La escena de un living hogareño del Alto Paraná devenido peluquería; la custodia de Eva Perón, dueña de un santuario improvisado. Colores, vestidos, perfumes, peinados, curvas, cuerpos: el escenario huele a mujer y la peluquería de pueblo se explota como el espacio femenino por excelencia, el centro del chisme y su circulación. La obra La Flor del Irupé se abre en el límite de ese espacio público y privado de una casa donde funciona el salón de Rosita, peluquera del pueblo y conductora de la radio local, quien asiste a la compañera Marga, clienta y dueña de un plan de venganza contra la Irupé, enemiga pública de la causa, traidora que, según Marga, ha conseguido un ansiado puesto de planta permanente gracias a medios indecorosos.
¿Quiénes son estas dos mujeres que el espejo del tocador reúne?, ¿Qué imagen se devuelve de ellas y de los otros? Rosita ansía la popularidad, ser la voz estrella del pueblo; Marga, lengua filosa y manipuladora, busca sembrar en ella la semilla de la duda, la exaltación nacionalista, la unión compañeril frente a la usurpadora, la Irupé, aquella que ha venido desde el Paraguay por todo lo que no le pertenece, desde la tierra hasta el puesto de planta permanente.
La radio, medio de comunicación por excelencia del peronismo, ocupa un lugar central en la historia. Es el dispositivo de enunciación detentado por Rosita y codiciado por Marga, quien lo usurpa para llevar adelante su plan, desplazando la voz de su conductora. La radio es el espacio de la difamación, la puesta en circulación de la condena de clase: Irupé no puede haber obtenido ese puesto legalmente, porque es guaraní, porque vive del otro lado de la pasarela, porque ha nacido presa de una clase que la excluye de ser una auténtica compañera.
Pulsiones, deseos y codicia colocan a Marga como actor central de la difamación: roba un dispositivo de enunciación para condenar y se llama a silencio cuando el efecto no se hace esperar y la lógica del chisme se pone en funcionamiento. Esa es su venganza personal, denunciar la colonización de Irupé, dividir la militancia y reafirmar el ser nacional.
El retrato de Eva Perón es testigo de los múltiples sentidos que la lucha de Evita ha adoptado en el tiempo, de un "ser mujer compañera" de un mundo que es otro y sin embargo el mismo cuando la violencia y la codicia se hacen cuerpo en una mujer. Con lucidez, humor y destacadas actuaciones, la obra teje la construcción de lugares y actores tan farsescos y verdaderos como lo es la invención de la vida ajena.
“La flor de Irupé” de Julieta Ledesma. Con Fernanda Penas, Marisa Aguilera, Santiago Fraccarolli. Vestuario: Ezequiel Galeano. Escenografía: Pablo Calmet, Mariana Del Gener. Iluminación: Sandra Grossi. Música: Nicolas Bari, Matias Niebur. Asistencia de dirección: Lucila Ianigro. Producción ejecutiva: Dolores Montaño. Domingos, 19. 30 hs. El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960. Entrada: $70, $50. Hasta el 21 de agosto de 2013.
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