laura Paredes, Julieta Vallina. Diseño de vestuario: Mariana Polski. Diseño de escenografía: Alicia Leloutre. Diseño de luces: Gonzalo Córdova. Diseño sonoro: Mauro Garcia Barbe. Banda de sonido: Mauro Garcia Barbe. Asistencia de escenografía: Jose Escobar. Asistencia de iluminación: Facundo Estol. Asistencia de vestuario: Manola Aramburu. Asistencia de dirección: Gonzalo de Otaola, Marcelo Mendez. Producción ejecutiva: Javier Madou.  Sábado, 23 hs. Teatro El Cubo,  Zelaya 3053.  Entrada: $ 90. Hasta el  25/08/2012.

19 de junio de 2012

ENTREVISTA | Javier Daulte | El buen televidente

Por Ximena Zabala 


Se acaba de reponer 4D Óptico, obra escrita y dirigida por el ultraubérrimo Javier Daulte. Tan prolífico es este autor que arriesga nuevamente el formato 2 en 1. Ya lo hizo con Proyecto Vestuarios, proyecto teatral díptico, que se dividía en dos obras en cartelera a la vez, Vestuario de hombres y Vestuario de mujeres. Pero en 4D Óptico la apuesta es otra, hacer dos obras dentro de la misma. Los actores se desdoblan y encarnan un segundo personaje que habita una dimensión paralela. En esta comedia de ciencia ficción hay ocho personas en escena representando 16 papeles. Todo pasa simultáneamente, y se desarrolla sin pausas, al punto que en un momento el despliegue se vuelve hipnótico. 4D Óptico está prácticamente al borde de ser una película en vivo y, como anticipamos, acaba de reponerse en el Teatro el Cubo. De ella, de algunos nuevos proyectos y de conquistar las estrellas nos habla Daulte. 




4D Óptico se estrenó en el Festival de Temporada Alta de Girona en 2003 en catalán, luego pasó por Barcelona y fue traducida a varios idiomas. En argentina presenta su segunda temporada. ¿Sentís que hay un 4D óptico por cada puesta que tuvo, como si cada una y cada uno de sus  elencos perteneciera a una dimensión diferente de la obra?
Sí, creo que sí. En realidad sólo han sido dos puestas diferentes. La de España y esta de Buenos Aires. En la época en que estrené esta obra, iba y venía de Barcelona de manera permanente. Eso, creo, me hizo sentir que vivía en dos realidades paralelas al mismo tiempo.

¿Cuándo surgió la idea de hacer ciencia ficción? ¿Siempre te atrajo el género?
Me atrae el género porque me parece un juego maravilloso para dejar despejar la fantasía y crear una metáfora más allá del realismo. No me siento un especialista, pero sí he sido un buen televidente de chico, cuando me fascinaba con series como “Perdidos en el espacio” o “Mi marciano favorito”. Creo que la ciencia ficción es algo que siempre existió en la dramaturgia universal, desde los clásicos. ¿Qué otra cosa que súper héroes era los dioses y semidioses del teatro griego, qué otra cosa que extraterrestres son los duendes y hadas de las obras de Shakespeare?





En la obra sorprende la actuación de Héctor Diaz ¿acostumbran trabajar juntos?, ¿son amigos?
¡Sí! En Faros de Color, en La Escala Humana, en ¿Estás ahí?, Caperucita, Vestuarios. Un gran actor, un gran amigo y un gran cómplice.

¿Cuáles son tus proyectos actuales y futuros?
Ahora estoy preparando el estreno de Qué será de ti, para el próximo 28 en el Maipo Cabaret, un espectáculo de canciones con Antonio Birabent y Gloria Carrá. También empecé los ensayos de Macbeth en el San Martín, con Alberto Ajaka, Luciano Cáceres y Mónica Antonópulos. Estoy escribiendo Tiempos Compulsivos para el Trece con producción de Polka, dirección de Barone y las actuaciones de Rodrigo de la Serna, Paola Krum, Gloria Carrá, Fernán Mirás, Carla Peterson y un elenco maravilloso. En noviembre nos ponemos a ensayar Una relación pornográfica con Darío Grandinetti y Cecilia Roth.

¿Y cuáles serían los proyectos y las inquietudes de un Javier Daulte paralelo?
Descubrir lo que hay más allá de las estrellas. Estaría encerrado en un laboratorio astronómico.