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21 de noviembre de 2013

ARTE | "Oski: Un monje enloquecido" en el MNBA | Encuentro con un (el) maestro


Por Cecilia Perna

En un trabajo que asume como incompleto y en curso, el Museo Nacional de Bellas Artes nos propone entrar al mundo de los grandes ilustradores locales. En 2006 fue Molina Campos y en 2007 Alejandro Sirio. Seis años más tarde, se nos abren las puertas al maravilloso mundo de Oski en la muestra Oski: un monje enloquecido, al cuidado de Rep, que se está presentando hasta el  1º de  diciembre. 

El mundo de Oski tiene múltiples puertas por las que entrar: la del humor gráfico, que comienza en la década del 40, como colaborador en Rico Tipo, y más tarde, hacia la década del 60, junto a Landrú en Tía Vicenta, todo un período particularmente marcado por el encuentro de su dibujos con los textos de César Bruto, con quien realizará gran parte de su obra. Esta puerta, la del humor gráfico, abrirá otras puertas de imaginación que todos amamos como las de Copi, Quino o Caloi. Otro modo de entrar al mundo de Oski es a través de sus “traducciones” -el mismo gustaba de llamarlas así- de textos antiguos, que literalmente reproducía en sus dibujos, pero con una literalidad de sutiles y pícaros desvíos, plus humoroso de su creatividad. Tales son los las versiones que hace del Kamasutra, del texto de Ulrrico Schmidel La Primera fundación de Buenos Aires o de las Tablas médicas de Salerno, entre otras. La tercera puerta es una que ha quedado apenas esbozada en la muestra, ya que es muy difícil encontrar de su trabajo las piezas originales -y, de hecho, ha sido un gran esfuerzo de búsqueda completar esta exposición-: el Oski pintor, el de los lienzos, que apuntaba a moverse en el mercado del arte mayor. 

Pero la virtud encantadora, tierna y despampanante del mundo de Oski es, justamente, la de ser grande en el universo de los menores detalles. Un universo de medias rayadas, etiquetas, pájaros sin alas, narices grandes y ojos sin pupila, que se encienden por la acción acurrucada de una línea. Un universo de afectos al que podemos entrar por el más simple de los trazos, en el que una pintura al óleo no se diferencia de una notita casual dejada a la familia un sábado a la tarde. Las puertas del Museo de Bellas Artes están abiertas para que todos podamos entrar un ratito, y que se nos llenen los ojos de lágrimas, sea de la risa, sea de ternura, sea de emoción ante esa marca profunda que Oski, casi invisiblemente, ha dejado en la imaginación de todos.  

Nota de la edición: Una perla de la exposición es la proyección de animaciones de Oski en el techo de la sala que pueden verse recostados en un puf. Un ejemplo de su maestría es el cortometraje Pulpomonios a la chilena, que relata la historia de un Chile que finalmente había llegado a su hora de gloria y justicia en 1970, con la presidencia de Salvador Allende.

Hasta el 1º de diciembre en 2013. Martes a viernes de 12.30 a 20.30. Sábado y domingo de 9.30 a 20.30. Museo Nacional de Bellas Artes, Av. del Libertador 1473. Gratis.