El poeta Gerardo Burton nació en Buenos Aires hace 62 años y se fue a vivir a Neuquén en la mitad de su vida, en el año ’86. Desde allí recuerda en primera persona los tiempos de la poesía como espacio de resistencia y a fundamentales poetas y publicaciones patagónicas de finales de los 80. También se refiere al periodismo, a la pintura y a su producción, influida por los vientos del sur.
Poesía sin pretensiones
Yo escribía poesía desde la adolescencia pero sin ninguna pretensión y tenía varios libros publicados. Cuando vino la dictadura militar en el año 1976 se produjo una cosa interesante, al cortarse todos los canales expresivos. Muchos empezamos a juntarnos a partir del ejercicio expresivo de la poesía. Y encontramos que la poesía era un lugar de resistencia.
Nos juntábamos en editoriales muy pequeñas como Botella al mar, que funcionaba en un departamento muy pequeño de Once; dirigida por Arturo Cuadrado, un poeta de la Generación del ’27, un exiliado español que fundó la editorial con Luis Seoane después que le robaron el nombre de Emecé. Este tipo juntaba unos poetas y ahí empecé a publicar.
Comencé a escribir con la idea de salir, de trascender. Eso fue un punto de partida que sirvió para transformar lo que era expresivo, resistencia, en una búsqueda de la palabra, en un tratamiento diferente de la palabra. Con ese equipaje me vine para acá.
Los poetas de la Patagonia
En Neuquén ocurrió algo muy interesante. En el año ’87 había un grupo de jóvenes escritores que habían estado en el Círculo de Escritores Patagónicos y que editaban la revista Coirón, una revista de 3 números como casi todas las revistas de poesía. Sólo tres números pero de una potencia impresionante. Trabajaban en toda la Patagonia. Dos de ellos, por ejemplo, Sergio Sarachu y Eduardo Palma Moreno la recorrían en un Citroen buscando poetas. Traían sus textos y sacaban la revista a pulmón. En esa revista le hicieron una entrevista por primera vez a Irma Cuña y recuperaron su poesía. Y esto vale mencionarlo porque tanto Irma como la revista Coirón significaron un cambio con la literatura que se escribía en esta parte del mundo.
Porque acá estaban los escritores regionales: Milton Aguilar, Gregorio Álvarez, Marcelo Berbel, Lastra, etc., todos adultos en la época del ’60. La cosa cambió con Irma Cuña y la revista Coirón porque ellos se plantaron desde una perspectiva más universal. Ellos ensayaban escribir como Walt Whitman, Ezra Pound, Ernesto Cardenal, Juan Gelman, y originaron una poesía única y genuina. Única porque no había antecedentes de eso y genuina porque era profundamente patagónica. Macky Corvalán, Aldo Novelli, Ricardo Costa, Sergio Sarachu, que manejaban estéticas cruzadas, incorporaron nuevas técnicas de verso. Y tenían algo en común: una cuestión de pertenencia a un lugar marginal, a una periferia pero con un diálogo universal. Por ejemplo, Raúl Mansilla es de Comodoro Rivadavia pero su poesía es como el tango que habla de un barrio; habla de eso pero es universal; el tipo puede ser leído y gozado en cualquier lado. Eso pasa con la literatura que se hace acá.
Periodista y poeta
Escribo periodismo por una necesidad de sustento; poesía, por una necesidad de existencia. Roberto Juarroz decía que la única poesía válida es la poesía necesaria. Yo creo eso. La poesía lo fue desde el momento en que me puse a escribir de manera sistemática y sigue siendo necesaria actualmente.
Uno de mis libros se titula Radiofotos, un homenaje a cómo se recibían las fotos en las redacciones de los diarios: unos papeles impresos con un registro muy malo. Lo empecé a escribir a partir de hechos ocurridos en varios países, que aparecían en la sección Internacionales. Era como intentar ver los acontecimientos desde los ojos de la víctima. En la guerra de Chechenia, en la invasión a Kosovo, en las represiones en Argelia, en el atentado a la AMIA. Lo que no recogía la crónica periodística yo intenté levantarlo en estas crónicas poéticas.
Método Burton
En general ando con una libreta donde escribo a mano. Cuando la termino, paso en la computadora. Hago una impresión y empiezo a corregir. Eso puede llegar a tener 10 versiones. Hay un proceso de descarte y de separación. Por ejemplo, ahora voy a publicar poemas que parecen piolines, hilachas. Son muy cortados, breves. Pero hay otros que se van conformando de otra manera. Depende un poco de la forma que hayan adquirido al principio porque no tengo un plan. No me sale. Por eso creo que fracasé en mis intentos de escribir una novela.
Un libro inédito es uno de tangos, que es un poco una historia familiar en paralelo con la historia argentina. Otros dos son poemarios de amor, uno a titularse Linda y fatal, como el tango.
También trabajo mucho con la pintura. Hago acuarelas y es algo que me interesa porque es otro lenguaje y sirve para oxigenarme. Escribo poesía, hago periodismo, radio... son muchas palabras, entonces me saturo. Y para pintar se necesitan silencios.
Intento un tratamiento diferente de la palabra. Uno de los datos importantes de la Patagonia es el clima, el viento, la tierra, la absoluta sequedad y eso es algo que hace que mi poesía sea algo más austera, mas enjuta; aunque no hable del camello el desierto se nota.
* Fragmento de la entrevista realizada al escritor en el programa de radio Ladrones de tinta, que se emite los viernes a las 15.30 por FM 103.7 de la ciudad de Neuquén por Radio Unco Calf.