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4 de agosto de 2015

TEATRO | "¡Viva Italia!" dirigida por Walter Jakob | La comedia de las ilusiones


Por Natalia Maya
Foto: Violeta Bastías 

¿Por qué deseamos viajar? ¿Hacia dónde? ¿Con quién? Los viajes suelen ser excusas para recorrer nuestra propia geografía interior, para construir la fantasía de que otro mundo existe, que la rutina puede tener una grieta,  que el tiempo es también un objeto manipulable de placer. Estas ideas sobrevuelan la comedia Viva Italia con un estilo tragicómico que pone justamente en escena la construcción y destrucción de los lazos humanos en la mirada de los otros.

La organización de su primer viaje a Europa es la excusa para que Mónica (Carolina Zaccagnini) se reencuentre con su ex compañera de trabajo Andrea (Julia Catalá), experimentada turista que junto a su marido peluquero (Marcelo Mariño) forman un matrimonio de larga data, sin hijos y dedicados en el pasado a realizar unos minuciosos y registrados recorridos por Italia y el resto de Europa. El triángulo se desarrolla en armonía hasta que la excusa revierte su sentido para dinamitar el interior al que se penetra: el matrimonio ajeno, la idealización de los otros y la gran ilusión clase media: el viaje a Europa. Mónica, con un muy buen tono representa la mirada de los otros, el afuera, la turista de una interioridad que se desarma a medida que la historia, como un zoom, va virando las geografías y concentra su eje en al mapa de las relaciones humanas, el tejido de los recuerdos y la construcción del presente como su continuidad interrumpida. 

Viva Italia pone en acción el mecanismo de los deseos, el juego simbólico de roles para armar con situaciones absurdas, buenos registros y notas de espíritu italiano, una comedia divertida, hilarante, con actuaciones destacadas de los cuatro integrantes, incluido el Marcelo/ Raúl amigo de Mónica. Una obra de producción grupal que con humor nos permite pensar en qué lugar de la mirada ajena se construye nuestra intimidad, en qué deseos nos formatea una clase y qué sucede cuando la edad de oro pasada es el hilo que sostiene la cotidianeidad.  


"Viva Italia" de Julia Catalá, Walter Jakob, Marcelo Mariño y Carolina Zaccagnini. Dirección: Walter Jakob. Con Elenco: Julia Catalá, Marcelo Mariño, Marcelo Pozzi y Carolina Zaccagnini. Asistencia de Dirección: Agustín Godoy. Escenografía: Julia Catalá. Vestuario: Carolina Zaccagnini. Realización Objetos: Ariel Vaccaro. Diseño Gráfico: Andrés Mendilaharzu. Diseño de Peinados: Walter Comillas. Música Original: Gabriel Chwojnik. Iluminación: Eduardo Pérez Winter y Adrián Grimozzi. Viernes, 21 hs. El excéntrico de la 18, Lerma 420. Entrada: $ 120. Hasta el 25 de septiembre de 2015.  


 

19 de junio de 2014

TEATRO | "Campo Cascada" de Gabriela Bejerman | Unas damas muy serias

Por Eugenia Guevara
Foto: Juan Pablo Castrillón

La primera vez que vi a Gabriela Bejerman fue en la pantalla de mi computadora. Ahí era Gaby Bex y formaba parte del elenco de Plan V, una serie de Internet que me salvó la vida. Yo transitaba un estado de angustia obsesiva y las desventuras amorosas de las chicas que amaban a las chicas alla rebeldeway o alla montañarusa me hizo feliz. Gaby Bex era una especie de playgirl que vivía una crisis existencial y decidía mudarse a un convento. Ese capítulo precisamente, el de Gaby Bex revolucionando a las monjas, cantando y bailando incluso (además de la música de la serie había sacado el disco Mandona), me deparó largas risas, como aún lo hace cuando lo recuerdo. Por eso, al ver a Gabriela Bejerman por segunda vez, en vivo, haciendo como yo la pequeña cola para ver una de las obras de Teatro Bombón, no puedo dejar de decirle, con una amiga que también vio Plan V, que sabemos que es "la monja de Plan V", aunque sí, también sabemos que es poeta y hace música. Ahí nos cuenta que está por estrenar Campo Cascada sobre textos de Jane Bowles, la esposa de Paul Bowles, que ella viene de traducir.

Así que la tercera vez que veo a Gabriela Bejerman es saludando con las actrices después del estreno de Campo Cascada, una obra en la que cinco mujeres en la década del 40 intentan de diferentes formas estar bien. Haciendo lo que les gusta (tener un garaje, escribir, vender sándwiches, cuidar a alguien, amar a Dios), buscando la paz con el otro, con el ambiente, con uno. Las mujeres poseen fuertes personalidades, son muy distintas, diversas. Lejos de la incertidumbre las cinco tienen muy claro qué es lo importante y hacia dónde van sus deseos. Lo que quizás les complica la existencia es tratar de conciliar las certezas con el amor, el amor de los otros, el amor a los otros. 

Campo Cascada es un lugar en medio de la naturaleza, al que van Laura, la escritora, y Fanny, la chica sencilla que ama. Ambas esperan que ese complejo de cabañas en el bosque las ayude a encontrarse siendo libres. Mientras tanto, en la ciudad, la dueña de un garaje y pareja de Fanny intenta seducir a una vendedora de sándwiches soberbia y agresiva.  Y la solterona y posesiva Dora viaja en busca de su hermana Laura a Campo Cascada para traerla de vuelta a la casa familiar y amarla. 

