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23 de mayo de 2014

CINE | "La bicicleta verde" de Haifaa al Mansour | Una crítica bestial


Por Alba Ermida

Anunciada en la Argentina como “la primera película de Arabia Saudita”, La bicicleta verde generó una cierta expectativa; no sólo por ser del controvertido país musulmán, sino por estar dirigida y escrita por una mujer. Sin embargo, no sé si porque el capital es en parte alemán o porque la propia directora estudió en Sidney, al terminar la cinta, la sensación que permanece es la de haber visto una historia occidental.

La estructura clásica, la forma explícita con que se muestra esa represión cruel que consiste en invisibilizar a la mujer, los diálogos redundantes con la imagen, el maniqueísmo de algunos personajes, recuerdan más a Hollywood que al cine asiático que enseña y sugiere, sin remarcar ni subrayar. Se echa de menos una crítica desde dentro, una visión que los occidentales no tengamos ya a base de los tópicos que los medios, en aras de la libertad y la igualdad, se encargan de insuflarnos.

Sea como fuere, la crítica es bestial. Y gana potencia en esos momentos y con esos elementos que los prejuicios y estereotipos creados en Occidente no conocen. La hipocresía, la doble moral, la necesidad inconsciente de romper con lo establecido siglos atrás. Las profesoras que se visten de punta en blanco, peinadas, maquilladas, enjoyadas, y que sólo se lucen en el interior del edificio del colegio, pues de puertas para afuera, incluso en el patio, cercado por altísimos muros, el niqab y la túnica negra son más que obligatorios. Esa directora del colegio que enseña los valores más conservadores y exige a las niñas los comportamientos más puritanos, pero que no puede evitar que un “ladrón” se cuele por las noches en su cama. La crítica está ahí. En esa hermosa mujer, inteligente y trabajadora, que no puede más que resignarse a estar sola porque su marido eligió mantener a otra familia, a otra mujer que le dé descendencia, y esta vez, masculina.

Y la solución o la esperanza viene atada en lo alto de un camión de trasporte y parece volar por encima de un muro. Esa hermosa presentación del personaje de dos ruedas, motor de la historia y metáfora del cambio, que sobrevuela el muro de la represión y el aislamiento es uno de los grandes aciertos de la película.

La bicicleta verde es la historia de la perseverancia incondicional, como puede ser la de una niña en busca de un juguete. Pero éste no es un juguete inocente, es un juguete que mueve el pensamiento de una madre en busca de la felicidad de su hija, que desde luego, no pasa ni por ser invisibilizada ni por no poder disfrutar de la vida.

"Wadjda" (Arabia Saudita, Alemania, 98') de Haifaa Al-Mansour se estrenó en Showcase Belgrano, Norte, Village Recoleta, Cinemark Palermo, Showcase Córdoba, Arte Multiplex Belgrano, Cinema Devotto,  Arteplex Del Parque, Monumental Lavalle, Atlas Patio Bullrich, Lorca, Bama Cine, Dinosaurio Mall Cordoba.  

30 de enero de 2014

CINE | "Esto no es un film" de Panahi y Mirtahmasb | ¿Qué es el cine?


Por Eugenia Guevara

Jafar Panahi tiene prohibido filmar películas por veinte años. Y por seis, no puede salir de su casa en Teherán. Es uno de los más importantes directores de cine iraní, reconocido internacionalmente; entre sus obras se encuentran El espejo, 1997; El círculo, 2000 y El globo blanco, 1995. Entonces, mientras espera la revisión de esa sentencia y un nuevo veredicto de la Corte de Apelaciones, pide a su amigo Mojtaba Mirtahmasb, documentalista que planea una película sobre cineastas iraníes que no filman, que lo registre. Eso es Esto no es un film, o eso plantea su punto de partida. Luego se transforma en una hermosa película que piensa al cine desde sus aspectos ontológicos (así como los de la existencia en general, sobre todo la ligada a lo artístico) hasta sus aspectos pragmáticos o del orden de la experiencia cinematográfica. Además, esta obra conjunta construye un universo en el cual el espectador es preparado de manera muy sutil para un final liberador y riquísimo, un acto de resistencia que nos libera el ojo luego de haber sido angustiosos prisioneros, junto con Panahi, en su amplio departamento. 

La cámara está encendida en tomas fijas desde que Panahi toma su desayuno ese día, habla por teléfono con Mirtahmasb, luego se lava y se cambia en su dormitorio. Pero, como él confesará después, las imágenes que ha filmado le parecen "fingidas", "mentiras", y por eso decide llamar a Mirtahmasb para que lo ayude a registrar la jornada. Una vez que ambos hombres están juntos se pone de manifiesto qué los ha reunido allí y, a partir de sus diálogos, qué es lo fundamental para uno y otro. Panahi se preocupa por la forma, la calidad de las imágenes, la apariencia de lo "real", por cómo contar la historia; mientras que Mirtahmasb insiste en que lo importante es documentar, el testimonio, incluso en la calidad en que lo puede registrar la cámara del teléfono celular de Panahi. 

