13 de noviembre de 2011

TEATRO | "El milagro de encontrar un buen albañil" dirigida por Gabriel Villalba | El antiguo oficio de la construcción

Por Cecilia Perna

En teatro, la aparición del extranjero tiene una larga tradición. Cuando un extranjero aparece en la escena, algo irrumpe: lo diferente. Y lo diferente, engancha, tiene gancho. No es el Narciso redondo sin ángulo ni hueco que no se apega a nada… lo diferente no es una herida en la pared, que alguien, urgente, debe sanar. Lo diferente sana.

Esta es la historia de un milagro, el milagro de conseguir un buen albañil, o un albañil bueno, que es casi lo mismo, pero mejor. Es la historia de una casa familiar, agrietada por el dolor, la soledad y el abandono, la historia de su mujer habitante, de su desesperación. Es la historia de un contratista y su pequeño poder, y de un albañil frágil que viene de lejos. Es la historia de la historia de una cultura, frontera adentro y frontera afuera, de un país, de una ciudad. Es una historia sobre la ignorancia del otro, pero, sobre todo, es una historia sobre la ubicación.


Una casa, por mucho tiempo cerrada, se abre: abre sus puertas a un público, abre sus paredes a la humedad y se agrieta. Una cabeza se abre, la de la habitante, que nos deja ver su mundo interior proyectado en pantalla. Pero hay cosas allí que no se abren nunca: los cuerpos, los prejuicios, las intenciones, los deseos: permanecen cerrados sobre sí, en su redondez incurable.

Frontera adentro, hay dos que permanecen cerrados, atrapados en sus grietas narcisistas, tomados por sus heridas de desencanto y resentimiento. Más atados a la casa, más interesados a causa de ella, se desubican, constantemente, pierden la ubicación, son unos desubicados. Pero hay un eterno ubicuo, el extranjero, el famoso habitante sin casilla, que puede estar, sin embargo, en todas partes porque está conectado con el entorno. El sabe siempre ubicarse bien, en cualquier parte. Es el más pequeño, el más inesperado, el más pobre, el inmigrante, pero el único que puede ver de frente, mirar directo sin quemarse  los ojos. El es el verdadero héroe, el simple, que irrumpe desde otro lugar. Tenemos que ir a esa casa, abiertos nosotros al humor y la picardía, pero también a la observación de los dolores propios, ir y mirar a este buen albañil trabajando, es un milagro verlo. El, humilde constructor de casas, nos plantea la existencia de una casa abierta, -otra, no esa en la que estamos- donde la serpiente del dolor pasa de puerta a puerta, entra y sale, sin dejar ni pizca de veneno. Esa casa abierta, que sería tan lindo aprender a construir.

Esta obra ya no se encuentra en cartel. Autora: Malenka. Dirección: Gabriel Villalba. Elenco: José Enrique Escóbar Klose, Malenka, Gabriel Villalba. Vestuario: Javier Laureiro. Concepción escénica: Guillermo Asencio. Cámara: Leo Torcello. Fotografía: Eliana Saihueque. Diseño gráfico: Cintia del Corso. Asistencia de dirección: Silvina Bruggo. Producción ejecutiva: Sebastián Ezcurra. Dirección: Gabriel Villalba.



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