Por Sylvia Nadalin
En tiempos donde el periodismo político oscila entre la tinellización de los golpes de efecto y la repetición vacía de consignas militantes, el riguroso e imparcial análisis de la historia del diario Clarín de Martín Sivak es un acontecimiento a celebrar. Producto de un extenso trabajo de investigación doctoral del autor, el libro relata los vaivenes editoriales del mayor periódico del país en relación a los inestables períodos de nuestra historia, describiendo las estrategias y pactos político-económicos que le permitieron convertirse en el multimedio más importante de América Latina.
Sivak es riguroso porque cita fuentes primarias, ésas que hacen que el periodismo sea periodismo. Y consulta documentos en archivos públicos y privados, organismos nacionales, cables diplomáticos norteamericanos, realiza más de 150 entrevistas a personalidades claves, releva información a través de la lectura de todos los ejemplares de Clarín desde su fundación, el 28 de agosto de 1945. Con este vasto material busca responder a la pregunta: “cómo un diario modesto y frágil se convirtió en un grupo con mayúsculas y en la empresa más influyente de la Argentina”.
La historia de Clarín es la historia de su ideólogo y fundador: Roberto Noble, diputado del Partido Socialista Independiente que se alió a los conservadores en la Concordancia apoyando la candidatura de Justo, y se convirtió en ministro del gobernador conservador bonaerense Manuel Fresco. Experiencia que lo alejó de la política y a partir de la cual decidió fundar un periódico que “aglutinara fermentos populares carentes de guía que subían con la fuerza de la marea y estaban expuestos a desviaciones peligrosas”.
Clarín no se había peronizado, Perón se había clarinizado. Esa fue la respuesta de Noble ante el cambio brutal de rumbo que el diario había tomado por el triunfo arrollador del peronismo, previa campaña a favor de la Unión Democrática. Haber sido el primero en reconocer el triunfo de Perón y callarse cuando expropió el diario La Prensa, le permitió acceder “reservadamente” a los beneficios del Estado, direccionados por Raúl Apold.
Sivak afirma que Perón y Noble se reunieron en varias oportunidades y que a partir de 1950 el dueño de Clarín comenzó a frecuentar a su financista, Jorge Antonio, con quien terminaría haciendo lucrativos negocios inmobiliarios. La relación tuvo un momento de tensión cuando Perón ordenó cerrar el diario ante algunas críticas económicas deslizadas en momentos previos al golpe del ‘55. Al día siguiente presentaba la renuncia a la Revolución Libertadora, la que fue saludada con vítores por Clarín. Ese feroz pragmatismo no le impidió a Noble anotarse en la lista de ‘contribuyentes’ de Puerta de Hierro.
Con un olfato coyuntural envidiable, Noble se acomodó al discurso que proscribió al “dictador” y celebró la “libertad” de los nuevos tiempos. Sin embargo, será durante el gobierno de Frondizi cuando construirá una relación más orgánica y cuasi partidaria por la afinidad con las ideas económicas desarrollistas. Esa flexibilidad y adaptación proveerá el capital económico del diario en momentos de crisis, pero como bien anota Sivak no explican del todo la gran expansión de Clarín, que se convirtió en el diario más leído del país gracias a la lúcida empatía que su Director tuvo con los discursos de los incipientes sectores medios y populares, su talento para apropiarse del sentido común del argentino medio, contratar a los mejores periodistas de la época (pagando los mejores sueldos) e influir en las decisiones políticas. Con su muerte, la dirección editorial, política, legal y contable quedó en manos de Rogelio Frigerio, quien seguirá apostando al pragmatismo.
Durante la dictadura del ’76 Clarín osciló desde el apoyo a la lucha contra la ‘subversión’ hasta la crítica feroz hacia la política económica de Martínez de Hoz, mientras callaba los crímenes y desapariciones y descubría un nuevo espacio de masividad: la cobertura en tapa de deportes, impulsados a partir del Mundial de 1978.
Sobre Papel Prensa, Sivak explica su significado: la fractura del campo periodístico y la entrada de Clarín al campo corporativo junto a otro camaleónico de los medios, La Nación. A partir de ese hito solo restaba volver a los orígenes: desideologizar el diario despidiendo a Frigerio. Eso fue en 1982, Clarín apoyó la guerra de Malvinas, y la viuda de Noble empoderó a Héctor Magnetto, quien se hizo noblista, pero de nuevo tipo: superando las aspiraciones presidenciales de Noble y el proyecto político de Frigerio, dos propósitos ue funcionaban como obstáculo para la expansión corporativa, tarea a la que contribuyó la desregulación y privatización menemista y la oligopolización de las comunicaciones mundiales.
"Clarín, el gran diario argentino. Una Historia" de Martín Sivak, Ed. Planeta, 2003, 444 págs.
