31 de diciembre de 2014

CINE | "Adieu au langage" de Jean- Luc Godard | Un perro francés


“El punto de partida es sencillo. Una mujer casada y un hombre soltero se encuentran. Se aman, se pelean, llueven los golpes. Un perro vaga entre el campo y la ciudad. Las temporadas pasan. El hombre y la mujer se encuentran. El perro se encuentra entre ellos. El otro está dentro del uno. El uno está dentro del otro. Y son las tres personas. El ex marido lo rompe todo. Comienza una segunda película. Igual que la primera. Pero no. De la especie humana pasamos a la metáfora. Todo acabará en ladridos. Y gritos de bebé”. Jean Luc Godard   

Por Eugenia Guevara

La realidad: los que no tienen imaginación se refugian en ella. ¿Pero qué es la realidad? Jean Luc Godard, de 84 años recién cumplidos, decide que la mirada de Roxy Miéville, un perro, sea quien la defina en Adieu au langage, su última película, en 3 D, una película que puede pensarse como una especie de testamento de quien ha sido – y está claro, sigue siéndolo - el cineasta más revolucionario de la historia del cine, Eisenstein incluido.

Como afirma David Bordwell cuando intenta diseccionar la narración godardiana, la de sus obras más radicales (las de los 60), las películas del maestro se resisten a la comprensión narrativa y son esquivas en un nivel denotativo mientras sucumben de inmediato a lecturas de “alto nivel”. Exactamente eso pasa en Adieu au langage: se trata de un encuentro entre una mujer casada y un hombre, pero no es mucho más lo que podemos contar: esa es la historia y nadie mejor que Godard para hacerlo, como vemos en la cita de apertura. 


No narrativa, experimental (el maestro detalla en los créditos los diferentes formatos que utilizó para filmar la película), filosófica, innovadora, moderna, contestaria, Adieu au langage (juego de palabras también Ah Dieux, Oh langage) desde su título se impone como una toma de posición frente al mundo actual: adiós al lenguaje, al lenguaje que se articula en lengua y habla, pero también al lenguaje del cine que aquí se ve completamente subvertido, como es habitual en Godard. 

Dos cosas para remarcar de esta obra que admite infinidad de interpretaciones: primero, el uso que se le da a las 3 dimensiones, que muestran a la naturaleza y a la ciudad en sus manifestaciones mínimas y máximas. Imágenes tremendamente bellas - a veces muy reales, a veces distorsionadas - nos inundan: queremos tomar ese libro, tocar las hojas de esos árboles, correr con ese perro que chapotea en el agua, ladra, se desespera y sobre todo mira. Emociona. Sobre todo al pensar en el viejo marxista utilizando toda la parafernelia tecnológica para seguir haciendo películas que son la expresión más pura de su loca cabeza hiperreflexiva anti-todo que tanto queremos unos y tan poco disfrutan otros.

En segundo y para finalizar, es necesario volver una vez más sobre esa costumbre compulsiva de citar, aludir, evocar, que se ha sido metolodología y marca del cine de Godard y que por exacerbada fue definida por Jacques Rivette como "terrorismo intertextual".  Así, en esta película - herencia, quizá película -despedida del maestro, la cita lo inunda todo como él mismo lo dijo alguna vez: la cita al cine (la primera es un breve momento de Sólo los ángeles tienen alas de Howard Hawks), a la pintura, a la literatura, a la filosofía, al psicoanálisis y especialmente a Godard, al universo que creó con sus películas hace ya más de 50 años, el de las parejas reflexivas, el de las mujeres bellas e inteligentes de impermeable y flequillo que pueden matar (o costar la vida), el de la teatralidad, el de la lectura y la escritura, el de la pintura, el de la belleza, el del desencanto, el de lo efímero y lo casual, un universo eterno. 

"Adieu au langage" de Jean-Luc Godard. Francia, 2014, 70'.


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