La puesta se construye alrededor de tres lugares que recrea muy bien: el living (de Laura y Dora, el de la novia de Fanny); la cascada y las cabañas de Campo Cascada. Las actrices entran y salen a escena desde unas sillas que las ubican al fondo, a oscuras, de espaldas al público, y a la escena. La luz y el sonido, la pegadiza música que la vendedora de sándwiches y la dueña del garaje bailan, los objetos, todo contribuye a crear los ambientes marco para esos personajes. La cascada cayendo todo el tiempo, proyectada en medio de un pequeño escenario sobre el escenario, hecho de troncos y verde, calma y seduce. Un momento realmente precioso y poético es cuando Laura despliega el libro guirnalda - que su hermana guardó, con todo lo que ella había escrito y había tirado - que reproduce a la cascada, es su doble, la traduce: su movimiento, su continuidad, su blancura y su suavidad.

Campo cascada además de ofrecer un retrato interesante de las mujeres independientes, en todas sus variedades, y de las relaciones entre mujeres (parientes, amigas, amantes, esposas), con todos sus vaivenes y sus complejidades, incentiva a acercarse a la producción literaria de Jane Bowles, una figura clave de la literatura norteamericana del siglo XX, tan importante y jugada como otras chicas que fueron sus contemporáneas como Carson Mc Cullers o Dorothy Parker

“Campo Cascada”, de Gabriela Bejerman, inspirada en Jane Bowles. Conr Sofía Wilhelmi, Fernanda Pérez Bodria, Carolina Guareschi, Melisa Freund y Vanesa Madia.  Escenografía: Fernando Lancellotti Música y diseño sonoro: Ulises Conti. Iluminación y fotografía: Juan Pablo Castrillón. Proyección: Mariela Bond. Libro guirnalda: Daniel Joglar. Vestuario: Soledad Limido. Coreografía: Nicole Codrón. Asistencia de dirección: Patricio Claisse y Jennifer Szwarcbart Asistencia de producción: Mariángeles Zamblera. En El Excéntrico de la 18°, Lerma 420. Entradas $80. 

4 de septiembre de 2013

TEATRO | "Las Prodigio" de Juan Gabriel Miño | Dos chicas complejas



Por Gonzalo Marina

A veces nos llevamos una sorpresa cuando comparamos la obra de arte con su idea original. El germen de Las Prodigio, dos personas que acaban de mudarse y no llegan a pasar una noche juntas,  puede asombrarnos luego de haber visto el resultado en escena. Es que la compleja identidad de los personajes creados por Juan Gabriel Miño parece escapar del propio creador.

Julia y Paula están terminando de mudarse a un departamento. El lugar es un desorden de cajas, cositas y un sillón inflable. Ambas se conocen del profesorado; aunque en realidad ya se habían cruzado cuando eran niñas, en el concurso televisivo "Singerland o Tierra de Cantantes". Mientras acomodan el lugar, notamos que Paula es claustrofóbica, asmática, verborrágica y sobre todo, que esconde un gran rencor hacia su compañera. Con la excusa de una pérdida de gas, Paula llama a su padre, pero le dice que se haga pasar por su hermano Benjamín. Con un marcado estilo rockero, él llega con un piano. Julia queda desconcertada cuando los otros dos intentan recrear el concurso infantil y quieren competir. Comprendemos que Paula había sido derrotada por Julia, quien podía alcanzar el falsete como los prodigio (o tal vez era simplemente buena). De todas formas, a ninguna le es tan fácil despegarse del pasado.

La obra está marcada por diálogos rápidos, la acción frenética y el desconcierto. Por ejemplo, a Paula le gustaría conocer la capa de ozono, asegura que había visto a Julia en otras vidas y quiere saber cuándo se hizo señorita. Hay una preocupación por las definiciones del malambo (que imita el galope del caballo), lo "acustizado" y los sacrificios griegos. Y al igual que en una tragedia griega, la acción sucede en un lugar y en tiempo real, volviendo todo más vertiginoso.

Los personajes cargan con muchas ambigüedades (en el programa Paula era Lenny; Julia, Jules) que los actores llevan adelante increíblemente. Ana Carabajal y Flor Braier transmiten a la perfección a estos seres estructurados, complejos, delicados. Las escenas en las que cantan, a veces en portugués y otras en italiano, son imborrables. Marcelo Pozzi logra componer a un hermano-padre lleno de conflictos, como hacer de mujer en los bailes de folklore.

Hay muchos recursos escénicos valiosos. Sonidos tétricos por momentos, que representan el drama interno, música ochentosa acompañada de luces espectaculares, u objetos con una fuerte carga simbólica, como cassettes. La aparición de cada elemento, de cada giro en la trama sorprende al espectador. Las capas de sentido en Las Prodigio se acumulan con el pasar de la obra, y nos van llenando de una experiencia intensa.

"Las Prodigio" de Juan Gabriel Miño. Actúan: Flor Braier, Ana Carabajal, Marcelo Pozzi. Vestuario: Renata Barés. Iluminación: Francisco Hindryckx. Diseño de espacio: Marilú Carbó, Juan Gabriel Miño. Diseño sonoro: Franco Calluso. Música: Flor Braier, Franco Calluso.  Entrenamiento vocal: Julia Morgado. Asistencia de dirección: Lucía Asurey. Co-asistencia: Fernando Contigiani Garcia. Coreografía: Martín Piliponsky. Sábados, 20 horas. El excéntrico de la 18, Lerma 420. Entradas: $60, $40.