El nombre de los seres de Goyo Anchou muestra la noche que un gay y su chongo, o un vampiro y su presa, viven en una Buenos Aires fantasmagórica, extraña, oscura; un mundo sucio habitado por animales nocturnos, ratas y vampiros. Sin embargo, lo que cuenta no importa demasiado, al menos no en su particularidad, porque hay muchos aspectos que pensar en esta interesante obra sobre la que cada espectador hará su lectura.
Nos interesa recalcar su carácter de cortometraje experimental hipnótico. Son 12 minutos de inmersión entre múltiples y variadas capas: capas textuales, capas sonoras y capas de imagen. Las primeras, que podríamos llamar también capas narrativas, mezclan la narración en over de una voz cuyo tono y ritmo atrapa con los diálogos de los personajes. Es claro que esa voz relatora (responsabilidad de Sebastián Roses, director de arte) pone en cuadro un bello texto literario, al que se podría extraer del corto y mantendría su poder intacto. Ese texto dicho en off recurre al ensayo filosófico y al registro poético para referirse al vampiro, a los muertos y a los vivos, a los muertos vivos y a los porteños y a la muerte. Así, dirá: "Tanto el muerto vivo, como el vampiro, mueren de la misma manera, con el corazón roto" o, enfatizando el carácter irónico que ha sostenido durante toda la obra explicará cerca del final: "Si se permite que el vampiro no sea detectado por siete años podrá viajar de un lugar a otro, y así, volver a ser humano. Podrá casarse, tener hijos, pero todos se convertirán en vampiros al morir".
Asimismo, las capas sonoras barajan conocidas canciones rock, pop o tango, con sonidos nerviosos, artificiosos, o provenientes de la noche y del amanecer que comparten el gay, interpretado por Peter Pank, y su chongo, en la piel de Martín Rodríguez. Sonidos que son tranquilizados por la voz narradora que todo parece contener.
Por último, la hipnosis ocurre en y a partir de las capas de imagen, en las que la transición se vuelve permanente y el punteo de la luz en la oscuridad acentúa ese efecto de estar en trance y donde los tonos y las texturas contribuyen a crear una imagen de pasado en la que sólo parecen tener lugar los fantasmas.
"El nombre de los seres" de Goyo Anchou. Argentina, 2013. 12'. Se proyecta junto con "Las Amigas" de Paulo Pécora. Última función: 27 de agosto, 20 horas. Centro Cultural Borges, Viamonte y San Martín. Entrada: $30, $20.