Panahi ha decidido que si no puede filmar la última película que quiso hacer (la historia de una chica que ha logrado ingresar a la carrera de Bellas Artes pero su familia que es tradicional no está de acuerdo, y la encierra en una habitación para que no se matricule), se la contará a Mirtahmasb. Es así que relata, lee la escena, dibuja en el piso los límites del cuarto en el que está la chica, la orientación de la ventana y la puerta, mueve su cuerpo en el espacio para ocupar los lugares de los personajes, actúa. Muestra en su cámara de fotos las locaciones donde filmaría. Y mientras está enrollado envuelto en el torbellino de las palabras intentado plasmar la imagen de su película imposible, con descripción obsesiva de planos, movimientos y cortes, se da cuenta de algo, que ya no lo deja seguir con su representación. Corte. Panahi recibe la comida - delivery y muestra películas suyas en el televisor para explicar la riqueza que pueden aportarle a un director, elementos tan diferentes como el actor aficionado, cuyo comportamiento imprevisible puede "dirigirte a ti", al igual que las características del espacio. Entonces, Panahi se pregunta: "¿Cómo voy a explicar la película antes de hacerla?".  

Es interesante lo que ocurre cuando Mirtahmabs aporta sus tiempos y no obedece a Panahi cuando le pide el corte. Mirtahmabs sigue filmando, permanece, registra, y se libera de Panahi lo que lleva a Panahi a liberarse del rol de director - un rol que tiene prohibido cumplir - y actúa su espera mientras afuera explotan cientos de sonidos amparados por los fuegos artificiales que reciben al nuevo año. 

Otras cuestiones se ponen en juego en la película relacionadas con el cine iraní contemporáneo (sobre todo la no-reacción de los colegas de Panahi ante su situación) y sobre el cine como arte, por ejemplo, la presencia de los animales - mucho más imprevisibles que los actores aficionados-, la relación técnica y arte, y la cuestión de la mentira y la realidad, así como el valor de la imagen como documento. Incluso se hace referencia a la producción audiovisual al alcance de la mano, con la que bromea el maravilloso personaje que aparece hacia el final de la película.  Panahi filma con su teléfono móvil, quizás finalmente convencido de que lo que importante es documentar, y el chico que recoge la basura le dice yo también tengo una "cámara" en el bolsillo. "¿Se cree que se puede hacer películas con eso?," pregunta el joven quien se responde, que claro, que sí, que Panahi puede.   

"Esto no es un film" de Jafar Panahi / Mojtaba Mirtahmasb (Irán, 2011, 75'). En Bama Cine, Av. Roque Saenz Peña 1150, Buenos Aires. Estreno: 30 de enero. Horarios:  13.20 | 14.40 | 16.00 | 17.20 | 19.10 | 20.20 | 21.40. Entrada: $25, $35. Junto con el estreno se exhiben varias películas de Jafar Panahi en carácter de retrospectiva siempre a las 18.40 hs.:  El globo blanco, El círculo y Offside

14 de noviembre de 2013

VINTAGE* | CINE | "Arrebato" de Iván Zulueta

Si Rainer Werner hubiera nacido en Madrid

Por Analía Iglesias

Imagina a Rainer Werner Fassbinder anclado en la Gran Vía madrileña, apenas cuatro años después de la muerte del generalísimo. No tiene un duro, está muriendo de cine y heroína frente a una moviola, en un edificio gris setentoso… Eso es Arrebato de Iván Zulueta, un cineasta maldito español que rodó un solo largo: éste, en 1979, y se retiró, porque la movida madrileña no tenía más cupo para aspirantes a trascender.

Amigo de Almodóvar y de los desmesurados de entonces, Zulueta quedó fuera de juego muy pronto, mucho antes de que su peli se convirtiera en objeto de culto. Unos días en cartel, recaudación cero y un rumor que ha ido creciendo, hasta que hoy, 30 años después, los chicos que nacieron cuando Franco partía te dicen que Arrebato es la única película española que no hay que perderse.

Mientras Rainer Werner filmaba en su particular Múnich de geranios fucsias y macetas inmaculadas, a Zulueta le iba la vida en preparar el guión de algo que ni sabía adónde iría a parar. Arrebato es la vida como si fuera cine, de éste que se hace hasta perder la razón.

Eusebio Poncela y Cecilia Roth se enganchan en la patética aventura de un joven realizador que pone en escena su propia decadencia, en el tempo que le marcan los rollos de película, con las pausas de la espera del revelado, con la métrica de los fotogramas que van quedando libres y con resignada desesperación ante el inevitable The end.

También es el fotograma de una época tóxica y repre reciente… De una sociedad tan extravagante como la española de la transición. Y de unos chicos que eran contemporáneos de Rainer Werner y que corrían por la calle Princesa por la pura ansiedad del revelado. Porque su vida ya estaba velada.

Pd: Iván Zulueta vive, retirado en la tranquilísima San Sebastián.**

"Arrebato" (España, 1980, 105') de Iván Zulueta se estrenó hoy en Bama Cine, Av. Roque Saenz Peña 1150. Las funciones son a las 16.30 y 20.40 hs. Entradas: $25, $35. 

* Esta sección rescata el material que fue publicado en www.ruletachina.com, de 2007 a 2010, y que por ahora no existe en ningún otro lugar de la red. 

** Cuando fue publicada este reseña originalmente en 2008, Iván Zulueta aún vivía. Falleció en 2009.