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19 de junio de 2014

TEATRO | "Campo Cascada" de Gabriela Bejerman | Unas damas muy serias

Por Eugenia Guevara
Foto: Juan Pablo Castrillón

La primera vez que vi a Gabriela Bejerman fue en la pantalla de mi computadora. Ahí era Gaby Bex y formaba parte del elenco de Plan V, una serie de Internet que me salvó la vida. Yo transitaba un estado de angustia obsesiva y las desventuras amorosas de las chicas que amaban a las chicas alla rebeldeway o alla montañarusa me hizo feliz. Gaby Bex era una especie de playgirl que vivía una crisis existencial y decidía mudarse a un convento. Ese capítulo precisamente, el de Gaby Bex revolucionando a las monjas, cantando y bailando incluso (además de la música de la serie había sacado el disco Mandona), me deparó largas risas, como aún lo hace cuando lo recuerdo. Por eso, al ver a Gabriela Bejerman por segunda vez, en vivo, haciendo como yo la pequeña cola para ver una de las obras de Teatro Bombón, no puedo dejar de decirle, con una amiga que también vio Plan V, que sabemos que es "la monja de Plan V", aunque sí, también sabemos que es poeta y hace música. Ahí nos cuenta que está por estrenar Campo Cascada sobre textos de Jane Bowles, la esposa de Paul Bowles, que ella viene de traducir.

Así que la tercera vez que veo a Gabriela Bejerman es saludando con las actrices después del estreno de Campo Cascada, una obra en la que cinco mujeres en la década del 40 intentan de diferentes formas estar bien. Haciendo lo que les gusta (tener un garaje, escribir, vender sándwiches, cuidar a alguien, amar a Dios), buscando la paz con el otro, con el ambiente, con uno. Las mujeres poseen fuertes personalidades, son muy distintas, diversas. Lejos de la incertidumbre las cinco tienen muy claro qué es lo importante y hacia dónde van sus deseos. Lo que quizás les complica la existencia es tratar de conciliar las certezas con el amor, el amor de los otros, el amor a los otros. 

Campo Cascada es un lugar en medio de la naturaleza, al que van Laura, la escritora, y Fanny, la chica sencilla que ama. Ambas esperan que ese complejo de cabañas en el bosque las ayude a encontrarse siendo libres. Mientras tanto, en la ciudad, la dueña de un garaje y pareja de Fanny intenta seducir a una vendedora de sándwiches soberbia y agresiva.  Y la solterona y posesiva Dora viaja en busca de su hermana Laura a Campo Cascada para traerla de vuelta a la casa familiar y amarla. 

La puesta se construye alrededor de tres lugares que recrea muy bien: el living (de Laura y Dora, el de la novia de Fanny); la cascada y las cabañas de Campo Cascada. Las actrices entran y salen a escena desde unas sillas que las ubican al fondo, a oscuras, de espaldas al público, y a la escena. La luz y el sonido, la pegadiza música que la vendedora de sándwiches y la dueña del garaje bailan, los objetos, todo contribuye a crear los ambientes marco para esos personajes. La cascada cayendo todo el tiempo, proyectada en medio de un pequeño escenario sobre el escenario, hecho de troncos y verde, calma y seduce. Un momento realmente precioso y poético es cuando Laura despliega el libro guirnalda - que su hermana guardó, con todo lo que ella había escrito y había tirado - que reproduce a la cascada, es su doble, la traduce: su movimiento, su continuidad, su blancura y su suavidad.

Campo cascada además de ofrecer un retrato interesante de las mujeres independientes, en todas sus variedades, y de las relaciones entre mujeres (parientes, amigas, amantes, esposas), con todos sus vaivenes y sus complejidades, incentiva a acercarse a la producción literaria de Jane Bowles, una figura clave de la literatura norteamericana del siglo XX, tan importante y jugada como otras chicas que fueron sus contemporáneas como Carson Mc Cullers o Dorothy Parker

“Campo Cascada”, de Gabriela Bejerman, inspirada en Jane Bowles. Conr Sofía Wilhelmi, Fernanda Pérez Bodria, Carolina Guareschi, Melisa Freund y Vanesa Madia.  Escenografía: Fernando Lancellotti Música y diseño sonoro: Ulises Conti. Iluminación y fotografía: Juan Pablo Castrillón. Proyección: Mariela Bond. Libro guirnalda: Daniel Joglar. Vestuario: Soledad Limido. Coreografía: Nicole Codrón. Asistencia de dirección: Patricio Claisse y Jennifer Szwarcbart Asistencia de producción: Mariángeles Zamblera. En El Excéntrico de la 18°, Lerma 420. Entradas $80.