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19 de abril de 2015

BAFICI | "Bird People" de Pascale Ferran | Tiró la película por la ventana



Por Ángel Rofrano

Dos personas antagónicas, dos historias paralelas se cruzan en el mismo escenario: el lujoso Hotel Hilton ubicado al pie del aeropuerto Charles de Gaulle en París. Él, norteamericano, empresario, gurú informático, una suerte de Bill Gates con algo de onda (lo cual no cuesta mucho esfuerzo), siempre cansado, estresado, aburrido de la normalidad laboral y social. Ella, francesa, empleada de servicio del hotel, estudiante desganada, malhumorada y solitaria. Gary y Audrey, respectivamente, no tienen nada en común, o quizás solo las ganas de soltarse de sus propias vidas, de salirse de sus trabajos, de la rutina y de la infelicidad que el combo costumbrista occidental genera en sus existencias, tal como en las de tantos otros. 

Hasta el momento queda bastante claro que en la historia de Bird People no aparecen muchas novedades y, además, se suman algunas desilusiones en relación a las expectativas que uno lleva a la proyección de un film de Pascale Ferran que es objeto de una retrospectiva en el BAFICI, sobre todo porque lo de "gente pájaro" que viene de suyo con el título, en principio, parece rápidamente plantarse como una metáfora obvia de las necesarias "ansias de volar" de sus propios personajes...pero no. Por suerte —y mucha, y en algo de esto reside la grandeza de su directora— ese preocupante, triste y trillado lugar común que por un momento parece instalarse en la película se rompe en mil pedazos junto al cuidadoso realismo y ese supuesto retrato del costumbrismo que el film parece reflejar desde un principio. 

Con un giro inesperado, absurdo y sobre todo muy gracioso,la película se reinventa y se reescribe como una metáfora surrealista, metafísica y delirante acerca de la libertad, de las miserias personales y de esos pequeños pero contundentes momentos de irracionalidad que le dan pleno sentido a la racionalidad aplastante de la calculadora y fría mentalidad occidental a la que tanto sucumbimos, no solo en la vida diaria sino también en el cine. Un gran aplauso para el último largo de Ferran, preciso, denso, payaso y claustrofóbico, animado a tirarlo todo por la ventana —incluyendo a una de sus protagonistas— para mantener viva la experimentación narrativa, aún después de tantos años de carrera y del largo camino en un bello y raro zigzag que viene transitando como guionista y directora.