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2 de diciembre de 2014

29 º FESTIVAL DE MAR DEL PLATA | "The Duke of Burgundy" de Peter Strickland | Las Venus de las mariposas


Por Cecilia Perna
Enviada especial al 29º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata

Son todas mujeres. En un tiempo y un espacio impreciso, imposible de ubicar, pero bello: naturaleza de colores saturados, caserones de piedra húmeda y bibliotecas oscuras. La más hermosa ropa posible, la más hermosa corsetería. 

Expertas en mariposas, una sociedad de científicas que sólo lee libros y sólo abre sesiones de discusión en primavera, en un círculo que parece desconectado de todo. De todas ellas, conocemos bien a dos: Cynthia y Evelyn, son una pareja y practican bdsm. Las tensiones entre ellas, en sus prácticas, en sus palabras, en su cotidianidad es el hilo fino que teje la película, que repite, circular y progresivamente, un par de escenas: las mismas pero siempre distintas, y cuentan una historia de pareja fuera del mundo, sin dejar de remitir a todas las historias de todas las parejas del mundo, en las que la tensión de poder, que se sustenta el erotismo y el amor, que pide la reciprocidad de lo cotidiano, juegan sus disputas y sus resistencias. 

Preciosista, delicada, sutil, una peculiar reversión de La Venus de la pieles de Sacher-Masoch, se la sigue mirando y se sigue habitando su mundo después de verla, por mucho tiempo.

The Duke of Burgundy (2014) de Peter Strickland, Reino Unido, 101'.

1 de diciembre de 2014

29º FESTIVAL DE MAR DEL PLATA | "Branco sai, preto fica" de Adirley Queirós | Cyberpunk sin futuro viejo y querido


Por Cecilia Perna
Enviada especial al 29º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata

Hoy, con el desayuno, me enteré de que Branco sai, preto fica ganó el premio a mejor película latinoamericana y me alegré. La vi ni bien llegué, y me resultó extrañamente convocante. 

Prensentada como un documental sobre la represión que la policía ejerció en los bailes de Ceilândia, un barrio pobre de las afueras de Brasilia, en la década del 80, la película invita a sumergirse en un universo extraño, donde el documental entra en tensión con la construcción ficcional -lo que ya tiene cierto recorrido en el género documental brasileño-.

Si el universo espacial que la película nos hace recorrer tiene reconocibles rasgos de las afueras de las urbes latinoamericanas, la construcción formal del film está, desde el principio, plagada de elementos típicos de las distopías cyberpunk ochentosas: sonidos, planos, iluminación y encuadres que activan la memoria de la ciencia ficción de los 80.

Tres personajes habitan la película, uno en silla de ruedas transmite desde una radio en un sótano, vieja música en vinilos y los recuerdos de los bailes de su adolescencia: la gente, las aventuras, la represión policial. Otro personaje, con una pierna ortopédica, deambula por los suburbios, también revisando sus memorias de la época, el modo en que perdió la pierna, abajo de los caballos de la policía montada. Fotos y objetos aparecen allí, como en una suerte de biodrama. Estos dos son personajes de sí mismos que, narrando, dejan también a sus cuerpos narrar la propia historia.

Pero hay un tercer personaje, alguien perdido en el espacio-tiempo, adentro de una nave-container y recopilando datos en un cuaderno sucio, de espirales desvencijados. Un personaje que viene de un futuro amenazado, para buscar testimonios que hagan justicia por aquellas víctimas de la represión policial. Pero las mismas víctimas son las que construyen la amenaza: durante toda la película fabrican una bomba de música villera, para soltar en una brecha del espacio-tiempo y destruir el futuro para siempre. 
  
Adirley Queirós, el director, nacido en Ceilândia, nos contó luego de la proyección cómo había sido la génesis de la película. Recibió un subsidio del Estado para hacer el documental y fue a plantearle a Schockito, el nostálgico locutor de radio, que quería hacer un documental sobre el modo en que la represión policial lo había dejado en silla de ruedas. Pero él le contestó que todo eso había quedado atrás, y que no quería hacer un documental, sino una película, una verdadera película, donde  pudiera “volar y todas esas cosas”. Por eso el director le propuso transformar el documental en unas suerte de Blade Runner. Y en ese desafío se embarcaron: con poco presupuesto, cuerpos marcados por el dolor y trabajo acumulado en la alegría, salió esta película genial por lo desafiante, por lo descocada y bellamente construida. Me alegra que cuando el dolor se transforma en un delirio liberador. Para eso son las historias. 