En tiempos donde el periodismo político oscila entre la tinellización de los golpes de efecto y la repetición vacía de consignas militantes, el riguroso e imparcial análisis de la historia del diario Clarín de Martín Sivak es un acontecimiento a celebrar. Producto de un extenso trabajo de investigación doctoral del autor, el libro relata los vaivenes editoriales del mayor periódico del país en relación a los inestables períodos de nuestra historia, describiendo las estrategias y pactos político-económicos que le permitieron convertirse en el multimedio más importante de América Latina.
Sivak es riguroso porque cita fuentes primarias, ésas que hacen que el periodismo sea periodismo. Y consulta documentos en archivos públicos y privados, organismos nacionales, cables diplomáticos norteamericanos, realiza más de 150 entrevistas a personalidades claves, releva información a través de la lectura de todos los ejemplares de Clarín desde su fundación, el 28 de agosto de 1945. Con este vasto material busca responder a la pregunta: “cómo un diario modesto y frágil se convirtió en un grupo con mayúsculas y en la empresa más influyente de la Argentina”.
La historia de Clarín es la historia de su ideólogo y fundador: Roberto Noble, diputado del Partido Socialista Independiente que se alió a los conservadores en la Concordancia apoyando la candidatura de Justo, y se convirtió en ministro del gobernador conservador bonaerense Manuel Fresco. Experiencia que lo alejó de la política y a partir de la cual decidió fundar un periódico que “aglutinara fermentos populares carentes de guía que subían con la fuerza de la marea y estaban expuestos a desviaciones peligrosas”.
Clarín no se había peronizado, Perón se había clarinizado. Esa fue la respuesta de Noble ante el cambio brutal de rumbo que el diario había tomado por el triunfo arrollador del peronismo, previa campaña a favor de la Unión Democrática. Haber sido el primero en reconocer el triunfo de Perón y callarse cuando expropió el diario La Prensa, le permitió acceder “reservadamente” a los beneficios del Estado, direccionados por Raúl Apold.
Sivak afirma que Perón y Noble se reunieron en varias oportunidades y que a partir de 1950 el dueño de Clarín comenzó a frecuentar a su financista, Jorge Antonio, con quien terminaría haciendo lucrativos negocios inmobiliarios. La relación tuvo un momento de tensión cuando Perón ordenó cerrar el diario ante algunas críticas económicas deslizadas en momentos previos al golpe del ‘55. Al día siguiente presentaba la renuncia a la Revolución Libertadora, la que fue saludada con vítores por Clarín. Ese feroz pragmatismo no le impidió a Noble anotarse en la lista de ‘contribuyentes’ de Puerta de Hierro.
Con un olfato coyuntural envidiable, Noble se acomodó al discurso que proscribió al “dictador” y celebró la “libertad” de los nuevos tiempos. Sin embargo, será durante el gobierno de Frondizi cuando construirá una relación más orgánica y cuasi partidaria por la afinidad con las ideas económicas desarrollistas. Esa flexibilidad y adaptación proveerá el capital económico del diario en momentos de crisis, pero como bien anota Sivak no explican del todo la gran expansión de Clarín, que se convirtió en el diario más leído del país gracias a la lúcida empatía que su Director tuvo con los discursos de los incipientes sectores medios y populares, su talento para apropiarse del sentido común del argentino medio, contratar a los mejores periodistas de la época (pagando los mejores sueldos) e influir en las decisiones políticas. Con su muerte, la dirección editorial, política, legal y contable quedó en manos de Rogelio Frigerio, quien seguirá apostando al pragmatismo.
Durante la dictadura del ’76 Clarín osciló desde el apoyo a la lucha contra la ‘subversión’ hasta la crítica feroz hacia la política económica de Martínez de Hoz, mientras callaba los crímenes y desapariciones y descubría un nuevo espacio de masividad: la cobertura en tapa de deportes, impulsados a partir del Mundial de 1978.
Sobre Papel Prensa, Sivak explica su significado: la fractura del campo periodístico y la entrada de Clarín al campo corporativo junto a otro camaleónico de los medios, La Nación. A partir de ese hito solo restaba volver a los orígenes: desideologizar el diario despidiendo a Frigerio. Eso fue en 1982, Clarín apoyó la guerra de Malvinas, y la viuda de Noble empoderó a Héctor Magnetto, quien se hizo noblista, pero de nuevo tipo: superando las aspiraciones presidenciales de Noble y el proyecto político de Frigerio, dos propósitos ue funcionaban como obstáculo para la expansión corporativa, tarea a la que contribuyó la desregulación y privatización menemista y la oligopolización de las comunicaciones mundiales.
"Clarín, el gran diario argentino. Una Historia" de Martín Sivak, Ed. Planeta, 2003, 444 págs.
No hay comentarios:
Publicar un comentario