Por Guillermina Gandola
Una pareja joven recién separada y un rencuentro que los convierte en dos cuerpos invadidos por recuerdos, miedos, esperanza, deseo, nostalgia y fantasías de una nueva unión que los moviliza, los hace saltar, caer y realizar giros acrobáticos a través de los cuales transitan el pasado y el presente continuamente.
Es que el amor muchas veces nos convierte en acróbatas en busca de esa adrenalina que te mueva el piso y hace que sean desafiadas todo tipo de leyes, sobre todo esa pesada fuerza de gravedad que atrae al piso letal. También nos transforma en contorsionistas, dóciles, que se amoldan según las circunstancias para no romperse en pedacitos, aunque siempre duele…
Antonia y Leopoldo se buscan pero temen profundamente a ese contacto visual que llega al alma, se tocan pero no se miran, se fusionan pero a la vez se rechazan, los recuerdos los paralizan y el dolor los oprime, pero ellos se mueven para deshacerse de la quietud y unir así ese espacio dividido.
Tocame y no me mires escrita y dirigida por el artista circense Fernando Rosen es un fiel reflejo de las maravillas del nuevo circo que rompe con el conservadurismo del circo tradicional a partir de la fusión de los lenguajes del teatro, la danza contemporánea, la expresión corporal y las disciplinas circenses.
Esta unión creó un nuevo y joven paradigma donde hay mucho para explorar y que surge de la sed de revolución de talentosos artistas con la necesidad de abrir el juego a nuevos, desconocidos y prometedores horizontes.
Tocame y no me mires fusiona recursos para crear un lenguaje único, poético y vertiginoso: banquetas, repasadores, palos de golf, camas, palo chino, aro, suelo, cuerpo humano, música… Todo elemento es bienvenido al servicio de innovar y compartir una idea.
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