Por Lía Noguera
Fotos: David Casalli
Un cabaret de mala muerte en un pequeño sitio olvidado de algún rincón porteño. Un escenario que se sostiene sobre varios cajones de cerveza. Un altar bien kitsch en el que se adora a la Virgen de Guadalupe. Dos bailarinas, un cantante travesti, un DJ que también baila, el presentador del night club y un cartel que nos anuncia el espectáculo, todos estos son los componentes iniciales, y no por eso menos económicos, de Baratísima, un espectáculo de mala muerte. Pero la armonía inicial (una armonía atada con alambres) se rompe cuando a esta especie de “familia de la noche” llega Caro, la nueva bailarina del cabaret a quien Jakc Andino, maestro de ceremonias, conoció por Internet. Esta nueva presencia desata el conflicto, pone en crisis el espectáculo como así también las relaciones interpersonales de los integrantes del grupo. Y la amenaza de este cuerpo joven, quien desencadena todos los artilugios del melodrama (un melodrama transgredido, pero también berreta y barato, propio de la lógica que propone la obra), desata las pasiones que no solo se suceden en el escenario del cabaret, sino en la propia extra escena de la obra. De esta manera, jugando con el afuera y el adentro, posibilitando así exacerbar las tensiones del texto, Baratísima construye un universo propio signado por el fracaso y la violencia que desde la escena y la extraescena se potencian para hacer un espectáculo en donde el desborde y la intensidad son los ejes vertebradores.
Las luchas por el poder atravesadas por el deseo, los cuerpos como objetos y las pasiones intercambiables son algunos de los temas que el texto transita y que son acompañados por un constante humor del cual los espectadores nos hacemos eco y disfrutamos. Porque entre las distintas contiendas, se cuelan los bailes eróticos de las bailarinas Cata y Lucky Strike; el canto masculino de la travesti Dolores Pena; el baile sensual de una especie de gigoló, el DJ Zorro; como así también las intervenciones humorísticas de Jack, que con chistes malos (bien malos) logra condensar la atmósfera de una seducción constantemente parodiada que estalla hacia el final. Y en este universo kitsch que nos recuerda a las novelas del chileno Pedro Lemebel, mezcladas con un poco de Manuel Puig y una gota almodovoriana, el melodrama se vuelve tragedia, y en ese pasaje esta puesta de La Horrorosa Banda Teatral, integrada por Javicho Soria (Bolivia), Helgalís Ramos (Puerto Rico), Nibaldo Maturana (Chile), Sherry Denis (México), Christian Nieves (Puerto Rico) y Agustina Yacachuri (Argentina), alcanza gran parte de su efectividad. Porque, y tal como lo afirma esa especie de manifiesto que encontramos en su perfil de facebook (único medio de difusión del espectáculo): “somos seis actores latinoamericanos indocumentados que bailamos Raffaella Carrá en los techos de las casas de las viejas porteñas. Hacemos un teatro de mezcla en donde lo feo es bello, donde no existen las fronteras y todas esas frases épicas que podrían decirse en este momento. En fin, nos gusta la fiesta, el jangueo, el carrete, la partuza, la farra, la joda, la juerga, la pachanga, el desmadre y el desbarajuste. Hacemos de eso nuestro teatro que es irrespetuoso, barato, glamoroso y de mala muerte.”
Un teatro sin fronteras territoriales; un teatro del pasaje, de cruces. Pero sobre todo un teatro del encuentro, porque sin divisiones, sin límites, solo quedan los cuerpos… una materia de la cual el teatro aún no ha sabido prescindir. Por eso, señoras y señores, pasen y vean Baratísima, un espectáculo de mala muerte, en donde la muerte mala, ¡se deja llevar por la buena, buena vida!
Actúan: Sherry Denis, Nibaldo Maturana, Christian Nieves, Helgalís Ramos, Javier Soria, Agustina Yacachury. Diseño de vestuario: Mariana Arzola. Video: Claudio Cabello, Jonathan Chacarpe. Dirección: Christian Nieves. Miércoles 21 hs. Club de Arte, Corrientes 3439.