16 de mayo de 2013

DISCOS | "Delta Machine" de Depeche Mode | En la curva ascendente





Por Eugenia Guevara


Depeche Mode es una banda que ya tiene 33 años. Sus fans éramos todavía niños cuando sucumbimos al poder de sus discos de los 80, adolescentes cuando desfallecimos frente a esa obra inmensa e insuperable que es Violator (1990) y hoy, estamos cerca de los 40. Martin Gore, Dave Gahan y Andy Fletcher superaron los 50. El paso del tiempo y la persistencia de Depeche Mode lleva a pensar su momento actual, que incluye el lanzamiento de Delta Machine y una gira alocada que los lleva a Europa, Asia y América del Norte, en relación con su trayectoria. 

Mediante un gráfico de curvas, podría describirse la historia discográfica del grupo de la siguiente manera: luego de algunos discos ni fú fá, lanzan en 1986 una pieza maravillosa, oscura y sensible, preciosa: Black Celebration. A ese hito, le sigue un disco que de alguna manera mantiene el nivel, Music for de mases, en 1987, y luego editan el doble en vivo 101 donde registran su gira por los Estados Unidos, lanzado con un documental genial realizado por el legendario D.A. Pennebaker. Porque si hay algo que Depeche Mode ha manejado siempre de manera en extremo cuidadosa es su imagen, lo que es evidente en sus video clips y sobre todo, en los audiovisuales que registran sus presentaciones en vivo. Entonces, llega Violator y la curva se eleva, tanto, que las variables no alcanzan a contenerla. Y cuando ya era difícil esperar algo nuevo, aparecen uno tras otro Songs of faith and devotion (1993), Ultra (1997) y Exciter (2001), los cuales, milagrosamente, mantienen el nivel. Los en vivo de esa época, los filma el artista Anton Corbijn, autor de las mejores fotos y los mejores videos de la banda, y la conjunción de la maestría en el plano y el montaje de Corbijn con la perfección y la potencia que Depeche Mode despliega sobre el escenario, dan a luz obras inolvidables como Una noche en Paris o Devotional. En el medio, Martin reincide editando un disco solista de versiones o falsificaciones, y Dave debuta haciendo lo propio. El futuro es promisorio. Pero lo que viene después para Depeche Mode es la curva baja: Playing the angel (2005) y Sounds of the Universe (2009); un regreso a lo fú ni fá, digamos. Entonces, a pesar del amor que los eternos fans sentimos por la banda, ¿qué se podía esperar de Delta Machine? Con escepticismo, poco. Con una actitud positiva, que se mantuvieran en el (bajo) nivel de los discos anteriores. Sin embargo, con este disco que contiene 13 temas (hay una versión deluxe con 17), como siempre, compuestos por Martin Gore, Depeche Mode vuelve a hacer que su curva discográfica suba. Además, ver sus en vivo actuales, también filmados de manera increíble, colaboran al considerar que los muchachos de Basildon han alcanzado la madurez, transitando la curva ascendente. Por lo que hay que volver a escucharlos. Dan muchas ganas, incluso, de tomarse un avión a Bratislava para festejar el 25 de mayo viéndolos.

Delta Machine, primer disco cuyas iniciales coinciden con las del nombre de la banda, contiene unas muy buenas canciones como Angel, Slow, Should be higherBroken (que exuda algunos aires de Black Celebration), Alone (que recuerda a los temas tecno de la banda de sonido de la pelicula El juego de las lágrimas de 1993), Heaven (que es bastante parecida a Over and Over de Apparat) y el hit Soothe my soul, en la que se nota que Martin Gore se estuvo juntando con el ex Depeche Mode, Vince Clarke, miembro de la formación original.

Temas recurrentes en la poesía de Gore siguen presentes: el alma, la oscuridad, la muerte y sobre todo, la infancia. Esa evocación nostalgiosa de la infancia, que está en Broken estalla en The Child Inside, cantada como no podía ser de otra manera por el mismo Martin y su voz, íntima y profunda, esa voz que ahora confiesa la muerte del niño interior. Sin dudas, es la canción que, si hiciéramos un micro gráfico de curvas de este disco, haría elevar tanto la curva que las variables no alcanzarían a contenerla.

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