17 de abril de 2015

BAFICI | "Theeb" de Naji Abu Nowar | Maduración urgente



Por Alba Ermida

Co-producción con la bandera jordana del director Naji Abu Nowar a la cabeza, Theeb viene a confirmar el aumento de proyecciones y visionados de la cinematografía de Medio Oriente con excelente calidad. Es la herencia de Kiarostami que multiplicándose voces y se hace oír mejor.

En esta película que forma parte de la Selección Internacional, Theeb es un niño de apenas 10 años, tercer hijo del jefe de una tribu nómada recién fallecido. De su educación se ocupa Hussein, su hermano del medio, ya que el mayor debe encargarse de suceder al padre en las funciones de liderazgo. Una noche llega al campamento un soldado inglés en una misión: debe llegar hasta un pozo en el medio del desierto, a tres días de camino en camello, para reunirse con sus compañeros. Hussein es el encargado de guiarlo, pero a Theeb no le convence quedarse sin su mentor y compañero de juegos, su curiosidad le puede a la obediencia y en un acto de inconciencia sigue, montado en su burrito, al hermano que guía al soldado y su traductor. El viaje resulta nefasto, pues al llegar a su destino, los asaltadores les tienden una emboscada y todos menos Theeb resultan muertos. Comienza entonces el viaje del personaje, uno obligado, a base de dolor y sufrimiento, que le tiende la vida para que crezca, pues se encuentra solo, a tres días de su casa, sin comida ni agua y con la presencia amenazante de un asaltador herido.

De una belleza que anonada por su rotunda sequía, por la enormidad de sus rocas y la vastedad de las llanuras arenosas, los paisajes son enmarcados en encuadres no sólo hermosos, también expresivos. La soledad, la rudeza de esa vida nómada, las distancias que humanizan al ser humano y que el propio ser humano reta achicándolas con el “burro de hierro”, lo insondable, lo peligroso, lo inabarcable. Todos son exteriores, de día y de noche, con la presencia permanente, simbólica y premonitoria de las molestas y carroñeras moscas.

También árida es la trama que no necesita de subtramas ni reveses ni siquiera de muchos personajes para contar la urgente necesidad de maduración de este niño, que crece y aprende por pura supervivencia en un mundo donde “los fuertes comen a los débiles”. Sin embargo, sí hay una brillante ambientación que sitúa la acción en la Gran Guerra con un par de planos y otro par de referencias. Y al ser sucinta la historia las analogías son tantas como lectores y los temas que trata con breves pinceladas (una frase, una toma, un gesto) la enriquecen exponencialmente. Una crítica a los avances técnicos que estropean más de los beneficios que reportan, una alusión a la codicia, un retrato de la venganza y la traición, unas palabras a los muertos y unas referencias a la tradición. Theeb habla de mucho con poco pero bello y todo regado con puntuales temas musicales que huyen de la función melodramática y se limitan a completar preceptivamente lo que el sentido de la vista aprehende.

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