Por Sylvia Nadalin
Después de la maratón ensayística de los últimos años, José Pablo Feinmann volvió a despabilar a sus lectores con un tema tan actual como debatido, al menos en esta parte del globo: el monopolio de los medios de comunicación masiva y su poder en la formación ideológica de los sujetos sociales.
El libro de más de 600 páginas y variadas e interesantes citas bibliográficas, está estructurado en tres partes: la primera analiza la construcción de la subjetividad a partir de la idea del ‘sujeto-otro’ que es “el que es dicho y pensado por el poder”; la segunda parte, quizás la más original, es un texto cínico y humorístico sobre la "culocracia", donde el autor reflexiona sobre la imagen hegemónica del "culo-idiotizante como esencial al espíritu de dominación del capitalismo del siglo XXI, el de los mass media desbocados". Y una tercera y última parte dedicada a Internet, “el Super Big Brother de la modernidad informática”, un descubrimiento pensado como un arma de liberación que se ha transformado en una maquinaria secreta de espionaje y control social.
La hipótesis que da comienzo a la primera parte del ensayo es tan provocadora como académicamente subversiva: “Hizo más Bill Gates que Descartes por la centralización del sujeto”. ¿Qué significa esto? Pues que la gran ‘iluminación’ cartesiana que destronó la Edad Media ubicó al hombre en la centralidad del Saber, adueñándolo de la Historia (antes reservada a ese dios único y omnipotente) y arrojándolo a la conquista de la tierra a través de la técnica. Ese quiebre ideológico es para Feinmann menos revolucionario que la constitución de este sujeto comunicacional encarnado en “Rupert Murdoch, la Fox y la News Corporation, el más poderoso grupo mediático de este mundo […] necesario para el sistema global de vigilancia, dominación y constitución de los sujetos”.
A partir de este develamiento teórico, el autor apela a una diversidad de personajes, situaciones y registros textuales, como la parodia mediática del fusilamiento de Dorrego y la conferencia de prensa de Lavalle, citas y análisis de sus propios libros sobre películas emblemáticas como Citizen Kane o la puesta radial de La Guerra de los Mundos, ambos de Orson Welles, y docenas de productos de Hollywood; todo un planteo iconoclasta para reafirmar la “instauración del sujeto bélico comunicacional sobre la derrota del sujeto-hombre, el sujeto-praxis, del sujeto inmerso en la Historia, que es el único que puede oponerse al poder”.
La Culocracia o “culto al culo”, segunda parte del libro, posee un tratamiento, que oscila entre el humor, la ironía y la erudición de citas literarias que incluyen la visión de Santo Tomás de Aquino y Francisco Quevedo, tiene como objetivo denunciar la hegemonía del culo-idiotizante que usa la TV Vómito como aliado del establishment para que los sujetos no piensen, no sientan, no se indignen, solo miren y deseen ese culo que nunca tendrán. Ese “hombre mirando un culo” tiene en nuestro suelo uno de los mejores presentadores mundiales: Marcelo Tinelli, la estrella mediática de los más revulsivos shows de la culocracia, en los cuales se negocia publicidad y ranking a cambio de mercantilización y objetualización femenina versus estupidización masculina, todo en nombre del entretenimiento y la libertad de expresión, o de esa falsa consigna que repiten los intelectuales del monopolio: “Tinelli les da lo que la gente quiere ver”.
El último de los ejes abordados es quizás el más actual y peligroso: la influencia y consecuencias de Internet en nuestros pequeños espacios privados. Aquí el análisis se vuelve más político ya que aborda el crecimiento indetenible, desde la Segunda Guerra, del Complejo Militar Industrial norteamericano y su necesidad de control político y dominación ideológica a través de la imposición de un sentido común violento, individualista y alienado.
Cuando Feinmann se pregunta, quizás tan abrumado como nosotros: “¿Hay alguna esperanza?”, su respuesta no es tan optimista como quisiéramos: “En este mundo sometido al espionaje del Big Brother Panóptico no hay Palacio de Invierno. No está en ninguna parte. El poder, en cambio está en todas. Que cada vez esté en menos será el objetivo de nuestros pequeños-inmensos triunfos. De nuestros pequeños-inmensos sueños”.
"Filosofía Política del Poder Mediático" de José Pablo Feinmann. Ed. Planeta. 664 Páginas. 2013.