La búsqueda de sonidos es la constante de todo músico en la preparación de un disco. Muchos, y no es necesario dar nombres, se acostumbran a determinados esquemas sonoros y no salen en toda su carrera de esa cuadrícula musical. No es el caso de Primal Scream que en cada incursión discográfica intenta agotar la opacidad de la costumbre, solo con la intención de hallar la inconstancia que la aleje de las convenciones creadas por sus discos anteriores. More Light, de reciente aparición, es la manifestación del objetivo que ha sucedido la carrera del grupo escocés. Y esa cualidad es digna de su líder, Bobby Gillespie.
A principios de los noventa la banda de Glasgow conoció el éxito comercial con Screamadelica, álbum fundamental del brit pop, donde se acomodaron en la escena house y shoegaze. Pero, ¿en qué se diferencia More Light de sus antecesores? Teniendo en cuenta la versatilidad bien podría definirse como un material que ubica a la canción en su totalidad siempre y cuando algún instrumento en particular se escuche por encima de los demás: a veces la melodía corre por cuenta de la guitarra, otras de los samplers, a veces el bajo por debajo de la masa sonora desliza una melodía secundaria. Pero hay algo que no ha cambiado a lo largo de toda la historia de los Primal Scream y es el susurro que implementa Gillespie con su voz, como un cantante de la chanson française en estado lisérgico.
El disco es doble y se recorre bajo un estado de absoluta absorción, inclusive es una experiencia corporal: con él no solo puede quedar vedado el movimiento, sino incluso permite intensificar cualquier acción muscular; del estatismo introspectivo al radicalismo sexual.
2013 da comienzo al disco 1, con una intro intrascendente que sirve de preámbulo a la escalera de vientos que contagian como un estribillo y que se extiende a lo largo de los nueve minutos que dura el tema. River Of Pain condensa la esencia del disco. Un arpegio de guitarra que parece lamer el loop que lo hace acabar en varias oportunidades y la voz como el terciopelo cuando es rasgado resuenan como un eco que propaga un mensaje indecente. Culturecide es una amalgama en estado de exaltación: un fraseo vocal con un dejo a hip hop, una base de samplers y guitarras con distorsión en clave industrial y unos coros que imitan los mejores gritos de un tal David Bowie. Hit The Void, Side man, Turn Each Other Inside Out y Relativity exploran el noise rock yanki, dejando expuestas las guitarras al imperio del ruido. Tenement Kid esparce en el ambiente un aroma psicodélico con un estribillo nacido para himno adolescente. En Invisible City la banda toma las riendas del modelo de canción pop de los ochenta y la conduce hacia el ambient propagado en los noventa y agudizado en lo experimental del nuevo siglo. Goodbye Johnny se inmiscuye en el territorio del trip hop donde conmemora al vocalista traspasado por la tristeza. Elimination Blues podría ser la canción central de un duelo de película, un western suburbano en un futuro carcomido por los hombres. Walking With The Beast es el tono sereno y melancólico del disco, imprescindible para entender la heterogeneidad a la hora de seleccionar el material en la post producción. It`s Alright, It's Ok es el tema con el que se promocionó el trabajo de los Primal Scream, con una mirada puesta en uno de los puestos de música negra norteamericana: Harlem. En I Want You recuperan la sensación de riff simple y demoledor de Wild Thing, la eterna interpretación de Hendrix en Monterrey Pop Festival, música de sacrificio. City Slang es el rock n' roll del disco, elemental y básico, sin pretensiones tecnológicas ni exposiciones de virtuosismo innecesarias. El disco 2 es el fundamentalismo de los lados B, sobresalen Running Out of time condicionado a ser el tema con más onda jamás compuesto y Theme From More Light donde un slide nos remite al Ry Cooder que da comienza a la joya de Win Wenders París, Texas.
La diferencia sustancial con los anteriores trabajos de Bobby Gilespie y compañía recae en el contexto musical. Un disco imprescindible en una primera mitad de año atiborrada de novedades discográficas. Rock sofisticado, rock de smocking y Manhattan en la mano. La palabra cool se desmerece ante la prepotencia elegante de More Light.