Branco sai preto fica (2014) de Adirley Queirós, Brasil, 93'.

29º FESTIVAL DE MAR DEL PLATA | "Sinfonia da Necrópole" de Juliana Rojas | Bailar sobre las tumbas


Por Cecilia Perna
Enviada especial al 29º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata

Una combinación particular, la locación de un cementerio y el género de la comedia musical, dan un resultado muy estimulante y extrañamente divertido. La película brasileña Sinfonia da Necrópole, dirigida por Juliana Rojas, fue la elegida por el Fipresci (Federación Internacional de Prensa Cinematográfica) en el Festival.

Allí, el cementerio es presentado como un microcosmos que, sin perder su halo de misterio y melancolía, reproduce los conflictos de la vida urbana: la propiedad de la tierra es cara y las tumbas deben volverse habitáculos aéreos. Una reforma atravesará el cementerio y muchas sepulturas deberán ser profanadas por la presión capitalista, convirtiéndose en populosos nichos. En mitad de todo esto, el amor y la búsqueda de una vida.

Lejos de los gestos macabros, con un inmenso sentido del humor, pero sin abandonar la reflexión profunda sobre la existencia, esta comedia nos permite reflexionar, más que sobre la muerte, sobre el sentido y la importancia de los actos más pequeños que van conformando nuestro cotidiano. Será ahí donde los muertos cantarán sus reclamos desde el fondo de la tierra, y la película permitirá que el cementerio se convierta en el piso de baile que pide espacio al amor, a la risa y a la memoria simple de cada ínfimo dato: esa infinita singularidad, que construye las vidas, las que fueron, las que son, y las que seguirán siendo. Porque la tierra es de los cuerpos, de todos los cuerpos, para bailarla, cantarla o para poner en su interior la materia a descansar, dejando a los vivos la marca y la posibilidad de recordar una existencia.

Sinfonia da necrópole (2014) de Juliana Rojas, Brasil, 85'. 

29 de noviembre de 2014

29º FESTIVAL DE MAR DEL PLATA | "Magical Girl" de Carlos Vermut | Niña de fuego




Por Cecilia Perna
Enviada especial al 29º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata

Aunque Federico García Lorca no hubiese escrito una sola palabra, aunque en España hubiese triunfado Napoleón y en todo el territorio se hablara francés, dos más dos por siempre será cuatro. Una batalla entre un profesor de literatura y otro de matemática atraviesa la historia como hilos que se cruzan y entretejen. En la mitad está la araña tejedora: Bárbara, uno de esos exquisitos personajes, duros de olvidar, que el cine sabe entregar, cada vez como perlas más escasas. Se debate allí una comprensión de las relaciones entre pasión y razón, que intentan definir la impronta de la cultura de España. 

Magical Girl es una película de cine negro, que fue recientemente estrenada, en septiembre de 2014, y que, bajo el trasfondo de la crisis económica, nos muestra como las peores cosas -las peores cosas- pueden pasar en las relaciones humanas, si un bien mayor justifica los fines más personales, oscuramente secretos y egoístas. 

Una película bella, con un director que fue dibujante de cómics y cuida cada cuadro como se cuida una viñeta, fabrica la España más ecléctica del mundo, donde se cruzan con destreza: el animé, Bach en cuerdas de guitarra, el cante jondo, el bdsm, los supermercados chinos, los puzzles, los toros soñados y la marca oscura de las tragedias de Lorca. 

Un film donde las niñas de doce años, tocando -con inocencia o crueldad- siempre el borde de la muerte, son capaces de incendiarlo todo, empujando el límite un poco más allá de lo posible. Un universo repleto de elipsis, que encuentran su otra cara en la imaginación, detrás de los ojos de los que miramos, como un juego de espejos sonoros, constantes desplazamientos entre imagen y sonido, generan un ritmo que ata, y del que es difícil escapar. 

Quizá fueron las crisis lo que en España dio los más memorables personajes y escenarios: lazarillos, quijotes o cafés madrileños donde pasar la tarde como abejas de colmena. Esta crisis nos da chicas mágicas que piden ser encontradas.

Magical Girl (2014) de Carlos Vermut, España- Francia, 127'.