14 de julio de 2014

LIBROS | "Discurso perfecto" de Philippe Sollers | Límites, lecturas, resistencias

Por Luis Angel Gonzo

Discurso perfecto (selección), de Philippe Sollers (publicado por El Cuenco del Plata en 2013) es una miscelánea de textos breves -ensayos, intervenciones, opiniones, presentaciones - de eso que, por cuestiones administrativas, suele llamarse “la obra crítica de un escritor”. En Sollers, por suerte, aunque hay mucho de esteticismo-siglo XX-cultura-letrada- francesa, no se trata tanto de esto o aquello, específicamente (una cosa, la crítica, u otra, la literatura), ni de distinguir campos limítrofes en la Era de las esferas y los diálogos asépticos. Así como en muchas de sus narraciones predomina un estilo expositivo, crítico, digresivo, en el conjunto de ensayos de Discurso perfecto uno se encuentra una y otra vez con excursos narrativos, pequeñas glosas novelescas, relatos enmarcados dentro de la presentación de un libro, de la opinión en una revista, de la intervención en un debate; ficción, teoría, narración, comentario: todo irriga su escritura. Ante todo, siempre aparece esta figura: Sollers escribiendo como conversando. Maestro de la elipsis y del discurso indirecto libre, uno no sólo ve al autor que opina sino, sobre todo, al escritor que manipula los hilos receptivos de su interlocutor ausente. Su pose es de combate: contra la nada y la múltiple distracción sin alma y sin amor de los hombres y sus actividades -la estupidez, el conformismo fanático, el odio al arte, la chatura, la moralidad de la opinión-, Sollers opone -como Hölderin- su “resistencia apasionada, vehemente y salvaje”.

En su versión original, el volumen es mucho más amplio. Su diversidad temática, también. La cuestión cambia en la selección publicada en la Argentina (¿podía ser de otra manera? Signo del territorio: se publica cortado, antologado, filtrado, lo que por título era intocable: el “discurso perfecto”). En la versión que nos llega, en cambio, se privilegian los textos que tratan sobre literatura y arte. ¿Nombres-objetos? Nietzsche, Sade, Joyce, Rimbaud, Shakespeare, Céline, Renoir, Bataille, Lacan, Van Gogh, Artaud, Michaux... Apellidos-intereses-lectores: radar de ojos posibles, auditorio-editorial-público. Sollers trama en cada acercamiento a esos nombres, a sus obras una lectura que indaga no sólo en sus intereses particulares -la “lectura de escritor”- sino en las condiciones de lo decible en ciertas épocas y sociedades. La perspectiva-punto-de-partida es destacable. Hoy que se habla tanto del “fin de” (la historia, la literatura, la ideología, etc.) y de “lo post”, Sollers afirma que los textos persiguen la preparación de un Renacimiento (así, con mayúsculas) en el cual ya nadie cree: “un futuro posible pero altamente improbable”. Esa invitación suena mejor -y vale más- que tantos anuncios-sordos-lamentables.

Como se ve, sus intereses son límites: del lenguaje, de la expresión, de la subjetividad, del mal, de la locura. En ese punto, lo genial de los textos de Sollers es cierto grado cero en el acercamiento a personajes, autores, obras; cierto enfoque de los ahora objetos desde momentos concretos de su circulación o puesta en juego, reconstrucción de horizontes. ¿De qué forma se leía a Shakespeare antes de una traducción bilingüe que permitiese cotejar los juegos de lenguaje del autor, el puente abismal de las traducciones? ¿Cómo se leía a Joyce antes de una revisión de las traducciones clásicas? ¿Hasta cuándo podemos seguir escuchando y repitiendo al coro de loros que afirma “Rimbaud dejó la poesía” sin retrucar alguna idea de poesía concreta y de pervivencia de su escritura en otros registros? Aunque desde una óptica centrada en traducciones y debates franceses, los planteos interesan más allá de los maleables límites de la nacionalidad lingüística. 

Por supuesto, Sollers obra a partir de la obra de otros. Se dice al decir a otros. Cita sus novelas al analizar las de otros. Tráfico, canje, idas y vueltas. El libro contiene unas cuantas “perlas que no se perderán en el océano”. Algunas de ellas: “Mucha gente -dice Voltaire- solamente lee con la vista” o “Donde crece el peligro crece lo que salva” (sobre Heidegger) o “¿Un poeta? Sí, muy grande, pero esa palabra abre demasiados kioscos” (sobre Artaud). Perlas propias, perlas ajenas, perlas vox populi: “No podemos  cambiar el país, cambiemos de conversación” (Ulises). Hay muchas más: para encontrarlas no hay más que bucear (cuidado con ahogarse). 

"Discurso perfecto, Ensayos sobre literatura y arte" de Philippe Sollers.  208 páginas, Editorial El Cuenco de Plata. Traducción : Silvio Mattoni. 

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