Por Sandra Ferreyra
"Todo" es un pronombre indefinido, una palabra sin un referente determinado cuyo sentido señala totalidad. La obra de Spregelburd, en principio, hace pasar la relación de lo ideológico y lo social por esta particular función del lenguaje, esta imprecisa relación entre forma y contenido. La historia se organiza en tres cuadros que se presentan como las respuestas a preguntas por el devenir ideológico de tres cosas que cualquier sociedad consideraría partes importantes del todo que constituye: ¿Por qué el Estado deviene burocracia? ¿Por qué todo arte deviene negocio? ¿Por qué toda religión deviene superstición?
Impresos sobre una pantalla al inicio de cada cuadro, estos interrogantes anticipan el eje de la situación que se va a desarrollar en la escena, a la manera de las proyecciones y carteles brechtianos. No es un dato menor que esta obra le haya sido solicitada a su autor por un teatro de Berlín en ocasión de un festival sobre ideología e identidad; hay mucho de teatro épico, de la mejor tradición alemana, en el modo de contar que se propone: la discontinuidad de la acción en cuadros independientes, el narrador en off que interactúa con los personajes pero que también aporta citas míticas, filosóficas y religiosas, la ruptura de la ilusión teatral, el gestus como técnica de actuación.
El primer cuadro muestra a un grupo de burócratas agobiados por una rutina que se sostiene en el ejercicio de la sospecha, la obsesión, la mentira, en fin, la ficción. Jefes que cumplen sus tareas imaginando que son dioses del Olimpo, empleados que arman estrategias en el baño para mostrar que no están circuncidados, empleadas que queman dinero para ganarse la confianza de sus compañeros. En el segundo cuadro, una cena navideña se intelectualiza. La pavita tiene que esperar a que los comensales terminen de discutir a cerca de los valores absolutos y particulares en la era del posmarxismo. El tercer cuadro se desarrolla en la cocina de un departamento. Un hombre vende historias para niños mientras su mujer permanece en la casa aterrada por la posibilidad de que su hijo recién nacido muera. Cada situación cuenta con un narrador que despliega su punto de vista en abierta complicidad con el espectador, pero que también le recuerda con sutiles comentarios que es una simple estrategia del relato.
Todo tiene la virtud artística de recuperar en la escena lo moderno y lo posmoderno y articularlo en una tercera categoría, sin nombre aún, un todo en el que todavía vale la pena argumentar sobre el Estado, el arte y la religión. En este sentido, la obra de Spregelburd adquiere, por momentos, el valor de un manifiesto.
"Todo" de Rafael Spregelburd. Con Pablo Seijo, Mónica Raiola, Alberto Suárez, Andrea Garrote y Rafael Spregelburd. Actor suplente: Mariano Sayavedra. Música: Zypce. Asistencia de dirección: Lalo Rotavería, Ignacio Bozzolo, Gabriel Guz. Escenografía e iluminación: Santiago Badillo. Asistente de escenografía: Ignacio Bozzolo. Vestuario: Julieta Álvarez. Producción: Corina Cruciani. Viernes, 20 hs. Teatro Beckett, Guardia Vieja 3556. Localidades: $65, Estudiantes y jubilados: $45.
"Todo" de Rafael Spregelburd. Con Pablo Seijo, Mónica Raiola, Alberto Suárez, Andrea Garrote y Rafael Spregelburd. Actor suplente: Mariano Sayavedra. Música: Zypce. Asistencia de dirección: Lalo Rotavería, Ignacio Bozzolo, Gabriel Guz. Escenografía e iluminación: Santiago Badillo. Asistente de escenografía: Ignacio Bozzolo. Vestuario: Julieta Álvarez. Producción: Corina Cruciani. Viernes, 20 hs. Teatro Beckett, Guardia Vieja 3556. Localidades: $65, Estudiantes y jubilados: $45.