Por Guillermina Gandola
En la penumbra de un cuarto desolado, matemático y frío se debaten las realidades (e irrealidades) de un viejo actor y su hija, una psicóloga que trata de controlar el mar de emociones que le provoca la llegada inesperada de su padre. Juntos transforman ese espacio en una especie de claustro cargado con los densos y olorosos aires de un pasado confuso.
En medio de debates sobre la legitimidad de Freud, de historias de bambalinas y de los besos prohibidos de una madre a un hijo, la relación entre el consagrado actor y su hija transita entre recuerdos producidos por la imaginación y la vulgar realidad. ¿De qué lado quiere estar cada uno de los personajes? ¿Cómo construyen su propia historia? ¿Qué es lo que hacen con ella?
De pronto, la visita impensada de un joven paciente de ella rompe la silenciosa estructura familiar hasta ese momento internalizada y aceptada (a fuerza de insensatez) y ya nadie podrá evitar lo nunca dicho. Ese vínculo entre la psicóloga y el actor es invadido por un tercero quien no acepta falsedades porque ha llegado a trascender cualquier diferencia entre la vida y la muerte.
El motor de La noche del ángel, obra escrita por el prestigioso dramaturgo italiano Furio Bordon y traducida, adaptada, dirigida y protagonizada por el legendario actor Federico Luppi, en su debut como director, es aquello que no se dice, el lado oscuro del guion, lo que está implícito en las miradas y silencios de sus protagonistas. Este resultado es posible gracias al dominio actoral de Luppi, Susana Hornos y Nehuén Zapata que recorren el espacio identificando con exactitud cada tono verbal, cada palabra dicha.
La puesta en escena le da otra vuelta de tuerca al texto dramático, reforzando la palabra y llenando los silencios sin quitarle al público la posibilidad de imaginar y recrear su propia historia. Los oscuros muebles de cedro estilo barroco, la luz que apenas llega a ser una sombra, los pisos de cuadrados blancos y negros, infinitos, rebotan en los dibujos colgados del techo hechos por manos de niños. Pareciera que detrás de ese ambiente monocromático y oscuro se esconden todas las verdades veladas.
Por último, la precisión, agudeza, coraje e ironía del texto escrito por Bordón convierte a La Noche del Ángel en una cachetada al cuore, como la definió Luppi, porque revive la infancia prohibida, denuncia los abusos de los “adultos” a los niños, revuelve la moralidad y toca las fibras de un mal del que todos somos parte: la mentira. Todo ello abriendo finalmente el interrogante sobre si es necesaria la honestidad o es posible y benéfico entregarse al olvido. ¿Cómo construiremos nuestra propia historia?
“La noche del angel” de Furio Bordon. Traducción, adaptación y dirección: Federico Luppi. Con Federico Luppi, Susana Hornos, Nehuen Zapata. Escenografía y vestuario: Nicolás Nanni. Música: Iván Nilson. Iluminación: Adriana Antonutti. Títere: Gustavo Garabito. Fotografía: Akira Patiño. Peinado: Néstor Burgos. Maquillaje: Estela Cáceres. Producción ejecutiva: Pablo Silva y Susana Hornos. Asistencia: Tony Chávez, Eliana Sánchez. Asistencia de Dirección: Milagros Plaza Díaz. Domingos 18.30 hs. y lunes 21 hs. Teatro Picadero, Pasaje Discépolo 1857. Entradas: $100 y $120.
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