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22 de septiembre de 2015

TEATRO | "Las mutaciones" dirigida por Lorena Ballestrero | El desamor sin grandes tragedias


 
Por Lía Noguera
Foto: Antú Martín

En Fragmentos de un discurso amoroso, Roland Barthes describió la jornada amorosa a partir de tres actos sucesivos y complementarios: “está en primer lugar, instantánea, la captura (soy raptado por una imagen); viene entonces una serie de encuentros (…) en el curso de los cuales exploro con embriaguez la perfección del ser amado, es decir, la adecuación inesperada de un objeto a mi deseo: es la dulzura del comienzo, el tiempo propio del idilio. Ese tiempo feliz toma su identidad (su clausura) de que se opone (al menos en el recuerdo) a la secuela: 'la secuela' es el largo reguero de sufrimientos, heridas, angustias, desamparos, resentimientos, desesperaciones, penurias y trampas de que soy preso, viviendo entonces sin cesar bajo la amenaza de una ruina que asolaría a la vez al otro, a mí mismo y al encuentro prestigioso que en un comienzo nos ha descubierto el uno al otro.” La cita sirve como excusa para ubicarnos en el relato de la obra de Valeria Correa, Las mutaciones, que dirige Lorena Ballestrero. Pero a contrapelo de ese tercer acto barthesiano sobre el amor, o el desamor, la pieza propone un discurso que se articula no a partir de la tragicidad de ese momento de agotamiento del amor, sino que muestra ese sentimiento (¿o des-sentimiento?) desde su costado más cotidiano, sin melodramas ni tragedias, como un hecho que sucede. Porque así como un día esta verdad amorosa se inscribió en dos seres catapultándolos al punto cumbre de la felicidad, otro día desapareció y se fue, como quien dice: sin pena ni gloria. De esta manera, y sin problematizar en esas causas, sin buscar las respuestas al interrogante: ¿cómo nos pasó?, la obra de Correa propone una pregunta: ¿cómo salir de un universo sin amor?

A través de un espacio escenográfico que se propone como un perfecto cuadrilátero construido a partir de una gran caja de madera, con puertas que se abren y se cierran, la pareja “amorosa” de Las mutaciones se desliza y, en cada desplazamiento, va encontrando más su distancia que su cercanía. Los discursos que se enuncian en ese espacio paradójicamente “contenedor” parecen caer en un vacío, el mismo vacío que experimenta el amor de estos sujetos amantes que ya no tienen más para decirse. La única acción posible, el poner en palabras el fin de esta historia de amor, se encuentra en constante latencia pero de forma armoniosa y es ese gesto el que no sólo realza al texto sino también a las actuaciones. Con una Lorena Vega que en nada recupera el desborde, la voracidad y el atropellamiento pasional de los personajes que encarnó en Salomé de Chacra o Amar, en los cuales tanto el tono de su voz y su corporalidad apelaban al registro del desafío y la colocaban en el rol de femme fatale; en esta puesta nos encontramos –y en eso su efectividad - ante el silenciamiento del desborde, el aquietamiento de su pasión que se traduce en ademanes parsimoniosos y en un registro vocal que relega el estallido. Así, Vega representa a una mujer en quien la intensidad del amor es la muestra de un pasado que ya no se quiere y no se intenta recuperar; una afección en la cual su compañero de fórmula, Leonardo Murúa, responde con el mismo registro. Juntos sostienen una propuesta dramática sin quiebres, lo que destaca la dirección de Lorena Ballestrero. 

Pero si la jornada amorosa de Barthes presenta tres actos y Las mutaciones propone su relato desde ese final, desde la secuela, esto ni implica que la obra se estructure a partir de la negatividad. Ubicarnos en esa secuela abre la posibilidad de que otra historia se inicie y que quizá el acontecimiento amoroso sea repetible. Porque los fragmentos de un discurso amoroso, los barthesianos pero también los propios, nos muestran que siempre -con tragedia o sin ella- se puede volver al “primer acto”. 

"Las mutaciones de Valeria Correa. Dirección: Lorena Ballestrero. Con Lorena Vega y Leonardo Murúa. Diseño de vestuario y escenografía: Rodrigo González Garillo. Diseño de luces: Ricardo Sica. Realización de escenografía: Gustavo Di Sarro. Jueves, 21 hs. Teatro del Abasto, Humahuaca 3549. Entrada: $ 110. En el marco del FIBA se realizan funciones el miércoles 30/9 a las 18 hs. Y el jueves 1º/10 a las 21 hs. Entrada: $50.