Por Eugenia Guevara
Hacía años que no vivía una experiencia teatral semejante. En Buenos Aires, aún reina un teatro de texto y actuación, así que verse invadido por imágenes increíblemente poderosas y bellas; una música que, interpretada en vivo cambia con la misma velocidad que lo hacen los mundos y los momentos retratados, y un despliegue circense que no se detiene un segundo en la hora y diez que dura el espectáculo, resulta un viaje maravilloso del que cuesta salir (además, mejor no hacerlo).
La historia de Extranjero, el último Hain es triste y lo que es más triste es que se basa en la realidad. Se avecina el final del siglo XIX. Un joven Kloketen es arrancado de su lugar, en el extremo sur de la Patagonia, junto a un grupo de Selk’nam, para ser llevado a Francia e integrado a un Zoológico Humano en la Exposición Universal de París. El viaje en barco del joven y otros indígenas desde Chile, su triste peregrinaje como un casi- animal por Francia, Inglaterra y Bélgica, la muerte de sus pares, el maltrato de los europeos que no son capaces de comprender de qué tipo de ser vivo se trata, todo es puesto en escena a partir de un increíble artefacto de madera que, girando, se convierte alternativamente en barco, vagón de tren, jaula de indígenas, diligencia, circo, oficina, consultorio de médico, y más. Alrededor de y dentro de ese dispositivo circulan una multiplicidad de personajes, caricaturas, que en segundos plantean la escena para desaparecer y volver a aparecer convertidos en otros personajes igualmente curiosos, en un nuevo escenario configurado por esa estructura camaleónica.
Explicar o contar escenas de la puesta de la compañía teatral La Patogallina no tiene mucho sentido. Me quedo con flashes: la llegada a París, donde las damas (con y sin perrito), los niños, los caballeros, aparecen como marionetas al son de una fuerte luz intermitente, para parecer no actores o personajes, sino espectros caricaturescos; la residencia del joven Kloketen y la indígena Selk'nam en Londres, en un pequeño cubículo donde serán espiados por los más disímiles personajes y el final, cuando al pie del farol encendido, la nieve que cubre todo, parece coronar la reunión definitiva del joven con sus ancestros y los espíritus del Hain.
Extranjero, el último Hain. Compañía: La Patogallina. Dirección y argumento: Martín Erazo. Guión dramático: Patricio Pimienta. COn Sandra Figueroa, Francisco Ramírez, Victoria González, Eduardo Moya, Rodrigo Rojas, Carolina Mardones, Cael Orrego, Pilar Salinas. Dirección musical: Alejandra Muñoz. Músicos: Jaime Molina, Emilio Miranda, Alejandra Muñoz. Diseño y confección de vestuario: Antonio Sepúlveda. Diseño de escenografía: Eduardo Jiménez. Construcción y adaptación de escenografía: Rodrigo Rojas. Diseño y construcción de utilerías y fx: Gonzalo Mella. Máscaras confeccionadas por los actores. Diseño de iluminación: Martín Erazo y Luis Reinoso. Sonido: Pablo Riveros. Producción: Carolina Cabezas
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